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HistoriaBiografía

Malinche o Marina (1498-1597).

Mujer de la nobleza azteca, hija de un cacique de Olutla, que fue una figura fundamental en la conquista de México.

Doña Marina o la Malinche, como la denominaban los aztecas, encarnó para los naturales un desdoblamiento de la persona de Hernán Cortés, en femenino y en indio. Se desconoce casi todo de su vida hasta el momento en que fue entregada al conquistador español en Tabasco, en señal de paz, junto con otras diecinueve mujeres. Su nombre original pudo ser Malinalli, de donde vino Malintzin o Malinche, según algunas versiones, pero es probable que Malintzin fuera simplemente una deformación indígena del Marina con que la bautizaron los españoles. No conocemos su verdadero nombre y Cortés la cita alguna vez en sus Cartas de Relación como su “lengua” o intérprete, pero fue mucho más que eso. El cronista Gómara afirma que era su “faraute y secretaria” y añade que fue, junto con Jerónimo de Aguilar, “el verdadero intérprete entre los nuestros y los de aquella tierra”.

Bernal Díaz la conoció personalmente y aseguró que era “de buen parecer y entrometida e desenvuelta”, a lo que añade que Cortés la entregó a Alonso Hernández de Portocarrero y que, al marchar éste a España, “estuvo la doña Marina con Cortés e della tuvo un hijo que se dijo don Martín Cortés”. Este famoso mestizo fue hermano de Martín el marqués, hijo homónimo de Hernán Cortés que encabezó una rebelión contra la corona española en 1563. El mismo cronista nos da los pocos datos biográficos que conocemos de Malinche, antes de que fuera entregada a los españoles. Afirma que era hija de los caciques de un pueblo llamado Painala, distante unas ocho leguas de Guacaluco (quizá Guacacualco), si bien para otros procedía de Olutla, en la región de Coatzacoalcos. Su padre falleció cuando era niña y su madre se casó con otro cacique, del que tuvo un hijo. Para que éste pudiera heredar el cacicazgo, fue entregada a unos indios de Xicalango o Xicalanco, y se aseguró a los de su tribu que había muerto. Los de Xicalango la entregaron luego a los de Tabasco y éstos a Cortés, hecha ya mujer, después de su primera victoria en México.

Doña Marina fue esencial para la conquista de México porque sabía náhuatl, la lengua de los aztecas, y el mayance o lengua de Tabasco, que conocía Jerónimo de Aguilar por haber sido prisionero de los naturales. Cortés se entendía con los nativos en castellano, que Aguilar traducía a la lengua de Tabasco, y luego doña Marina al náhuatl.

Doña Marina fue también consejera de Cortés, a quien salvó de una muerte probable en Cholula, pues supo por una azteca con la que se encontraba haciendo aguada que se preparaba una revuelta contra los españoles. Actuó decisivamente en otras muchas ocasiones, y supo indicar a Cortés lo mas conveniente para no irritar a los indios aliados con su forzada conversión al cristianismo y para denunciar las tretas de los enemigos. Por su condición social y por estar siempre al lado de Cortés tuvo enorme ascendiente sobre los aztecas, a quienes seguramente odiaba, hasta el punto de que la consideraron una mujer poderosa y temible. Bernal Díaz del Castillo afirmó que “La doña Marina tenía mucho ser y mandaba absolutamente sobre los indios en toda la Nueva España”. Malinche fue testigo de todos los acontecimientos importantes de la conquista, ya que sirvió de intérprete del prisionero Motecuhzoma en el palacio de Axayácatl, se salvó milagrosamente en la “Noche Triste” y presenció la captura de Cuauhtémoc y su tormento, así como su muerte en la jornada de las Hibueras. Durante esta última, en Coatzacoalcos, parece que reencontró a su madre, con quien luego se reconcilió.

Doña Marina fue también la mujer de Hernán Cortés entre 1519 y 1525, cuando el conquistador la casó con el alférez Juan Jaramillo. Como se señaló antes, tuvo en ella a su primer hijo Martín, que luego fue caballero de Santiago y murió en España cuando combatía contra los moriscos de Granada, y al parecer continuó su vida marital con ella cuando su mujer legítima, Catalina Juárez, pasó desde Cuba a México.

Esta situación plantea un sin fin de incógnitas en el campo de la especulación histórica. ¿Cómo pudo doña Marina seguir con Cortés después de haberla entregado a otro capitán como Portocarrero? ¿Cómo pudo compaginar su lealtad a su pueblo y a los españoles? ¿Cómo interpretó la religión católica que la convertía en esposa de uno y concubina de otro?. En todo caso, es evidente que la Malinche fue, para el mujeriego Cortés, uno de sus grandes amores, la mujer mas fiel y estable que tuvo, la cual representa, además, el punto de partida del mestizaje mexicano, tanto por haber tenido hijos cruzados como por su fundamental papel de traductora. La Malinche tuvo también una hija con su marido Juan Jaramillo, llamada María, cuya descendencia quedó en México. Murió en 1531.

Manuel Lucena Salmoral

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