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HistoriaLiteraturaBiografía

Mexía, Hernán o Fernán (ca. 1424- ca. 1500).

Aristócrata, poeta y tratadista castellano, nacido en Jaén hacia 1424 y muerto en la misma ciudad hacia 1500. Miembro de uno de los más importantes linajes de la ciudad jienense, y desde su oficio de veinticuatro o regidor, participó activamente en la vida política de la ciudad durante la época de dominio del condestable Miguel Lucas de Iranzo. A su vez, fue un notable poeta y autor del Nobiliario vero, tal vez el más destacado tratado nobiliario de la Castilla bajomedieval.

Vida

En el propio Nobiliario vero, su obra más famosa, se halla una mención autobiográfica efectuada por el autor. En el libro II, Fernán Mexía se declara pariente de Rodrigo de Narváez, un famoso militar de la época, caballero de una intensa presencia en las crónicas castellanas del siglo XV. Después de participar en la conquista de Antequera por el infante Fernando de Aragón (1410), Rodrigo de Narváez fue nombrado alcaide de Antequera, como recordaba su sobrino-nieto, Hernán Mexía, lugar desde donde sería protagonista de leyendas medievales como la del Abencerraje.

Siguiendo este dato genealógico, se ha comprobado que Hernán fue hijo primogénito de Gonzalo Mexía de la Cerda e Isabel de Narváez. Su padre fue regidor o veinticuatro de la ciudad en época de Juan II, oficio que transmitió no sólo a Fernán, su primogénito, sino también a su otro hijo, Rodrigo de Narváez Mexía, hermano del poeta. Una de las muchas genealogías de la época, el Memorial de la casa solar de Messía, ofrece una fiable descripción del regidor jienense:

Fue caballero de mucha autoridad y valor, prudente sabio y muy leído y de muy linda disposición, hermoso y rubio de rostro, de gran fuerza de ánimo y destreza así en las cosas de la paz como de la guerra. Su persona fue muy estimada así de los Reyes como de los señores y muy grandes caballeros. Fue en tiempo del Rey D. Enrique IV y (sic) su capitán de trescientas lanzas con que sirvió en las guerras de su tiempo valerosamente. Fue Juez Provincial del Obispado de Jaén y del Consejo de las Hermandades, autor del libro intitulado Nobiliario vero, que es de toda buena erudición y autoridad y de otro llamado Insignarios, y de otras de consideración.
(Morales Borrero, op. cit., pp. 38-39).

Durante la época de madurez del poeta, la vida en Jaén estuvo presidida por dos constantes: la lucha contra los musulmanes, en primer lugar, y la presencia del condestable Miguel Lucas de Iranzo en la ciudad, en segundo lugar, lo que conllevó, además de una época de grandes ceremoniales cortesanos, todo una serie de enfrentamientos entre distintas facciones de la oligarquía contraria a la política favorable a Enrique IV del condestable Iranzo.

En principio, Hernán Mexía fue favorable al condestable. De esta forma, se debe destacar su presencia en los juegos cortesanos ocurridos en Jaén con ocasión del enlace entre Miguel Lucas y doña Catalina de Torres, dama de la alta nobleza jienense que, además, estaba emparentada con Mexía, ya que los abuelos de ambos eran hermanos. Las velaciones del desposorio se celebraron a finales de enero de 1461, pero, siguiendo la narración cronística de los Hechos del condestable Iranzo, los festejos y juegos derivados de la boda se alargaron hasta mediados de febrero del año sobredicho; Mexía, como notable caballero que era, organizó nada menos que el más espectacular de los juegos medievales: un paso de armas.

Fernand Mexía, seruidor y pariente suyo, con deseo de les seruir, y por dar onorable salida a las ya dichas fiestas, ordenó de poner un rencle en la plaça mayor del Arraual, e tener un paso el dicho domingo, e otro día siguiente. E fizo fazer vna puente que atrauesaua la dicha plaça, e desafió por su carta todos e qualesquier caualleros e gentiles onbres que por la dicha puente quisiesen pasar, que ficiesen con él çiertas carreras, con çiertas condiçiones, a determinaçión e juycio de çiertos jueces que lo avíen de judgar. El qual [i.e., Hernán Mexía] salió en vn muy gentil cauallo encubertado, y en somo vnos paramentos de fino paño azul, todos bordados de lágrimas de Moysén, en arnés de seguir. Y en el asiento, vna manera de cárçel en que venía la forma de su presona con vna espada metida por los pechos, y las manos atadas con vna cadena.
(Hechos del Condestable, ed. cit., pp. 58-59).

En lo que respecta a la vida cotidiana de Hernán Mexía, durante los años centrales del reinado de Enrique IV, y dado el parentesco que le unía con la esposa del condestable Iranzo, el caballero militó en diversas acciones fronterizas contra los musulmanes, siempre en unión con el condestable. En junio de 1466, hubo un encuentro entre las tropas de Juan de Valenzuela, prior de San Juan, y las tropas concejiles de Jaén y Andújar, entre las que figuraba el regidor Mexía. A raíz de esta intervención es factible adivinar un cambio de orientación de las ideas políticas del regidor, más favorables a Fadrique Manrique, señor de Arjona, uno de los nobles andaluces contrario a la política enriqueña del condestable Iranzo. En cualquier caso, y sin que se sepan del todo los motivos que llevaron a Hernán Mexía a tal determinación, lo cierto es que desde 1466 fue paulatinamente abandonando los objetivos del condestable Iranzo hasta que, en abril de 1468, participó en una conjura para asesinar a éste, junto al comendador Juan de Pareja. Enterado el condestable por una delación, el poeta fue hecho prisionero. La curiosa escena, acontecida en las calles de Jaén, fue recogida en su Sumario por Juan de Arquellada (ed. cit., pp. 185-186):

Yendo el señor condestable a caballo con otros caballeros [...] encontraron al comendador Pareja y a Fernán Mexía, y hiciéronse su acatamiento y fuéronse todos juntos departiendo facia su palacio, y el condestable hacíalo por metellos en su casa para prendellos porque le querían matar. Y cuando los tuvo en casa, volvióse hacia ellos y díxoles que descavalgasen, y se apeó el condestable y Fernán Mexía y Álvaro de Piña, escudero de Fernán Mexía, y el señor condestable subió en delantera d'escalera arriba, y luego el dicho Fernán Mexía y Álvaro de Piña [...]; y el comendador Juan de Pareja, cuando vido que subían por la escalera, volvió a cabalgar y salióse por la puerta del palacio [...] Y ansí, subido el señor condestable en su sala, dixo al dicho Fernán Mexía: «¡Sed preso, porque así conviene al servicio del Rey, Nuestro Señor!»

Cuando el veinticuatro jienense fue puesto en libertad, en 1470, se le dio el cargo al bachiller Juan de Vergara, su cuñado, para que le vigilase durante dos meses antes de dictar su total libertad o, por el contrario, su regreso a prisión. Aunque parece que el parentesco entre ambos personajes, Mexía y Vergara, fue suficiente para que el primero fuese liberado, éste volvió a ser el máximo sospechoso del asesinato del condestable Iranzo en 1473. A raíz de estos acontecimientos, el frustrado magnicidio, la prisión y la muerte de Iranzo, la situación de preeminencia y privilegio ostentada por Hernán Mexía en Jaén sufrió un vuelco espectacular. En 1475, una vez fallecido Enrique IV, el poeta abrazó la causa de Juana la Beltraneja, auspiciado por su cercanía a Juan Pacheco, marqués de Villena, lo que hizo que la reina Isabel le desposeyera de la veinticuatría de Jaén y de todos sus bienes personales. Pese a todo, en 1476 ya había vuelto a la obediencia de los Reyes Católicos, que le volvieron a otorgar su confianza como regidor de Jaén, además de concederle los señoríos de Cheles y Mirleo, en la frontera de Portugal, debido a los servicios prestados en la guerra contra Alfonso V. Es decir, que todavía en 1476 tuvo tiempo Hernán Mexía de combatir a favor de Isabel y Fernando, a pesar de que el año anterior había militado en el bando contrario.

Una vez finalizada la guerra entre los Reyes Católicos y Alfonso de Portugal, Hernán Mexía acometió la tarea de escribir su tratado sobre la nobleza, el ya citado Nobiliario vero, que comenzó a redactar aproximadamente hacia el año 1477. Dejando aparte esta labor con el Nobiliario vero, Hernán Mexía se desprendió de cuestiones políticas y se centró en su labor como regidor y juez de Jaén, apareciendo con escasa frecuencia en la documentación hasta 1497. En ese mismo año tuvo lugar el acontecimiento fúnebre más destacado de la época de los Reyes Católicos: el fallecimiento de su hijo, el príncipe don Juan, heredero de ambos reinos peninsulares. El regidor andaluz no fue ajeno a las continuas muestras de dolor realizadas de manera institucional por el funesto desenlace, sino que participó de forma activa en las mismas. Ha de tenerse en cuenta que el señorío de Jaén fue uno de los títulos que ostentaba el finado príncipe, lo que hizo que la manifestación de luto oficial en la citada ciudad fuese todo un espectáculo.

En 1499, el poeta ya debió de sentir que sus fuerzas comenzaban a flaquear: el 8 de mayo solicitó la cesión de su oficio de regidor a su hijo primogénito, Jorge Mexía, nacido del primer matrimonio de Hernán Mexía con doña Marina de Vergara. En segundas nupcias, casó en Úbeda con Marina de Mercado, enlace del que nacerían dos hijas, Catalina y Leonor Mexía de la Cerda, así como un hijo, Galdín Mexía de la Cerda, que falleció soltero. Finalmente, de un tercer matrimonio, con María de Luna (en 1465), nacerían varios hijos, pero todos fallecieron sin descendencia salvo Hernán Arias Mexía, que casó con Inés de Mercadillo, dama de Jaén. La última noticia en vida del poeta se remite al año 1500, cuando fue comisionado por el concejo de Jaén, junto con Alonso Vélez de Mendoza, para que transmitiese a la corona la conformidad de la ciudad al juramento del príncipe Miguel, hijo de Isabel de Castilla y el rey de Portugal, Manuel I, como heredero del trono. Como quiera que el príncipe Miguel falleció prematuramente en Granada, con apenas dos años de edad, el 20 de junio de 1500, la comisión de Hernán Mexía tuvo que realizarse antes de esta fecha.

Obra

Nueve son las composiciones de Hernán Mexía que Castillo recogió en su Cancionero general, además de otras dos contenidas en el Cancionero del poeta Juan Álvarez Gato. Entre estas últimas hay que destacar las famosas coplas cuyo verso inicial es Mundo ciego, mundo ciego, realizadas por Mexía, como indica el incipit, durante las grandes discordias de la época de Enrique IV (1454-1474). En ellas realiza el regidor jienense una apología curiosa, pues se pueden sospechar muchos de los motivos por los que se enfrentó al condestable Iranzo y, sobre todo, muchas de sus ideas sobre la génesis y función del estamento nobiliario sobre las que más tarde teorizaría en su Nobiliario vero.

Por lo que respecta al Cancionero general, en sus composiciones el regidor se nos muestra como un discreto poeta, totalmente imbuido en los temas, metros y formas de la poesía cancioneril, sin ninguna muestra de originalidad dentro de una lírica, la cancioneril castellana, que tampoco tenía en ese matiz, la originalidad, su característica más acusada. Es digno de destacar el diálogo entre El seso y el pensamiento, uno de los temas más resabiados de la dialógica medieval en verso. También se suma Mexía a la polémica sobre la condición de las mujeres, otra de las constantes en la poesía cortesana de la época y que también le sirvió como tema de conversación lírica con su amigo Juan Álvarez Gato. En el poema del Cancionero general sobre este tema, el regidor jienense realiza el acostumbrado juego de demostración de la maldad de la condición femenina, recurriendo a los consabidos ejemplos bíblicos e históricos. Sin embargo, donde mejor puede apreciarse la capacidad poética de Hernán Mexía es en las composiciones plenamente amorosas. Además de glosar una conocida canción de Pedro de Cartagena, sus incursiones en el terreno de la canción de despedida ante la amada o a los suspiros del poeta ante la presencia de la dama a la que servía, le sitúan en un lugar notable dentro del que este tema, el amoroso, ocupa en la poética medieval. Como muestra, valgan estas estrofas en las que Mexía finge (o no, que en tal indefinición radica uno de los atractivos de la poesía de cancionero) que un amigo suyo va a visitar a la dama que él ama. En este poema, el regido jienense consigue transmitir de una manera un tanto desasosegante el dolor del enamorado ante la ausencia de la amada, la sana envidia de aquel cuyos ojos van a recibir lo que tanto ansía el poeta, la visión de la dama:

Toda se buelve en manzilla
el embidia que he de vos,
porque partís de Sevilla
a do será maravilla
bolver, si no os buelve Dios;
porque verés donde vais
una dama, si miráis,
que de vella, si la veis,
es forçoso que os sintáis
tal que, si a bolver prováis,
no es possible que escapéis.

Vuestros ojos, que serán
preciosos desque llegardes,
la gloria que ellos havrán,
llorando la pagarán
a la vuelta, si tornardes;
porque tal es su figura
de esta señora que os digo
que os verés en tal tristura,
en tal pena y desventura,
que verés mi desabrigo,
mi congoxa y mi ventura
.
(Cancionero general, 1511, f. 72v).

Por lo que respecta a su tratado, el Nobiliario vero, el éxito editorial de la obra fue notable para la época. En ella, Mexía demuestra ser un hombre instruido en la materia de la que trata el Nobiliario, que no es otra sino las diferentes teorías sobre el origen y la preeminencia social del estamento nobiliario. Así, abundan las referencias al tratado De nobilitate, del italiano Bártulo de Sassoferrato (1314-1357), o al Árbol de batallas, del francés Honoré Bouvet (1343-1405), lo que, de camino, también demuestra el bagaje cultural del regidor de Jaén.

El tratado está dividido en tres libros. En el primero, el autor realiza un recorrido histórico sobre la cualidad de la nobleza, explicando las consabidas explicaciones bíblicas e históricas, incluyendo un repaso a todas las dignidades nobiliarias, su significado y su importancia. En el libro segundo, Mexía expone las teorías de la nobleza, sobre todo las de Bártulo de Sassoferrato, y en muchas ocasiones procura demostrar los errores del tratadista italiano, en especial la idea de que la nobleza puede adquirirse por méritos propios y no por herencia. El libro tercero, aunque menos ágil literariamente, está dedicado a la ciencia del blasón, conformando un tratado heráldico de gran importancia.

En definitiva, Hernán Mexía, aunque poco conocido, resulta ser uno de los hombres de letras más destacados del Cuatrocientos castellano, tanto por su producción lírica, reflejada sobre todo en el Cancionero general, como, sobre todo, por su Nobiliario vero, tal vez el más importante tratado de estas características en la Baja Edad Media hispana.

Bibliografía

  • ARQUELLADA, J. DE. Sumario de prohezas y casos de guerra aconteçidos en Iaén y Reynos de España, y de Ytalia, y Flandes, y grandeza de ellos desde el año 1353 hasta el año 1590, compuesto por Iuan de Arquellada natural de Iaén. (Ed. E. Toral y Peñaranda, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 1999).

  • Hechos del Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo (Crónica del siglo XV). (Ed. J. de M. Carriazo y Arroquia, Madrid, Espasa-Calpe, 1940).

  • MORALES BORRERO, M. Hernán Mexía, escritor giennense del siglo XV. (Jaén, Diputación Provincial, 1997).

  • RODRÍGUEZ MOLINA, J. La vida en la ciudad de Jaén en tiempos del Condestable Iranzo. (Jaén, Ayuntamiento de Jaén, 1996).

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez