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PolíticaLiteraturaBiografía

Navagiero o Navagero, Andrea (1483-1529).

Diplomático, humanista, historiador y escritor italiano, nacido en Venecia en 1483 y muerto en Blois (Francia) el 8 de mayo de 1529. Aprendió en su ciudad natal sus primeras letras, para pasar luego a la Universidad de Padua, donde tuvo por maestro de griego a Marco Masuro, y por profesor de filosofía a Pietro Pomponazzi. Allí, inclinado sobre todo a la poesía, la filosofía y la botánica, entabló estrechas relaciones con el poeta y humanista Pietro Bembo.

A la muerte de Sabellico, el Senado de su República le nombró bibliotecario de la catedral de San Marcos, con la expresa encomienda de continuar la redacción de una historia de Venecia que aquél había dejado inconclusa. Sin embargo, Navagiero, muy escrupuloso con el rigor de los hechos y con el respeto a los modelos de la antigüedad clásica de la época de Augusto, tampoco logró ver acabada esta historia, ya que enseguida se vio ocupado en misiones diplomáticas al servicio de sus conciudadanos.

En efecto, tras ejercer como cronista oficial de Venecia, en 1525 Navagiero fue nombrado embajador de esta República cerca de Carlos I de España y V de Alemania. Desembarcó en Barcelona, se desplazó hasta Toledo y, después de ocho meses de arduas embajadas (cuya principal negociación parece que vino encaminada a conseguir la liberación del rey francés Francisco I, cautivo de los españoles tras la batalla de Pavía), se sumó al largo viaje que la corte emprendió por toda Andalucía. Precisamente en este año se celebraron las muy solemnes y festejadísimas bodas del Emperador con Isabel de Portugal, en el transcurso de las cuales Andrea Navagiero trabó amistad con el poeta barcelonés Juan Boscán Almogáver, a quien sugirió la conveniencia de adaptar a la poesía española los temas y las formas métricas propias del floreciente humanismo italiano. Hízolo así Boscán, dando cuenta de ello a su señalado amigo Garcilaso de la Vega, quien, a la sazón, aún gozaba del amparo de Carlos Vy se hallaba por ello presente en Granada en el verano de 1526, celebrando las reales tornabodas. De esta conversación con Boscán se deriva toda la enorme importancia que Navagiero tuvo no sólo para la lírica española del siglo XVI, sino para todo el desarrollo posterior de la poesía española.

El 7 de diciembre de 1526 la Corte se trasladó a Valladolid, en donde la misión diplomática de Navagiero encontró no pocos reveses. Así, el 30 de mayo de 1528 dio por concluida su embajada y se retiró a dar cuenta de ella al gobierno de su República; el cual, harto satisfecho con las gestiones de Navagiero, lo envió en otra delegación diplomática a la corte francesa de Francisco I, que a la sazón se había aposentado en Blois. Allí, un año más tarde, le asaltó su prematura muerte, que fue muy sentida por todo el humanismo italiano.

Su pasión renacentista por la cultura clásica lo arrastró hasta posturas tan intransigentes como la de aprobar, entre todos los escritos grecorromanos, únicamente los de la época áurea augusta. Se contó acerca de él que dio a la hoguera ciertas Silvas que había compuesto durante su juventud, sólo porque alguien juzgó que se asemejaban a unos versos de Estacio, poeta al que Navagiero consideraba menor; también se dijo que todos los años quemaba un ejemplar de los epigramas de Marcial, creyendo que con esto rendía un merecido homenaje a los de Catulo. De éstas y otras extravagancias similares le sobrevino una justa fama de hombre severo, pulcro y escrupulosamente riguroso, lo que en parte puede justificar (unido a que no vivió muchos años) la escasez de obras originales que dejó a la posteridad. Entre ellas, es obligado citar su documentado Viaggio fatto in Spagna ed in Francia (Viaje por España y Francia, publicado en 1563), que fue traducido al castellano por Fabié en 1879. Fueron también muy aplaudidas sus ediciones de autores clásicos, como las que dio a los tórculos, acompañadas de profusas anotaciones, con las obras de Quintiliano (1513), Virgilio (1514), Lucrecio (1516), Ovidio y Terencio (1517) y Horacio y Cicerón TULIO (1519).

Entre su poesía original, escrita tanto en lengua latina como en italiano, sobresale una pequeña colección de églogas y epigramas recopilados bajo el título de Lusus. Se trata de un voluntario ejercicio poético y retórico que imita claramente las composiciones más célebres de Virgilio y Catulo.

En 1530 apareció en Venecia una edición de las obras de Andrea Navagiero; casi dos siglos después, en 1718, los hermanos Valpó reeditaron los escritos de este gran humanista, acompañados de la biografía más completa que se le dedicara hasta entonces; y en 1855 Cicogna dio a la imprenta Della vita e delle opere di Andrea Navagiero oratore, istorico, poeta veneziano del secolo decimosesto.

Autor

  • JR.