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PolíticaHistoriaBiografía

Muhammad al-Muzaffar, Rey de la taifa de Badajoz (ca. 1005-1068).

Rey de la taifa de Badajoz nacido hacia 1005 y muerto el 30 de octubre de 1068. Hombre muy culto y refinado, su reinado se caracterizó por las constantes guerras contra sus correligionarios y por la mengua del territorio de Badajoz en beneficio del reino de Castilla y León.

Perteneciente a la familia de los aftásidas, de la tribu beréber de los Miknasa, fue hijo de Abdallah ibn Maslam al-Mansur, que en 1022 había instaurado la dinastía aftásida en el reino de Badajoz. Durante el reinado de su padre participó activamente en las acciones militares entre los reinos de Badajoz y Sevilla, acaudillando en 1030 el ejército que Abdallah al-Mansur mandó para la defensa de Beja, ciudad que tomó aquel mismo año. Sin embargo resultó derrotado en el asalto subsiguiente de la ciudad por Abul Qasim de Sevilla y Muhammad I de Carmona y fue capturado y recluido en Carmona. Tras su liberación en 1030 regresó a Badajoz desoyendo el consejo de Muhammad I de que pasase por Sevilla para presentar pleitesía a Abul Qasim.

Muhammad heredó el reino de Badajoz, que incluía las comarcas portuguesas de Evora y Lisboa y las tierras entre el Duero y el Mondego, a la muerte de su padre en 1045, e inmediatamente tomó los títulos honoríficos de al-Muzaffar ('el victorioso') y Saif al-Dawla ('espada del Estado'). Comenzó su reinado en guerra contra Abu Amr Abbad de Sevilla, que acababa de anexionar a su taifa el reino de Mértola y tenía volcados sus esfuerzos en conquistar el reino de Niebla. Hacia 1050 al-Muzaffar recibió de Ibn Yahya, el señor de Niebla, una petición de ayuda contra el reino abbadí y el soberano badajocense agrupó sus tropas y marchó a la defensa de Niebla, recrudeciendo de esta forma la contienda con el reino sevillano; Abu Amr Abbad atacó las tierras aftásidas en un momento en que el ejército de Badajoz se encontraba en la defensa de Niebla. Posteriormente se produjo un enfrentamiento directo entre los ejércitos coligados y al abbadí en las propias murallas de Niebla; aunque en un principio la batalla se vio marcada por la superioridad sevillana, al-Muzaffar logró reagrupar sus tropas y vencer con ellas a los abbadíes. Tras la victoria, las tropas aliadas penetraron en el reino de Sevilla y asolaron y destruyeron cuanto encontraron a su paso.

Pero Ibn Yahya, que necesitaba urgentemente firmar la paz con el sevillano, se alió con su antiguo enemigo; este hecho desató la cólera de al-Muzaffar, que invadió Niebla por el oeste y se incautó del dinero que Ibn Yahya le había encomendado. Pero Abu Amr Abbad mandó sus escuadrones de caballería a la defensa de la plaza y aunque en un primer momento fueron rechazados por las tropas de Badajoz, a comienzos de 1051 vencieron a los aftásidas causando enormes bajas entre sus filas. Inmediatamente emprendieron una terrible razzia sobre la tierra de Badajoz y al-Muzaffar solicitó la ayuda de Ishaq I de Carmona, enemigo acérrimo de los abbadíes, para evitar la conquista de Evora. El de Carmona envió un ejército de caballeros al mando de su hijo al-Izz y juntos partieron a la defensa de la ciudad. El ejército aliado, compuesto por 3000 jinetes fue destrozado por los escuadrones sevillanos en los alrededores de Evora. Tras esto, al-Muzaffar, sin ejército, quedó encerrado dentro de los muros de Badajoz mientras las tropas de Abu Amr Abad arrasaban los alrededores de la ciudad y destruían diversas fortalezas. Aunque el rey de Badajoz pidió socorro a otros reyes taifas, nadie la ayudó. La paz se firmó en verano de 1051, por mediación de Muhammad al-Rasid de Córdoba, reyezuelo que durante toda la guerra había exhortado a ambos contendientes para que abandonasen la lucha.

Pocos años después Fernando I de Castilla y León aprovechó la debilidad del reino aftásida tras su derrota frente a Sevilla y atacó Lamego (1057) y Viseo (1058), ocupando las fortalezas de la linea del Duero. Al-Muzaffar no pudo oponer resistencia a los ataques cristianos por causa de la enorme distancia de aquellas tierras a las bases de aprovisionamiento y a la resistencia mozárabe en numerosos enclaves entre el Duero y el Mondego. Fernando I envió entonces sus tropas contra Santarem y esto hizo reaccionar a al-Muzaffar, ya que Santarem era la llave de sus territorios; volvió a reunir un ejército y marchó hacia el Tajo. Cuando llegó a la ciudad ésta estaba a punto de rendirse. En el mismo río Tajo, al-Muzaffar en una barca y el capitán cristiano a caballo, al-Muzaffar consiguió un armisticio a cambio de una paria anual de 5000 dinares. De esta manera Fernando I consiguió el tributo de los reyes andalusíes por las tierras del Tajo.

Pero a principios de 1064 el monarca castellano inició la conquista de Coimbra. El asedio duró seis meses y al-Muzaffar perdió la plaza por la traición del caid de la ciudad, Randuh, vasallo del rey de Badajoz; al-Muzaffar lo hizo decapitar inmediatamente. La entrada de Fernando I en Coimbra tuvo lugar el 11 de junio de 1064; más de 5000 musulmanes de la ciudad fueron reducidos al cautiverio. Antes de morir en 1065, el monarca castellano aún arrebató el castillo de Montemor al reino de Badajoz.

Desde 1065 al-Muzaffar pagó elevadas parias a García de Galicia, hijo de Fernando I a quien éste había legado las tierras portuguesas y por tanto los tributos del reino de Badajoz. Se sabe que al final de sus días el monarca aftásida tuvo que soportar los ataques de Alfonso VI, que sólo apartó sus ejércitos de la frontera de Badajoz gracias a a mediación de Yahya ibn Ismailde Toledo.

Al-Muzaffar murió un año antes que su enemigo Abu Amr Abbad, habiendo perdido la cabeza septentrional de su reino, que quedó reducido a la linea del Mondego. Dejó dos hijos: Yahya y Omar, heredando el reino el primero.

Muhammad al-Muzaffar fue un hombre muy culto y refinado, con una fuerte sensibilidad poética que le hacía preferir la poesía antigua de Mutanabbi y al-Mari. Junto a su secretario Said ibn Jayra compuso una enciclopedia en 50 volúmenes (algunos autores afirman que fueron 100) a la que se denominó Kitab al-Muzaffari y en la que se trataban todas las ciencias de la literatura, especialmente la gramática, la lengua, la poesía ,las fuentes de la Historia y un nutrido repertorio de noticias curiosas; también se le atribuye una Historia de los Banu-l-Aftas, que hoy en día se ha perdido y sólo se conoce por breves referencias.

Bibliografía

  • DOZY, R. Histoire des Musulmanes d'Espagne juste la conquete de l'Andalusie pas les Almoravides. París, 1932.

  • JOVER ZAMORA, J.M. (dir). "Los reinos de Taifas. Al-Andalus en el siglo XI", en Historia de España Menéndez Pidal, vol. VIII-I. Madrid, Espasa Calpe, 1994.

  • TERRÓN ALBARRÁN, M. Historia política de la Extremadura en el periodo islámico (713-1248). Badajoz, 1986.

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero