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CineQuímicaBiografía

Lumière, Louis (1864-1948).

Inventor, químico, industrial y pionero del cine, nacido en Besançon en 1864 y muerto en Bandol en 1948.

Vida

Hijo de Antoine Lumière, un comerciante de la ciudad de Besançon dedicado a la fotografía, a los pocos años marchó con su familia a Lyon, dado que su padre decidió independizarse de su socio Emile Lebeau. La calidad humana y profesional de su padre permitió a la familia salir adelante. Los clientes hicieron progresar el negocio y pronto fueron una familia respetada y su empresa reconocida por la calidad de sus trabajos.

El joven Louis destacó en los estudios que realizó en el liceo La Martinière y, poco después, junto con su hermano Auguste -con quien formará una pareja indisoluble- comenzó a trabajar con su padre desarrollando algunas iniciativas en la fábrica de material fotográfico, una de las principales en las últimas décadas del siglo XIX.

Precisamente, en torno a 1890, Louis y Auguste conocen ya algunos de los inventos que se están patentando en torno al mundo de las imágenes en movimiento. Tienen noticias de los trabajos de sus coetáneos y los experimentos que se prodigan no sólo en Francia sino en otros países y que buscan, básicamente, mejorar la obtención y proyección de imágenes. Precisamente esta situación es la que va a sembrar controversias sobre quién es el padre del cine, dado que entre 1890 y 1895 son varios los inventores que, en distintos países, están trabajando para alcanzar un mismo objetivo; los nombres de Thomas Alva Edison (Kinetoscopio) y Max Skladanowski (Bioscop), son algunos de los que más suenan en estos años.

En cualquier caso, lo que sí se sabe es que las primeras imágenes que obtienen los Lumière a finales de 1894 a través de su invento, les llevan a patentarlo el 13 de febrero de 1895, con el nombre de Cinematographe (Cinematógrafo, Cine) que describen como:

"(aparato) que permite la obtención y la visión de pruebas cronogotográficas, en el que una cinta destinada a recibir, o a haber recibido, las impresiones sucesivas se anima con movimientos intermitentes separados por intervalos mediante puntas o garras que penetran en las perforaciones regulares practicadas en los bordes de la cinta; esta cinta recibe o muestra las impresiones sucesivas por una ventanilla cubierta y descubierta, alternativamente, merced a un sector circular que sirve de obturador".

Durante unos meses se dedican a impresionar diversas imágenes familiares, hasta que se dan cuenta de que si no muestran sus resultados jamás podrán avanzar en la mejora del mismo. Es así como, después de registrar el aparato, deciden hacer varias demostraciones que son muy bien recibidas, lo que les animó a preparar la presentación pública del mismo, acontecimiento que tendrá lugar el día 28 de diciembre de 1896 en el Salon Indien del “Grand Café”, ubicado en el Boulevard des Capucines de París.

El paso más importante ya estaba dado. Por fin se conseguía mostrar a un grupo de personas unas cintas - así se llamaban las primeras películas- de imágenes en movimiento, con lo que se superaba las limitaciones que suponía el Kinetoscopio de Edison, que era de visión individualizada.

El primer programa cinematográfico presentado al público constaba -dado que se trataba de películas de apenas 17 metros- de varios títulos:

Salida de obreros de la fábrica Lumière .
Riña de niños.
Los estanques de las Tullerías.
L’arrivée des congressistes à Neuville-sur-Saône.
El regador regado.
Le dejeuner de Bébé.
Baignade en mer.
Voltige.
Les forgerons.
La pêche aus poissons roueges.
Saut à la couverte.
Place des Cordeliers.

Estas películas apenas recogían un plano estático del motivo que daba título a las mismas. Eran “tomas de vista” de temas familiares y lugares de la ciudad. En cualquier caso, estos títulos, y todos los que realizarían seguidamente, marcarían una impronta y revolucionarían el espectáculo visual de finales de siglo.

Lo que en un principio pensaron que no pasaría de ser un “invento más”, pronto se fue asentando, al tiempo que la demanda del público obligó a los Lumière a hacer frente a la misma, enviando una serie de operadores por todo el mundo para que impresionaran más imágenes que permitieran renovar los programas diarios.

El efecto cautivador que supuso el Cinematógrafo para los ciudadanos de estos años fue de tal magnitud, que se viene repitiendo la anécdota de aquellos espectadores que vieron por primera vez La llegada del tren (L’arrivée d’un train à la ville, 1896); en cuanto el tren se acercaba a primer término los espectadores se echaban para atrás pensando que se iba a salir de la pantalla.

Las imágenes de los Lumière son punto de referencia de los primeros noticiarios y documentos que se impresionaron en numerosos países. De estas primeras películas destacan -dentro de su sencillez- La salida de los obreros de la fábrica Lumière, en la que desde un punto de vista lejano se contempla cómo se abre la puerta de la fábrica y va saliendo hacia los laterales un grupo de hombres y mujeres, hasta que esa salida se termina. Más interesante resulta, sin embargo, El regador regado, una escena simpática, que gira en torno a un “gag” cómico: un regador se encuentra regando un jardín; vemos cómo un niño le pisa la manguera; el regador se extraña de que no salga el agua y acerca a su cara la boca de la misma; en ese momento el niño quita su pie y el agua moja al regador; éste corre tras él y al alcanzarlo le da un azote y le coge de una oreja.

La producción de los Lumière se incrementa con los años, convirtiendo a Lyon en uno de los centros cinematográficos más importantes del mundo. No obstante, su evolución creativa se estanca, limitándose durante ese tiempo a repetir los temas, los planteamientos y viviendo un poco de rentas. Tiene que ser Méliès quien realmente dé un gran empuje al Cinematógrafo, sobre todo abriendo nuevos caminos a la creatividad y forzando a los operadores y productores, que a continuación les siguieron, a volcarse en busca de originalidad.

Los Lumière, al tiempo que producen una interminable lista de títulos, ponen en circulación los aparatos que fabrican en Lyon. A esta ciudad acudirán a lo largo del tiempo numerosos empresarios de otros países en busca de “el aparato original” que les permita pasar sin ningún problema las cintas Lumière en sus barracones, de tal forma comenzó a expandirse el que será el espectáculo audiovisual más sorprendente del siglo XX.

Los Lumière continuarán desarrollando, hasta su muerte, otros muchos inventos, tanto en el campo de la fotografía como en el cine (la placa tricromo para la fotografía en color; la fotografía en relieve: fotoesterosíntesis; el cine estereoscópico; las placas antihalo; el plateado de los espejos en frío; un difusor para fonografía, etc.). Algunos tuvieron su aplicación, pero otros no pudieron desarrollarse comercialmente. Es indudable que formaron parte de una generación muy especial, a la que se debe buena parte de los inventos que transformarían la sociedad mundial con el cambio de siglo.

Bibliografía

  • GARCÍA, Emilio C. y SÁNCHEZ, Santiago: Así nació el cine. Madrid. Cuadernos de Historia 16. 1991.

  • GARCÍA, Emilio C. y SÁNCHEZ, Santiago: Guía histórica del cine. Barcelona. Film Ideal. 1997.

  • RITTAUD-HUTINET, Jacques: Auguste et Louis Lumière. Les 1000 premiers films. Paris. Philippe Sers Editeur. 1990.

E. García Fernández

Autor

  • Emilio García Fernández