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PolíticaEconomíaBiografía

Macmillan, Maurice Harold, Conde de Stockton (1894-1986).

Político británico, primer ministro de Gran Bretaña entre enero de 1957 y octubre de 1963. Nació en Londres el 10 de febrero de 1894 y falleció en Birch Grove (Sussex) el 29 de diciembre de 1986. Fue un tenaz representante de la ideología conservadora, aunque matizada por su constante preocupación por los problemas sociales de la clase trabajadora inglesa. Después de haber contribuido ampliamente a la recuperación económica de Gran Bretaña tras la Segunda Guerra Mundial, vio desaparecer su prestigio por dos escándalos turbulentos protagonizados por ministros de su gabinete.

Política entre dos guerras mundiales

Harold Macmillan fue bisnieto del fundador de la famosa editorial londinense Macmillan & Co., por lo que pertenecía a una familia de la burguesía adinerada. Después de cursar estudios de secundaria, fue admitido para estudiar la carrera de Ciencias Políticas en el prestigio Balliol Collegue de la universidad de Oxford. El estallido de la Primera Guerra Mundial le obligó a detener sus estudios momentáneamente, pues se alistó como soldado en la contienda para defender a Inglaterra. Después de la guerra, entre 1919 y 1921, consiguió graduarse y finalizar sus estudios, tras lo cual pasó a trabajar en la editorial familiar, donde tomó conciencia de los problemas políticos de su época. Tras ello, se produjo su entrada en el espectro político dentro del Partido Conservador. Fue diputado en la Cámara de los Comunes entre 1924 y 1929, para ser reelegido en 1930, siempre con los tories. Desde su escaño, el joven Macmillan se mostró como uno de los más críticos con la política pacifista del entonces primer ministro, Neville Chamberlain, sobre todo en las erradas apreciaciones británicas sobre la política expansionista del dirigente alemán Adolf Hitler. El estallido de la Segunda Guerra Mundial acabó con el gabinete de Chamberlain y propició la formación, en mayo de 1940, del gobierno de coalición dirigido por Winston Churchill, en el que Macmillan ocupó el cargo de secretario del Parlamento en el Ministerio de Abastecimiento.

Apenas un año más tarde, fue destinado a la secretaría colonial británica, aunque tampoco permaneció demasiado en este puesto, ya que el 30 de diciembre de 1942 Macmillan fue enviado al nordeste de África, donde se encontraban los Mandos Aliados del Mediterráneo, en calidad de ministro residente de Inglaterra. Fue en África, compartiendo jornadas con los generales americanos, como Eisenhower, o franceses, como De Gaulle, donde se forjó la pericia política de Macmillan, que luego coincidiría con estos mismos personajes en la alta política de la posguerra.

Su carrera hasta el 10 de Downing Street

Tras finalizar la gran conflagración, Churchill continuó confiando en la habilidad de Macmillan, totalmente necesaria en los duros años del gobierno guardián inglés. Entre mayo y julio de 1945, ocupó el puesto de secretario de Estado para la aviación, aunque la caída del gobierno conservador en 1946 le alejaría momentáneamente de la órbita política. En 1951, con el nuevo triunfo tory en las elecciones, Macmillan fue nombrado ministro de Vivienda, puesto en el que demostró grandes dotes organizativas para fomentar la construcción en la desolada Gran Bretaña de la posguerra. Seguramente como premio a tal labor, en octubre de 1954 se hizo con la cartera de Defensa; su prestigio fue espectacular, configurando, junto al propio Churchill y a Anthony Eden, la terna de hombres fuertes del Partido Conservador.

Durante el último período de Churchill en el poder, Macmillan compaginó el ministerio de Defensa con la secretaría de Estado de Asuntos Exteriores, mientras que cuando Eden sustituyó al veterano líder tory al frente del gobierno, en 1955, Macmillan subió un peldaño más: director del ministerio de Hacienda, donde hizo frente a la compleja tarea de hacer competitiva la economía británica, arrastrada hasta límites insospechables después de los gastos de la guerra. Ayudado por una coyuntura favorable, Macmillan consiguió una recuperación, lo que también aumentó su prestigio de forma imparable. Por esta razón, después de que el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser propiciase la llamada crisis de Suez por su intento de nacionalizar el canal en 1956, crisis que arrastró a Eden a la dimisión, nadie mejor que Macmillan para sucederle como primer ministro.

Véase Crisis del Canal de Suez.

Su labor como Primer Ministro

El 10 de enero de 1957, Macmillan ocupó la popular sede del hombre más fuerte de Gran Bretaña, el número 10 de Downing Street. Apenas un par de semanas más tarde, también fue elegido jefe de filas del Partido Conservador. Con tal nivel de consenso, el legado político de Macmillan se distinguió por la dureza económica en cuestiones internas y por la mediación y flexibilidad en política exterior, intentando recuperar el tradicional puesto de prestigio en las relaciones internacionales que siempre había mantenido el premiere británico.

Por lo que respecta a la economía doméstica, Macmillan apostó por un aumento presupuestario que, pese a mantener a la industria a suficiente nivel competitivo, arrastró un déficit enorme del Tesoro Público, lo que provocó la dimisión del ministro de Hacienda, el también conservador Peter Thorneycroft, un año más tarde de su nombramiento. La dimisión se efectuó en protesta a la política propugnada por Macmillan, lo que le valió la primera ola de críticas en el Parlamento. A pesar de ello, la victoria en las elecciones de 1959 fue, de nuevo, incontestable, ya que la política de empleo y de reformas sociales le valió, paradójicamente, ganar muchísimos votos en la clase trabajadora británica.

En lo referente a política internacional, lo cierto es que habitualmente se ha tendido a identificar a Macmillan como su propio ministro de Asuntos Exteriores, puesto que tuvo especial determinación por cuidar esta faceta de su gobierno. Las tensas relaciones entre Gran Bretaña y Estados Unidos después de la crisis del canal de Suez fueron solucionadas merced a la amistad que unía a ambos presidentes, Macmillan y Eisenhower, amistad que se mantuvo con los diferentes sucesores del veterano general en la Casa Blanca. Asimismo, Macmillan fue el primer dirigente tory en visitar la Unión Soviética, después de que el aperturismo del líder comunista, Nikita Khruschov, permitiese la celebración de unas conversaciones anglosoviéticas en Moscú durante el mes de febrero de 1959.

Del acuerdo de Nassau (1962) al escándalo Profumo (1963)

Los primeros años 60 del siglo XX fueron muy difíciles para Macmillan; a la larga, su política inflacionista que había conseguido crear empleo y mantener a la industria, generó un déficit económico que obligó, en 1961, a tomar una serie de medidas desinflacionistas ampliamente impopulares, entre ellas la congelación salarial. Como siempre, fue el éxito internacional el soporte utilizado por Macmillan para aferrarse al poder, firmando el fundamental acuerdo de Nassau en diciembre de 1962 con el presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy. Mediante este acuerdo, la flota submarina británica se equiparía con misiles nucleares de fabricación norteamericana para asentar el poderío naval en las islas. A pesar de que en términos de política interior los tories presentaron el acuerdo de Nassau como un gran avance en la defensa del país, también fue el motivo de que Francia y Gran Bretaña comenzasen una época de hostilidad diplomática. El presidente de la República francesa, el antiguo amigo de Macmillan, el general De Gaulle, vio en el acuerdo de Nassau una violación del acuerdo tácito entre todos los jefes de Estado europeos para impedir una participación aún mayor de Estados Unidos en la política militar europea. El resultado de todos estos conflictos fue el veto de Francia, en la reunión del 29 de junio de 1963, a que Gran Bretaña se integrase en la Comunidad Económica Europea.

El durísimo revés sufrido por Macmillan en el terreno exterior, donde antaño había ganado su mayor prestigio y popularidad, sólo fue el principio de su caída. En el mismo año 1963 se vio envuelto en dos escándalos que, a la postre, forzaron su dimisión. El primero de ellos fue el llamado Caso Fletcher-Cooke, en el que el secretario de Estado del Ministerio del Interior, Charles Fletcher-Cooke, fue acusado de mantener una relación adúltera homosexual con un joven de 18 años. Poco después, otro de los más populares colaboradores de Macmillan, el secretario de Estado para la Guerra, John Profumo, estuvo involucrado en un escándalo de idénticas connotaciones sexuales, pero mucho más peligroso. Profumo mantuvo un romance con una prostituta, Christine Keeler, que, a su vez, estaba contratada por el servicio secreto británico, el MI-5, para atrapar a un espía ruso llamado Eugene Ivanov, con quien la call-girl londinense también mantenía relaciones sexuales. El hecho es que Profumo había revelado secretos militares a Keeler que podían haber pasado a manos soviéticas vía Ivanov. La consideración moral de ambos sucesos, sobre todo para un férreo dirigente del Partido Conservador como Macmillan, así como el pánico a las consecuencias militares del escándalo Profumo, hicieron caer al primer ministro que, además, también se encontraba enfermo. Por esta razón, Macmillan renunció a su puesto el 18 de octubre de 1963 y se retiró de la política.

Durante la década de los 60 y 70, Macmillan regresó a su antiguo trabajo en la editorial de su familia, tanto en labores administrativas como, principalmente, en la redacción de sus memorias, que fueron publicadas ininterrumpidamente en varios volúmenes por la Macmillan & Co.: Winds of Change, 1914-1939 ('Vientos de cambio', 1966), The Blast of War, 1939-1945 ('El estallido de la guerra', 1967), Tides of Fortune, 1945-1955 ('Los vaivenes de la fortuna', 1969), Riding the Storm, 1956-1959, ('Cabalgando la tormenta', 1971), Pointing the Way, 1959-1961 ('Orientando el camino', 1972) y, por último, At the End of the Day, 1961-1963 ('Al final del día', 1973). También escribió Macmillan un curioso ensayo de historia política, titulado The Past Masters: Politics and Politicians, 1906-1939 ('Los maestros del pasado: políticas y políticos', publicado en 1975). En 1984, Macmillan aceptó la distinción nobiliaria ofrecida por la reina Isabel y fue nombrado conde de Stockton y vizconde de Ovenden. Fue la última condecoración del político británico antes de su muerte, ocurrida dos años más tarde.

Bibliografía

  • MORGAN, K. O. (coord.) The Oxford History of England. (Oxford, University Press, 1988).

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez