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HistoriaPolíticaBiografía

Monroe, James (1758-1831).

James Monroe.

Abogado y político estadounidense, nacido el 28 de abril de 1758 en el condado de Westmoreland (Virginia) y muerto el 4 de julio de 1831 en Nueva York, que fue secretario de Estado (1811-1817) bajo la segunda presidencia de James Madison (1809-1817) y quinto presidente de los Estados Unidos de América (1817-1825).

Su presidencia fue conocida con el apelativo de Era of Good Feeling ('Era de los Buenos Sentimientos'); asimismo, durante su mandato presidencial, se compró La Florida a la Corona española, reconoció la independencia de las nuevas repúblicas hispanoamericanas y se inició el proceso irreversible de la división entre los estados del Norte y los de Sur por la cuestión esclavista. Su mayor contribución fue la proclamación de los principios estadounidenses en política exterior, la Doctrina Monroe, de la que Estados Unidos nunca se apartó.

Vida

Descendiente de escoceses y galeses llegados a América a mediados del siglo XVII, James Monroe era miembro de una modesta familia de plantadores de Virginia. A los 16 años ingresó en el William And Mary College de Williamsburg para cursar la carrera de Derecho, pero tan sólo permaneció dos años en la citada institución, ya que cuando estalló la guerra contra Gran Bretaña (véase Guerra Anglo-estadounidense), Monroe se alistó como voluntario en el Ejército Continental de George Washington, en calidad de cadete. Combatió en varias batallas decisivas, tanto en Nueva York como en Pennsylvania, a las órdenes del general William Alexander, y lo hizo con tal brillantez y arrojo que, al final de la contienda, alcanzó el grado de coronel.

Inicios políticos

Terminada la guerra, James Monroe retomó sus estudios de Derecho bajo la tutela del profesor Thomas Jefferson (por aquel entonces gobernador de Virginia), quien además se encargó de introducir y guiar a Monroe en la vida política del estado. En 1872, el joven Monroe fue elegido miembro de la Asamblea Legislativa de Virginia para, al año siguiente, ocupar un escaño en el Congreso Continental de Filadelfia, cargo en el que permaneció hasta 1786, cuando pasó a formar parte de la comisión encargada de examinar el proyecto de Constitución. Monroe se opuso a la ratificación de la Carta Magna por considerar que otorgaba demasiado poder al Senado y al Gobierno Federal en detrimento de la autonomía de gobierno de los recién creados estados. También se significó por defender los derechos de navegación en el río Mississippi, tráfico del que gozaba en exclusiva la Corona de España.

Carrera política y diplomática

Tras adherirse al documento constitucional, Monroe consiguió en 1790 un escaño para el Senado. En el citado escrito se mostraba partidario de la ideología republicano-demócrata defendida por Thomas Jefferson y James Madison, junto a los que fundó el Partido Republicano-demócrata, como fuerza de oposición al partido político en el poder, el Partido Federalista, y en especial contra la política fiscal del secretario del Tesoro (ministro de Hacienda), Alexander Hamilton.

Debido al gran prestigio que había adquirido como senador, a sus nada ocultas simpatías por la Revolución Francesa y a los deseos del presidente George Washington por contentar a los republicanos, Monroe fue nombrado ministro plenipotenciario (embajador) en Francia, cargo que ocupó entre los años 1794 a 1796. Su nombramiento fue bien visto y acogido por la Convención revolucionaria francesa, al mismo tiempo que contrarió profundamente al Partido Federalista manejado por Alexander Hamilton, quien se encargó de acelerar la firma del Jay Treaty (1794), por el que Estados Unidos y Gran Bretaña llegaron a un acuerdo comercial bastante ventajoso para los británicos durante todo el tiempo que durase la guerra entre Francia y Gran Bretaña. La firma del tratado conculcaba de plano un tratado similar firmado mucho antes, en el año 1778, entre Francia y Estados Unidos. Al persistir en su apoyo a las protestas francesas, Monroe fue finalmente destituido del cargo y regresó a Estados Unidos, dando comienzo a un período político muy activo, junto con Jefferson y Madison, en el que no dejó de criticar y obstruir todo lo que pudo la política exterior de Washington y del segundo presidente del país, el también federalista John Adams (1797-1801).

Colaboración con Jefferson y Madison

En 1799 Monroe fue elegido gobernador de Virginia, actuando con decisión en un conato de rebelión por parte de los numerosos esclavos del estado. En el año 1803, Thomas Jefferson (1801-1809), por aquel entonces ya presidente, mandó a Monroe a París, en calidad de asesor del embajador Robert R. Livingston, con la misión de cerrar las negociaciones de compra de los territorios de la Louisiana y de la desembocadura del río Mississippi, operación que concluyó con éxito el 30 de abril del mismo año, previo pago de quince millones de dólares, con lo que de un solo golpe dobló el territorio de los Estados Unidos.

Entre los años 1803 a 1807, Monroe estuvo destinado en la embajada de Londres, en un momento bastante delicado debido al bloqueo continental que perjudicaba seriamente al comercio marítimo estadounidense con Europa. Gracias a sus buenas dotes diplomáticas, Monroe consiguió que las autoridades británicas firmaran el 31 de diciembre de 1806 un tratado comercial por el que Gran bretaña se comprometió a adoptar una actitud más flexible respecto a las restricciones que sobre los productos estadounidenses estaba sometiendo.

Después de un nuevo mandato como gobernador de Virginia, entre los meses de enero y noviembre de 1811, Monroe fue designado secretario de Estado por el nuevo presidente James Madison, cargo en el que estuvo hasta el año 1817, excepción hecha del breve período (septiembre de 1814 a marzo de 1815), en el que se hizo cargo de la secretaría de Guerra en el momento más crítico de la Guerra Anglo-estadounidense, cuando los británicos habían tomado la ciudad de Washington. Monroe logró levantar el ánimo de las tropas y contrarrestar la presión de los ejércitos británicos, contando con la inestimable ayuda del general Andrew Jackson (futuro presidente), que ganó la decisiva batalla de Nueva Orleans, el 8 de junio de 1815.

La extraordinaria sagacidad política y administrativa que demostró bajo la presidencia de James Madison y su actitud decidida durante la guerra contra los británicos hizo que su partido le nombrase por unanimidad candidato presidencial para enfrentarse, en las elecciones de 1816, a su oponente federalista, Rufus King, al que derrotó por una amplia mayoría de votos.

Presidencia de James Monroe

Mediante una política conciliadora, Monroe puso en marcha la denominada Era de los Buenos Sentimientos, por la que aseguró la unidad política interna del país e hizo desaparecer las nocivas fuerzas centrífugas alimentadas por republicanos y federalistas. Con Monroe, la joven nación superó la fase crítica de la independencia para tomar conciencia de sí misma y permanecer al margen de la política europea. Monroe supo como nadie encauzar en beneficio del país las diferentes opiniones políticas, a las cuales dio un carácter positivo y nacionalista, con un éxito rotundo, hasta el punto de que en las elecciones del año 1820 el Colegio Electoral se vio obligado a presentarle un oponente, el futuro presidente John Quincy Adams, para evitar que Monroe igualase el récord de George Washington, elegido y reelegido por unanimidad.

Para llevar a cabo su política de unión, Monroe se rodeó de los tres hombres más destacados del momento: John Quincy Adams, como secretario de Estado; William Crawford, al frente de la secretaría del Tesoro; y John Calhoun en calidad de secretario de Guerra.

Política interior

Monroe fortaleció la Unión federal a partir de un perfecto entendimiento entre el presidente y el Congreso de un lado, y el Gobierno federal y los estados de otro. En lo económico, tras una breve recesión monetaria en 1819, Monroe favoreció la expansión hacia el Oeste con la inclusión de cinco nuevos territorios en la Unión (Mississippi, Illinois, Alabama, Maine y Missouri), migración que se vio favorecida con la construcción de numerosas carreteras y canales que abrieron mercados nuevos y prometedores en dichos territorios del Oeste. Para proteger dichos mercados, Monroe adoptó una política proteccionista de la que también se benefició la incipiente industria de los estados del Norte.

No obstante, la Era de los Buenos Sentimientos llegó a su fin por el tema de la esclavitud, institución imprescindible para el cultivo algodonero de los estados del Sur, mientras que los estados del Norte condenaban sin paliativos su práctica. El problema se originó cuando, en 1819, Missouri, uno de los cinco nuevos territorios anexionados y con un alto porcentaje de esclavos, solicitó formalmente su condición de nuevo estado de la Unión, y despertó de nuevo el frágil equilibrio que había en las dos Cámaras y las profundas diferencias que separaban a los nordistas de los sudistas. La Cámara de Representantes votó a favor de su admisión siempre y cuando adoptase una política antiesclavista, pero el Senado, de mayoría sudista, vetó la enmienda. Tras un largo período de discusiones que afectaron a todos los sectores del país, desde el político al social, Monroe logró llegar a un acuerdo provisional con la firma del Compromiso de Missouri el año 1820, por el que se admitía al nuevo estado como esclavista, mientras que Maine sería declarado estado abolicionista. Además, la esclavitud quedaba prohibida en todos los territorios situados al norte de la línea marcada por el paralelo 36º 30', excepción hecha del propio estado de Missouri. Lo cierto es que, el Compromiso de Missouri lo único que hizo fue retrasar una cuestión candente que acabaría por estallar cuarenta años más tarde con la Guerra de Secesión (1861-1865).

Política exterior

Aunque Monroe protegía celosamente los derechos estatales en los asuntos internos, en cuestiones exteriores se mostró como un ardiente nacionalista, pero menos agresivo que su secretario de Estado, John Quincy Adams, quien fue el responsable directo de la tendencia aislacionista de Estados Unidos, bastante imbricada con el resurgir creciente del nacionalismo de la época. El objetivo primordial consistió en alejar del país y del continente cualquier amenaza o peligro externo.

Así pues, con el propósito de salvaguardar las fronteras, se firmó con Gran Bretaña el Tratado Rush-Bagot en 1817, que fijó los límites con Canadá en el paralelo 49º, la ocupación conjunta por diez años de los territorios de Oregón (ampliados luego hasta el año 1846) y reglamentó la navegación comercial de ambos países en los Grandes Lagos. A éste siguió otro tratado con Rusia, en 1824, por el que este último país renunciaba a rebasar en el Pacífico los 54º 40' de latitud hacia el sur y que permitía a Estados Unidos controlar toda la actual costa del Pacífico. Monroe se aprovechó de las incursiones militares del general Andrew Jackson en La Florida contra los indios semínolas, en 1818, para presionar a la Corona de España, que acabó cediendo con la venta de sus posesiones por la ridícula cantidad de 5 millones de dólares, en virtud del Tratado Adams-Onís en 1819.

Pero donde Monroe manifestó mayor espíritu nacionalista y el nuevo rumbo imprimido a la política exterior estadounidense fue en el sur del continente americano. Cuando las antiguas colonias españolas concluyeron sus respectivos procesos de independencia, Monroe se apresuró a reconocer a las nuevas repúblicas, a pesar de que se había constituido una coalición de Estados europeos (la Santa Alianza), que amenazaba con intervenir para restablecer la autoridad española. En el año 1822, el secretario de Asuntos Externos, George Caming, propuso al presidente una declaración conjunta anglo-estadounidense por la que se oponía a la posible intervención europea en el continente. Pero, finalmente, asesorado por John Quincy Adams, Monroe resolvió dar a conocer una declaración política por separado, la Doctrina Monroe, mucho más contundente, que hizo pública el 2 de diciembre de 1823. En ésta se expresaba el aislacionismo estadounidense respecto a Europa, no así en lo concerniente al continente americano, y se consideraba cualquier tipo de intromisión o intento de establecer un gobierno por parte de las potencias europeas como un acto contrario a los intereses de los Estados Unidos, pensamiento que resumió a la perfección con la lapidaria frase: "América para los americanos".

Retiro

Cumplida su segunda etapa presidencia, Monroe fijó su residencia en Oak Hill (Virginia), donde estuvo cinco años al frente de la Universidad de Virginia fundada por su amigo y mentor Thomas Jefferson. Aquejado por graves problemas económicos, la muerte le sorprendió en Nueva York mientras estaba visitando a su hija, el 4 de julio de 1831.

Autor

  • Carlos Herraiz Garcia