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Martelo y Paumán del Nero, Evaristo (1850-1928).

Escritor, político, jurista y miembro fundador de la Academia da Lingua Galega, nacido en la Coruña el 25 de abril de 1850 y fallecido en la misma ciudad el 31 de marzo de 1928.

Evaristo Martelo nació en 1850 del matrimonio formado por Ramón Martelo Núñez de Leis y Dolores Paumán del Nero y Zuazo de Andrade, descendientes ambos de ilustres familias de la nobleza gallega. De hecho, y por parte de madre, Evaristo Martelo (que ostentó los títulos de marqués de Almeiras y vizconde de Andeiro) es descendiente directo del almirante de Castilla Paio Gómez Charinho.

La niñez de Martelo transcurrió entre las posesiones de su familia: el Pazo de Rianxo (que había pertenecido a Charinho) y el castillo de Vimianzo, escenario de las luchas irmandiñas que en el siglo XV enfrentaron a la nobleza gallega con el pueblo llano.

Siguiendo la tradición de su antepasado Paio Gómez, y con sólo diez años, el niño Martelo inició la carrera de marino tras ingresar en la Escuela Naval de Ferrol. A los 18 años, alcanzado ya el grado de guardiamarina, tomó la decisión de dejar atrás la vida militar para iniciar estudios de Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela.

Corría el año 1868 cuando, en medio del ambiente universitario, empezaron a surgir las inclinaciones literarias de Martelo. En sus primeros años en Compostela escribió algunas composiciones poéticas que en 1871 publicó bajo el título de Poesías Líricas. Escrito en castellano, el libro es una colección de poemas de clara inspiración romántica; la angustia existencial, la ausencia de ilusiones y el amor apasionado (correspondido o no) son algunos de los temas de este primer poemario. Es también en estos años cuando Evaristo Martelo comenzó a trabar amistad con algunos ilustrados de la época, como el historiador Benito Vicetto, el poeta Eduardo Pondal (autor del poema “Queixumes dos pinos”, que se convertiría en letra del himno gallego), la escritora Rosalía de Castro y su esposo el historiador y ensayista Manuel Murguía eran parte de su círculo habitual, e intercambió con ellos abundante correspondencia.

La actividad intelectual de Evaristo Martelo se interrumpió durante varios años tras su boda con Josefa de la Maza y Agar, una joven coruñesa que le dio tres hijos. El autor se consagró a su familia en cuerpo y alma durante varios años, y se dedicó a administrar su patrimonio y a educar a sus hijos, abandonando así sus aficiones literarias, sus amistades intelectuales y hasta la carrera de derecho, que retomaría más tarde.

En 1885 Martelo publicó la que sería su primera obra en gallego, el poema “Os afillados do demo”, que dedica a Eduardo Pondal y en la que refleja por primera vez su simpatía hacia la causa galleguista. En él critica a los poetas que deforman la lengua gallega, haciendo de ella un uso indigno. El autor expresa así una concepción elitista de la lengua gallega y defiende un idioma depurado donde no tengan sitio los ruralismos ni los hipercultismos, ni tampoco la influencia del portugués. Como escribió Ricardo Carballo Calero en su Historia de la Literatura Gallega Contemporánea, Martelo “concebía el gallego, más que como una lengua de labriegos, como un habla de reyes; más que como un dialecto popular, como un idioma histórico”. Así, en “Os afillados do demo", el autor reivindica la pureza del idioma y también la dignificación de la lengua gallega partiendo de su pasado histórico, con la pretensión de recuperar el gallego popular para la literatura. Con esta obra, pues, Martelo se convierte en uno de los autores protagonistas del proceso de renacimiento de la cultura gallega que se conoce como "Rexurdimento" (véase Literatura gallega).

En 1893 Martelo se convirtió en habitual de las tertulias de "A Cova Céltica”, que se celebraban con frecuencia en la librería coruñesa de Eugenio Carré Aldao, a la que concurrían intelectuales como Martínez Salazar, Eduardo Pondal, Galo Salinas, Florencio Vaamonde o Manuel Murguía. En este contexto se fundó en 1897 la Liga Regionalista Gallega, con el propósito de impulsar la defensa de los intereses morales, políticos y socioeconómicos de Galicia.

Como miembro de la “Cova Céltica”, Martelo inició sus colaboraciones con la Revista Gallega, semanario literario y cauce de expresión del grupo, editado en la imprenta de Eugenio Carré y dirigido por Galo Salinas.

Ya integrado en la Cova, Martelo publicó en 1894 el poemario “Líricas gallegas” en el que su espíritu galleguista aparece de forma sobresaliente. Los poemas recogidos tienen como tema central el amor por Galicia y son, según la crítica, lo mejor de su producción poética. En ellos aparece retratado el pasado heroico del pueblo gallego, el orgullo histórico y la belleza de la tierra, y también la llamada a la rebelión del pueblo gallego contra la opresión castellana. Es también en esta época cuando Martelo pasó a desempeñar un papel activo en la vida política gallega, integrándose en la Sociedad Económica de Amigos del País y entrando a formar parte, en 1891, del Ayuntamiento de La Coruña. En este mismo año fue nombrado comisario regio del Consejo Provincial del Agricultura, Industria y Comercio, órgano que llegó a presidir seis años más tarde. Es entonces cuando redactó sus dos únicas obras jurídicas, ambas en castellano: El Laudemio. Su legislación y jurisprudencia hasta el año 1898, con un preliminar histórico y algunas observaciones acerca de los Foros, que publicó en 1899, y que es un breve tratado sobre los foros; y el Manual de los Consejos de Agricultura, Industria y Comercio, que publicó en 1900.

En 1902, Martelo publicó en castellano una colección de cuatro poemas titulada “El siglo XX. Cuatro verdades”, donde hace una dura crítica del momento político presente y pone de manifiesto la poca simpatía que profesa hacia la doctrina liberal. En esta obra recoge también su adscripción a la causa carlista, que lideraba en tierras gallegas. De hecho, Martelo fue autor de la letra del himno carlista gallego. La letra de este himno (que lleva por título Himno militar gallego) fue recogida en el poemario “Landras e bayas”, que publicó en 1919.

Tras participar activamente en el proceso de fundación y puesta en marcha de la Real Academia Gallega, institución que llegó a presidir y a cuyo mantenimiento contribuyó con cargo a su patrimonio personal, Martelo falleció. El Boletín de la Real Academia Gallega de 1 de mayo de 1928 le dedicó una sentida nota necrológica en la que se le definía como “Uno de los poetas que han manejado con mayor soltura y elegancia el léxico regional; uno de los gallegos de más fervoroso amor por la tierra nativa".

Marta Rivera de la Cruz

Autor

  • 0307 Marta Rivera