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MúsicaReligiónBiografía

Pamphili, Benedetto (1653-1730).

Cardenal italiano conocido en su época por su dedicación a las artes, así como por haber actuado como protector de diversos artistas. Benedetto Pamphili (o Pamphilj, como suele escribirse también su nombre), nació en Roma el veinticinco de abril del año 1653 y murió en la misma ciudad el veintidós de marzo de 1730. Pertenecía a una familia de la nobleza italiana, lo que le permitió entrar en contacto con las artes ya desde su juventud, en un momento en el que la actividad de los artistas de cualquier especie se desarrollaba fundamentalmente en el entorno de las casas nobles (cuando no en el de la Iglesia). La casa de los padres de Benedetto, Camillo Pamphili y Olimpia Pamphili-Aldobrandini era, precisamente, una de las más activas de toda la nobleza romana de su tiempo en lo que se refiere a la celebración de cualquier clase de actos que tuvieran que ver con la vida artística. Probablemente, esta circunstancia daría lugar en el joven Pamphili a un interés por las artes que nunca abandonaría y que llegaría a manifestarse muy particularmente en los campos de la literatura y de la música. Tras llevar a cabo sus estudios de filosofía y teología en el Collegio Romano, Benedetto Pamphili fue ordenado sacerdote. El capelo cardenalicio le llegaría en el año 1681. A partir de ese momento, el nuevo cardenal se rodearía de una corte de músicos entre los que figuraba el nombre de Arcangelo Corelli, quien prestó sus servicios en la casa del cardenal romano ocupando el puesto de director de su orquesta privada. Desde luego, no se trataba del único príncipe eclesiástico de su época que contaba con el lujo de mantener empleada una orquesta en su palacio, sino que el mismo Arcangelo Corelli prestó además sus servicios al frente de la orquesta particular del cardenal Pietro Ottoboni. Pero, además, el cardenal Pamphili se mantenía en contacto con los círculos intelectuales más avanzados de su época. Se sabe que era un participante asiduo de las reuniones periódicas de la Accademia degli Umoristi, que celebraba sus reuniones en Roma. De hecho, aparte de disfrutar con las interpretaciones musicales que tenían lugar en su propio palacio y en los círculos más cultivados de la época, el mismo Benedetto Pamphili colaboró con varios músicos de su tiempo escribiendo para ellos diversos libretos sobre asuntos tanto sacros como profanos. Entre estos músicos se encuentran nombres tan conocidos en su época como los de Alessandro Scarlatti, Bernardo Pasquini o, en el año 1707, Georg Friedrich Haendel. Su primer libreto fue un drama pastoral titulado Erminia; sin embargo, aunque en un principio el cardenal se dedicó a componer sus obras sobre asuntos profanos, con el decreto que el papa Inocencio XI proclamó en el año 1676, inmediatamente después de ser designado pontífice, por el que se prohibían las representaciones teatrales y operísticas en la ciudad santa, el cardenal Pamphili comenzó a dedicar sus esfuerzos a la composición de libretos para oratorios. Estos últimos destacan entre otros libretos compuestos en la época por presentar un argumento y un entramado argumental en los que el tema sacro a menudo parece ser solamente una excusa para un desarrollo dramático que, por la cuidada presentación de los personajes y por el dominio de la definición de los caracteres y de los conflictos argumentales, más se parece al de la ópera que al del oratorio, un género tradicionalmente mucho más estático.

El tema del arrepentimiento y la conversión en la obra del Cardenal Pamphili

Entre los temas favoritos del cardenal destaca el del arrepentimiento, que trata en diversas ocasiones, si bien con variantes. El hecho de tratar de la renuncia a los placeres mundanos y de la opción por la gracia divina podría entenderse, en el caso de Benedetto Pamphili, con una dimensión autobiográfica, pues el mismo cardenal, antes de entrar en la carrera eclesiástica, se había entregado desmesuradamente a los placeres cortesanos, para después renunciar a ellos y optar por la sensatez y por la dedicación a la vida de la Gracia divina. En el caso del libreto titulado El trionfo del Tempo e del Disinganno, que compuso para el joven Georg Friedrich Haendel, es el personaje de la Belleza el que comienza jurando fidelidad al Placer con estas palabras: "Ed, io che sono la Bellezza / giuro di non lasciarti / e si manco di fede / importuno dolor sia mia mercede." ("Y yo que soy la Belleza juro no abandonarte: y si me falta fe, importuno dolor sea mi merced"). Más adelante, según transcurre el oratorio, la Belleza irá cediendo poco a poco ante los ataques del Tiempo y del Desengaño, a pesar de las quejas del Placer que le recuerda con estas palabras que un día le juró fidelidad: "Tu giurasti di mai non lasciarmi, / o il dolore che sia tua mercede. / Se risolvi di più non amarmi, / sai la pena a chi manca di fede." ("Tu juraste no dejarme jamás, o que el dolor fuera tu recompensa. Si decides no amarme más, ya conoces el castigo para el que carece de fe"). Pero los esfuerzos del Placer por recordar a la Belleza su falta de lealtad no llegarán a fructificar. Llega un punto en el desarrollo de la obra en el que Pamphili consigue describir con sus versos la tragedia del paso del tiempo y del desengaño que produce la pérdida de toda vanidad material. Es el momento en el que la Belleza se contempla a sí misma en el espejo y se descubre horrible, diciendo "Ma che veggio, che miro? / Io credea d´esser bella, e son deforme. / Nelle mie chiome bionde / con catene di rigidi serpenti, / la vergogna, il dolore, / morda nei mei contenti pensieri. / Si, si cadete a terra / ricche pompe del crine! / sia questo giorno ai miei deliri il fine." ("Pero ¿qué veo, qué observo? Yo creía ser bella y soy deforme. Que bajo mis cabellos rubios, con cadenas de vigorosas serpientes, la vergüenza, el dolor, muerdan mis alegres pensamientos. ¡Sí, sí, caéd a tierra, ricos adornos de los cabellos! Qué este día sea el fin de mis delirios."). Basta con la lectura de este fragmento para hacerse una idea no sólo del dominio de los recursos lingüísticos y métricos que poseía Benedetto Pamphili, sino también de su sentido de lo dramático, pues le basta con presentar al personaje principal enfrentándose con un espejo y pronunciando estas exclamaciones para provocar en el lector de sus versos y, sin duda, también en el auditorio de su época, un sentimiento de horror, así como un cambio de dirección radical en la acción argumental. Desde el momento en el que el libretista presenta esta escena hasta el momento final del oratorio solamente hay unas pocas intervenciones. Precisamente el aria final de la obra, entonada de nuevo por la Belleza, tiene la función de confirmar la restauración del equilibrio. Es el momento elegido por Pamphili para introducir unas palabras que puedan dar al drama un sentido sacro y sirvan así de excusa para considerar la obra como un oratorio. La Belleza confirma su renuncia al placer con estos versos: " Tu del Ciel ministro eletto / non vedrai più mio petto / voglia infida, o vano ardor. / E si vissi ingrata a Dio / tu custode del cor mio / a lui porta il nuovo cor." ("Tú, ministro elegido por el Cielo, no verás más en mi pecho un deseo infiel o un vano ardor. Y si viví como una ingrata a Dios, tú, guardián de mi alma llévale el nuevo corazón."). Pero Benedetto Pamphili no solamente se ocupó del tema de la renuncia a la vanidad y al placer mundano en el libreto que compuso para Haendel, sino que también lo trató en otro de sus oratorios, el que puso en música Alessandro Scarlatti con el título de Maddalena o Il trionfo della Gratia. En este caso, la inclusión de la figura de María Magdalena, la prostituta arrepentida del Nuevo Testamento, justifica con mayor solidez que en el caso anterior la consideración de la obra como un oratorio. El libreto de esta obra muestra a María Magdalena dudando entre optar por los placeres de la juventud o bien por entregarse a la penitencia, para, finalmente, optar por la segunda posibilidad. En este libreto, Pamphili presenta tan sólo a tres personajes femeninos, entre los cuales se desarrolla la acción dramática. Se trata de Magdalena, cuya función en la obra sería comparable a la que años más tarde iba a desempeñar la Belleza en el oratorio de Haendel; la Juventud, que también resulta ser un personaje paralelo al que representaría el Placer en El trionfo del Tempo...; y, por último, la Penitencia resumiría las funciones que en aquél corresponderían al Tiempo y al Desengaño, insistiendo ante el personaje central de Magdalena para que renuncie a los placeres mundanos y siga la vía de la Gracia, un camino más duro, pero, al fin, más feliz. Huyendo una vez más de todo estatismo del que se pudiera acusar a su oratorio, el libretista Benedetto Pamphili consigue crear una auténtica acción dramática valiéndose para ello tan sólo de tres personajes femeninos que a lo largo de la obra se desenvuelven en todas las combinaciones posibles: discusiones entre Magdalena y la Juventud, Magdalena y la Penitencia o bien entre la Juventud y la Penitencia, parlamentos solistas a los que Scarlatti otorga la forma de recitativo o de aria según el momento y el ritmo que convenga a la acción dramática. Pero donde Pamphili, que sin ninguna duda fue siempre un poeta inspirado, demuestra su maestría como dramaturgo es en las escenas de conjunto, donde cada uno de los personajes participa en la "conversación" valiéndose de una sola frase para exponer sus argumentos, lo que da a la obra un ritmo dramático que solamente un auténtico "hombre de teatro" podría haber logrado. Al final del oratorio, la Penitencia habrá logrado convencer con sus razones, no solamente a Magdalena, sino también a la Juventud. Lo mismo que en otros oratorios, tanto en El trionfo del Tempo e del Disinganno como en El trionfo della Gratia, el cardenal sigue la práctica común entre los compositores dramáticos de su época, que consiste en introducir personajes alegóricos (personajes dramáticos que no representan a seres humanos, sino conceptos, virtudes, vicios, etc), junto con otros de naturaleza humana, como, en este último caso, sería el de Magdalena.

La producción dramática del Cardenal Pamphili.

Otros libretos de oratorio elaborados por el cardenal Pamphili para diversos compositores de su época son los titulados Troiani herois aeneae iter ad Elysium, y Il Fratricidio di Caino para A. Melani, Santa Agnese para Bernardo Pasquini, así como otros libretos puestos en música por Alessandro Scarlatti, uno de los compositores con los que colaboró más asiduamente, entre los que se encuentran los titulados Rosmene, La Giuditta vittoriosa y Samson vindicatus. Benedetto Pamphili dedicó también su ingenio a la composición de obras de asunto profano, como las cantatas y arias tituladas Sarei troppo felice, La beltà ch´io sospiro, Già di trionfi onusto y Torna il giorno Fatale, todas ellas puestas en música por Alessandro Scarlatti, así como las tituladas Delirio amoroso, cuya música fue compuesta por Haendel, y las veintidós cantatas breves compuestas para C. Cesarini. En definitiva, dejando aparte la brillantez de su producción dramática, el Cardenal Pamphili fue uno de esos hombres de mentalidad abierta y sensibilidad exquisita que hicieron perdurar el espíritu del humanismo renacentista italiano más allá de los límites del siglo XVI, y que con su patronazgo y su apoyo a las artes consiguieron que surgieran obras que de otra manera nunca hubieran llegado a ser compuestas.

Discografía.

Il Trionfo del Tempo e del Disinganno (Oratorio en dos partes sobre un libreto del Benedetto Pamphilj); intérpretes: Isabelle Poulenard, Jennifer Smith, Nathalie Stutzmann, Jon Elwes, Les Musiciens du Louvre; director: Marc Minkowski; Erato, 2292-45351-2.
Lucrezia HWV 145 (Cantata italiana sobre un texto atribuido al Cardenal Benedetto Pamphili); Hendel, non può mia musa HWV 117 (Cantata italiana sobre un texto del Cardenal Benedetto Pamphili) Roberta Invernizzi (soprano) y Retablo Barocco (Marco Brolli, Claudia Combs, Vincenzo Onida, Rodney Prada, Franco Pavan y Michele Barchi); Stradivarius STR 33424.
Il Trionfo della Grazia ovvero La Maddalena (Oratorio a tre voci con strumenti; Roma 1685); Libreto del Cardenal Benedetto Pamphili; intérpretes: Gloria Banditelli, Rossana Bertini, Silvia Piccollo, L‘Europa Galante; director: Fabio Biondi; Opus 111 OPS 30-96. HM 90.

Bibliografía.

  • MONTALTO, L.: Un Mecenate in Roma barocca: il Cardinale Benedetto Pamphilj (1653-1730).

Autor

  • Lucía Díaz Marroquín