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PolíticaHistoriaBiografía

Moñino, José. Conde de Floridablanca (1728-1808).

Estadista español, nacido en Murcia el 21 de octubre de 1728 y muerto en Sevilla el 30 de diciembre de 1808. Realizó sus primeros estudios en su ciudad natal y, ya adolescente, pasó a la Universidad de Salamanca para iniciarse en la abogacía, profesión que ejerció durante algún tiempo junto a su padre. Encargado de algunos asuntos judiciales por Esquilache, supo llevar éstos a buen término, lo que le valió ser nombrado fiscal del Gobierno de Castilla por Carlos III. Además, medió Moñino en los graves conflictos contra la Iglesia que tuvieron lugar por aquél entonces en Cuenca, y estableció la Real Pragmática de 1767 derogando las funciones de los jesuitas, y su posterior expulsión, lo que fue motivo de su nombramiento como embajador español en Roma, a donde marchó con la intención de conseguir la supresión de la Compañía de Jesús; fue precisamente el éxito conseguido en esta misión, lo que le mereció el título de conde de Floridablanca.

El Conde de Floridablanca, pintado por Goya. Madrid.

En 1777 fue nombrado ministro y llevó a cabo una inteligente política con Portugal, intentando mejorar las relaciones entre España y sus vecinos, y fomentó el progreso de España en las colonias, pues mejoró la marina y limpió de piratas las vías marítimas. Supo dar nuevo lustre a la ciudad de Madrid, e hizo construir el Observatorio, el Gabinete de Historia Natural, el Banco de San Fernando y la Compañía de Filipinas. No descuidó tampoco la agricultura, ni la construcción de canales, caminos y otras edificaciones de interés público.

Sus gestiones en política exterior fueron francamente exitosas en territorio americano, aunque no se pueda decir lo mismo de las desastrosas campañas en Gibraltar y Argel emprendidas durante su administración, que fueron causa de que la censura se cebara con este entendido ministro. Por otra parte, la creación de una Junta de Estado en 1787, hizo que la animadversión contra él llegara a su clímax, ya que la junta obligaba a todos los ministros a reunirse una vez por semana, lo que suponía centralizar el poder en las manos de Floridablanca. De esta forma, un grupo de descontentos, encabezados por el conde de Aranda, se levantó contra el despotismo de Floridablanca quien, al ver el negro cariz que tomaba la situación, decidió abandonar su cargo, lo que no consiguió, ya que en el testamento real se estipulaba claramente que el hijo y sucesor del Rey debía mantener la confianza en Floridablanca.

En 1789, Moñino sufrió múltiples vejaciones; en diversos panfletos que corrían por Madrid se le acusaba de robo y de deslealtad a la Corona, así que, hastiado del peso de su ministerio, insistió de nuevo en abandonar la política, lo que Carlos IV no quiso consentir, si bien creó varias secretarías para aliviar un tanto los trabajos del ministro; éstas fueron las de Gracia y Justicia, y las de la Real Casa y el Patrimonio. Un año después Floridablanca fue objeto de un atentado que hizo peligrar su vida, del que consiguió salir con bien. Sin embargo, no acabaron ahí sus penalidades, a la muerte del rey, cayó en desgracia, y fue encarcelado en la ciudadela de Pamplona, donde estuvo absolutamente incomunicado. Aranda, que le había sustituido en el cargo, ordenó instruir el proceso contra el anterior ministro, pero cuando el primero dejó el poder, en 1808, Floridablanca, que había salido libre de cargos de aquel proceso, volvió a aparecer por breve tiempo en la escena pública.

El cansancio de su azarosa vida política le indujo a recluirse en el convento de franciscanos de su ciudad natal, donde estuvo hasta la abdicación de Carlos IV, momento en que fue nombrado presidente de la Junta de Murcia, y luego de la de Madrid, para ponerse al frente de la lucha contra la invasión francesa. Murió en Sevilla, cuando se retiraba a esta ciudad junto a la Junta, acosado por las tropas napoleónicas.

Durante su vida, Floridablanca fue objeto de múltiples distinciones, como el Toisón de Oro -que le impuso el propio rey-, y dejó varias obras, escritas con la claridad y la limpidez de estilo que le caracterizaban, tales como Alegación del fiscal don José Moñino contra el informe elevado a su Majestad por el reverendo obispo de Cuenca en 23 de Mayo, Respuesta fiscal sobre la representación hecha por Fray Felipe Torres a varias proposiciones del Padre Hermano Bussembaum. Carta del rey de España a Clemente XIII sobre el extrañamiento de los Jesuitas, y Memorial presentado al rey Carlos III, y repetido a Carlos IV por el conde de Floridablanca, renunciando al Ministerio.

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  • lu