A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
Ocio y entretenimientoBiografía

Miranda Conde, Roque, "Rigores" (1799-1843).

Matador de toros español, nacido en Madrid el 16 de agosto de 1799, y muerto en la capital de España el 14 de febrero de 1843. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de "Rigores".

Roque Miranda fue un matador de toros que alcanzó gran renombre en su tiempo, pues supo granjearse la admiración de muchos compatriotas al tiempo que conciliaba en otros un encono furibundo contra su persona. Y ello no fue debido, desde luego, a sus virtudes en el manejo de los engaños y el acero, sino más bien a las señaladas actividades políticas que protagonizó en su época. Partidario acérrimo de los liberales, se sintió inflamado de ardor patriótico tras el Pronunciamiento de Riego en Cabezas de San Juan, e ingresó en el primer escuadrón de caballería de la milicia ciudadana, donde llegó a ostentar el grado de sargento.
En 1822, tras la sublevación en Madrid de la Guardia Real, se sumó a la columna del general Álava para salir en pos de los traidores al régimen constitucional, a los que dio caza en Aranjuez, donde Roque Miranda Conde -que perdió un hermano en el sangriento combate del Arco de la Plaza Mayor- dejó grandes muestras de heroísmo en la lucha armada.

Por aquel entonces, su nombre ya podía verse anunciado en los carteles de los principales cosos de la nación. La vocación taurina le vino de la mano de su hermano Juan, que ejercía de banderillero en Madrid desde 1811. A su lado, Roque trabó contacto con las principales figuras del momento, lo que le permitió aparecer en los carteles de la plaza madrileña, como peón de una cuadrilla juvenil, el día 10 de diciembre de 1815. Dos años más tarde estoqueó un becerro en dicho coso, en el transcurso de una "función ecuestre y de equilibrios" convocada para festejar el buen suceso del parto de la reina doña Isabel de Braganza. Durante aquel año de 1817 (concretamente, el día 28 de agosto), volvió a pisar el ruedo madrileño en una función cómica en la que, "vestido de indio" -según reza el programa de aquel día-, saltó en tres ocasiones a un novillo embolado. El 30 de septiembre de aquella misma temporada picó, banderilleó y estoqueó a un toro enano, y dos meses después, el día 23 de noviembre, salió de nuevo al ruedo de la Villa y Corte, pero esta vez anunciado en una función seria.

A partir de la campaña de 1818, Roque Miranda Conde ("Rigores") formó cuadrilla propia y se anunció en las principales plazas del interior de la Península. Comenzó también por aquella fechas a sentir en su espíritu las inquietudes políticas que marcaron el signo de su tiempo, lo cual no le impidió -a pesar de las valientes acciones arriba relatadas- lograr el honroso título de sobresaliente fijo en Madrid en 1822. En 1823, cuando la llegada de los cien mil hijos de San Luis motivó que las Cortes condujeran a Sevilla a un Fernando VII suspendido en sus funciones, "Rigores" fue uno de los milicianos que custodió el trasladó del impresentable monarca. Al llegar a la capital hispalense, el impulsivo espada madrileño protagonizó un lance que da buena cuenta de la fama que por aquel entonces le acompañaba. En una corrida de aquel mes de julio, en la que estaban anunciados Lorenzo Baden, Juan León ("Leoncillo") y Manuel Lucas Blanco, Roque Miranda fue descubierto y aclamado por el público cuando contemplaba la función vestido de soldado. A petición de una enfervorizada afición que exigía verle torear, "Rigores" saltó al ruedo, muleteó con acierto al cuarto astado de la tarde y lo despenó de un certero volapié.

De Sevilla, ante la amenaza de las tropas francesas, Roque Miranda ("Rigores") y Juan León ("Leoncillo") -que era otro furibundo liberal- se trasladaron a Cádiz, en donde intervinieron en varios festejos. Pero la restauración del ominoso Fernando VII provocó que ambos diestros cayeran en desgracia, frente al ascenso inmediato de los que se habían mostrado partidarios del absolutismo -verbigracia, Antonio Ruiz ("El Sombrerero")-. Tras pasar los años de 1824 y 1825 en el pueblo madrileño de Pinto, retirado de la escena política, a partir de 1826 comenzó a firmar algunos contratos por varias plazas castellanas. Poco a poco, fue recuperando su fama y sintiéndose menos perseguido por la ojeriza de los absolutistas, hasta que en 1828 (según se cuenta, merced a una entrevista que su esposa mantuvo con el propio Fernando VII), recibió el perdón real y la autorización expresa del Borbón para que, el día 13 de octubre, lidiara en la plaza de la Villa y Corte. Puede decirse que desde aquel día -aunque otros cronistas apuntan la fecha del 20 de octubre de 1828- comenzó a contarse su antigüedad como matador que ha recibido la alternativa.

A pesar de que era muy querido por buena parte de la afición madrileña (era un hombre simpático, dicharachero, valiente, honrado, igualitario y, por encima de todo, generoso con todos los que le rodeaban), Roque Miranda no logró pasar a los anales de la tauromaquia por la calidad de su toreo, sólo destacado en el arrojo que exhibía en las plazas. De ahí que en 1829 y 1830 comenzara a experimentar un pronunciado declive en su carrera taurina, que le llevó casi al ostracismo al final de la década de los años Treinta. En efecto, consta en las crónicas antiguas que en la temporada de 1839 tan sólo firmó tres ajustes, lo que obligó a abandonar el ejercicio activo del toreo a comienzos del decenio siguiente.

Pero el día 6 de junio de 1842, de forma inopinada, volvió a verse anunciado en los carteles de la plaza madrileña, en donde un toro lo arrinconó contra las tablas y lo corneó allí sañudamente. Las dos cornadas gravísimas y las tremendas contusiones que le infligió el astado hicieron que se temiera por su vida durante tres semanas de incierta espera, hasta que el valiente torero madrileño experimentó una repentina mejoría y decidió seguir en activo. Al cabo de pocos meses, volvió a intervenir en un par de funciones en la plaza de la Villa y Corte, los días 9 y 24 de octubre de aquella temporada de 1842. Y comoquiera que la anterior recuperación -más deseada por "Rigores" que derivada de la natural evolución de sus heridas- había sido tan sólo ficticia, experimentó una grave recaída que motivó una intervención quirúrgica inmediata. Y aunque logró salir con vida de esta operación, lo cierto es que por aquel entonces la salud del coletudo liberal estaba ya muy mermada, lo que precipitó un fatal desenlace el día 14 de febrero de 1843, cuando Roque Miranda Conde aún no había cumplido los cuarenta y cuatro años de edad.

Autor

  • JR.