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PeriodismoLiteraturaBiografía

Osorio Lizarazo, José Antonio (1900-1965).

Narrador y periodista colombiano, nacido en Bogotá en 1900 y fallecido en su ciudad natal en 1965. Considerado como una de las figuras más brillantes del periodismo colombiano del siglo XX, dejó también una notable producción narrativa que, centrada en la vida en la ciudad moderna (y, más concretamente, en la soledad, el desarraigo, la abulia y la desprotección que afectan a sus pobladores), le convierte en uno de los autores pioneros en el tratamiento del subgénero de la novela urbana en la narrativa colombiana contemporánea.

Inclinado desde su temprana juventud hacia el cultivo de la escritura, no llegó a cursar estudios de periodismo, pero pronto consiguió que sus colaboraciones fueran publicadas en los rotativos y revistas más prestigiosos del momento. Se reveló, en efecto, como un agudo y crítico observador de la sociedad urbana de su país (enfoque que luego habría de llevar a su prosa de ficción), y dejó estampadas algunas crónicas que, como las publicadas en El Diario Nacional dentro de la serie titulada "La cara de la miseria", le granjearon un considerable prestigio en el ámbito de la prensa local, donde pronto fue reconocido por su talante combativo y su espíritu de denuncia. Su infatigable labor periodística, desplegada a lo largo de toda su trayectoria profesional, le llevó a colaborar en otros muchos medios, como los cotidianos El Heraldo y El Tiempo (donde ejerció como editorialista) y las revistas Cromos, Pan, Revista de Indias y Revista de América; y fue, además, en diferentes etapas de su carrera periodística, director de los ya citados rotativos El Heraldo y El Diario Nacional.

En su faceta de escritor, José Antonio Osorio Lizarazo cultivó con singular acierto la narrativa breve y la novela extensa, hasta llegar a convertirse en uno de los principales cronistas de la historia reciente de su nación (y, muy señaladamente, de su Bogotá natal) durante el segundo tercio del siglo XX. Alentado por unos postulados estéticos realistas (íntimamente vinculados a su faceta periodística) y por un acusado afán de denuncia social, indagó con su obra de ficción en el desarrollo del presente histórico colombiano y de las corrientes ideológicas en las se sostenía este supuesto progreso, para centrarse desde sus primeras novelas en uno de los fenómenos sociales, políticos, económicos y culturales más destacados de dicho período: el desplazamiento hasta los grandes núcleos urbanos de una ingente masa campesina que, por un lado, intentaba huir de la violencia y la aspereza de la vida en el agro, y, por otra parte, acudía a la ciudad en busca de las fabulosas oportunidades que parecía prometer el capitalismo incipiente.

Preocupado, pues, por estas cuestiones que tenían repercusión directa en todos los grupos sociales del país (ya fuera desde la óptica de los explotados, ya desde la perspectiva de los explotadores), José Antonio Osorio Lizarazo se valió en sus textos creativos de una serie de personajes-tipo que encarnaban a la perfección las diversas circunstancias humanas que el autor bogotano quería presentar ante sus lectores; unos personajes tal vez demasiado esquemáticos y previsibles, pero sin duda eficaces a la hora de plantear de forma clara y directa esas críticas y condenas que constituían el objeto primordial de su denuncia literaria. Desde estos postulados estéticos e ideológicos, Osorio Lizarazo se agregaba así al copioso número de artistas e intelectuales que, por aquellos años de la primera mitad del siglo XX, confiaban aún en la capacidad del arte para abolir, a través de su firme y severa denuncia, el horror, la injusticia, la miseria y el resto de las lacras sociales y políticas que afectaban a las clases menos favorecidas. De ahí que, al lado de su obsesión por el fenómeno de la emigración rural hacia las grandes urbes, en la obra literaria (y, desde luego, también en su producción periodística) del autor bogotano estén presentes todos los hitos concretos que, durante el tiempo que le tocó vivir, marcaron el devenir histórico de su pueblo, como las grandes tensiones entre las dos tendencias políticas mayoritarias (la conservadora y la liberal), o los graves y violentos hechos acaecidos a raíz del asesinato del líder político izquierdista Jorge Eliécer Gaitán, quien murió a manos de un perturbado mental el día 9 de abril de 1948 y dio lugar, con su trágica desaparición, al movimiento popular urbano conocido como el "Bogotazo".

Entre los títulos más significativos de las once novelas que dio a la imprenta José Antonio Osorio Lizarazo, conviene destacar La cara de la miseria (1927), La casa de vecindad (Bogotá: Minerva, 1930), Barranquilla 2.132 (Barranquilla: Tipografía Delgado, 1932), La cosecha (Manizales: Arturo Zapata, 1935), Hombre sin presente. Novela de empleados públicos (Bogotá: Minerva, 1938), Garabato (1939), El hombre bajo tierra (1944) y, sobre todo, El día del odio (Buenos Aires: López-Negri, 1952), centrada en los graves sucesos protagonizados por los grupos marginales de Bogotá cuando vieron frustradas sus únicas esperanzas en un cambio político que, en aquellos momentos, sólo hubiera podido garantizar el malogrado Gaitán. La figura de este líder no sólo dictó a Osorio Lizarazo la que sin duda alguna puede ser considerada como su obra maestra dentro del género novelesco, sino también una especie de crónica biográfica que vio la luz el mismo año en que salió de la imprenta El día del odio, publicada bajo el título de Gaitán: vida, muerte y permanente presencia (Id. Id., 1952).

Posteriormente, el narrador de Bogotá publicó otras novelas de notable interés, entre las que hay que resaltar la titulada El camino en la sombra (Madrid: Aguilar, 1965), que en 1963 fue galardonada con el prestigioso Premio Literario Esso.

Bibliografía

  • MUTIS, Santiago (comp.): Novelas y crónica, Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1978.

  • VOLKENING, Ernesto: "Literatura y gran ciudad", en Eco (Bogotá), ns. 143-144 (marzo-abril de 1972), pp. 323-352.

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.