Mateo Apóstol, San (s. I).
Santo, apóstol y evangelista. Su nombre se deriva del hebreo Mattija (en griego Matthaios). La llamada de Mateo está narrada en Mt 9,9-13, y corresponde a la llamada de quien en Marcos y Lucas es conocido como Leví, hijo de Alfeo (Mc 2,14-17; Lc 5,27-32). De modo que la identidad de ambos es indiscutible, por lo que se deduce que tenía dos nombres: Mateo y Leví. En la lista de los Doce, es mencionado en séptimo lugar por Marcos y Lucas, mientras que en Mateo y Hechos aparece el octavo. Mateo era un galileo, publicano, recaudador de impuestos, lo cual le había ganado la antipatía de los fariseos, que odiaban a los publicanos. Jesús le vio sentado ante el mostrador de las recaudaciones y le invitó a seguirle. Él se levantó, le siguió y preparó una fiesta en su casa, en la que aparece Jesús rodeado de los amigos de Mateo, seguramente publicanos como él. Esto provocó las críticas de los fariseos ("come y bebe con publicanos y pecadores"), a quienes Jesús reprendió con estas palabras: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a invitar a los justos, sino a los pecadores" (Mc 2,17). No hay más alusiones explícitas a Mateo en los evangelios, excepto su nombramiento en las listas de los apóstoles.
Como discípulo de Cristo, lo acompañó hasta el tiempo de su pasión y muerte, y fue uno de los testigos de su resurrección y de su ascensión, así como uno de los fortalecidos por el Espíritu Santo el día de Pentecostés (Hch 1,10-14). No hay datos seguros sobre su ulterior actividad, ni sobre el lugar y circunstancias de su muerte. Según el testimonio de san Ireneo y san Clemente de Alejandría, predicó el evangelio entre los hebreos durante 14 años. Eusebio de Cesárea informa de que, antes de salir para otra región, les dio su evangelio que escribió originariamente en "dialecto hebrero", es decir, en arameo.
Aunque es posterior al evangelio de san Marcos, tal como ahora los conocemos, el de Mateo abre el Nuevo Testamento. Destinado a los judíos, se esfuerza por mostrar cómo en Jesús se cumple todo lo que había sido prometido en el Antiguo Testamento. No concuerdan los autores antiguos al señalar las regiones evangelizadas por Mateo, pero parece ser que predicó en Etiopía (no la de África, sino la del sur del mar Caspio). Según Heraclion, que cita a san Clemente de Alejandría, Mateo habría acabado sus días de muerte natural, pero esta opinión contradice la de otros testimonios antiguos, que dan noticias de su martirio. Sobre el lugar y la modalidad del suplicio no sabemos nada con certeza. El Martirologio Romano dice escuetamente: "Fiesta de san Mateo, quien sufrió martirio en Etiopía, donde predicaba el evangelio". (Existe una obra apócrifa titulada Martirio de san Mateo en Ponto, publicada en Leipzig, en 1898, pero que carece absolutamente de cualquier valor histórico). De sus reliquias, lo único que sabemos es que hacia el año 955 su cuerpo era conservado en Salerno, donde fue mantenido cuidadosamente escondido, hasta que se perdió de la memoria. Sólo en 1080 fue redescubierto y colocado en el templo, donde aún se venera. A Mateo se le han atribuido varios escritos que hoy son considerados apócrifos. Así, en los Evangelia apocripha (Leipzig, 1876) aparece un documento titulado "Del nacimiento de la Virgen María y de la Infancia de Jesús" que san Mateo habría escrito en hebreo, y que fue traducido al latín por Jerónimo, el presbítero; este escrito (del siglo VI) es una adaptación abreviada del Protoevangelio de Santiago, un apócrifo del siglo II. San Mateo es representado bajo el símbolo de un hombre alado, que lleva en su mano una lanza como emblema característico. La iglesia latina celebra su fiesta el 21 de septiembre y la griega el 16 del mismo mes. Es patrono de los banqueros y de los contables.
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