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LiteraturaBiografía

Mistral, Gabriela (1889-1957).

Escritora chilena, nacida en la ciudad de Vicuña (en el Valle del Elqui) el 7 de abril de 1889 y muerta en Nueva York el 10 de Enero de 1957. Su verdadero nombre era Lucila Godoy Alcayaga, si bien es conocida universalmente por el pseudónimo literario de Gabriela Mistral. Fue galardonada en 1945 con el primer Premio Nobel que se otorgó a un escritor hispanoamericano.

Nació en el seno de una humilde familia en la ciudad de Vicuña, en el Valle del Elqui. Sus padres eran don Juan Jerónimo Godoy, profesor, y doña Petronila Alcayaga, modista. Su hermana mayor, Emelina, fue quien sostuvo el hogar familiar desde 1892 al ser designada Directora de la Escuela de Montegrande, ya que ese mismo año su padre había abandonado el hogar. Lucila ingresó a la Escuela Superior de Niñas de Vicuña en 1900.

Gabriela Mistral.

En 1904 empezó a colaborar con la publicación El Coquimbo. En 1905 fue nombrada Ayudanta de la Escuela de La Compañía, en virtud de su gran vocación por el magisterio. Sus textos comenzaron a aparecer en otras publicaciones, como Penumbras de La Serena y La Voz de Elqui de Vicuña.

En 1906 conoció a Romelio Ureta Carvajal, empleado de ferrocarriles, de quien se enamoró, aunque la relación acabó trágicamente con el suicidio de Romelio Ureta en 1909; este triste suceso provocó que su poesía adoptara un tono especial y una temática a menudo llena de tristeza. Con posterioridad fue nombrada Inspectora del Liceo de Niñas de La Serena. En 1908 empleó por primera vez el seudónimo de “Gabriela Mistral” para firmar el poema Del Pasado, publicado en el diario El Coquimbo.

En 1909 ingresó en la Escuela de Los Cerritos como maestra y, al año siguiente, obtuvo el título de Profesora de Primaria en la Escuela Normal Nº 1 y como tal, pasó a ejercer en Barrancas. En 1911 fue nombrada Inspectora y Profesora en el Liceo de Antofagasta y profesora de Castellano en el Liceo de Los Andes, donde escribió parte de su primer libro, Desolación. Dos años más tarde comenzó a colaborar con la revista Elegancias, que dirigía Rubén Darío desde París. El año 1914 fue decisivo para su carrera artística ya que Gabriela alcanzó el reconocimiento nacional al obtener el Premio Nacional de Poesía con los Sonetos de la Muerte. En este período inició una nueva relación sentimental con el escritor Manuel Magallanes Moure.

De 1918 a 1921 ocupó el puesto de Profesora de Castellano en el Liceo de Punta Arenas, en el de Temuco y en Santiago. El año 1922 viajó a México para colaborar en los planes de reforma de la educación, invitada por José Vasconcelos, Ministro de Educación Pública. El Instituto de las Españas se encargó de publicar en Madrid su libro Desolación, poemario vinculado estrechamente a su biografía y a su relación con Romelio Ureta. Están presentes en este libro los temas -recurrentes en Mistral- del amor frustrado, el dolor de la pérdida y de la muerte, la infidelidad, la maternidad y el amor filial. Con este texto, Gabriela Mistral muestra un rechazo al Naturalismo y un anhelo de regresar a los valores espirituales: la eternidad, lo mitológico, lo trascendente, etc.

En 1923 se publicó en México Lecturas para mujeres; asimismo en ese año vio la luz en Barcelona la primera antología de su obra bajo el título Las Mejores Poesías, prologada por Manuel Montoliu. En Chile, el Consejo de Instrucción Pública, a petición del rector de la Universidad de Chile, le concedió por gracia el título de Profesora de Castellano. En 1924 viajó por Estados Unidos y Europa, invitada por el Gobierno de México.

En 1925, tras su retiro definitivo como educadora, Gabriela Mistral emprendió viaje a Europa, durante el trascurso del mismo, fue nombrada Secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Las Naciones, en Ginebra (Suiza). Un año después asistió como delegada de la Asociación de Profesores de Chile al Congreso de Educadores en Locarno (Suiza) y al de Protección de la Infancia en Ginebra. En 1928 asistió como delegada de Chile y Ecuador al Congreso de la Federación Internacional Universitaria en Madrid, asimismo trabajó en el Consejo Administrativo del Instituto Cinematográfico Educativo de la Liga de las Naciones, en Roma (Italia).

En 1930 dictó cursos en el Bernard College y el Vassar College de la Universidad de Columbia y en el Middlebury College, en Estados Unidos. Posteriormente emprendió un viaje que la llevaría a recorrer Centroamérica y Las Antillas y a dictar cursos y conferencias en las universidades de Puerto Rico, La Habana y Panamá. En el trascurso de dicho viaje, recibió el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Guatemala.

De vuelta en su país natal, el gobierno de Chile le ofreció el cargo de Directora de Educación Primaria, aunque Gabriela decidió no aceptar dicho cargo. En 1933 fue nombrada Cónsul en Madrid y en 1934 viajó a Puerto Rico para recibir los honores correspondientes a su nombramiento de hija adoptiva de dicho país. Continuó el desarrollo de las actividades diplomáticas, propias de su título de Cónsul, en Lisboa, Guatemala, Francia, Brasil, Santa Bárbara y Los Ángeles (Estados Unidos), Veracruz, (México), y Nápoles (Italia).

En 1938 publicó en Buenos Aires Tala. El 10 de Diciembre de 1945 recibió el Premio Nobel de Literatura, y dos años más tarde obtuvo el Doctorado Honoris Causa por el Mills College de Oakland, California. En 1950 fue galardonada con el Premio Serra de las Américas de la Academy of American Franciscan History de Washington. En 1951, seis años después de recibir el Premio Literario más importante del mundo, se le otorgó el Premio Nacional de Literatura. En 1953 fue nombrada Cónsul en Nueva York y Delegada a la Asamblea General de Naciones Unidas. Asiste a la celebración del natalicio de José Martí. Al año siguiente viaja a su patria invitada por el gobierno. Se publica “Lagar” (1954) en Santiago. Recibe el Doctorado Honoris causa por la Universidad de Chile, y por fin retorna a Nueva York, donde muere el 10 de Enero de 1957. Sus restos llegan a Chile el 19 de Enero. Son velados en al Universidad de Chile, sepultados en el Cementerio General y luego trasladados a Montegrande en cumplimiento de sus deseos testamentarios.

Esta mujer humilde, maestra rural, alcanzó los niveles más altos de la poesía hispanoamericana y mundial. Fue una intelectual destacada, una educadora preocupada de su pueblo, una extraordinaria poetisa que inundó con su palabra todo un país y que habría de ejercer poderosa influencia en la historia literaria chilena. Pocas mujeres han alcanzado la celebridad de que goza Gabriela Mistral.

Arraigada en la tradición más propia -el sentimiento bíblico, la poesía castellana, la ruralidad- esta maestra norteña escribió algunas de las prosas más desgarradoras y tiernas del idioma. Animada por la trascendencia y la tragedia, el éxtasis y el sentimiento, la locura de los celos, la maternidad frustrada, las agonías del amor místico, la experiencia constante de la muerte. Su poesía tiene un sello inconfundible, hay en ella dureza unida extrañamente a la suavidad. Produce canciones y rondas infantiles pero sin caer en la dulzura extrema, ni en el lugar común. Aún en estas poesías para niños hay cuestionamiento social, interrogantes trascendentales, dulzura mezclada con un amargo dolor. Baste recordar los versos que dicen:

Piececitos de niño
azulosos de frío
¿Cómo os ven y no os cubren?
¡Dios mío!

Piececitos heridos
por los guijarros todos,
ultrajados de nieves
y lodos...

Pero también encontramos poemas críticos de la realidad social. Era una mujer profundamente cristiana que, sin embargo, asumió una clara identificación con los pueblos latinoamericanos, con sus raíces, con su historia de despojo y lucha.

La obra de Mistral pasó por distintas etapas relacionadas con la temática y el estilo literario. En un primer momento, con la publicación de Desolación, existe un fuerte predomino del sentimiento sobre el pensamiento a la vez que una cercanía muy estrecha con lo religioso. En este libro aborda el tema del amor desde su propia experiencia trágica: la muerte de su amante. Sólo basta recordar aquella rotunda estrofa inicial de los Sonetos de la Muerte:

Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron
y que hemos de soñar sobre una misma almohada.

En otra de sus producciones, Ternura (1924), la poetisa realiza una fusión de cuerpo y alma a través de la maternidad. Existe una pérdida real en el adulto: la infancia, que es restituida, en parte, a través del lenguaje. Este libro, dedicado a su madre y hermana, está dividido en siete secciones: Canciones de Cuna, Rondas, La Desviadora, Jugarretas, Cuenta-Mundo, Casi Escolares y Cuento. Muchos de sus poemas -relacionados con niños- quedaron recogidos en sus poemarios Desolación y Lectura para Mujeres (Antología hecha por Gabriela Mistral a petición del Ministerio de Educación Publica de México).

En Buenos Aires en 1938 apareció Tala en la que está presente la cosmovisión dolorosa de Desolación. En 1954 apareció en Chile su siguiente colección de poemas, Lagar. Con anterioridad, habían aparecido dos antologías suyas, una en 1941 y otra en 1950, titulada Pequeña Antología. En esta obra estarían presentes todas las muertes, las tristezas, las pérdidas y el sentimiento de su propio fin. Este fue el último texto que publicó en vida. De aquí en adelante se publicarían muchos más textos recopilatorios de las poesías de la Mistral. Algunos de ellos son: Antología (1957), Recados: contando a Chile (1957), Los Motivos de San Francisco (1965), Poema de Chile (1967), Cartas de Amor de Gabriela Mistral (1978) y Gabriela Mistral en el Repertorio Americano (1978), entre otros muchos. Los estudios, artículos, antologías y libros sobre la vida y la obra de esta brillante mujer, cuyas poesías son hoy objeto de estudio en colegios y universidades, están presentes en la boca y la memoria de generaciones de niños y adultos que se han sentido conmovidos por su acertada, profunda y dulce palabra.

R. Salinas / A. Harambour

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  • R. Salinas / A. Harambour