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Navarro, Gustavo Adolfo, o "Tristán Marof" (1898-1973).

Narrador, ensayista, profesor universitario e ideólogo político boliviano, nacido en Sucre en 1898 y fallecido en Santa Cruz de la Sierra en 1979. Aunque su verdadero nombre era el de Gustavo Adolfo Navarro, firmó sus escritos narrativos y ensayísticos con el seudónimo de Tristán Marof, apelativo por el que ha pasado a la historia de las Letras hispanoamericanas. Autor de una vehemente producción literaria que, desde la sátira social, postula la difusión e implantación del comunismo en Bolivia y en el resto de las naciones de Hispanoamérica, está considerado como uno de los mejores representantes de la literatura comprometida del siglo XX.

Inclinado desde su temprana juventud al activismo político, militó en un principio en la corriente antiliberal para pasar a imbuirse de la ideología marxista a los veintitantos años de edad, a raíz de una larga estancia en tierras europeas (1921-1926). Ya por aquel entonces se había dado a conocer como escritor, a través de una novela primeriza que, bajo el título de Los cívicos (La Paz: Arnó, 1918), mostraba el carácter rebelde de un joven autor de veinte años que intentaba poner en tela de juicio las pregonadas bondades de la democracia liberal. Poco después -y todavía antes de emprender su viaje a Europa-, el animoso Tristán Marof volvió a los anaqueles de las librerías bolivianas con Poetas idealista e idealismos de la América Hispana (La Paz: Los Andes, 1919), un interesante estudio ensayístico en el que dejaba patentes las dos grandes pasiones que habrían de marcar el resto de su vida y de su obra: la literatura y la política.

Tres años después de la aparición de este ensayo, ya con Tristán Marof en suelo español, vio la luz otro estudio suyo titulado El ingenuo continente americano (Barcelona: Maucci, 1922), obra que, junto a las dos anteriores, se enmarca todavía dentro de la corriente idealista que animó su primera etapa creativa. Pero dos años más tarde sorprendió con el lanzamiento de una nueva entrega novelesca que, bajo el título de Suetonio Pimienta (Génova: Sattori, 1924), venía a inaugurar su fecunda línea revolucionaria, ya caracterizada por su ferviente asunción de la ideología marxista y por su despiadada sátira de las estructuras sociales que permitían la supervivencia de las clases privilegiadas en los distintos pueblos de Hispanoamérica. En esta brillante narración -tal vez su mejor novela y, sin lugar a dudas, la más difundida de cuantas publicó el escritor de Sucre-, Tristán Marof ofrece la caricatura de un diplomático hispanoamericano destinado a un imaginario país europeo (la República de la Zanahoria), en medio de un riguroso análisis que, aparentemente deformado por la ironía, la sátira y el humor, deja entrever lo que Miguel Ángel Asturias -fascinado por esta novela- denominó "la verdad explícita" del subcontinente sudamericano. Además de los elogios del premio Nobel guatemalteco, la obra literaria de Tristán Marof gozó del reconocimiento expreso de otros grandes autores hispanoamericanos, como la chilena Gabriela Mistral y el peruano José Carlos Mariátegui, algunos de ellos bastante alejados de los postulados marxistas defendidos por el escritor boliviano.

A la aparición de Suetonio Pimienta le siguió, aquel mismo año, un nuevo estudio que, bajo el título de La justicia del Inca (Bruselas: Falk Fils, 1924, venía a reflejar en la producción ensayística de Tristán Marof el mismo proceso evolutivo plasmado en sus obras de creación, ahora manifiesto en una firme radicalización de las críticas y censuras sociales que, desde su idealismo inicial, habían conformado las primeras entregas ensayísticas del escritor de Sucre. Precisamente fue en este ensayo donde Tristán Marof dejó estampada una de sus consignas más célebres, aquélla que, expresada en la tajante fórmula de "Tierras al pueblo, minas al estado", acabó siendo aceptada por todos los partidos y movimientos revolucionarios hasta llegar a propiciar, un cuarto de siglo después de que la proclamara Marof, la Nacionalización de las Minas (octubre de 1952) y la Reforma Agraria (agosto de 1953). Cierto es que el paso del tiempo y la sucesión de numerosos acontecimientos de la más diversa índole (políticos, económicos, sociales y culturales) provocaron que estos dos logros históricos en el desarrollo del pueblo boliviano no se produjeran dentro del marco ideológico que había soñado Tristán Marof; pero no lo es menos que, en lo que atañe a su plena consecución, son el mejor reflejo de la importancia del escritor de Sucre en el devenir histórico de su pueblo.

Ello no empece para reconocer que la calidad literaria de su obra no alcanza los valores estilísticos de otros grandes escritores hispanoamericanos del siglo XX, ya que, en no pocas ocasiones, la vehemencia con que Marof se ve impulsado a proclamar su verdad idealista y revolucionaria permite la penetración de algunos defectos de estilo y otras tachas que afean la armazón estructural de sus novelas. A cambio, su probada capacidad para la reducción grotesca y caricaturesca de situaciones y personajes dota a sus narraciones de una amenidad que, casi siempre, se sobrepone a los defectos anteriormente mencionados. Así ocurre, v. gr., en la siguiente novela que publicó Tristán Marof después de haber dado a la imprenta La justicia del Inca, un lúcido e inquietante relato que, bajo el título de Wall Street y hambre (Montevideo: Imprenta Uruguaya, 1931), presenta las tribulaciones del pobre escritor revolucionario Smith, perdido entre los laberintos inhumanos de una Nueva York convulsionada y empobrecida por la Gran Depresión posterior al crack bursátil de octubre de 1929.

Tras la publicación de esta novela, Tristán Marof volvió al género ensayístico para dar a los tórculos México de frente y perfil (Buenos Aires. Claridad, 1934), fruto de sus experiencias durante dos años (1928-1930) como profesor en la Universidad de México, y La tragedia del Altiplano (Buenos Aires: Claridad, 1934), centrado principalmente en la misma teoría que el autor de Sucre ya había expuesto en La justicia del Inca: la imperiosa necesidad de lograr una simbiosis entre los postulados del comunismo proletario y el espíritu del mundo incaico precolombino, para poder así entender el dominio de la clase oligárquica actual como una mera prolongación de la conquista y la colonización españolas.

Posteriormente, Marof continuó desarrollando sus tesis políticas e ideológicas en otros ensayos como Habla un condenado a muerte (Córdoba [Argentina]: Lagos, 1936) y El experimento nacionalista (La Paz: [s.p.i.], 1947), obra -esta última- que marca un punto de inflexión en su quehacer ensayístico, ahora decididamente orientado a fustigar a su nuevo enemigo ideológico: el nacionalismo extremo que, cinco años después, acabará triunfando plenamente en Bolivia con la Revolución Nacional de 1952 y la llegada al poder del Movimiento Nacionalista Revolucionario. Arrinconado por el nacionalismo y disconforme con las tensiones que generaron entre los marxistas hispanoamericanos las III y IV Internacionales, el escritor boliviano acabó distanciándose significativamente de sus vehementes propuestas ideológicas (incluido su otrora ferviente marxismo), en el curso de una paradójica involución que resulta difícil de entender en alguien que, como Marof, había estado a la cabeza de todos los movimientos socialistas de su patria durante el segundo cuarto del siglo XX.

En efecto, el escritor de Sucre había intervenido de forma decisiva en la fundación del primer Partido Socialista de Bolivia (1927), y colaborado con no menos entusiasmo en la creación del Partido Obrero Revolucionario (1934). Además, se había puesto al frente del Grupo Revolucionario Tupac Amaru para, desde su exilio en Argentina, hacer un llamamiento a la deserción de bolivianos y paraguayos en la denominada Guerra del Chaco (1932-1935), considerada por Marof como un mero conflicto de intereses económicos entre las grandes compañías petroleras. Y, por si todo ello fuera poco, a la expresión de sus teorías políticas vertidas en sus novelas y ensayos sumó, en la línea activista práctica, la fundación de su propio Partido Socialista Obrero Revolucionario (1940), desde cuyas filas logró ser elegido diputado nacional. Esta intensa y azarosa vida política -jalonada, como era de esperar en su época, por continuas persecuciones y constantes procesamientos que le llevaron al exilio y a la extradición en numerosas ocasiones- quedó bien reflejada en el ya mencionado ensayo autobiográfico Habla un condenado a muerte (1936), en el que Marof no tuvo empacho alguno a la hora de magnificar la dimensión política de su propia persona. Por lo demás, el resto de su producción ensayística se compone de títulos tan representativos de sus inquietudes políticas y literarias como Ensayos y crítica. Revoluciones bolivianas. Guerras internacionales y escritores (La Paz: Juventud, 1950); Breve biografía de Víctor Paz Estenssoro. Vida y trasfondo de la política boliviana (La Paz: Juventud, 1965), análisis de los gobiernos del Movimiento Nacionalista Revolucionario desde 1952 hasta 1964; y América Latina, un enigma (Lima: Chuquisaca, 1970).

Entre tanto, Tristán Marof siguió cultivando la narrativa de ficción, género al que había retornado a mediados del siglo con La ilustre ciudad (historia de badulaques) (La Paz: Gamarra, 1950). En esta novela, redactada diez años antes de su publicación, el escritor de Sucre retomó sus ideas juveniles expuestas en Los cívicos para volver a adentrarse en el mundo de la democracia liberal boliviana y denunciar el reparto de bienes entre la camarilla formada por los miembros de las clases oligárquicas.

Posteriormente, Marof incrementó su obra de ficción con El jefe (La Paz: Talleres Gráficos Bolivianos, 1965), una nueva sátira política de los gobiernos nacionalistas. El resto de su producción impresa se completa con su interesante relato autobiográfico La novela de un hombre. Memorias I (La Paz: Editora del Estado, 1967) y el libro de narraciones breves titulado Relatos prohibidos (La Paz: Imprentas Unidas, 1976).

Bibliografía

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- BACIU, Stefan. Tristán Marof de cuerpo entero (La Paz: Isla, 1987).

- ECHEVERRÍA, Evelio. La novela social de Bolivia (La Paz: Difusión, 1973).

- FRANCOVICH, Guillermo. "Gustavo A. Navarro", en El pensamiento boliviano en el siglo XX (México: Fondo de Cultura Económica, 1956), págs. 66-71.

- GUZMÁN, Augusto. "Tristán Marof", en Panorama de la novela en Bolivia (La Paz: Juventud, 1973), págs. 67-71 y 143-144.

-----------------------------. "Tristán Marof", en Biografías de la literatura boliviana (Cochabamba/La Paz: Los Amigos del Libro, 1982), págs. 185-187.

- LORA, Guillermo. "La legendaria figura de Marof", en Historia del movimiento obrero boliviano (1923-1933) (Cochabamba/La Paz: Los Amigos del Libro, 1979), págs. 296-324.

J. R. Fernández de Cano.

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