Vicente Pastor (1879–1966): El Noble Toreo de un Ídolo de Madrid

Vicente Pastor (1879–1966): El Noble Toreo de un Ídolo de Madrid

1. Introducción: Los primeros años de Vicente Pastor

Vicente Pastor nació en Madrid el 30 de enero de 1879, en el seno de una familia que no tenía vínculo directo con el mundo del toreo. Desde muy joven, sin embargo, se sintió atraído por la fiesta nacional, y su destino se entrelazó con el de las arenas taurinas. La historia de Pastor comienza en una época en la que las corridas de toros en la capital española eran aún un espectáculo eminentemente popular y local, pero su carrera tomaría un rumbo que le permitiría dejar una huella indeleble en la tauromaquia.

Con apenas 12 años, Vicente Pastor empezó a destacarse en las novilladas madrileñas, convirtiéndose rápidamente en un rostro conocido en la ciudad. Su apodo inicial fue el de «El Chico de la Blusa», un mote que le vino por su característica vestimenta: un blusón azul que, combinado con una gorra del mismo color, le daba un aire juvenil y fresco, pero sobre todo audaz, acorde con el valor que demostraba en sus primeros enfrentamientos con los becerros. Este nombre, que evocaba tanto la humildad como el arrobo de un joven que empezaba a hacerse un nombre en los ruedos, fue la semilla que daría paso a una carrera llena de retos y logros.

2. Carrera como novillero

En un contexto donde las novilladas eran una suerte de prueba de fuego para los toreros que deseaban abrirse paso en el mundo de los matadores, Vicente Pastor demostró su destreza y valentía desde los primeros momentos. Su popularidad creció de manera vertiginosa, al punto que, con solo 16 años, ya era reconocido en Madrid y sus alrededores como «El Chiclanero», nombre con el cual debutó en una becerrada celebrada en la capital el 10 de mayo de 1895. Aquella tarde, el joven Vicente no solo salió ileso, sino que ganó la ovación del público y se dejó ver como un futuro prometedor de la tauromaquia.

El siguiente paso en su carrera fue integrar una cuadrilla de novilleros infantiles junto a otros jóvenes de gran talento, entre los que se encontraba Patata y Mellaíto, dos conocidos novilleros barceloneses. Juntos recorrieron las plazas de España, ganando reconocimiento y demostrando la creciente habilidad de Pastor para lidiar reses. En 1897, su valía como novillero le permitió ser incluido en algunos de los carteles más importantes del país, afianzándose como una figura de referencia dentro del circuito taurino juvenil.

Con el paso de los años, Vicente Pastor comenzó a hacerse un nombre dentro de la élite de los novilleros. Si bien el número de su participación en novilladas fue variado, siempre destacó por la autenticidad de su toreo. En 1898, dio el siguiente paso en su carrera al presentarse en una novillada picada en Madrid. Fue una actuación destacada que demostró su capacidad para sobreponerse a la dureza de la lidia, un valor que caracterizaría su carrera.

3. La toma de alternativa y primeros años como matador

El 21 de septiembre de 1902, Vicente Pastor llegó al umbral más importante de su carrera: la toma de la alternativa en la Plaza de Toros de Madrid. Aquel día, el torero guipuzcoano Luis Mazzantini, una de las grandes figuras de la época, fue su padrino y lo acompañó en su iniciación oficial en el mundo de los matadores. Pastor, decidido a dar el siguiente paso en su carrera, enfrentó a un toro de la ganadería del duque de Veragua llamado Aldeano. La alternativa le otorgó un nuevo estatus, pero no fue suficiente para asegurar su éxito inmediato, pues la competencia en los ruedos era feroz.

Durante la temporada de 1902, su actividad fue algo limitada, con tan solo cuatro contratos firmados. A pesar de su indudable habilidad y coraje, la demanda para que toreara no fue alta en sus primeros años como matador. En la siguiente temporada, aunque las ofertas aumentaron, las dificultades de adaptación a los exigentes públicos de las plazas más importantes fueron una constante.

En 1906, consciente de que su carrera en España no alcanzaba el impulso esperado, Pastor decidió embarcarse hacia América, donde el toreo comenzaba a consolidarse como espectáculo. En México y otras plazas hispanoamericanas, el torero español se encontró con un terreno fértil para exhibir su arte y ganar admiradores. Este éxito en tierras del Nuevo Mundo se tradujo en una mejora notable de su carrera al regresar a España en 1907, donde, aprovechando su prestigio renovado, participó en 21 festejos, aumentando progresivamente su presencia en los carteles de las grandes plazas españolas.

4. El auge de su carrera taurina

Tras su regreso de América, Vicente Pastor vivió algunos de los mejores años de su carrera. Durante las temporadas de 1907 y 1908, su presencia en las plazas se consolidó, logrando un número significativo de actuaciones. La temporada de 1909, en particular, marcó un punto de inflexión. Aprovechando el vacío dejado por la ausencia de dos grandes figuras de la época, Ricardo Torres «Bombita» y Rafael González «Machaquito», debido a su enfrentamiento con la ganadería de Miura, Pastor alcanzó una notoriedad inédita, logrando cerrar esa campaña con un total de 36 corridas. Este éxito le permitió avanzar a posiciones privilegiadas en el escalafón taurino.

A medida que su carrera avanzaba, Vicente Pastor fue reconociendo su propio estilo de toreo, que, si bien no era tan brillante ni espectacular como el de otros grandes nombres de su tiempo, destacaba por su sinceridad, la pureza en los movimientos y el respeto a la tradición. Fue un torero cuyo esfuerzo y dedicación al oficio fueron innegables, sin caer en el artificio ni en los gestos grandilocuentes que a menudo marcaban las corridas de la época.

Uno de los momentos más destacados de su carrera se produjo el 2 de octubre de 1910, cuando, después de realizar una faena extraordinaria a un toro de la ganadería de Concha y Sierra llamado Carbonero, se convirtió en el primer torero en recibir una oreja en la Plaza de Toros de Madrid, un hecho que marcó un antes y un después en la historia de la plaza madrileña. Este logro consolidó a Pastor como uno de los principales toreros de su tiempo, y desde esa fecha, su nombre se asoció con una calidad de toreo firme y sincero que le garantizó un lugar entre las grandes figuras del toreo español.

5. El declive y retiro

Aunque los primeros años del siglo XX fueron fructíferos para Vicente Pastor, la irrupción de dos nuevas figuras, José Gómez Ortega «Joselito» y Juan Belmonte, supuso un cambio significativo en el panorama taurino. Ambos toreros, con estilos más refinados y técnicos, eclipsaron la presencia de Pastor en los ruedos. A partir de 1913, el número de corridas en las que participó comenzó a disminuir. Aunque seguía siendo un torero respetado, su estilo más clásico y menos espectacular se veía opacado por el fulgor de los nuevos ídolos de la afición.

En 1914, su número de intervenciones se redujo a solo 36 corridas, y en 1915 la cifra cayó aún más, a 25. El panorama taurino estaba cambiando, y la competencia por los contratos se intensificaba. A pesar de sus esfuerzos por mantener su lugar entre las grandes figuras, las oportunidades seguían disminuyendo. En 1917, con solo 18 corridas en su haber, Vicente Pastor tomó la decisión de retirarse del toreo. A pesar de no haber alcanzado la fama de otros toreros de su generación, su vida taurina estuvo marcada por un ejemplo de dedicación y valentía inquebrantable.

El 23 de mayo de 1918, Vicente Pastor se despidió de los ruedos en su plaza natal, Madrid. Esa tarde, toreó un toro de la ganadería de Cabrero en un festejo benéfico organizado para el Montepío de Toreros, una institución que él mismo presidía. El adiós de Pastor fue una despedida tranquila, sin grandes alardes, como fue su estilo a lo largo de toda su carrera. El torero madrileño cortó la coleta tras una vida dedicada por completo a la tauromaquia, marcando el final de una era.

6. Legado y contribuciones al toreo

A pesar de no haber sido un torero que brillara por la espectacularidad de sus faenas, Vicente Pastor dejó un legado profundo en el mundo del toreo. Su estilo, sobrio y pulido, fue apreciado por la afición madrileña, conocida por su exigencia y sentido crítico. Pastor representaba la esencia de un torero comprometido con el arte, capaz de enfrentarse a las reses con honor y sin pretensiones de lucir más allá de lo que le exigía el arte de la tauromaquia.

Una de sus contribuciones más relevantes al toreo fue la invención del estoque de cruceta, una herramienta especialmente diseñada para descabellar a los toros que no doblaban tras ser estoqueados. Esta innovación mejoró la seguridad en las plazas de toros y facilitó el trabajo de los toreros en el último momento de la lidia.

En cuanto a su vida después del retiro, Vicente Pastor se mantuvo cerca del mundo taurino, siempre presente en las reuniones y festividades dedicadas a la tauromaquia. A pesar de su distanciamiento del ruedo, la admiración de la afición y la alta estima que sentían por él los colegas de profesión nunca disminuyó.

Vicente Pastor falleció el 30 de septiembre de 1966, en Madrid, a los 87 años. Aunque su carrera nunca alcanzó la magnitud de otras figuras históricas del toreo, su nombre sigue vivo en el recuerdo de los aficionados que valoraron su pundonor, su esfuerzo y su sincero amor por el arte de Cúchares. En la historia de la tauromaquia, su figura permanece como un ejemplo de perseverancia, sacrificio y una visión más pura y auténtica del toreo, en tiempos donde las luces y la espectacularidad de las nuevas generaciones se imponían en la arena.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Vicente Pastor (1879–1966): El Noble Toreo de un Ídolo de Madrid". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/pastor-y-duran-vicente [consulta: 3 de octubre de 2025].