Muhammad VII al-Muncif, Bey de Túnez (1942-1943).
Décimo octavo bey husayní de Túnez (1942-1943), hijo del antiguo bey Muhammad V al-Nasir (1906-1922).
Nada más hacerse cargo del beylakato, el 20 de junio del año 1942, el nuevo bey no tuvo reparos en hacer públicas sus simpatías por el movimiento nacionalista que luchaba por la supresión del protectorado francés en Túnez. Para ello, el 4 de agosto de ese mismo año envió al Gobierno de Vichy, colaboracionista con los nazis, presidido por el mariscal Petain, un memorándum en el que reclamaba la plena soberanía para su país en unos términos que no admitían duda alguna sobre sus intenciones. Semejante gesto, como era de esperar, desencadenó la pronta reacción de Vichy.
El mariscal Petain extremó su dureza, lo que hizo que las relaciones franco-tunecinas pasaran por momentos de máxima tirantez, con tumultos continuos que las tropas francesas aplastaban sin miramiento alguno. La situación entre la metrópoli y la colonia se suavizó bastante a raíz de la invasión del territorio oriental tunecino por parte de las tropas del eje, como represalia por la penetración por el lado occidental de las fuerzas aliadas. Con el país prácticamente ocupado por los dos contendiente de la guerra, el bey Muhammad VII nombró un Consejo Real con la misión de examinar previamente el Proyecto de Ley presentado por el residente general francés antes de autorizarlos con el sello beylikal.
A comienzos del año 1943, Muhammad VII siguió aprovechando la debilidad del gobierno colonial para formar un nuevo Gobierno a su medida, constituido sobre la base de elementos pertenecientes al Viejo Destur y de algunos miembros moderados del Neo Destur. Al mismo tiempo, las autoridades del eje habían liberado al líder nacionalista Habib Bourguiba y a sus compañeros, prisioneros en territorio francés, con el fin de trasladarlos a Italia, donde Mussolini trató infructuosamente de atraerlos a la causa fascista. Ante las condiciones impuestas por Bourguiba, que pasaban por la consecución total de la independencia tunecina, Mussolini no tuvo más remedio que abandonar las conversaciones y permitirle el regreso a Túnez, donde éste retomó nuevamente en sus manos las riendas del partido y de la lucha independentista. La derrota de las fuerzas germano-italianas a finales del mismo año permitió al general Giraud restablecer plenamente el protectorado francés sobre Túnez.
Su primer acto fue la destitución del bey Muhammad VII, acusado, no sin cierta razón debido a su pasividad ante el avance de las fuerzas del eje en territorio tunecino, de inteligencia con el enemigo, medida, que por cierto, fue muy discutida en cuanto a su oportunidad política. Las autoridades coloniales francesas eligieron como nuevo bey a Muhammad VIII al-Amin (1943-1957), hijo del viejo bey Muhammad VI al-Habib (1922-1929), quien a la sazón sería el último bey de Túnez y de la dinastía husayní, al frente del beylakato desde el año 1705.
CHG
