A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
PeriodismoLiteraturaBiografía

Palacios, Pedro Bonifacio, o "Almafuerte" (1854-1917).

Poeta, ensayista, periodista y maestro argentino, nacido en San Justo (Buenos Aires) en 1854 y fallecido en La Plata en 1917. Universalmente conocido por su pseudónimo literario de "Almafuerte" -con el que firmó todos sus escritos-, dejó impreso un interesante legado poético que, aunque lastrado por algunos defectos heredados de la trasnochada estética romántica (como la ampulosidad y grandilocuencia expresivas), anuncia la recepción y asimilación, por parte de la lírica argentina finisecular, de nuevas tendencias formales, temáticas e ideológicas (como el Modernismo) y le convierte, avant la lettre, en uno de los pioneros de la Vanguardia en la literatura austral.

Nacido en el seno de una familia muy humilde, vivió una infancia marcada por la infelicidad y la desgracia y una adolescencia plagada de limitaciones y frustraciones, lo que sin duda contribuyó a forjar en él ese carácter tortuoso, atormentado y contradictorio que después se habría de reflejar en la mayor parte de su producción literaria. La carencia de recursos económicos en su núcleo familiar impidió su acceso a una esmerada formación académica, por lo que, impelido desde niño por su innata vocación literaria, se vio forzado a procurarse una formación autodidacta que también puede explicar ese sesgo caótico y desordenado que adoptaría luego su obra.

A la par que se manifestaba en él esa pasión por las letras, se le fue notando también una extraña propensión a la soledad y el recogimiento interior, encauzado a través de un acusado sentimiento religioso que acabó por convertirle, más que en un poeta, en una especie de profeta visionario que anunciaba la redención de los suyos, los seres humillados y marginados por su pobreza y abandono que abundan en las sociedades occidentales contemporáneas. Clamó, pues, tanto en su obra literaria como en sus escritos periodísticos por la implantación de una justicia social basada en la moral cristiana, en la caridad de los más favorecidos y, en general, en el humanitarismo, aunque su soledad de predicador autónomo y un tanto desubicado acabó por convertirlo en una especie de anarquista más pintoresco que eficaz.

La trayectoria laboral de Pedro Bonifacio Palacios, orientada por el sendero de la docencia, se inició en las humildes escuelas rurales de pequeñas poblaciones como Mercedes, Salto y Trenque Lauquen, donde impartió clases desde muy joven intentado huir de una pobreza de la que jamás llegó a librarse del todo. Ejerció también el periodismo durante muchos años, por lo general en rotativos provincianos en los que dejó plasmado, a través de sus frecuentes colaboraciones, ese carácter difícil y contradictorio que le distinguía desde la infancia. Y así, unas veces daba rienda suelta a su vocación populista y profética para lanzarse a demandar esa justicia social y esa conciencia colectiva humanitaria que seguían esperando los desheredados, mientras que en otras ocasiones mostraba su perfil más áspero, desabrido y replegado sobre sí mismo, capaz de hacer gala de un humor ácido y corrosivo y un talante desdeñoso que le generó tantos enemigos en vida como admiradores entre las posteriores generaciones de escritores. Así, fue, en efecto, muy leído y celebrado por casi todos los autores del denominado "grupo de Boedo", como Roberto Arlt, Leónidas Baletta, Elías Castelnuovo, Arístides Gandolfi, Santiago Ganduglia, Roberto Mariani y, entre otros, Nicolás Olivari. Y llegó a ser reputado como uno de los precursores del vanguardismo en Argentina por parte de Jorge Luis Borges y Evaristo Carriego Para otros, en cambio, no fue más que un frustrado predicador laico y un poeta mediocre, demasiado perdido entre el caduco legado romántico, el vigente influjo modernista y la intuida renovación de la Vanguardia.

En su esforzada formación autodidacta, "Almafuerte" tuvo por modelos estéticos, ideológicos y espirituales la Biblia, la obra de Víctor Hugo (él mismo aspiró a pasar a la historia de las letras australes como el gran poeta nacional de su época, a la manera de Hugo en la Francia decimonónica) y de los grandilocuentes poetas del Romanticismo español que se interesaron por cuestiones cívicas, y, dentro de su Argentina natal, el poeta y periodista Olegario Andrade. Y, en efecto, al igual que sucede en todos estos modelos, en la obra de Pedro Bonifacio Palacios triunfa siempre un ampuloso y enfatizado "yo" que, especialmente dotado para la persuasión oral, se mueve dentro de esas coordenadas temáticas del humanitarismo finisecular arrastrando toda la retórica altisonante de los románticos cívicos y la pedantería de un modernismo no demasiado bien asimilado por el poeta de San Justo, aunque abrazado por él en atención a esa carga renovadora y anticonvencional que arrastraba este movimiento. Y en lo que se refiere a la temática esencial de su poesía, cabe señalar que adoptó una estética de lo feo que le llevó a convertir en material poético lo sórdido, oscuro y repugnante, fijación que, en cierto modo, autoriza el dictamen de quienes lo han leído luego como un poeta proto-vanguardista o, cuando menos, pre-expresionista.

Entre sus obras más destacadas, cabe citar Lamentaciones (La Plata, 1906), Evangélicas (Buenos Aires: Ediciones Mínimas, 1915), Poesías (Montevideo, 1916) y Poesías completas (publicada en París en el mismo año de su muerte). Póstumamente vieron la luz Nuevas poesías y Evangélicas (Montevideo, 1918) y Espigas (Buenos Aires, 1919). Los poemas que mayor celebridad le otorgaron en su tiempo fueron "Evangélicas cristianas", "Jesús", "El drama del Calvario", "Cantar de los Cantares", "Confiter Deo", "Milongas clásicas", "Gimió cien veces", "Vencidos", "La sombra de la patria", "Mancha de tinta", "Sonetos medicinales" y, sobre todo, "El misionero" (1905).

El interés generado por su obra entre los lectores y escritores de las generaciones inmediatamente posteriores a la suya propició la reedición de numerosas antologías, selecciones y recopilaciones completas de sus versos. Entre ellas, cabe recordar las tituladas Obras completas (Buenos Aires, 1919), realizada por Alfredo Torcelli; Obras completas de Almafuerte (Buenos Aires: Argentoria, 1951), a cargo de Luis Alberto Ruiz; Obras de Almafuerte. Poesías y prosas (Buenos Aires: Peuser, 1954), con prólogo de Romualdo Brughetti; y Poesías completas (Buenos Aires, 1955), prologada por Álvaro Yunque.

Bibliografía

  • BILLONE, Vicente Atilio. "Vida y obra de Almafuerte", en Humanitas (Tucumán), III, 7 (1956), págs. 95-120.

  • BRUGHETTI, Romualdo. Vida de Almafuerte, el combatiente perpetuo (Buenos Aires: Peuser, 1954).

  • GONZÁLEZ LANUZA, Eduardo. "Almafuerte, existencialista «avant la lettre»", en Sur (Buenos Aires), 229 (1954), págs. 65-80.

  • MARTÍNEZ ESTRADA, Ezequiel. "Almafuerte, el poeta de los humillados y ofendidos", en Para una revisión de las letras argentinas (Buenos Aires: Ed. Losada, 1967), págs. 103-109.

  • MASTRONARDI, Carlos. "Centenario de Almafuerte; el pobre Almafuerte", en Sur (Buenos Aires), 229 (1954), págs. 60-65.

  • MORELLO-FROSCH, Marta. "Almafuerte: ética y estética a contrapelo de la historia", en ROSALDO, Renato y ANDERSON, Robert [eds.]: La literatura iberoamericana del siglo XIX (Tucsson [Arizona]: Universidad de Arizona, 1974).

  • PRIOR, Aldo. "Almafuerte en la conciencia de todos", en Sur (Buenos Aires), 229 (1954), págs. 80-89.

  • VASSEUR, Álvaro Armando. Almafuerte y otros mártires (Montevideo: Amerindia, 1944).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.