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PolíticaBiografía

Nicolás II, Zar de Rusia (1868-1918).

Zar de Rusia de la dinastía Romanov, nacido en Tsarskoie Selo (cerca de San Petersburgo) el 6 de mayo de 1868 y muerto en Ekaterimburgo el 17 de julio de 1918. Era el hijo mayor de los seis que tuvieron el zar Alejandro III y Dagmar de Dinamarca.

Síntesis biográfica

Honesto pero débil, Nicolás II no fue capaz de adaptarse a los enormes cambios sociales que agitaron Rusia durante todo su reinado. Inspirado en el ejemplo de su padre, Alejandro III, e influido por su esposa la zarina Alejandra, quiso gobernar de forma autoritaria cuando desde distintos sectores políticos se le reclamaban profundas reformas. Tenía ambiciosos proyectos en política exterior, que en conjunto supusieron un fracaso y aceleraron su caída. En el extremo oriente, tras la conquista de Manchuria chocó con el emergente Japón, que derrotó con facilidad a las fuerzas rusas (1904-1905). Su injerencia en los Balcanes acabó indirectamente por provocar el estallido de la Primera Guerra Mundial, que provocaría en Rusia una grave crisis política, precisamente cuando la buena situación económica estaba calmando los descontentos sociales. Cuando los ejércitos rusos comenzaron a ser vencidos, la impopularidad de Nicolás II se agrandó, ya mal considerado por la influencia que un extraño monje, Rasputín, tenía en su familia. Obligado a abdicar en marzo de 1917, cuando a partir de octubre los bolcheviques se hicieron con el poder, su suerte quedó sellada. Sería asesinado unos meses después junto con toda su familia y algunos sirvientes.

Nicolás I, un zar vacilante

De joven era de carácter indolente, poco interesado por los asuntos de estado (en 1892 fue nombrado presidente de la comisión que construía la línea férrea transiberiana, pero no se ocupó apenas de ello). Unos pocos años antes había conocido a Alicia de Hesse, de la que se enamoró; ello no gustó mucho a sus padres, pues su abuela la reina Victoria de Inglaterra tenía mucha influencia sobre ella. Nicolás fue enviado en 1891 a dar una vuelta al mundo junto con Jorge de Grecia, su primo, que le pareció aburrido, e incluso en Japón fue atacado por un fanático, que le hirió pero no de gravedad. Causó triste impresión en Londres en junio de 1893, con ocasión de la boda del futuro Jorge V de Inglaterra. Pero a pesar de su débil carácter, sí mostró decisión insistiendo en contraer matrimonio con Alicia de Hesse, a la que en 1894 terminó por pedir su mano y obtener su consentimiento por mediación del káiser alemán Guillermo II.

La boda no se celebraría hasta el 26 de noviembre de ese año, en el Palacio de Invierno de San Petersburgo, cuando ya era zar desde hacía algunas semanas, dado que su padre, Alejandro III, murió el 1 de noviembre en presencia de Nicolás y de los demás miembros de su familia. La coronación como emperador y autócrata de todas las Rusias se celebró el 26 de mayo de 1896 en la catedral de la Ascensión (Uspensky) de Moscú. Por otra parte, con Alejandra (el nombre ruso que adoptó Alicia) tendría cinco hijos: Olga (1895); Tatiana (1897); María (1899); Anastasia (1901); y el zarevich (príncipe heredero) Alejo (1904). Nicolás II, que tenía unos 26 años de edad al ser coronado, no se sentía preparado para afrontar tan gran responsabilidad, lo que se debía también a una mala educación. Su esposa Alejandra trataría en estos primeros momentos de infundirle la autoridad que requería, indicándole por lo general el camino de la autocracia. Pero ambos fueron vistos por la nobleza y por el pueblo como unos gobernantes tristes y alejados.

Nicolás II quiso fundamentar su política en la de su padre, y se negó por ello a instaurar un gobierno representativo, por considerarlo utópico. Esta decisión, en un ambiente político nuevamente agitado, irritó mucho los ánimos, ganándose la enemistad de los liberales. Su indecisión se reflejaba en sus medidas, muy variables. En los primeros años del s. XX, además, se habían recompuesto diversos grupos terroristas, más numerosos y organizados; se formaron también dos grandes partidos revolucionarios, el Social Demócrata, que adoptó el marxismo y actuó entre los obreros, y el Social Revolucionario, muy activo entre los campesinos y promotor de numerosos asesinatos.

Los sucesos de 1905 y el protagonismo de Rasputín: hacia la revolución

Así, en enero de 1905, un pope de San Petersburgo llamado Gueorgi Apollonovich (Gapón) se puso al frente de una manifestación obrera pacífica que portaba iconos religiosos, presentando ante el Palacio de Invierno un escrito que solicitaba mejoras políticas y laborales. Nicolás II, que se encontraba en su residencia habitual, Sarskoie Selo, a unos kilómetros de la ciudad, no se presentó a recibirlo y leerlo, sino que dejó el control de la situación a la policía, la cual, a su vez, pidió ayuda al ejército que, nervioso, acabó disparando sobre la multitud, matando un gran número de personas (Domingo Sangriento). El suceso provocó un gran escándalo dentro y fuera de Rusia.

El zar, que creía sinceramente que el pueblo llano le adoraba, trató de recurrir a las victorias militares para recuperar prestigio. Tenía grandes proyectos de conquista, como la anexión de los estrechos, Persia, Tíbet, Corea y Manchuria. Alguno de ellos ya lo había puesto en práctica, como la ocupación de Manchuria en 1900 (desde 1896 se había prolongado el transiberiano por esta región); la operación, que había sido un éxito, se complicó cuando en 1903 envió algunas tropas rusas a Corea. Japón, que tenía intereses en el país, reaccionó y en 1904 declaró la guerra a Rusia (véase: Guerra Ruso-japonesa). El imponente pero desorganizado ejército ruso se vio superado por las eficientes tropas japonesas, y también la armada en la batalla de Tsushima (mayo de 1905, unos pocos meses después del Domingo Sangriento). Nicolás II tuvo que pedir la paz, aceptando algunas pérdidas territoriales y extendiéndose el descontento por todo el país.

En octubre tuvo que hacer frente a una huelga general acompañada de atentados, robos y desorden en general; debió enviar al ejército a las principales fábricas para evitar que los recién creados consejos (soviets) obreros de León Trotski se hicieran con su control. Por fin, por consejo de Sergei Witte, se decidió a aprobar una constitución semidemocrática, con un parlamento electivo (Duma). No duró mucho. En julio de 1906, cuando los diputados le pidieron reformas más abiertas, se atemorizó y suprimió la Duma. Volvería a reabrirse, pero lo que devolvió la estabilidad al país de momento fue la dirección del eficiente primer ministro Piotr Stolypin.

Prácticamente al mismo tiempo se confirmaba que su hijo y sucesor, Alejo, tenía hemofilia (heredada de su bisabuela la reina Victoria a través de la zarina Alejandra). Enfermedad incurable, causó un trauma a la esposa de Nicolás II, Alejandra, y alimentó la religiosidad de ésta, circunstancia en la que apareció Grigori Yefimovich, más conocido como Rasputín (‘depravado’), un monje extravagante de magnética personalidad. Se ganó la confianza de los zares al mostrarse capaz de aliviar los dolores del niño, pero su vida disoluta le granjeó la enemistad de la corte y el gobierno, que no entendían la confianza que le tenían Nicolás II y Alejandra (la enfermedad de Alejo se había mantenido en secreto). Stolypin, que trató de alejarlo en 1911, sería asesinado a finales de año, privando por otro parte al zar de su más valioso colaborador. El tricentenario de los Romanov, celebrado en 1913, fue un fracaso para la familia imperial precisamente por esta enfermedad no conocida por el público que asistió, incapaz de comprender el comportamiento ausente de los zares.

Entre tanto, Nicolás II reasumió sus proyectos imperiales, fijándose ahora en los Balcanes, lo que suponía enfrentarse irremisiblemente con Austria-Hungría. Para extender su tutela sobre los eslavos balcánicos, promovió por una parte la formación de la Liga Balcánica y por otra la desestabilización de Austria a través de Serbia. La Liga Balcánica declaró (y venció) la guerra a Turquía, y Nicolás II habría participado de no haber sido porque Rasputín aconsejó a la zarina no hacerlo. Curiosamente, la situación económica mejoraba con cierta rapidez, al tiempo que se desarrollaban la industria y la agricultura. Los revolucionarios, entre ellos los socialdemócratas bolcheviques (‘mayoritarios’) de Vladimir Ilich Ulianov, “Lenin”, se preocuparon por la pérdida de influencia.

La Primera Guerra Mundial y la caída de los Romanov

El estallido de la Primera Guerra Mundial iba a modificar la situación: en junio de 1914, terroristas serbios de los que habían sido instigados por agentes de Nicolás II mataron al archiduque Francisco Fernando (heredero de la corona austriaca) y a su mujer. Austria declaró la guerra a Serbia, y el zar, proclamándose protector de este país, metió a Rusia en el conflicto. El juego de alianzas funcionaría y otros estados se implicarían. Rasputín, cuando la guerra ya parecía inminente, trató de convencer a Nicolás II de que no la declarase, pero el generalizado fervor patriótico le obligó a ello, por una vez aceptado como gobernante por casi todos.

Como tantas otras veces, el ejército ruso estaba desorganizado, y ante el alemán sufrió gigantescas pérdidas; Nicolás II se hizo cargo directamente de las tropas en agosto de 1915, dejando a la emperatriz al cuidado de los demás asuntos de Estado, degradándose la situación política por la influencia de Rasputín sobre ésta, que el zar hizo poco por disminuir. Derrota tras derrota, había perdido ya el aprecio popular de comienzos de la guerra. Al fin, los excesos de Rasputín llevarían al príncipe Félix Yusupov y a otros a asesinarle (diciembre de 1916). Tampoco ahora reaccionó Nicolás II, negándose a atender las múltiples peticiones de familiares y ministros de que dejase a otros el mando del ejército y estableciese un gobierno abierto. En marzo la situación se le fue de las manos, cuando estalló una huelga generalizada en Petrogrado (San Petersburgo), declarándose en rebeldía el ejército y formando la Duma un gobierno provisional encabezado por el social revolucionario Alejandro Kerenski. Pero de la dirección de las masas se hizo cargo un soviet. El 14 de marzo Nicolás II abdicó, primero en su hijo Alejo y luego en su hermano Miguel, que renunció casi inmediatamente. Caía tras tres siglos de gobierno la dinastía Romanov. (Véase Revolución Rusa).

Nicolás y su esposa, que como zares habían cometido numerosos errores, se comportaron valientemente durante los trágicos sucesos que protagonizaron los meses siguientes. Ellos y sus hijos quedaron arrestados en el palacio de Tsarskoie Selo, aunque con cierta libertad de movimientos; cuando los bolcheviques comenzaron a dar muestras de actividad renovada en julio de 1917, Kerenski los envió a Tobolsk (Siberia) para protegerles, todavía respetados y con buenas condiciones de vida. Su situación empeoró al imponerse los bolcheviques en noviembre; sus nuevos guardianes les humillaban constantemente. De abril a mayo de 1918 habitaron en la casa de Ipatiev, en Ekaterimburgo (cerca de los Urales). Finalmente, la madrugada del 17 de julio, Nicolás y la familia imperial (y algunos sirvientes) fueron despertados repentinamente y conducidos al sótano; un piquete conducido por un tal Yakov Yurovski les ejecutó con disparos de pistola, parece que por orden de Lenin.

Sus restos fueron ocultados en una mina, a pocos kilómetros del lugar de los fusilamientos, según revelaría Mijail Gorbachov en 1989. Exhumados en 1991, ya con Boris Yeltsin como presidente, fueron sometidos a pruebas de ADN, que confirmaron que pertenecían a la familia imperial. El patriarca de Moscú, Alexis II, no lo aceptó oficialmente dado que según una tradición habían sido trasladados mucho tiempo antes a Europa occidental. En cualquier caso, los restos fueron inhumados en la capilla de Santa Catalina de la catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo, en presencia de importantes autoridades (incluido el propio Boris Yeltsin). En agosto de 2000 Nicolás II, toda su familia y los sirvientes que murieron con él fueron canonizados por la Iglesia ortodoxa rusa (ya lo habían sido por una rama disidente de esta iglesia en 1981).

Bibliografía

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  • CARRÉRE D’ENCAUSE, H. Nicolas II, la transition interrompue: une biographie politique. (París, Fayard: 1996).

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  • VERNER, A.M. The crisis of Russian autocracy. Nicholas II and the 1905 Revolution. (Princeton-Oxford, University Press: 1990).

  • WARNES, D. Chronicle of the Russian Tsars. (Londres, Thames-Hudson: 1999).

Enlaces en Internet

http://www.alexanderpalace.org ; Página con información sobre Nicolás II y los Romanov (en inglés).
http://imperator.spbnews.ru/nw/english/chron.html ; Página con una cronología de Nicolás II (en inglés).
http://marchif.crosswinds.net/texte/20/20563.html ; Página con datos genealógicos de Nicolás II (en francés).
http://members.surfeu.fi/thaapanen ; Página sobre los Romanov (en inglés).
http://www.moscowkremlin.ru/romanovs.html ; Página con diversa información e imágenes sobre los Romanov (en ruso).
http://radio.cbc.ca/news/czar ; Página con información sobre la recuperación de los restos de la familia imperial rusa (en inglés).
http://www.rnw.nl/informarn/html/act000825_sannicolas.html ; Página con información sobre la canonización de Nicolás II y su familia (en español).
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/FWWtsar.htm ; Página con una biografía de Nicolás II (en inglés).

Autor

  • Sagrario Arenas DoradoBernardo Gómez Álvarez