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PinturaBiografía

Luna, Pedro (1896-1956).

Pintor chileno nacido en la ciudad de Los Ángeles el 19 de agosto de 1896 y muerto en Viña del Mar el 18 de diciembre de 1956. Fue un verdadero vanguardista en la pintura chilena y para muchos, un hito singular dentro del panorama plástico del siglo XX. Integró la brillante Generación del Trece de la que fue, en cierto modo, un superviviente ya que casi todos sus integrantes murieron prematuramente sin alcanzar la madurez artística, como Alfredo Lobos y Pachín Bustamante. Con posterioridad, Pedro Luna se incorporó a la no menos famosa generación del año veinte identificándose de tal modo con ella que algunos lo consideran como su más genuino representante.

De original apariencia y estrafalaria indumentaria, conforme era recordado por su amigo Waldo Vila, pintor y crítico de arte, Pedro Luna frecuentó la Escuela de Medicina donde dibujaba láminas de anatomía por encargo del cirujano y profesor de esta especialidad David Benavente, amigo y entusiasta del talento del pintor. Aunque la exigua ganancia producida por la venta de los apuntes anatómicos, generalmente regalados entre los alumnos, no parecía compensar las estancias en la sala de disección de la facultad y hasta sus visitas a la fosa común del cementerio, Luna encontraba útil y placentera esta mezcla de travesura y fidelidad al modelo pictórico.

Gran dibujante, dotado de un sentido innato de la composición, Luna fue uno de los alumnos destacados de Fernando Álvarez de Sotomayor y de Juan Francisco González, aunque se rebelaría al manierismo academicista imperante en sus enseñanzas. De línea postimpresionista y apasionado tanto por la naturaleza del paisaje y los pobladores de la Vega como por el dinamismo de la vida urbana, Luna pintó grandes bocetos plenos de movimiento: grupos de verduleras, cargadores de hortalizas, amaneceres de la ciudad, carretas de bueyes, chimeneas de fábricas, muchedumbre de obreros en plena faena, etc., con el pálpito de la emoción, fantasía y libertad imperante en su espíritu. La permanente búsqueda de medios de expresión y su originalidad artística, le condujeron a la música como una dimensión de proyección más; así, de forma autodidacta, comenzó a tocar el piano de la casona del barrio de la Recoleta en la que vivía con sus tías y el órgano de la cercana iglesia de La Viñita, gracias a la amistad con el párroco y al compromiso de amenizar las misas vespertinas.

Después de la histórica muestra de 1913 en los salones de El Mercurio, Pedro Luna obtuvo la consagración de la crítica y recibió numerosos premios en los Salones Oficiales, comparándose con posterioridad su figura a la de Van Gogh, por la pasión, la audacia y el desbordante temperamento que imprimía a sus obras. Entre quienes consideraban a Luna el Van Gogh chileno se encontraba Pablo Neruda, admirador de la fuerte huella sureña de misterio y colorido de los paisajes representados.

El anhelo de viajar a Europa se hizo realidad con una fructífera visita a Florencia, Roma, Venecia y el sur de Francia donde aprendió nuevas técnicas, recorrió museos y no dejó de pintar. De regreso en Chile, realizó exposiciones en las que mostró una nueva expresión plástica que, sin embargo, no eclipsaría su obra anterior. Fue a partir de entonces cuando decidió sumergirse en los pueblos del sur de Chile dedicándose a la representación de temas nativos con estudios de figuras y costumbres de los indios. Tras un alejamiento de varios años de los circuitos artísticos, Pedro Luna resurgió con una exposición retrospectiva de su obra que fue muy bien acogida por la crítica oficial y en la que un autorretrato reflejaba la chispa de ingenio que siempre caracterizó su mirada. Hasta su muerte siguió pintando en su taller de la casa de la Recoleta. Entre sus obras más prestigiosas se encuentran Baile de las enanas o cabaret de Magallanes y El castillo Yarur.

Bibliografía

  • VILA, W. Una capitanía de pintores, Editorial del Pacífico, S. A., Santiago de Chile, 1966.

MDGN

Autor

  • 0109 MDGN