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LiteraturaBiografía

Mulder, Elisabeth (1904-1987).

Escritora española, nacida en Barcelona en 1904 y fallecida en la misma ciudad en 1987. Hija de padre holandés de origen español, Enrique Mulder García, y de madre portorriqueña, Zoraida Pierlusi Grau, de orígenes italianos y catalanes, como revelan sus apellidos. Contaba entre sus antepasados con el compositor renacentista Giovani Pierluigi da Palestrina, renovador de la polifonía en la música religiosa. Esta familia burguesa acomodada, relacionada también con la nobleza holandesa, le proporcionó una esmeradísima educación- su padre era médico y pintor aficionado relacionado con el círculo modernista Els Quatre Gats-, en la que se incluyeron estudios musicales, por influencia materna, con Enrique Granados, además de idiomas. Elisabeth Mulder llegaría a dominar de modo bilingüe el inglés y también sabía alemán, francés, italiano y ruso. Además, fue una apasionada de los deportes e incluso llegó a ganar un campeonato de natación de Barcelona.

Aunque escribía desde pequeña, su carrera literaria comienza oficialmente cuando gana a los quince años el Primer Premio de unos juegos florales, con un poema titulado Circe. Alrededor de estos años comienza también su colaboración periodística en El noticiero universal de Barcelona, -en el que se hace cargo de una sección de crítica de novela victoriana- y en la Revista Sabor y Aroma, donde publica poesías y su primer cuento: El extraño caso del Dr. Gilbert, en 1919.

Por esta época firma con el pseudónimo de Esfinge. A partir de su matrimonio en 1921, con Ezequiel Dauner Foix, del que enviudaría en el año 32, comenzó a firmar como Elisabeth Mulder de Dauner y tras firmar una temporada como Elena Mitre, cuyas iniciales coincidían con las de su nombre auténtico, comienza ya en 1930 a usar el nombre de Elisabeth Mulder.
Tras una prolongada colaboración como articulista de opinión y actualidad en el periódico La noche y en la revista El hogar y la moda, durante la primera mitad de los años treinta publica más de una treintena de relatos en Lecturas (febrero de 30 a febrero del 34) y Brisas, dirigida por Lorenzo Villalonga (enero del 35 a marzo del 36).

En estos cuentos observamos una cierta influencia de la literatura rosa, aunque intenta huir del tópico; son cuentos influidos también por las modas de Hollywood, en los que encontramos una alabanza de la vida moderna y unos personajes femeninos independientes y decididos.

Para entonces había publicado ya varios libros de poesía: Embrujamiento (1927), La canción cristalina (1928), Sinfonía en rojo (1929) La hora emocionada (1931) y Paisajes y meditaciones (1933). Su poesía evoluciona, como se puede ver ya en sus títulos, desde una influencia simbolista, ya que conocía y había traducido a Baudelaire, hasta una aspiración al equilibrio debida en buena parte a su admiración hacia Eugenio D'Ors. Posteriormente, sólo publicará Poemas mediterráneos en 1949, pues abandona la producción de poesía en aras de la narrativa a partir de 1934.

Obras

De entre su producción novelesca destacan las siguientes obras:
Una sombra entre los dos (1934). En ella aborda una problemática en la que la reivindicación de la identidad coincide con una reivindicación feminista
La historia de Java (1935). Maravillosa novela breve llena de lirismo que cuenta la historia desde el punto de vista de la indómita gata Java; mereció los elogios más encendidos por parte de los críticos
Preludio a la muerte (1941). En forma de diario cuenta la anulación de la identidad de la protagonista
Crepúsculo de una ninfa (1942). Novela rural de fuertes influencias simbolistas
El hombre que acabó en las islas (1944). En ella combina multitud de escenarios, desde el norte de Europa hasta las islas del Caribe
Más (1945), novela en la que plantea un conflicto entre el arte vocacional y el práctico
Las hogueras de otoño (1945), novela intranscendente, en la línea de la alta comedia benaventina; de hecho, es una obra de teatro reconvertida en novela
Alba Grey ( 1947), en la que traza un interesante retrato de su protagonista y en la que se fusionan la nobleza europea y el mundo de las finanzas norteamericano
El vendedor de vidas (1953), novela que podríamos calificar como iniciática y en la que, a pesar de su neorrealismo, conjuga elementos fantásticos
Flora (l953), Día Negro (1953) y Eran cuatro (1954), novelas breves las tres.
Luna de las máscaras (1958), en la que vuelve a retomar el mundo del artista.

Además, tiene dos colecciones de relatos: Una china en la casa y otras historias (1941) y Este mundo (1945), que sin duda se encuentran entre lo mejor de su producción y que por la universalidad de sus temas están de plena vigencia para el lector actual. También escribió dos libros de cuentos infantiles: Los cuentos del viejo reloj ( 1941) y Las noches del gato verde (1963).

Durante los años cuarenta y cincuenta sigue publicando cuentos en periódicos como Destino, Solidaridad Nacional y en la revista Insula, en la que también se ocupó durante varios años de la sección Letras inglesas. A partir de los años sesenta abandona su publicación de ficción, salvo algunos cuentos aparecidos en la revista Barcarola ya en los años ochenta, y colabora como articulista en La Vanguardia e Indice Literario de Caracas, entre otras publicaciones. También realiza una extensa labor como conferenciante en España e Hispanoamérica. Fue vocal del Instituto de Estudios Norteamericanos y del Ateneo Barcelonés; Vicepresidenta de la Academia del Faro de San Cristóbal, fundada como homenaje a la figura de Eugenio D'Ors, y frecuentó la Tertulia barcelonesa del Trascacho, en la que daría sus primeros pasos Ana María Matute, entre otros autores. Ha dejado una novela inédita titulada Retablo de Salomé Amat, acabada en sus años de silencio literario, y una colección de relatos también semi-inédita, ya que algunos de los relatos recopilados habían aparecido en prensa a partir de los años cincuenta, titulada Al otro lado de la calle.

Elisabeth Mulder cultivó también el teatro: además del que permanece inédito, vio estrenadas sus obras Romanza de medianoche (1936), escrita en colaboración con María Luz Morales, y la adaptación que de su propia novela Crepúsculo de una ninfa realizó con el título Casa Fontana (1948). Una adaptación de su novela Preludio a la muerte fue llevada al cine con el título de Verónica, dirigida por Enrique Gómez en 1950.

También ejerció una importante labor como traductora de poesía y narrativa (Baudelaire, Shelley, Keats, Pushkin, Morgan, Duhamel, Pearl S. Buck...), y de obras de pintura francesas.
Por su edad, Elisabeth Mulder pertenecería a la Generación del 27. Eugenio de Nora en su Novela española contemporánea la sitúa "entre el intelectualismo de Rosa Chacel y la sensibilidad intuitiva y casi ingenua de Carmen de Icaza" y la coloca entre los llamados narradores independientes o de transición o realistas difusos, que suponen un equilibrio entre la novela pura y deshumanizada propuesta por Ortega y Gasset y los narradores neorrealistas de la postguerra. La propia autora reduce su influencia de la novela deshumanizada exclusivamente a La historia de Java y se reconoce deudora de la novela barojiana; pero, sin duda, de un Baroja estilizado y de última época.

Realmente, la autora se mantiene en un equilibrio entre el modernismo y la vanguardia: con una lograda mezcla de lirismo, juego simbolista y sensualidad del lenguaje que delata su admiración por Gabriel Miró por una parte, y un distanciamiento irónico, una destopificación y alabanza de la vida y los personajes modernos en la línea de Scott Fitzgerald y otros grandes novelistas de entreguerras, por otro. Cultiva una novela psicológica de diálogos elegantes y cuidados, una novela que tiene mucho de alta comedia, estetizante y llena de referencias literarias y artística, aunque no toda su novelística transcurra en escenarios lujosos y cosmopolitas, pues a partir de los años cincuenta va virando hacia un neorrealismo, que sigue, eso sí, impregnado de un cierto tono lírico. En su época fue comparada más con novelistas extranjeros como Sommerset Maughan y Rosamund Lehman, que con españoles, e incluso algún crítico despistado creyó que la autora era extranjera o que utilizaba un pseudónimo. Siempre se le alabó su buen gusto, la prosa cuidada, su elegancia y el alejamiento de la prosa tremendista de postguerra.

Son características temáticas en su narrativa el idealismo de los personajes, su búsqueda infatigable de la libertad y una concepción del amor muy moderna, basada en la igualdad y en el entendimiento que, sin embargo, muchas veces fracasa; precisamente el que los personajes vivan sus fracasos amorosos como consecuencia de sus fracasos existenciales y no al revés, la aleja de la novela rosa. También es clave en su narrativa la importancia del tema de la identidad, ya sea a través de la necesidad de afirmación o de la destrucción de la misma.

En la valoración de esta autora parece influir la eterna y casi siempre mal entendida polémica entre la estética y la ética: durante una época fue olvidada debido a su alejamiento de la problemática social. Ella misma declaró al respecto: "Quiero establecer una novela que presente un mundo tal y como él sea, lo mejor que yo se, para que sea reconocible por su autenticidad, que es el cruce donde lo estético y lo social se encuentran" (El autor enjuicia su obra, p. 198) y en más de una ocasión se refirió a la novela como filtro de realidades.

Bibliografía

  • BERGES, Consuelo- Prólogo a la edición de La historia de Java, Albacete, Ayuntamiento de Albacete, 1987, pp. 7 18.

  • ENTRAMBASAGUAS, Joaquín de- Prólogo a la edición de Alba Crey, en Las mejores novelas contemporáneas, Tomo Xl (1945-1949), Barcelona, Planeta, 1969.

  • GALERSTEIN, Carolyn L.- Woman Writers of Spain. An Annotated Biobibliographical Guide, Nueva York, Greenwood Press, 1986, pp. 226 228.

  • MAÑAS, Mª del Mar- Edición, prólogo y notas de Alba Grey. Madrid, Castalia-Instituto de la mujer. Biblioteca de escritoras, 1992.

  • MULDER, E.- El autor enjuicia su obra, VV.AA., Madrid, Editora Nacional, 1966, pp. 191 198.

  • NORA, Eugenio de- La novela contemporánea, vol. II (1927-1936), Madrid, Gredos, 1968, pp. 402- 407.

MARÍA DEL MAR MAÑAS MARTÍNEZ.

Autor

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