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Núñez Cabeza de Vaca, Álvar (1507-1559).

Explorador español, nacido hacia 1490 en Extremadura y muerto en Sevilla en 1560. Era nieto de Pedro de Vera, conquistador de la isla de Gran Canaria. En 1527 participó como segundo de a bordo en la malograda expedición a la península de Florida dirigida por Pánfilo Narváez. La expedición de Narváez, que tenía como objetivo la búsqueda de oro, desembarcó en las costas de Florida en 1528, y se aventuró hacia el interior, donde encontró la resistencia enconada de las tribus indias. Diezmados y con las manos vacías, los expedicionarios regresaron a la bahía de Tampa, donde no encontraron sus navíos.

Según contó Cabeza de Vaca en su obra Naufragios, los supervivientes construyeron frágiles embarcaciones de cuero de caballo con las que pensaban alcanzar las costas del Golfo de México, pero naufragaron en la desembocadura del río Pánuco. El propio Narváez desapareció junto con la mayor parte de la tripulación. Cabeza de Vaca, con otros tres compañeros, entre ellos un esclavo negro llamado Esteban o Estevanico, salvó la vida. Los supervivientes llegaron a la costa de la actual Texas, donde fueron capturados por indios comedores de marisco. Cabeza de Vaca practicaba la medicina tradicional y la sanación mágica, lo que le valió fama de taumaturgo entre los indígenas. Él mismo contó en sus memorias que sanaba haciendo el signo de la cruz sobre el enfermo e invocando a María. El ascendiente que como sanador ganó entre los indios le facilitó la evasión después de 6 años de cautiverio. Junto con sus compañeros emprendió una larga travesía hacia el norte y el noroeste. Avanzando en pequeñas etapas, remontaron el valle del río Grande del Norte, atravesaron las mesetas áridas de Chihuahua y cruzaron el río Bravo a través de Sierra Madre. Fue rescatado en 1536 cerca de Culiacán, en la costa mejicana del Pacífico, dos años después de su huida, por una patrulla española enviada a la caza de esclavos y comandada por el capitán Melchor Díaz.

Su travesía por las regiones norteñas interesó a las autoridades y Cabeza de Vaca y sus compañeros fueron oficialmente interrogados. Fueron los primeros europeos en dar testimonio de la existencia del búfalo americano. Pero Cabeza de Vaca contó además historias fabulosas que pasaron a engrosar el cuerpo de leyendas referidas al Nuevo Continente. Así, su narración sobre la existencia de las Siete Ciudades Doradas de Cíbola, colmadas de oro y piedras preciosas, alentó la expedición de Alvarado en 1540. Las autoridades mejicanas le instaron a regresar al norte como conquistador, pero él rehusó. Sin embargo, el esclavo Esteban fue enviado nuevamente hacia el norte en misión de reconocimiento y evangelización.
Álvar Núñez regresó poco después a España, donde fue nombrado por Carlos I gobernador de la ignota provincia de Río de la Plata, mediante capitulaciones firmadas el 18 de marzo de 1540. El contrato le otorgaba un generoso diezmo sobre todo lo que encontrase en aquella desconocida región. Cabeza de Vaca zarpó de nuevo hacia América desde Cádiz en marzo de 1541, con gran incertidumbre sobre lo que allí le esperaba ya que no se conocía la suerte de Pedro de Mendoza, su predecesor en Río de la Plata. Los títulos conferidos a Cabeza de Vaca dependían de que Mendoza y su lugarteniente, Juan de Ayolas, siguieran con vida.

La expedición desembarcó en la isla de Santa Catalina, en Brasil, y allí Cabeza de Vaca supo que sus predecesores habían perecido en el curso de enfrentamientos con los indios. Asimismo se le informó de las penalidades de los pobladores españoles de la región de Buenos Aires y de la fundación en el interior de la ciudad de Asunción. Cabeza de Vaca partió en auxilio de estas regiones. En el camino descubrió las cataratas del Iguazú. Instalado en Asunción, se dedicó a la reorganización del gobierno y dirigió una expedición a la Sierra de la Plata, en Potosí. La empresa resultó desastrosa para los españoles, pero sirvió para alimentar las leyendas referentes a las míticas amazonas y a Eldorado.

Hombre extremadamente piadoso y comprometido en la defensa de los pueblos indígenas frente a la barbarie de los conquistadores, a su regreso a Asunción en 1544 fue expulsado violentamente del gobierno por una facción que se oponía a su política en favor de los indios. Su sucesor al frente del gobierno, Martínez de Irala, emprendió un brutal avance hacia el oeste, devastando las regiones que atravesaba y aniquilando a los pobladores indígenas. Cabeza de Vaca fue enviado a España tras su derrocamiento, juzgado y deportado a Orán.

Tras ocho años de destierro recibió el perdón de Felipe II, que lo nombró presidente del tribunal supremo de Sevilla. Posteriormente tomó los hábitos y llegó a ocupar la dignidad de prior en un monasterio sevillano, donde murió en 1560. El mismo Cabeza de Vaca dejó testimonio escrito de su azarosa vida en su obra Naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Adelantado Gobernador del Río de la Plata.

Bibliografía

  • FERNÁNDEZ, José B. Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Miami, 1975.

  • TORRES RAMÍREZ, Bibiano. Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Sevilla, 1990.

Autor

  • Victoria Horrillo Ledesma