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ReligiónBiografía

Niceto o Nicecio, San (¿-566).

Obispo de Tréveris nacido en fecha desconocida, probablemente en Auvernia, y muerto, probablemente, el 1 de octubre o el 5 de diciembre del año 566. Fue obispo de Tréveris desde 527 hasta su muerte. Escribió dos Cartas y dos Tratados ascéticos.

Según cuenta la leyenda, cuando nació Nicecio su cabello tenía forma de tonsura, lo que fue interpretado en su momento como un signo evidente de que el niño tenía que ingresar en la Iglesia y llevar una vida religiosa. Leyendas a parte, lo cierto es que Nicecio ingresó a muy temprana edad en un monasterio, posiblemente situado en Limoges. Pronto destacó por su inteligencia, piedad y virtud, lo que le llevó a ser elegido como abad del monasterio siendo aún bastante joven.

En el año 527, tras la muerte del obispo de Tréveris, Aprúnculo, el clero de la diócesis envió una carta al rey Teodorico I proponiendo como sucesor a Galo de Clermont, pero por esas fechas el monarca merovingio ya se había fijado en Nicecio, por lo que le concedió a éste el nombramiento. Nicecio fue escoltado por los oficiales del rey hasta su nuevo cargo, con el fin de evitar posible altercados que no llegaron a producirse. Nicecio gozó de la confianza y el apoyo tanto de Teodorico I como de su hijo Teodoberto, no obstante, el obispo de Tréveris reconvino en varias ocasiones a los monarcas por sus excesos. Esta situación cambió cuando llegó al trono Clotario I, un rey de fuerte carácter que no estaba dispuesto a que un obispo le dictase su conducta. El enfrentamiento entre Clotario y Nicecio no se hizo esperar, y ante los excesos cometidos por el monarca el obispo le excomulgó, Clotario respondió a la excomunión desterrando a Nicecio. El destierro de Nicecio fue breve, ya que al poco tiempo falleció Clotario I y su sucesor, Sigeberto, autorizó a Nicecio a regresar a su diócesis y volver a ocuparse del obispado.

Nicecio gozó de gran fama a lo largo de su vida, su brillante inteligencia unida a la fuerza de sus predicaciones, a la rectitud y virtuosidad que caracterizó toda su vida y a un cierto aire de santidad que, con los años, fue envolviendo su figura, convirtieron al obispo de Tréveris en un personaje reconocido tanto en su país como por el resto de la Cristiandad. En el año 535 asistió al segundo Concilio de Clermont, en 549 al quinto Concilio de Orleáns y en el año 551 al segundo Concilio de París. En el año 555, por su propia iniciativa, se reunió el Concilio de Toul. Nicecio trató de poner orden y restablecer la disciplina en su diócesis, luchó contra la extendida práctica de los matrimonios incestuosos, reconstruyó la catedral de Tréveris y fortificó la ciudad, además, fundó una escuela para aumentar el nivel intelectual de los clérigos de la diócesis.

Pese a que el rey Sigeberto le había devuelto a su diócesis y le había traído del destierro, Nicecio no tuvo inconveniente en recriminarle en repetidas ocasiones todos los excesos cometidos. Nicecio, debido a su rigor a la hora de expandir la doctrina cristiana, se creó numerosos y poderosos enemigos, sobre todo en lo referente al tema de los matrimonios incestuosos, frecuentes entre la alta aristocracia.

De las dos cartas que se conservan de Nicecio, una fue dirigida a Clodesinda, hija de Clotario I, la cual estaba casada con el rey arriano de Lombardía, Albonio; en ella instaba a la princesa merovingia a tratar por todos los medios de convertir a su esposo al cristianismo ortodoxo. La segunda carta estaba dirigida al emperador Justiniano I, y en ella, el obispo de Tréveris le recriminó sus tendencias monofisistas. Estos, el arrianismo y el monofisismo, fueron los dos grandes temas religiosos contra los que luchó Nicecio a lo largo de toda su período episcopal.

Nicecio contó con la admiración y el apoyo de destacados personajes de su época como Gregorio de Tours y Venancio Fortunato. Él fue el último obispo galo-romano de Tréveris.

JACJ

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez