A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
LiteraturaBiografía

Nin, Anaïs (1903-1977).

Narradora franco-estadounidense, nacida en Neuilly-Sur-Seine (en el área suburbana de París) el 21 de febrero de 1903, y fallecida en Los Ángeles (en el estado norteamericano de California) el 14 de enero de 1977. Autora de algunos de los relatos y novelas más desinhibidos de la narrativa contemporánea escrita por mujeres, causó asombro en su tiempo por el atrevimiento, la sinceridad y la ausencia de prejuicios morales de sus textos autobiográficos, recogidos en un monumental diario que empezó a redactar a los once años de edad. Apasionada del psicoanálisis, compartió sus experiencias amorosas y sus inquietudes intelectuales con algunas figuras destacadas del panorama cultural del siglo XX -como el psicoanalista Otto Rank, discípulo directo de Freud (1856-1939), y el escritor norteamericano Henry Miller (1891-1980)-, y luchó enconadamente -tanto en su propia peripecia vital como en su extensa obra autobiográfica- por la liberación sexual de la mujer, lo que la convirtió en uno de los grandes mitos del movimiento feminista de los años sesenta.

Vida y obra

La suma de las diversas nacionalidades y las diferentes latitudes geográficas que se dan cita en los orígenes de Anaïs Nin ha provocado bastantes confusiones entre sus biógrafos. Sus padres, ambos nacidos en Cuba, poseían nacionalidades distintas y pertenecían a dos culturas bien diferenciadas: su progenitor era el célebre pianista y compositor cubano Joaquín Nin-Castellanos (1879-1949), natural de La Habana; su madre, también vinculada al mundo de la música, era la cantante franco-danesa -aunque también nacida en la mayor de Las Antillas- Rosa Culmell. Cuando nació la futura escritora -que recibió en la pila bautismal el nombre de Ángeles Anaïs Juana Antolina Rosa Edelmira Nin y Culmell-, el matrimonio formado por ambos residía en las afueras de París; posteriormente, la familia se trasladó a Barcelona, ciudad en la que, en 1914, Joaquín Nin dejó abandonados a su esposa y a sus hijos para iniciar una nueva relación amorosa al lado de una mujer más joven. Rosa Culmell se embarcó entonces junto a sus tres hijos rumbo a los Estados Unidos de América, y en el transcurso de aquel dilatado periplo transoceánico a bordo del vapor Montserrat -que cubría el trayecto naval entre la Ciudad Condal y Nueva York- la pequeña Anaïs comenzó a redactar un larga epístola dirigida al padre ausente, carta que fue el punto de partida de sus celebérrimos diarios.

Católica a ultranza durante su infancia y adolescencia ("creo firmemente en Dios y en todo lo que Dios me dice a través de la Santa Iglesia", dejó anotado en las primeras páginas de su diario), la joven Anaïs Nin asistió en Nueva York a varias escuelas religiosas en las que, tras superar sin grandes dificultades el aprendizaje de un nuevo idioma, pronto dejó constancia de su innata capacidad para la escritura. Pero a los dieciséis años de edad interrumpió bruscamente su formación secundaria para empezar a trabajar como modelo y tomar clases de danza española, pues por aquel entonces se sentía poderosamente atraída por el mundo del espectáculo. En ese ambiente conoció al banquero neoyorquino Hugh Guiler, con el que habría de contraer nupcias en 1923, año en el que ambos se desplazaron a Europa para afincarse en París. Con el paso del tiempo, el propio Guiler se convirtió en uno de los ilustradores de las novelas de su esposa, bajo el pseudónimo de Ian Hugo.

En la capital francesa, Anaïs Nin recobró su interés por la creación literaria y quedó deslumbrada por el psicoanálisis. Comoquiera que su marido no compartía con ella estas aficiones ("Hugo huele a banco", escribió en su diario para caricaturizar la obsesión de su esposo por el mundo de las finanzas), empezó a frecuentar los ambientes de la bohemia parisina y se interesó por la obra del escritor británico David Herbert Lawrence (1885-1930), a la sazón satanizado por la crítica europea debido al verismo sin precedentes que, en los aspectos sexuales, había alcanzado en algunas narraciones extensas como Mujeres enamoradas (1920) y El amante de lady Chatterley (1928). Al margen de exhibir, con esta fijación en la obra de Lawrence, un talante liberal poco frecuente en una mujer de su tiempo, Anaïs Nin se reveló como una excelente estudiosa del hecho literario tras dar a la imprenta su ensayo titulado D.H. Lawrence: An Unprofessional Study (1932), obra con la que, en contra de las corrientes estéticas y morales de su tiempo, contribuyó notablemente a la revalorización de los escritos del autor de Eastwood.

En 1930 había recalado en París el escritor neoyorquino Henry Miller, quien pronto se integró en los círculos literarios frecuentados por Anaïs Nin y mantuvo con ella una apasionada relación amorosa, a la que pronto se sumó June, la mujer del autor de Trópico de Cáncer (1934), quien inició a la escritora en los amores sáficos: "Cuando June caminó hacia mí desde la oscuridad del jardín hacia la zona iluminada por la puerta abierta, vi por primera vez a la mujer más bella de la tierra, un rostro sorprendentemente blanco, unos ardientes ojos negros, un rostro con tanta vida que sentí como si fuera a consumirse ante mis ojos [...]. Hace años traté de imaginar la auténtica belleza, creé en mi mente la imagen de una mujer así; sólo la pasada noche la vi. Su belleza me inundó [...]. Por la noche soñé con ella, y no aparecía magnífica y abrumadora como es, sino muy pequeña y frágil. Y la amé. Amé una pequeñez, una vulnerabilidad que me parecía disimulada por su orgullo, por su arrogancia. [...]. Con su cara, impresionantemente blanca, al retirarse hacia la oscuridad del jardín representó para mí el papel de irse. Yo quise correr y besar su fantástica belleza y decirle: June, has matado también mi sinceridad, ya no sabré nunca quién soy, qué amo, qué quiero. Tu belleza me ha ahogado, inundado hasta el fondo de mi ser; te llevas contigo una parte de mí reflejada en ti. Cuando tu belleza me tocó me disolvió. Te soñé, deseé tu existencia, tú eres la mujer que yo quiero ser. Veo en ti esa parte de mí que es como tú".

Entretanto, el interés de Anaïs Nin por el psicoanálisis la condujo hasta el diván -y bien pronto hasta el lecho- de René Allendy (1889-1942), miembro fundador de la Sociedad Psicoanalítica de París y humanista polifacético, atento a otras disciplinas del saber como la alquimia, la astrología, el misticismo, el arte y la literatura surrealistas y el cine (llegó a concebir varias películas oníricas que nunca fueron rodadas). Convertida en amante secreta de Allendy -quien, además, psicoanalizaba por aquel tiempo a Hugh Guiler-, la escritora de nacionalidad estadounidense entró en contacto con el mundo onírico del surrealismo y llegó al convencimiento de que la racionalización de las fuerzas instintivas del subconsciente sólo podía lograrse a través del psicoanálisis, convencimiento que dejó bien patente en la rigurosa introspección de que hacía gala en su diario: "Es extraño comprobar el amor de otro por una y permanecer inmutable. Los bellos sueños de Hugh sobre mí. Los escucho, pero jamás pienso en ellos cuando Henry me acaricia. Es absolutamente cierto que nunca pienso en Hugh cuando estoy con Allendy o con Henry, como tampoco pienso en Henry cuando estoy con Allendy [...]. No veo nada malo en acostarme con Henry en la cama de Hugh, como tampoco vería nada malo en entregarme a Allendy en la misma cama. No tengo ninguna moralidad. Sé que la gente se horroriza, pero yo no".

Pero la peripecia amatoria de Anaïs Nin no había alcanzado aún su punto culminante. El día 5 de mayo de 1933 se encontró en París con su padre, al que había idolatrado y odiado simultáneamente desde que éste abandonara a su familia cuando ella aún era una niña. Mes y medio después de su reencuentro, Joaquín Nin y su hija se refugiaron en un pequeño hotel de la localidad francesa de Valescure, donde vivieron una tórrida relación incestuosa que la escritora, a pesar de la promesa que hizo a su padre, acabó por reflejar también en las sinceras páginas de su diario: "Tenía al hombre que amaba en mis pensamientos; lo tenía en mis brazos, en mi cuerpo. El hombre que busqué por todo el mundo, que marcó mi niñez y me perseguía. Había amado fragmentos de él en otros hombres: la brillantez de John, la compasión de Allendy, las abstracciones de Artaud, la fuerza creativa y el dinamismo de Henry. ¡Y el todo estaba allí, tan bello de cara y cuerpo, tan ardiente, con una mayor fuerza, todo unificado, sintetizado, más brillante, más abstracto, con mayor fuerza y sensualidad! [...]. Me penetró tres y cuatro veces sin parar, sin retirarse [...]".

A pesar de esta arrebatada pasión incestuosa, la escritora regresó a París al término de aquel tórrido verano y volvió a entregarse a sus amantes habituales. Fruto de esta intensa y arriesgada vida sentimental fue, en 1934, el primer y único embarazo de Anaïs Nin, que concluyó prematuramente a los seis meses, tras el aborto de la niña que llevaba en su seno. Entretanto, seguía obsesionada por el psicoanálisis: tan hondamente había calado en Anaïs Nin la disciplina impulsada por Freud y sus discípulos, que llegó a plantearse la posibilidad de abandonar la creación literaria para dedicarse de lleno al estudio de este método de indagación en las profundidades de la mente humana; y así, durante una prolongada estancia en Nueva York (1934-1935) requirió los servicios de un nuevo y prestigioso psicoanalista -el mencionado Otto Rank, con el que también mantuvo relaciones sexuales- y llegó a colaborar con él, en calidad de ayudante, en su consulta neoyorquina.

A su regreso a París, conoció al peruano Gonzalo More, a quien incluyó en su nómina de amantes sin desatender por ello a otros viejos compañeros de cama, como Henry Miller. Con la irrupción en su vida de More, a quien describió como "divinamente hermoso, tan parecido a un dios", Anaïs Nin volvió a alcanzar la plenitud del éxtasis amoroso-sexual que había conocido al lado de su padre: "Fui infinita y completamente consciente del fuego del amor, hasta el punto de que casi caigo de rodillas para bendecir a no sé quién, porque en verdad puedo decir que he conocido las cimas más altas de la pasión, de la pasión absoluta, sensual y mística. Que ambos, Henry y Gonzalo, de maneras distintas, hayan sido los amantes más maravillosos, que he dado y recibido todas las caricias posibles a los seres humanos, que es la máxima alegría que puede experimentarse en la tierra. Amor. Pasión. Ternura".

Afincada, pues, nuevamente en París, en 1936 colaboró de forma activa en la fundación del sello Editions Seine, con la intención de hallar en sus colecciones un hueco para sus propias obras, rechazadas por "escandalosas" por parte de los restantes editores franceses y americanos. Fue así como, antes de la Segunda Guerra Mundial, dio a la imprenta sus novelas eróticas The House of incest (La casa del incesto, 1936) y Winter of Artifice (Invierno artificial, 1939), obras que dividieron a la crítica y los lectores, más atentos -una y otros- al desahogo moral de la autora norteamericana -auténtica prolongación de los escritos autobiográficos que continuaba mecanografiando en su interminable diario- que a los valores estrictamente literarios de ambas piezas.

Poco antes del estallido de la contienda internacional, Hugh y Anaïs, intuyendo la magnitud del conflicto, decidieron abandonar Europa para buscar refugio en los Estados Unidos de América. Instalados en Nueva York, protegieron desde allí a algunos amigos como Henry Miller y Gonzalo More, sobre todo gracias a los ingresos obtenidos por Anaïs Nin mediante una extraña propuesta editorial: un viejo bibliófilo especializado en literatura erótica (al que la autora nunca llegaría a conocer) le encargó que escribiera una serie relatos de temática amoroso-sexual, a cambio de pagarle un dólar por cada página escrita. Gran parte del dinero recaudado por esta vía era destinada a sus amantes y protegidos Henry Miller y Gonzalo More, a los que Nin animó para que se pusieran también a escribir cuentos eróticos por encargo; pero el viejo, considerando que los relatos de todos ellos no eran suficientemente explícitos, les instó a que hablaran más de sexo y se dejaran de poesía, lo que provocó la indignación de la escritora norteamericana, que quedó también reflejada en su diario: "Él no sabe que estuvo a punto de hacernos perder todo interés por la pasión, estuvo a punto de llevarnos a hacer voto de castidad, porque lo que él quería que excluyéramos era lo que resultaba afrodisíaco para nosotros: la poesía". En cualquier caso, de esta extraña propuesta editorial surgió el volumen de narraciones breves de Anaïs Nin titulado Pájaros de fuego.

Posteriormente, la autora estadounidense dio a la imprenta otras recopilaciones de relatos como las tituladas Under a Glass Bell (Bajo la campana de cristal, 1944), This Hunger (1945), y Delta of Venus (1977), y nuevas narraciones extensas como Ladders of Fire (1946), Children of the Albatross (1947), The Four-Chambered Heart (1950), A Spy In The House Of Love (1954), Cities Of The Interior (1959), Seduction Of The Minotaur (1961) y Collages (1964). También añadió un nuevo ensayo a su producción literaria, The Novel of the Future (La novela del futuro, 1968), en el que teorizó sobre la musicalidad, el tono poético y las sugerencias pictóricas que caracterizaban el estilo de los cuentos y novelas recién citados. Pero su gran proyección internacional tuvo lugar, a mediados de los años sesenta, tras la publicación de los primeros volúmenes de su monumental Diario, que, una veces por su propia voluntad, y otras veces por decisión de sus amigos y editores, quedó impreso casi en su integridad, a pesar de que la audaz escritora había llegado a acumular, a lo largo de toda su vida, más de ciento cincuenta mil páginas mecanografiadas.

Bibliografía

  • BARILLÉ, Elisabeth. Anaïs Nin, desnuda bajo la máscara (Madrid: Espasa-Calpe, 1992).

  • MILLER, Henry. Cartas a Anaïs Nin (Barcelona: Bruguera, 1979) [tr. de Ana Goldar].

  • STUHLMANN, Gunther [ed. lit.]. Una pasión literaria: correspondencia de Anaïs Nin y Henry Miller, 1932-1953 (Madrid: Ediciones Siruela, 1991) [tr. de Juan Antonio Molina Foix].

  • RIBERA GÓRRIZ, Nuria. Anaïs Nin, writing as a waking dream (Barcelona: Universidad Autónoma de Barcelona, Servicio de Publicaciones, 1993).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.