Muñoz Vega, Pablo (1903-?).
Eclesiástico ecuatoriano, religioso jesuita, cardenal y arzobispo de Quito. Nació en 1903 en Mira (Carchi), en el seno de una familia humilde, cuyos ancestros provienen de los Muñoz de Popayán. A los once años ingresó en la Escuela Apostólica de Cotocollao, que dirigía el padre jesuita José Jouanen. En 1921 formuló los primeros votos religiosos y comenzó los estudios humanísticos; manifestó especial atracción por la botánica y el latín, incluso realizó algunas expediciones paleontológicas en los alrededores de Nayón. Tras pasar dos años en el colegio Máximo de los jesuitas de Oña (España), en 1932 viajó a Roma, donde culminó sus estudios de Teología y de Filosofía Social en la Universidad Gregoriana. Ordenado sacerdote en 1933, ocupó la cátedra de Filosofía de las Ciencias en la misma Universidad. Uno de los mayores logros de su vida es la fundación de la "Acción por la Unidad Católica de América Latina" (AUCAL), movimiento cultural creado con el objetivo de promover la fundación de Universidades y colegios en este subcontinente. En 1948 pasó unos meses en Ecuador y aquí fundó la Facultad Pontificia de Filosofía de San Gregorio, que luego fue anexionada a la Universidad Católica.
Su sabiduría y su ecuanimidad en el desempeño de sus cargos hicieron que fuera escogido para ocupar varios cargos internacionales, que le permitieron dejar muy alto el nombre de su patria por doquier: fue presidente del Congreso Europeo de Filosofía en 1946; rector del Colegio Pío Latinoamericano; Visitador de todos los colegios pontificios jesuitas del mundo; rector magnífico de la Universidad Gregoriana de Roma. El papa Pablo VI lo nombró arzobispo de Quito, y en 1969 cardenal de la Iglesia. Fue consultor del Concilio Vaticano II, amigo personal de varios papas y presidente del Sínodo Mundial de Obispos.
En 1951 se editó en Quito su obra Introducción a la Síntesis de San Agustín, en realidad una obra de corte tradicional, como había sido toda su formación en Roma. Monseñor Muñoz Vega fue en su tiempo una de las inteligencias más lúcidas de la Iglesia latinoamericana; sobresalió por su fidelidad a la iglesia tradicional, frenando, según algunos, a los sectores más progresistas de la iglesia ecuatoriana. Gran exponente del humanismo intelectual del Concilio Vaticano II, tal vez pueda decirse que brilló más como maestro que como pastor.
