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HistoriaReligiónBiografía

Manso, Alonso de (¿-1539).

Obispo de Puerto Rico, el primero que llegó al continente americano, nacido en Becerril de Campos (Palencia) y fallecido en San Juan de Puerto Rico hacia el 25 de septiembre de 1539. También fue el primer Inquisidor General de Indias, junto con el dominico Pedro de Córdoba.

De familia perteneciente a la baja nobleza, estudió Teología en la Universidad de Salamanca, en donde fue discípulo de fray Diego de Deza. Entró en la corte del infante D. Juan (primogénito y heredero de los Reyes Católicos) como auxiliar del preceptor y capellán de Diego de Deza. Cuando éste fue nombrado obispo de Salamanca, concedió a su antiguo discípulo la canonjía magistral y luego lo propuso para alguna de las tres sedes episcopales que se proyectaba crear en los nuevos territorios americanos. Antes de que los nombramientos se hiciesen efectivos, Manso -hombre culto que tenía amistad con humanistas como Lucio Marineo Sículo y otros- llegó a desempeñar el cargo de rector de la Universidad de Salamanca. Por fin, como ya se preveía, en 1511 se erigieron las diócesis de Santo Domingo y la Concepción en La Española, y la de San Juan en Puerto Rico, para la que se eligió a Alonso Manso. Los tres nuevos obispos marcharon a Burgos, donde el rey Fernando el católico hizo públicas unas Capitulaciones en donde, entre diversa normativa, les cedía los diezmos de la iglesia americana (en 1508 y 1510 había recibido del papa Julio II sendas bulas -Universalis Ecclesiae y Eximiae devotionis- con las que se le autorizaba a disponer de tales diezmos). A continuación fueron consagrados en Sevilla por el arzobispo de esta ciudad, que era su metropolitano.

Manso fue el primero que tomó posesión de su sede, pues llegó a ella el 25 de diciembre de 1512 (según palabras del dominico Bartolomé de Las Casas, testigo de su presencia: “el primer obispo que […] vino consagrado fue el licenciado D. Alonso Manso”). Su diócesis, poblada por unos 20.000-30.000 indígenas y un número reducido de españoles, estaba sin organizar, pues la isla, avistada por Colón en su primer viaje y rápidamente visitada por él mismo en el segundo, sólo había sido colonizada por Ponce de León en 1509. Sin infraestructuras eclesiásticas (apenas contaba con dos sacerdotes) ni civiles, ni siquiera pudo disponer de los diezmos que le correspondían a causa de los frecuentes roces con el gobernador Sancho Velázquez y los oficiales reales. A ello se unió un asalto de caribes en 1513, que arrasó los recintos episcopales (iglesia, casa y la nutrida biblioteca que había traído de España), y un violento huracán que destruyó casas y cosechas en 1514. En agosto de 1515 marchó a la Corte para informar al rey del gobernador, pero Fernando el Católico murió poco después; Manso asistió a su entierro en la catedral de Granada y luego celebró sus honras fúnebres en Madrid. Aquí se entrevistó con el cardenal Cisneros -regente del reino-, sin que nada se concretase. Así pues, esperó al nuevo rey Carlos I en Valladolid (1517), a quien entregó un Memorial de peticiones; este escrito suyo, que fue examinado cuidadosamente por el Consejo de Estado, presentaba los propósitos del obispo y lo que necesitaba para realizarlos: una de las peticiones fue la ampliación del territorio de su diócesis, que concedió el papa León X al incorporar a Puerto Rico las islas de Barlovento (pobladas de caribes).

Tras ello fue nombrado Inquisidor Apostólico junto con fray Pedro de Córdoba (provincial dominico, quien murió en 1521 dejando a Manso como inquisidor único hasta su muerte), volviendo entonces a América (1519). Longevo, desempeñó su labor episcopal durante dos décadas más, durante las cuales organizó lentamente la diócesis; luchó por obtener los diezmos para su iglesia y con los medios de que así dispuso comenzó la construcción de una catedral y diversas fundaciones, como una escuela de gramática para clérigos y todo el que quisiera asistir. Obispo ejemplar (residente, predicador, asistente al coro y con autoridad para mantener la disciplina, e incluso gobernador interino cuando hizo falta), vio obstaculizada su labor pastoral por la dispersión de población y algunos excesos de los colonizadores; el territorio con que se amplió la diócesis tras su viaje a España, las islas de Barlovento, no pudo ser evangelizado al no haberse colonizado por la fuerte resistencia indígena. Obtuvo facilidades cuando Carlos I suprimió los “repartimientos” y prohibió que los indios fueran empleados como mano de obra -lo que les daba mayor protección-, y cuando la población se concentró tras el agotamiento del oro.

Como inquisidor, se hizo respetar por los agentes reales e intervino en algunas cuestiones de fe y jurisdiccionales (en éstas con más dureza): en la querella de 1528 entre el obispo de Cuba, Miguel Ramírez, y el juez residente, Juan Vadillo, que había sido excomulgado por el primero, ordenó un desagravio del obispo al juez y le recomendó que evitase en lo sucesivo entrometerse en cuestiones inquisitoriales; procesó a Blas de Villasante por judaizante, y al flamenco Juan por luterano. En 1530 ordenó a Sebastián Ramírez de Fuenleal como obispo de Santo Domingo, el primero consagrado en tierras americanas. Hacia 1532, Alonso Manso recibió la visita de Rodrigo de Bastidas, obispo de Venezuela, para revisar las cuentas de la diócesis. Éste fue su sucesor en la diócesis de Puerto Rico cuando murió en 1539, en San Juan de Puerto Rico (ciudad que él había trasladado a un nuevo emplazamiento).

Bibliografía.

  • ARTOLA, M. (dir.): Enciclopedia de Historia de España, vol. 4: “Diccionario biográfico”, Madrid: Alianza Editorial, 1991.

  • BORGES, P. (dir.): Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas (siglos XV-XIX), 2 vols., Madrid: BAC, 1992.

  • GONZÁLEZ NOVAL, J. L.: “La Iglesia en la España de los siglos XV y XVI”, en Historia de la Iglesia en España, Madrid: BAC, 1980.

  • LOPETEGUI, L.-ZUBILLAGA, F.: Historia de la Iglesia en la América española: desde el Descubrimiento hasta comienzos del s. XIX. México, América Central, Antillas, Madrid: Editorial Católica, 1965.

  • MURGA, V.-HUERTA, A.: Episcopologio de Puerto Rico, Ponce, 1987.

  • PANIAGUA, A.: Episcopologio portorricense, San Juan, 1917.

Autor

  • Bernardo Gómez Álvarez