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Ortiz, José Joaquín (1814-1892).

Poeta, narrador, periodista, pedagogo y político colombiano, nacido en Tunja (en el departamento de Boyacá) en 1814, y fallecido en Bogotá en 1892. Figura relevante en las Letras y la vida pública de su tiempo, se distinguió por su ideología conservadora y su defensa de la tradición cultural hispana, intervino de forma decisiva en la evolución del país desde el neoclasicismo hasta el romanticismo y, a pesar de su acento colonial, retórico y declamatorio, dio un impulso vital a la poesía colombiana en los primeros pasos de la andadura independiente de su nación.

Nacido en el seno de una familia acomodada que le proporcionó una esmerada formación, orientó su curiosidad intelectual hacia los saberes humanísticos y pronto se distinguió como uno de los prohombres más interesados en el desarrollo de la educación en Colombia. Así, en 1852 fundó, en la ciudad de Bogotá, el colegio Instituto de Cristo, al tiempo que desplegaba una intensa y fecunda actividad periodística que le permitió dar a conocer sus opiniones en los principales rotativos y revistas del país, como La Estrella Nacional (una espléndida publicación literaria fundada por el propio José Joaquín Ortiz en colaboración con otro egregio intelectual colombiano, el poeta, periodista y ensayista José Eusebio Caro), El Cóndor, El Porvenir, El Catolicismo, La Caridad y El Correo de las Aldeas (éstas dos últimas publicaciones, también fundadas por el humanista de Tunja). Entre las mencionadas opiniones que José Joaquín Ortiz dejó diseminadas entre las páginas de estos medios de comunicación, destacan en primer lugar las referidas a la vida política de su reciente nación, por vía de las cuales se presentó como un fervoroso defensor de la corriente conservadora que acabaría triunfando en la promulgación de la Constitución de 1886. Directamente implicado en la vida pública del país, accedió también en varias ocasiones a la cámara legislativa de la República.

Respecto a sus opiniones en materia cultural, se distinguió por una exacerbada defensa de los postulados estéticos del romanticismo, así como por el reconocimiento explícito de los valores debidos al legado hispánico, del que no llegó a renegar ni en los momentos de mayor exaltación independentista y antiespañola. Consagrado, en fin, como uno de los máximos exponentes de la intelectualidad colombiana de mediados del siglo XIX, José Joaquín Ortiz recabó la atención de un grupo de creadores y pensadores y los reunió en una asociación bautizada como Liceo Granadino, una meritoria institución creada con la intención de propiciar en Bogotá las infraestructuras políticas y culturales necesarias para el establecimiento de una futura Academia Nacional que, en el ambicioso proyecto del humanista de Tunja, habría de actuar como motor de todas las iniciativas culturales del país.

Fue notorio, además, en su faceta de escritor y pensador, por los trece artículos ensayísticos que difundió a través de las páginas de la revista La Caridad entre 1868 y 1869, en los que, bajo los epígrafes generales de "Sirenas" y "Cartas de un sacerdote católico al redactor de El Neogranadino", se propuso refutar las teorías del filósofo inglés Jeremy Bentham, cuyas ideas ultraliberales habían calado hondo en Colombia unos años antes, a raíz de las disputas surgidas entre laicos y católicos cuando la Santa Sede se negaba a reconocer el gobierno de la Gran Colombia. Bentham -a quien se habían mostrado muy próximos Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander- había inspirado buena parte de las reformas penales y educativas implantadas en territorio colombiano, reformas que chocaban frontalmente con el pedagogo de marcado sesgo católico y conservador que era José Joaquín Ortiz. Fruto de los afanes didácticos de éste en dicho campo de batalla filosófico-espiritual fueron sus obras tituladas Historia de la Iglesia, Testimonio de la historia y la filosofía acerca de la divinidad de Jesucristo (1865) y Compendio de historia eclesiástica (1884).

En su condición de poeta, José Joaquín Ortiz encarnó, mejor que cualquier otro autor colombiano, esa transición desde los serenos gustos neoclásicos hacia los excesos del romanticismo, convirtiéndose en una especie de eslabón entre el legado dieciochesco de pura raíz hispana y las preocupaciones más europeizantes de los poetas que formaron la denominada "primera generación romántica", entre los que cabe recordar a Julio Arboleda (1817-1862), Gregorio Gutiérrez González (1826-1872) y, cómo no, el ya citado José Eusebio Caro (1817-1853). Algunos de sus poemas fueron muy leídos, memorizados y recitados en Colombia a lo largo del siglo XIX, como los titulados "A Vasco Núñez de Balboa", "Al Tequendama", "La última vez", "A Boyacá", "Los colonos" y "La bandera colombiana". A finales de siglo, éstas y otras muchas composiciones vieron la luz en un volumen recopilatorio publicado bajo el título genérico de Poemas (1880).

Muchos años antes, José Joaquín Ortiz había dado a la imprenta otra valiosa recopilación de versos, aunque esta vez firmados por otros autores. Se trata del volumen titulado El parnaso granadino, colección escogida de poesías nacionales (Bogotá: Imprenta de Ancízar, 1848), pronto considerado como la primera muestra antológica de la lírica colombiana. Otras compilaciones posteriores surgidas de su trabajo como erudito e investigador son los dos volúmenes de La guirnalda (Bogotá: Imprenta de Ortiz, 1855-1856), así como el libro titulado Liceo Granadino; colección de trabajos de este instituto (Bogotá: Imprenta de Ortiz y Cía, 1956).

Como prosista, José Joaquín Ortiz cultivó también con notable acierto la narrativa de ficción, género en el que debutó a mediados del siglo XIX con María Dolores o la historia de mi casamiento, publicada primero por entregas folletinescas en la prensa periódica (en el rotativo bogotano El Cóndor, desde el 11 marzo al 18 de abril de 1841), y, al cabo de medio siglo, en formato de libro (Bogotá: Biblioteca Popular, 1898). Gran parte de la crítica literaria del país sudamericano considera esta narración del escritor de Tunja -que también cosechó un notable éxito con una narración posterior titulada Huérfanos de madre (1848)- como la primera novela de la República de Colombia.

Cabe citar, por último, los títulos de algunas de las incursiones de José Joaquín Ortiz en la escritura teatral, a la que aportó algunos dramas como Sulma y El Oidor de Santafé, dos piezas de escasa relevancia para los gustos dramáticos actuales, pero que gozaron del aprecio del público decimonónico al que iban destinadas.

Bibliografía

  • CARRASQUILLA, Rafael M.: "José Joaquín Ortiz", en MESA ORTIZ, Rafael M.: Colombianos ilustres (estudios y biografías), Bogotá: Imprenta de La República, 1916, t. I, pp. 1-29.

  • GÓMEZ RESTREPO, Antonio: "Don José Joaquín Ortiz", en La Literatura colombiana, número monográfico de Crítica Literaria (Bogotá), 1936, pp. 136-144.

  • ORJUELA, Héctor: Las antologías poéticas de Colombia, Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1966.

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.