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LiteraturaBiografía

Norris, Frank (1870-1902).

Poeta y narrador estadounidense, nacido en Chicago (en el estado de Illinois) en 1870 y fallecido en San Francisco (California) en 1902. Inscrito en el registro civil como Benjamin Franklin Norris, para firmar sus obras abrevió su nombre en ese sencillo apelativo de "Frank Norris" con el que ha pasado a la historia de la literatura norteamericana de finales del siglo XIX. A pesar de su breve existencia -falleció con poco más de treinta años de edad-, dejó un extraordinario legado literario que parte de la mejor tradición contestataria del romanticismo estadounidense para introducir en la narrativa de su pueblo los postulados estéticos e ideológicos de la corriente naturalista que había tenido ocasión de conocer directamente en Europa.

Nacido en el seno de una familia acomodada -era hijo de un rico comerciante en joyas y una actriz famosa-, tuvo acceso desde su temprana niñez a una esmerada formación académica que pronto consolidó su innata vocación artística, orientada en un principio hacia las artes plásticas. A los catorce años de edad, todavía en compañía de sus padres, se trasladó a la localidad californiana de San Francisco, donde comenzó a impregnarse de ese talante liberal que caracterizaba a la ciudad; y así, al cabo de tres años, recibió el consentimiento y la ayuda económica de sus progenitores para abandonar los Estados Unidos de América con rumbo a Europa, donde tenía pensado ampliar sus estudios de pintura y, de paso, sus horizontes vitales.

Llegado a Francia, se afincó en París en 1887 dispuesto a recibir sus primeras lecciones de dibujo, pero pronto sintió la necesidad de enfocar todos sus afanes creativos hacia el campo de la escritura. A sus diecisiete años de edad, fascinado por la cultura francesa e impresionado por el ambiente intelectual y artístico que respiraba a su paso en cada uno de los rincones de París, leyó con fruición las crónicas medievales de Jean Froissart y experimentó el despertar de una voz lírica que le impulsó a escribir el poema Yvenelle (1892), una circunstancial obra de juventud, claramente deudora de las impactantes influencias recién recibidas, y por la que difícilmente hubiera pasado a la historia de la literatura estadounidense, de haber sido ésta su única aportación a la imprenta. A pesar de todos sus defectos, esta inicial incursión de Frank Norris en el género poético sirvió para poner de manifiesto su espíritu romántico (modelado, ya en su país natal, por algunos de los grandes poetas norteamericanos de las generaciones que le precedían) y su vasta curiosidad humanística, empeñada en beber siempre en las fuentes más ricas y autorizadas, por inaccesibles que pudieran parecer.

Más significativo que este anecdótico "encuentro" libresco con las crónicas de Froissart fue su trato -ahora sí directo y real- con Émile Zola y otros grandes cultivadores del naturalismo, corriente que también fascinó al joven Frank Norris y que, a la postre, marcaría las líneas directrices en su mejor producción literaria. Pero estas grandes obras narrativas del escritor de Chicago aún se harían esperar, debido en parte a que su extrema juventud, su talante aventurero y su afán de adquirir nuevos conocimientos -tanto teóricos como prácticos- le reclamaba, entonces, para otros menesteres. Entre ellos, y a su regreso a los Estados Unidos de América en 1889, los estudiantiles, que, tras dos provechosos años de aprendizaje por los salones, los talleres y las calles de París, le condujeron ahora hasta las prestigiosas aulas de las universidades de California (1890-1894) y Harvard (1894-1895). En esta última institución superior, bajo los auspicios del profesor L. E. Gates, el joven Frank Norris culminó su primera novela, Vandover and the Brute, que habría de permanecer inédita hasta 1914.

Al término de estos estudios, y llevado nuevamente por ese afán aventurero que constituía una de sus principales señas de identidad, el escritor de Chicago abandonó momentáneamente sus intereses literarios para volcarse de lleno en la práctica del periodismo, primero como corresponsal de guerra en el conflicto anglo-bóer que había estallado en Sudáfrica (1895-1896) y, dos años después, como enviado especial para cubrir la información sobre la contienda bélica declarada en territorio cubano entre España y los Estados Unidos. Tras estas experiencias en primera línea de combate, retornó a su país y decidió consagrarse de lleno al cultivo de la creación literaria, ya convencido de que debía abandonar sus veleidades poéticas juveniles para orientar su escritura creativa hacia el género narrativo.

Dudaba, en cambio, Frank Norris acerca de la línea temática y estilística que debía seguir en su práctica de la escritura, pues por un lado le fascinaba el naturalismo que había conocido de primera mano en París -bajo la influencia no sólo de Zola, sino también de un ya maduro Flaubert cuyo legado pronto se haría visible en la prosa del autor norteamericano-, y, por otro lado, seguía dejándose tentar -en justa coherencia con su talante experimentador y viajero- por esa narrativa de aventuras que venían cultivado con singular éxito algunos novelistas británicos como Stevensono Kipling. En esta tesitura, optó en un principio por el romanticismo exótico y aventurero de estos últimos, plasmado en su novela titulada Moran of de "Lady Letty" (1898), pero inmediatamente cambió de orientación y decidió explorar a fondo el filón naturalista, lo que le convirtió, tras la publicación de McTeague (1899), en uno de los pioneros en el cultivo de esta corriente en las Letras norteamericanas. Se trata de una violenta historia protagonizada por el dentista que le da título, un personaje de una dureza extrema, que ejerce sin licencia su profesión y se convierte en ladrón y asesino, en medio de constantes exhibiciones de los peores instintos del ser humano (traición, avaricia, crueldad, etc.). A pesar de la espléndida asimilación de los postulados naturalista que exhibe Frank Norris en esta espléndida novela, hay que notar que su adopción de esta corriente triunfante en la narrativa europea convivió durante varios años con su inclinación hacia la prosa romántica de aventuras, como queda bien patente en el hecho de que el escritor de Chicago escribiera los primeros renglones de McTaegue cuando era todavía estudiante en Harvard; quiere esto decir que, durante la redacción de una de las primeras obras maestras del naturalismo estadounidense, su autor alternó la dedicación a esta línea estética e ideológica con la recuperación de otros modelos formales y temáticos menos innovadores (o, lo que es lo mismo, que la evolución de Norris no fue tan radical como puede parecer a simple vista, tras la lectura consecutiva de las dos novelas que dio a la imprenta en 1898 y 1899). Cuando había transcurrido un cuarto de siglo desde la salida a la calle de esta soberbia narración, el cineasta austríaco Erich von Stroheim ofreció una brillante adaptación para la gran pantalla, estrenada en 1924 bajo el título de Avaricia.

El éxito de crítica y lectores alcanzado por esta novedosa narración de Frank Norris se vio incrementado poco tiempo después con la publicación de una nueva novela suya titulada The Octopus (El pulpo, 1901), concebida por el escritor de Chicago como la primera entrega de una trilogía narrativa que, a la postre, debido a su repentina desaparición, quedó reducida a un par de títulos. Inmerso ya plenamente en los modelos naturalistas, Norris planificó una monumental epopeya social, política y económica alrededor de uno de los temas que más inquietaban al ciudadano medio de su tiempo: la amenaza que pesaba sobre las vastas explotaciones de trigo, demasiado vulneradas ya por los intereses de una industria emergente que tenía en el ferrocarril su cabeza visible. Las transacciones generadas por la expansión de las vías ferroviarias (un proceso continuo de compra y venta de terrenos que pronto fue el caldo de cultivo idóneo para el florecimiento de abundantes especuladores), la subsiguiente subida del precio del trigo en California y la especulación que pronto se extendió a otros mercados norteamericanos (como el de Chicago) quedaron reflejadas en toda su crudeza en esa primera entrega de la proyectada trilogía, así como en su continuación, publicada al cabo de dos años bajo el título de The pit (El pozo, 1903). Quedó sin redactar, como ya se ha indicado más arriba, la novela concebida en un principio bajo el título de The Wolf, destinada a convertirse en el tercer volumen de una trilogía bautizada genéricamente por Frank Norris con el nombre de The Epic of the Wheat (La epopeya del trigo). En este libro que nunca llegó a escribir, el escritor de Chicago pensaba trasladar sus denuncias sociales a la hambrienta y desolada Europa.

En líneas generales, la prosa de estas grandes narraciones naturalistas de Frank Norris sigue acusando una tendencia al exceso retórico que, en parte, procede de su anterior inclinación hacia los modelos románticos. Y aunque entendió el naturalismo como un procedimiento para resaltar fielmente el instinto del ser humano y los caracteres tipológicos que había puesto en boga la nueva sociología determinista, no dejó por ello de expresarse también con un bello lenguaje poético que -residuo acaso de sus antiguas veleidades poéticas- dota en ocasiones a sus párrafos de un alto valor simbólico (así, v. gr., cuando presenta el trigo y el ferrocarril como dos gigantescas fuerzas antagónicas condenadas a chocar entre sí).

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.