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PinturaBiografía

Obregón, Alejandro (1920-1992).

Pintor, muralista, escultor y grabador colombiano de origen español, nacido en Barcelona (España) en 1920 y muerto en Cartagena (Colombia) el 11 de abril de 1992. Realizó sus estudios en la Escuela del Museo de Bellas Artes de Boston, en la que estuvo poco menos de un año, entre 1941 y 1942; y en la Llotja de Barcelona.

En 1941 Obregón pintó sus primeras obras de trascendencia, entre las cuales estaba su Autorretrato. En 1947 Alejandro Obregón dio un giro a su estilo y comenzó a pintar naturalezas muertas. En 1959 habitó en París y comenzó a cultivar el cubismo futurista. Hacia 1955 participó en la exposición Artes Plásticas en la Arquitectura, con un proyecto mural que realizó en pocos días; a partir de entonces inició la pintura simbolista. En 1956, comenzó a ser reconocido en el ámbito internacional y expuso en París.

En 1944, recién llegado de Europa, se estableció en Colombia y realizó su primera exposición en el V Salón Nacional con las obras Naturaleza muerta, Retrato del pintor y Niña con jarro. En dicha exposición obtuvo un gran éxito, que le acompañaría en el resto de su vida. Obregón adoptó en Europa una forma de pintar muy española, de tonalidades ocres, sienas, azules oscuros, duros grises y negros. Afianzado aún en esta perspectiva europea, produjo durante los cinco años siguientes una serie de pequeños óleos oscuros, de formas sintéticas y monumentalizadas, composiciones de progresiva sistematización geometrizante. Abundan en estos momentos las naturalezas muertas y los temas dramáticos.

En el otoño de 1949, tras renunciar al cargo de rector de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, que había desempeñado durante el último año, Obregón se trasladó a Francia. Tras un breve paso por París, se estableció en una pequeña localidad del sur del país. Allí permaneció hasta 1954 alternando el oficio pictórico con la tarea de recorrer la comarca haciendo lápidas funerarias; este oficio era el que propiciaba a Obregón los ingresos necesarios para asegurar la subsistencia de su creciente familia.

Durante su período francés, Obregón acentuó la síntesis geometrizante de sus composiciones bajo el decidido influjo del cubismo sintético y de la obra de Braque. El individualismo de Obregón le llevó a buscar un camino propio, lejos de la influencia de Braque y su escuela. Se centró en un colorido cálido y vibrante, mucho más alegre y desinhibido que el de los seguidores de Braque. En los trabajos de este período el color casi siempre fue independiente de las formas, y los tonos se extendieron más allá de los límites que les marcaba el dibujo, contaminando así otros objetos y hasta el espacio circundante.

En 1955 regresó a Colombia y se estableció en la tierra de su padre, Barranquilla. En ese mismo año ganó el primer premio en la Exposición Gulf Caribbean International, en Houston, con su óleo Velorio. En Colombia, la rígida sistematización geometrizante del período francés, que todavía conservó durante algún tiempo, entró en pugna con una expresión más libre de su gesto y de su sentimiento. Esta mayor libertad en la expresión fue la que ganó terreno, de forma que en el año 1958 Obregón pintaba ya en total libertad; logró entonces desarrollar su estilo propio y definitorio. Desde el punto de vista del contenido, los objetos simbólicos universales, que arrastraba el artista desde su estancia en Francia, fueron sustituidos poco a poco por otras imágenes más propias del ámbito latinoamericano como cóndores, barracudas, alcatraces, garzas, iguanas, volcanes y los eclipses. Pese a este período de transición, en sus obras de estos momentos perduraban aún la sólida construcción geométrica y la racional disciplina cubista.

En 1958, tras un breve viaje a Europa y los Estados Unidos, donde tuvo la oportunidad de apreciar obras de los informalistas europeos y de los abstracto-expresionistas norteamericanos, sobre todo de la Action Painting, Obregón comenzó a realizar sus lienzos con pinceladas más desinhibidas, con gestos de mayor desenfreno. A partir de esta fecha Obregón se entregó con entusiasmo al gesto, a la fogosidad de su temperamento, que se tradujo de inmediato en briosos trazos alargados, a veces rectilíneos, a veces curvados y en trepidantes brochazos plenos de materia pictórica. Esto lo condujo al abandono definitivo de la disciplina geometrizante, que ya sólo apareció de manera discreta en algunos esporádicos trabajos. Dio entonces rienda suelta a esos trazos fulgurantes, al tiempo explosivos y simultáneamente caóticos, que se convirtieron en lo más distintivo del Obregón de madurez.

En este primer período de verdadera madurez, entre 1958 y 1964, Obregón llevó su ansia de libertad creativa hasta límites extraordinarios; llegó incluso a composiciones que rozaban la abstracción plena.

A partir de 1958, junto a las mutaciones estilísticas, en la producción de Obregón se manifestaron cambios radicales desde el punto de vista temático. Abordó ahora los temas más americanos de su obra y, en especial, temas relacionados con Colombia, representada en la flora tropical, la fauna salvaje y el agreste paisaje de la alta montaña y de la costa. También se vio influido por la violencia política y social de su patria, en ebullición tras la caída de la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla. Imágenes que ya habían aparecido antes se volvieron ahora casi obsesivas: masacres, genocidios, estudiantes muertos, mujeres asesinadas.

Obregón llevó ahora hasta las últimas consecuencias su técnica de construir las formas con el mero color. En las etapas anteriores, de mayor racionalidad geométrica, se había visto constreñido a someter en buena parte sus pigmentos a las pautas previamente marcadas por el diseño constructivo de la composición. Liberado ahora de tales obligaciones, Obregón construyó las imágenes directamente con el color, descomponiendo formas y espacios con unas cuantas pinceladas, conseguidas con unas pocas manchas vigorosas. El espacio obregoniano posterior a 1958 careció de límites y referencias, fue del todo abierto e indefinido.

Su obra se ha caracterizado por la influencia expresionista y en ella predomina la fantasía creadora y el juego con las emociones. Recreó la realidad transformando el paisaje, modificó la figura humana y utilizó el color para expresar las emociones. Sus paisajes se llenan con formas singulares e imágenes cargadas de fuerza.

Los temas principales que este artista tocó en su carrera pictórica son los retratos de familiares y amigos, además de los suyos propios; los animales americanos; la flora; violentas escenas sociales y, ante todo, paisajes.

Su producción puede dividirse en cuatro etapas: la primera, o de formación, desde 1942 hasta 1946, en la que su pintura se mostró titubeante ante las diversas influencias que rodeaban al artista, desde el naturalismo al expresionismo; la segunda etapa, desde 1947 a 1957, fue la de su definición estilística, ciertas influencias cubistas aparecieron en estos momentos en su obra: articulaba numerosos planos, a veces incluso trasparentes, sobre fondos neutros que incluían en ocasiones otros planos. De este período son obras de tanta calidad como: Puertas y el espacio (1951), Bodegón en amarillo (1955) y Greguerías y camaleón (1957); la tercera etapa, que abarcó desde 1958 a 1965, supuso la madurez plena del artista, con un estilo expresionista y americanista usó el espacio sin límites, en el que instaló formas vigorosas que aluden a lo más salvaje del continente americano. De este período son: Naufragio (1960), La trepadora (1961), El mago del Caribe (1961), Homenaje a Gaitán Durán (1962), Volcán submarino (1965) y Flor de páramo (1965); la última etapa se inició en 1966 y duró hasta el año de su muerte. En 1966 abandonó el óleo y se dedicó a trabajar el acrílico. En estos últimos momentos su estilo fue efusivo y romántico, más obsesivo. Obregón se dedicó ahora a las series pictóricas y realizó: Anunciaciones, Floras, Ángelas, Violadas, Zozobras, Memorias de Grecia, Magos de la Popa, Blas de Lezos, Cosas de la luna, Bachués, Leyendas de Guatavita, Paisajes de Cartagena, Amazonias, Copas y océanas y Vientos.

De vigoroso temperamento, anticonvencional e individualista a ultranza, supo labrarse una trayectoria original en el campo de la creación plástica. Autodidacto intuitivo y carente de una verdadera escuela a la que seguir, se constituyó pronto en guía de numerosas generaciones de artistas en su país. Sus aportes en el lenguaje pictórico provocaron, en el anquilosado universo cultural colombiano, una auténtica subversión de los valores estéticos tradicionales. Con sus novedosas propuestas estéticas, estilísticas y conceptuales, Obregón llegó a generar una larga serie de imitadores.

Ganó en dos ocasiones, 1962 y 1966, el Primer Premio de Pintura en el Salón Nacional de Colombia. Fue uno de los iniciadores del muralismo en Colombia, luego de pintar el mural de la Biblioteca Luis Ángel Arango en 1960. En 1972 fue invitado a Holanda por la empresa de aviación KLM, para realizar obras sobre navegación. En el mismo año pintó un cuadro de La Asunción, de 5 metros de largo por 3 de alto, para el Vaticano.

JACJ

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez