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LiteraturaBiografía

Parra del Riego, Juan (1894-1925).

Poeta, ensayista y dramaturgo peruano, nacido en Huancayo (en el departamento de Junín) en 1894, y fallecido en Montevideo (Uruguay) en 1925. Aunque nació en Perú y gozó siempre de nacionalidad peruana, en Uruguay -donde se afincó en 1917, participó activamente en la vida cultural, compuso casi todos sus poemas y dio a la imprenta la práctica totalidad de su obra- está considerado como uno de los grandes poetas nacionales, hasta el punto de que, después de su muerte, se dio su nombre a una calle de Montevideo y se erigió un monumento a su memoria. Autor de una singular obra poética que supo adaptar a la perfección sus moldes formales modernistas a los nuevos contenidos temáticos sugeridos por la Vanguardia (especialmente, en su corriente futurista), a pesar de su breve existencia dejó un fecundo legado lírico caracterizado por su originalidad, su flexibilidad y su brillantez expresiva.

Vida

La peripecia vital de Juan Parra del Riego estuvo signada, desde su temprana niñez, por continuos desplazamientos geográficos que hicieron de él un ciudadano del mundo, ajeno a las continuas preocupaciones nacionalistas que dominaron el quehacer literario de gran parte de los escritores hispanoamericanos contemporáneos. Desde su Huancayo natal, se trasladó a muy temprana edad a Cuzco, donde vivió algunos años hasta que su familia se instaló en Arequipa. Ya adolescente, un nuevo desplazamiento familiar le condujo hasta las inmediaciones de Lima, para fijar su residencia en el vecino balneario de Barranco. Allí cursó su formación secundaria, pronto orientada hacia el estudio de las disciplinas humanísticas y el cultivo de la creación poética. Así las cosas, con apenas dieciocho años de edad se dio a conocer como poeta por medio de doce espléndidos sonetos de factura modernista que, agrupados bajo el epígrafe de Canto a Barranco, se alzaron con el primer premio del certamen poético convocado por dicho municipio en 1912.

Fue, a partir de este temprano reconocimiento, cuando el joven Juan Parra comenzó a integrarse plenamente en los círculos artísticos e intelectuales limeños, colaborando de forma asidua en varias publicaciones periódicas de la capital peruana y frecuentando los ambientes bohemios que animaban la vida cultural de Lima en la segunda década del siglo XX. Lanzado a la azarosa aventura de la creación, a los veintiún años de edad volvió a sorprender por su precocidad literaria merced al estreno de su primera -y, a la postre, única- pieza teatral, titulada La verdad de la mentira (1915). Sin embargo, pronto advirtió que sus mejores dotes creativas no brillaban a gran altura en los complejos dominios de Talía, por lo que se decantó plenamente por el cultivo del género poético.

Ya por aquellos años finales de la década de los veinte llegaban al Perú los primeros ecos de los movimientos vanguardistas de incipiente ebullición en Europa, ecos que despertaron el interés del joven poeta de Huancayo. Alentado por su afán de conocimiento y por su espíritu viajero, emprendió un largo periplo de formación literaria que le llevó a conocer los principales foros culturales y artísticos de Chile, Argentina y Uruguay, desde donde decidió dar el gran salto deseado por todos los creadores hispanoamericanos del momento y viajar a Europa, para instalarse en París bajo la protección del poeta vanguardista Jules Supervielle, a quien había conocido en su Montevideo natal.

El ambiente literario de la bohemia parisina constituyó, inicialmente, el mejor caldo de cultivo para la evolución estética del joven escritor peruano, deslumbrado por los lugares que le mostró Supervielle y por los personajes que también le presentó el poeta franco-uruguayo; pero, simultáneamente, la propia dureza de esta vida errática y bohemia comenzó a hacer mella en la salud quebradiza de Juan Parra, quien comenzó a notar en París los primeros síntomas de la grave dolencia pulmonar que habría de acabar muy pronto con su existencia. Por zafarse de la ruina física y económica que le estaba causando esa vida nocturna y disipada, regresó a Uruguay y volvió a instalarse en Montevideo, donde contrajo nupcias con la poetisa uruguaya Blanca Luz Brum, a la que dedicó un bello poemario.

Aupado por el prestigio que aureolaba su aventura parisina entre los jóvenes poetas montevideanos, Juan Parra del Riego se integró plenamente en los principales cenáculos literarios uruguayos, donde trabó amistad con algunos autores tan señalados como las poetisas Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou, el poeta y periodista Carlos Sabat Ercasty, el filósofo Emilo Oribe y el dramaturgo Alberto Zum Felde. Así, consagrado como una de las figuras cimeras de las Letras uruguayas, a comienzos de los años veinte Parra del Riego desplegó una intensa actividad cultural que quedó plasmada en la redacción de sus mejores composiciones poéticas, en sus continuas colaboraciones en los rotativos y revistas del país, y en sus brillantes traducciones de las obras escritas en francés por su amigo Jules Supervielle. Ya con la salud seriamente quebrantada, aún tuvo fuerzas para dar a la imprenta en 1925 sus últimos trabajos poéticos, después de haberse alzado, aquel mismo año, con el primer premio del certamen lírico convocado por la municipalidad de Montevideo, merced a su composición titulada "Canto al Carnaval". Pero la grave dolencia que minaba sus pulmones avanzaba de forma irreversible, y el joven poeta peruano no pasó del mes de diciembre de dicho año.

Obra

En la evolución estética del quehacer literario de Juan Parra del Riego se aprecia una originalidad que individualiza su obra respecto a las trayectorias de otros poetas peruanos de su generación. Nacidos todos ellos a finales del siglo XIX, unos y otros empezaron a escribir bajo la todavía poderosa influencia del mejor modernismo alentado por los textos de Rubén Darío, para experimentar pronto una fuerte admiración por las novedosas propuestas vanguardistas y acabar integrándose, antes o después, en las diferentes corrientes experimentales procedentes de Europa. Inmerso en esta trayectoria, común a casi todos los autores de su tiempo, Parra del Riego también se adentró en los terrenos de la poesía desde los cauces modernistas rubenianos, y supo asimilar después -mejor que muchos otros compañeros de aventura literaria, gracias a su fecunda estancia en París- los logros de la Vanguardia (muy especialmente, los de su corriente futurista). Sin embargo, en la producción global del vate de Huancayo se observa una curiosa simbiosis entre los moldes formales del modernismo, presentes en su obra hasta el final de sus días, y los contenidos temáticos vanguardistas; una voluntaria preocupación por expresar los nuevos temas poéticos a través de las formas y procedimientos estilísticos todavía vigentes en el modernismo tardío.

Así, su obra constituye un fresco, original e impulsivo canto al ferrocarril, a la motocicleta, al fútbol, a la danza, a los motores, a la democracia... y a cuantas nuevas realidades aparecían en la vida cotidiana de los seres humanos del primer cuarto del siglo XX, todas ellas reflejadas hasta la saciedad en los poemas de Marinetti y de los jóvenes autores que, por aquellas fechas, decidieron seguirle por el sendero del futurismo; empero, en las composiciones de Parra del Riego estos recientes temas y motivos se adaptaban armónicamente a la flexibilidad brillante y expresiva del verso modernista, en un saludable ejercicio de -a la vez- traición e innovación poética que recibió el nombre de polirritmos.

En realidad, los polirritmos no fueron una invención de Juan Parra, sino de otro gran poeta modernista peruano, Manuel González Prada, quien los difundió entre los jóvenes autores de su entorno (entre ellos, su propio hijo Alfredo, que comenzó a cultivarlos hacia mediados de la segunda década del siglo XX). Pero, oscurecidos por su falta de rima, los polirritmos originales de González Prada resultaron excesivamente fríos y rígidos, y pasaron a la historia de la poesía hispanoamericana como un experimento formal fallido, en la medida en que eran incapaces de adecuar su rigurosa estructura a los vibrantes contenidos que quería expresar.

Aleccionado por el ejemplo de su compatriota, Juan Parra del Riego recuperó su invención para logra unos polirritmos plenos de colorido, sonoridad y movimiento, y muy aptos -por ende- para los motivos futuristas que, como el deporte, la danza o los motores, parecían reclamar esta sostenida ligereza rítmica. En su particular proceder, alternó dentro de un mismo poema los ritmos ternario y cuaternario -siempre más sosegados- con la ágil viveza del ritmo binario -que imprime una gran aceleración a la dinámica sonora-, hasta lograr convertirse en el maestro indiscutible de los polirritmos, que desde entonces han quedado indefectiblemente asociados a su nombre.

Queda citar, por último, en esta apresurada semblanza del poeta de Huancayo los principales títulos que conforman su producción literaria, inaugurada -como ya se indicó anteriormente- por los sonetos del Canto a Barranco (1912). Tras una valiosa Antología de poetisas americanas (Montevideo: C. García, 1923), Juan Parra del Riego dio a la imprenta sus Himnos del cielo y los ferrocarriles (Montevideo: Morales, 1925), obra a la que siguieron, en el mismo año de su desaparición, los poemas dedicados a su esposa, publicados bajo el bello nombre de la poetisa: Blanca Luz (Montevideo: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1925). Aún antes de morir, volvió a ofrecer una edición revisada y aumentada de su Antología de poetisas americanas, ahora ligeramente modificada en su título: Antología de poetisas hispanoamericanas (Montevideo: 1925).

Tras el prematuro fallecimiento de Parra del Riego, vieron la luz sus Tres polirritmos inéditos (Montevideo: Ministerio de Instrucción Pública, 1937), así como diferentes recopilaciones de sus obras en verso y prosa, publicadas sucesivamente bajo los títulos genéricos de Poesía (Montevideo: Biblioteca de Cultura Uruguaya, 1943), Prosa (Montevideo: Biblioteca de Cultura Uruguaya, 1943), Poesías (Huancayo: Ediciones Casa de la Cultura de Junín, 1979) y Polirritmos y otros poemas (Lima: INC, 1987).

Bibliografía

  • - BELTROY, Manuel. "Juan Parra del Riego", en Letras (Lima), 58-59 (1987), págs. 18-35

- NIETO, Luis. Poetas y escritores peruanos (Cuzco: Ediciones Sol y Piedra,1957).

- O'MAILA, James Joseph. "La poseía de Juan Parra del Riego", en Letras peruanas (Lima), 2 (1951).

- WALTER STBBS, Ricardo. Laureles de la patria (Lima: Cía. Editora El Universal, 1942).

J. R. Fernández de Cano.

Autor

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