Paulo (s. VII).
Militar de origen griego, general de Wamba, rey de la España visigoda, y después rey, durante un breve tiempo, de la provincia goda de Septimania.
Poco después de la elección de Wamba como rey de los visigodos y mientras se encontraba sofocando una sublevación de vascones en Septimania, el noble godo Hilderico, gobernador de Nimes, que aspiraba a la corona, se rebeló contra Wamba. Estaba apoyado por Gunhildo, obispo de Maguelona, el abad Ramiro, los obispos Wilesindo de Agde y Jacinto, así como por los ejércitos por ellos reunidos y un numeroso grupo de judíos que, descontentos por las medidas antisemíticas que se habían dictado con anterioridad, aprovecharon la ocasión de tomar las armas contra sus opresores. La cruel conducta tomada por Hilderico motivó las protestas de Gunhildo, que fue encerrado y sustituido por Ranimero al frente de la diócesis. Wamba mandó sofocar la rebelión en la Galia a Paulo, que después de llegar a Septimania y tomar Narbona, aceptó el caudillaje que le propusieron los rebeldes. Poco después, toda la Narbonensis se sublevó, uniéndose el duque de Tarragona Ranosindo, que puso bajo su mando toda Cataluña. Paulo fue elegido rey en una asamblea de nobles sublevados y coronado en una iglesia de Gerona, recopilando su tesoro real a partir del saqueo de las iglesias que encontró a su paso.
Wamba, al conocer los acontecimientos, y después de finalizar la campaña contra los vascones, se dirigió con todos sus ejércitos hacia Narbona, por la calzada romana que va de Calahorra a Huesca; dividió su ejercito en dos cuerpos, atravesando uno de ellos los Pirineos por Ausona (Vich), por el paso de Le Perthus, y el otro, con el grueso del ejército y mandado por el propio Wamba por la Vía Augusta hacia Marsella.
Sometió Sordonia, Caucalileri, Volturaria, Barcelona, Gerona, y el famoso Castrum Libiae, tomando prisioneros a los rebeldes Ranosindo e Hilderico. Pasados los Pirineos, reagrupó sus fuerzas y atacó Narbona, que sucumbió. En el asalto murió el rebelde Vitimiro. Después atacó por tierra y por mar todas las poblaciones menores, conquistando Breziers, Agde, y Maguelan. Dejó para el ataque final la bien fortalecida ciudad de Nimes, residencia de Paulo.
El día 30 de agosto del año 673 comenzó el ataque a Nimes por tierra y por mar. Tras cinco horas de resistencia feroz, las tropas de Wamba consiguieron abrir las puertas de la ciudad. Los habitantes de Nimes y los restos del ejército de Paulo se refugiaron en el anfiteatro romano que tenía las condiciones necesarias para concentrar las fuerzas, pero al cabo de tres días, el 2 de septiembre, los rebeldes, por medio del obispo Argabaldo, solicitaron condiciones de rendición. Wamba prometió que no habría derramamiento de sangre pero que se someterían a castigos los cabecillas de la insurrección.
Juzgados por un tribunal, a Paulo se le perdonó la vida, pero según las leyes dictadas en el IV Concilio de Toledo se le privó de la vista. Éste y los principales cabecillas de la insurrección, fueron llevados a Toledo para ser recluidos a perpetuidad. Formaron parte del desfile triunfal que supuso el regreso de Wamba, en el que Paulo, ciego y descalzo, fue vestido como un rey de burla con una corona de cuero pegada con pez a su cabeza rapada, desfilando entre mofas por las calles de Toledo.
