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PolíticaBiografía

Pardo Lavalle, Manuel (1834-1878).

Político, intelectual y hombre de negocios peruano. Fue ministro de Hacienda, Alcalde de Lima y primer civil en convertirse en Presidente de la república; esto último entre 1872-1876. Fundador del partido Civil y autor de varios escritos sobre política económica. Murió asesinado cuando era Presidente del Senado. Nació el 9 de agosto de 1834 en Lima, en la esquina de las calles San José y Santa Apolonia. Sus padres fueron el famoso escritor costumbrista de ideas conservadoras, Felipe Pardo Aliaga, y Petronila de Lavalle. Tuvo un origen acomodado y aristócrata; nació "en una casona de la calle San José, cuyo portón de claveteadas molduras cerraba todas las tardes, al golpe de las seis, un retinto negro elegante, después de prender el cúbico farol del alumbrado." Su abuelo paterno había sido un noble español que desempeñó el cargo de Oidor de las Audiencias de Lima y Cuzco, mientras por el lado materno descendía de vizcondes, oidores y comerciantes de la aristocracia mercantil del siglo XVIII.

La vida agitada del intelectual que fue su padre le hizo tener una infancia y adolescencia trashumante. Con apenas un año de edad viajó a Santiago de Chile, donde su padre había sido nombrado embajador por el efímero gobierno de Salaverry. Permaneció ahí hasta la disolución de la Confederación peruano boliviana en 1839, cuando la familia volvió a Lima. El desorden de los caudillos, en el vértigo de los años que siguieron al fin de la confederación, provocó la persecución del padre y un nuevo destierro. El encumbramiento de Castilla en la presidencia, trajo de vuelta a Lima a la familia. Castilla, sin embargo, nombró otra vez embajador a don Felipe en Chile, permaneciendo en Santiago hasta 1848. La educación de Manuel Pardo tuvo lugar, pues, entre Valparaíso y Santiago, y siempre al lado de hombres cultos y distinguidos, entre ellos Andrés Bello y Vicuña Mackenna, con quienes trataba su padre.

En 1848 Castilla hace traer otra vez a don Felipe al Perú, esta vez como Ministro de Relaciones Exteriores. Manuel Pardo tiene trece años y es matriculado en el Colegio Guadalupe, dirigido por el liberal español Sebastián Lorente. De ahí pasará al Convictorio de San Carlos, que regentaba el príncipe del pensamiento conservador, el sacerdote Bartolomé Herrera. Pardo bebe, pues, de las dos fuentes y va formando su propio espíritu intelectual.

Dos años más tarde la familia se traslada a España, donde Manuel es inscrito en la Universidad de Barcelona, donde obtiene el bachillerato en Filosofía y Letras. El padre vivía entretanto en París, y le había dejado bajo la tutela de un tío, el coronel retirado Juan Pardo. Obtenido el bachillerato, Manuel se reúne con su padre en París, donde estudiará economía y finanzas en el Colegio de Francia, bajo la cátedra de Michel Chevalier.

En 1854 la familia regresa al Perú. Manuel Pardo tiene veinte años; rechaza un puesto público en una sección de estadística y se dedica a la agricultura en la hacienda Villa, junto con su primo José Antonio de Lavalle. Pero no abandona la investigación y el estudio, publicando desde entonces artículos en varios periódicos limeños. También formó parte de una comisión oficial para establecer la manumisión de los esclavos.

En 1857 debe retirarse a Jauja, a causa de una dolencia que reclamaba clima más sano que el de la capital. Pasa ahí un año. El ocio forzado lo inclina a la observación y el estudio. Tiene largas tertulias con Bartolomé Herrera, el ilustrado obispo Manuel Teodoro del Valle y el ingeniero polaco Malinowski, un apasionado de los ferrocarriles. Redacta sus célebres escritos "Estudios sobre la provincia de Jauja", que publicará en La revista de Lima y el diario El Comercio. En 1859 contrajo matrimonio con Mariana Barreda Osma, un matrimonio de fortuna, ya que ésta era hija de Felipe Barreda, llamado "el hombre de los cinco millones" por haber amasado una rápida fortuna.

Fundada La Revista de Lima en 1860 por un grupo de intelectuales de variopinta ideología, Pardo será uno de sus más asíduos colaboradores. Ahí publica: "Estudios sobre la provincia de Jauja", "Sociedad de Beneficencia de Lima", "El partido de Saña en Lambayeque en el siglo pasado", "Inmigración vascongada", "Medidas económicas del congreso en 1860", "Ley general sobre ferrocarriles", "El crédito hipotecario en Francia y Chile en 1859 y 1860" y "Algo sobre el proyecto del Código Penal (Vagancia)".

Fue el primero en lanzar el proyecto de los ferrocarriles como la gran empresa de inversión en el Perú. El país entonces vivía de la riqueza del guano, y Pardo alertaba sobre la naturaleza totalmente temporal de esa bonanza. Algo perenne y de efectos multiplicadores debía hacerse con el dinero del guano. Su propuesta era conseguir integrar la economía agraria serrana a la costa mediante el caballo de hierro.

Luego de su matrimonio, que lo dotó de un interesante patrimonio, se volcó de lleno en los negocios. Fue representante en el gremio de comeciantes, el Tribunal del Consulado, y consiguió en 1863 uno de los negocios más píngües del momento: una consignación del guano. Es también uno de los fundadores del Banco del Perú. En 1864 viajó a Europa como enviado del gobierno peruano a suscribir un empréstito.

La revolución contra Pezet a causa de un acuerdo con España, le envolvió de lleno; el gobierno de Prado, emergente del movimiento, lo elevó a su primer cargo público de envergadura: el ministerio de Hacienda. Desempeñó su cargo de Ministro durante un año, lanzando una reforma fiscal que pretendía mejorar las rentas del Estado, no sobre la base de ingresos temporales y extraordinarios como el del guano, sino sobre el fortalecimiento de los impuestos de los ciudadanos. Un lugar controvertido dentro de su paquete de leyes fiscales fue la instauración de la "contribución del jornal", una suerte de capitación universal que debían pagar todos los varones en edad productiva, de acuerdo a una escala que variaba de acuerdo al nivel del jornal vigente en la provincia. La reforma se enfrentó a una nutrida oposición, que lo llevó a la renuncia en enero de 1867. Sentenció que el Perú "se había convertido en una nación de holgazanes y logreros".

A raíz de la epidemia de fiebre amarilla que asoló Lima y otras partes del país, fue nombrado Director de la Beneficencia Pública de la capital. Uno de sus once hijos murió durante la epidemia. Después fue Alcalde de Lima, concentrando sus esfuerzos en mejorar las condiciones de salubridad, mediante el empedrado de las calles y la canalización de las aguas. Uno de sus desvelos fue entonces la implantación de escuelas municipales, estableciendo la primera en Malambo el 28 de julio de 1870, a la que le siguieron otras más.

En 1871 será lanzada la candidatura de Manuel Pardo a la Presidencia de la república. Fue obra de un grupo de liberales que vieron en él la figura que podía redimir al Perú de medio siglo de militarismo, ya que era miembro de una generación nueva, que había nacido después de la independencia y que, por lo tanto, no debía guardar compromisos con el orden español. Además, repudiaba el desorden, la anarquía y el despotismo de los hombres de sable. El militarismo fue para ellos el maleficio que había venido postergando el despegue del Perú como nación; éste fue acusado de absolutismo, de postergar a las clases sociales del manejo de la política y de ser el acicate de las revoluciones o sediciones. Siendo así, sostenían que no era la voluntad popular ni la opinión pública quienes hacían tomar las decisiones al mandatario. Se produjo una entusiasta adhesión en Lima y las provincias ante la posibilidad de un civil como gobernante. De ahí nació el nombre del partido Civil, organizado ese mismo año para las juntas electorales.

Sectores del ejército y la iglesia se lanzaron contra la amenazante candidatura. Las acusaciones más reiteradas fueron las de francmasón, aristócrata y monarquista; de no representar a la nación, sino a un grupo de gente selecta de angurrientos intereses. Los militares eran vistos como hombres más desinteresados y hechos para el mando. El fin de los presidentes militares sería, para ellos, el fin del ejército como institución.

La candidatura de Pardo toma, sin embargo, fuerza en todo el país y en diversos grupos sociales. El 6 de agosto Pardo dirigió una impresionante manifestación en la plaza de toros de Acho ante doce mil personas, en lo que fue seguramente el primer hecho de esta naturaleza en la vida política peruana. Los otros tres candidatos, Manuel Toribio Ureta, el general Echenique y Gómez Sánchez, vieron que sus posibilidades eran escasas.

Las elecciones se desarrollaban en dos fases: en la primera se elegía a los electores, quienes se agrupaban en Colegios Electorales, y en la segunda, los electores elegían al Presidente y el Congreso. El 15 de octubre de 1871 tuvo lugar la primera elección. Hubo muertos y heridos en el intento de controlar las mesas se sufragio. La organización del partido Civil había conseguido tener representantes en casi todos los departamentos, evitando así la tradicional toma de las mesas. El resultado favoreció a Pardo. Balta, presionado por el ejército, consigue retirar la candidatura de Echenique y propone la de un pierolista, Antonio Arenas.

Entre la primera y la segunda elección mediaban varios meses, que fueron de tensa lucha entre el militarismo y el civilismo. En abril se reunieron los colegios electorales. En Lima triunfa Pardo; en los días siguientes los telegramas del interior ratifican el triunfo. De 4.657 electores, Pardo obtiene 2.692 votos. El 21 de julio, una semana antes del fin del gobierno de Balta, estalló la rebelión de los coroneles Gutiérrez como postrer esfuerzo por cerrarle el paso al poder. Pardo se refugió en la embajaba brasileña; por los techos pasa a una casa amiga, la del doctor Ygarza y huye disfrazado de carretero de la ciudad. En Chilca toma un bote de pescador y se pone a salvo en el buque Independencia. La armada, a órdenes de Grau, se había pronunciado contra la intentona de los Gutiérrez.

El gobierno de Pardo tuvo tres ejes principales: la cuestión financiera, la estatización de las salitreras y la descentralización municipal. En cuanto a la primera hubo de bregar con la Casa Dreyfus, que se mostraba renuente a seguir cumpliendo con el servicio de la deuda externa, ante las dificultades de colocar el empréstito de 1872 por 36 millones de libras esterlinas, que debían servir para las obras ferroviarias. En su último año de gobierno, se suspendió el servicio de esta deuda. El gobierno realizó entonces un contrato con la casa inglesa Raphael para proseguir la venta de guano en Europa, rompiendo el monopolio que él mismo le había concedido en el contrato de 1869 firmado por Piérola.

El manejo del salitre ocupó dos legislaturas del Congreso y gran parte del debate en la prensa entre 1873 y 1875. Este fertilizante venía compitiendo con el guano; la guerra de precios entre ambos era absurda desde que el país era dueño de ambos recursos. Pero el salitre era explotado por empresas particulares, varias de ellas extranjeras, que impedían al Estado regular su venta y defender su precio. De otra parte, las rentas del guano resultaban absorbidas totalmente por el servicio de la deuda, lo que urgía a encontrar un reemplazo. El salitre parecía llamado a llenar tal vacío.

En 1873 se ordenó la creación del Estanco del Salitre, por el cual sólo el Estado quedaba autorizado a su comercialización, debiendo los particulares vender su producción al estanco. Dos años después la medida se radicalizó, al ordenarse la expropiación de las salitreras. Esta medida, además de provocar la oposición de los gobiernos europeos a la política peruana, por considerarla un atentado al liberalismo económico y un regreso a la política colonial, llevó a la devaluación de la moneda, puesto que el Estado debió recurrir a la emisión de billetes a fin de pagar la expropiación o los intereses de los bonos salitreros que se entregó. Fue una antesala de la guerra con Chile.

Mucho empeño puso el gobierno de Pardo en conseguir la descentralización administrativa del Estado, para lo que se valió de los Concejos municipales. Estos debían organizar la cobranza de las contribuciones y fomentar la educación elemental a través de un fondo creado con el nombre de "contribución de escuelas", que recordaba la contribución del jornal. El programa descentralizador no hizo muchos progresos, por la falta de cuadros preparados en el interior.

Otras medidas del gobierno de Pardo fueron la organización de la Guardia Nacional, dividida en Policía y Gendarmería, la obra del ferrocarril de Ilo a Moquegua, la prolongación del ferrocarril central, la creación de la Escuela de Ingenieros y de Bellas Artes, y la obligatoriedad de la instrucción elemental. Asimismo merecen especial mención la realización del censo nacional de 1876, el primero digno de ese nombre en la historia del Perú independiente, la creación del Registro Civil y la celebración del tratado de alianza defensiva con Bolivia en 1873. Este último tratado debía haber incluido también a Argentina, pero este país puso como condición el arreglo de sus asuntos limítrofes con Bolivia, lo que este país no aceptó en las condiciones que le imponía Argentina.

El gobierno de Pardo no estuvo libre de convulsiones políticas internas e incluso de atentados contra la vida de Pardo. En 1873 y 1874 estallaron intentos sediciosos en diversos puntos del país, intentos que en algunos casos el propio Presidente debió combatir personalmente. El más sonado fue el de la revolución de Piérola, quien se apoderó de un barco, el "Talismán" y trató de insurreccionar varios puertos de la costa, llegando a enfrentarse con unos navíos ingleses que, a pedido de Pardo, trataron de detenerlo como buque pirata. En el combate de Pacocha, del 2 de noviembre de 1874, el "Huáscar", al mando de Grau, logró capturar al "Talismán".

Las elecciones de 1876 dieron la victoria al general Mariano Ignacio Prado, quien gozaba de la simpatía de Pardo. Un año después salió al exilio hacia Valparaíso, a raíz de la acusación de haber sido el organizador intelectual de una rebelión de marinos civilistas en el Callao contra el gobierno. En 1878 fue elegido en ausencia para el Congreso. La cámara de Senadores lo eligió Presidente de la misma. Tomó un navío y volvió al país en septiembre de 1878.

Las pasiones aún estaban exaltadas contra él entre muchos militares. El 16 de noviembre, a dos meses de su arribo, cayó asesinado en el pasadizo de entrada al senado por un sargento del ejército de la guardia del Congreso, Melchor Montoya. No se logró establecer si el crimen de éste tuvo un ejecutor intelectual detrás. Se señaló que fue parte de un complot de sargentos para acabar con la vida de quien con una ley había cerrado su ascenso a la clase de oficiales.

Su actuación pública, recta aunque discutida, su ilustración intelectual y las circunstancias de su muerte, convirtieron a Pardo rápidamente en una suerte de mártir civil. "El mejor de nuestros hombres públicos" lo llamó Rodríguez en su historia financiera publicada en 1895, al hacer un balance de la república. Incluso el terrible González Prada, que no dejaba títere con cabeza y era feroz enemigo de los civilistas, lo trata con respecto. Fue el líder que al país le hizo falta con ocasión de la guerra con Chile, suele decirse. Otros lo consideran un hombre que llegó tarde al poder, cuando el dinero del guano se acababa o era consumido por una enorme deuda exterior.

Aunque es considerado algo así como el campeón del liberalismo peruano, su gobierno tomó medidas como la elevación de los aranceles para proteger la industria nacional, o la estatización del salitre, contradictorias con un liberalismo doctrinario, por lo que un balance de su pensamiento y actuación está todavía por hacerse. Su obra de mayor trascendencia fue en cualquier caso la organización del partido Civil, que por medio siglo regiría la vida política peruana.

Autor

  • Carlos Contreras