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PolíticaHistoriaBiografía

López de Córdoba, Martín (ca. 1320-1371).

Aristócrata español, nacido hacia 1320 y fallecido en Sevilla en 1371. Manifestó una inquebrantable fidelidad a la causa de Pedro I de Castilla, que le valió para alcanzar altos cargos palatinos primero y el maestrazgo de las órdenes militares de Alcántara y Calatrava después.

Primeros oficios en la corte castellana

Entró al servicio de Pedro I de Castilla en fecha desconocida, aunque ya en 1357 el monarca reconoció sus buenos oficios y le hizo entrega de la torre de Monturque. Desde 1358 don Martín aparece mencionado en las crónicas reales y su presencia en ellas tuvo cada vez mayor relevancia, merced a su meteórica ascensión dentro de la corte castellana durante los años siguientes. Estos años estuvieron marcados por el enfrentamiento entre las coronas aragonesa y castellana y por las intrigas cortesanas de los bastardos de Alfonso XI de Castilla. Aquel mismo año de 1358 el poder económico de don Martín ya era lo suficiente fuerte como para adquirir la heredad de Cascajar y un año después obtuvo del rey la potestad para poblar el lugar con cincuenta vecinos, excusados del pago de tributos reales, convirtiendo así Cascajar, origen de la futura Villafranca de Córdoba, en un señorío independiente de la jurisdicción de Alcocer.

En 1357, gracias a la intervención del legado pontificio Guillermo de la Jugue, Pedro I de Castilla y Pedro IV el Ceremonioso de Aragón firmaron una tregua en Tudela por un año, concluido el cual reanudaron las hostilidades. Es por estas fechas cuando don Martín aparece por primera vez en las crónicas, con el cargo de camarero del rey, e interviniendo en el pleito que el infante don Juan presentó a Pedro I por causa de la recusación por la Junta de Guernica a su reclamación del señorío de Vizcaya, que no consiguió tampoco del monarca castellano, a pesar de sus anteriores promesas. Según parece, don Martín estuvo directamente relacionado con la muerte del infante don Juan en junio de aquel mismo año. En junio de 1359 don Martín participó activamente en la ofensiva castellana a Aragón, comandando una de las galeras que hostilizaron la costa aragonesa y llegaron a bloquear durante tres días el puerto de Barcelona. Poco a poco don Martín fue escalando puestos en la corte y en 1360 fue nombrado camarero mayor del rey, cargo que le fue entregado tras la muerte de su anterior titular, don Juan Fernández de Hinestrosa, y que don Martín conservó durante todo el reinado de Pedro I. Poco después el rey de Castilla ordenó a don Martín hacerse cargo de los castillos que tenía en su nombre el caído en desgracia y ejecutado Gutierre Fernández de Toledo, entre los que se encontraba el alcázar de Molina. También intervino el camarero mayor en el apresamiento en Soria de la mujer y los hijos de Gómez Carrillo, que había sido ajusticiado por orden real. Según la crónica del canciller López de Ayala, don Martín y el canciller del sello de la poridad, Mateo Fernández, fueron enviados a Medina Sidonia para iniciar una pesquisa y averiguar si la reina doña Blanca, encarcelada por su marido, había enviado a decirle al rey que si no regresaba con ella había de sufrir grandes tormentos. Según el canciller López de Ayala, los enviados regresaron a su rey con la noticia de que aquella premonición no había salido de labios de la reina.

A partir de 1362 don Martín López de Córdoba pasó a formar parte del séquito real de Pedro I con el cargo de repostero mayor. Con tal oficio participó en las negociaciones de la alianza entre Navarra y Castilla contra Aragón que se celebró por aquellas fechas. También en aquel año trató de ganar la alianza de Pedro I un opositor de Muhammad V de Granada, a quien llamaban el Rey Bermejo, y con tal fin viajó a Sevilla, donde se encontraba el rey de Castilla. Aunque en un principio don Pedro se mostró favorable al Rey Bermejo, ordenó a Martín López de Córdoba que lo prendiera junto a su séquito como así hizo el repostero mayor. A los dos días de prisión fueron asesinados por orden de Pedro I.

Maestrazgo de las Órdenes Militares

En 1364 se rompió la paz de Murviedro y Pedro I desplegó una amplia ofensiva contra el reino de Valencia, que fue atacado desde Castelfabib hasta Orihuela. Don Martín López de Córdoba recibió órdenes de hostigar con dos mil jinetes a la guardia aragonesa de Pedro el Ceremonioso, que se dirigía a Valencia y así lo cumplió don Martín, que persiguió al enemigo hasta el límite de la frontera castellana. Por aquellas fechas murió el maestre de la orden de Alcántara, don Gutierre Gómez de Toledo, y Pedro I designó a don Martín López de Córdoba para sustituirlo. El nombramiento tuvo lugar a comienzos del año 1365. A continuación fue nombrado Adelantado mayor del reino de Murcia y como tal recibió el encargo de ocupar la totalidad de las tierras de la gobernación de Orihuela, para contrarrestar la influencia del sitio de Murviedro por Pedro IV. Don Martín nombró teniente del adelantamiento a fray Pedro Malfeyto, comendador mayor de Alcántara y proveyó como merino a Andrés Pérez Formentera. Tras la conquista de Orihuela, don Martín tomó medidas para preservar el orden en los territorios recién incorporados y ordenó al alcalde de Murcia, Alfonso de Moncada, que tuviese sus defensas preparadas para evitar ataques por sorpresa de los aragoneses. Al recibir estas órdenes, Alfonso de Moncada ordenó cerrar todas la puertas de la ciudad excepto la del Puente, la del Azogue y la Nueva, en las que se colocaron tres cuerpos de guardia, además de los centinelas destinados al puerto Sacacho y la Torre de Mata. El maestre de Alcántara viajó a Murcia con cartas reales y para comprobar el exacto cumplimiento de sus órdenes y dejó en la ciudad a los auxiliares granadinos enviados por Muhammad V a su aliado castellano.

Aquel mismo año de 1365 fue premiado de nuevo don Martín por su fidelidad a la causa castellana, al ser nombrado maestre de la Orden de Calatrava. Para este nombramiento el rey no consultó al capítulo general de la orden y justificó el nombramiento por causa de los muchos y muy buenos servicios que don Martín le había hecho. A su muerte fue sucedido por don Pedro Muñiz de Godoy, que ya le disputó el maestrazgo, apoyado por Pedro IV.

Misiones diplomáticas de don Martín

El otro gran problema del reinado de Pedro I fue la guerra desatada por su hermano, don Enrique, conde de Trastámara, para hacerse con el reino. Para ello don Enrique consiguió apoyos en Francia y cuando el monarca castellano lo supo envió a don Martín a Londres para ganar la alianza inglesa y evitar que los súbditos acantonados en Aquitania de Enrique III de Inglaterra tomasen parte en las operaciones por parte del advenedizo hermano del rey. Don Martín, invocando la alianza anglo-castellana, consiguió que Enrique III enviase órdenes al sudeste de Francia para que sus vasallos no participasen en la guerra, pero éstas no fueron cumplidas, probablemente porque tardaron demasiado en llegar a su destino. Otra de las misiones del maestre fue rebatir ante el monarca inglés los argumentos propagandísticos usados por Enrique de Trastámara para justificar sus aspiraciones, en especial, justificar la ejecución por parte de Pedro I del maestre de Santiago don Fadrique de Trastámara, argumento esencial en la propaganda trastamarista contra Pedro I. Por último, don Martín expuso ante el monarca inglés la conveniencia de establecer alianzas matrimoniales entre Castilla e Inglaterra, casando a los hijos de Enrique III con las hijas habidas entre Pedro I y doña María de Padilla, Constanza, Beatriz e Isabel, que a la sazón habían sido reconocidas como herederas legítimas del reino de Castilla.

Además de sus misiones en Londres, don Martín fue enviado a Portugal en 1366 para invocar la ayuda portuguesa frente a las partidas de mercenarios de don Enrique de Trastámara (las compañías blancas, al mando de Bertrand Du Guesclin), que habían entrado en Castilla. El maestre, que había acudido a la misión acompañado por Mateo Fernández, canciller del sello de la poridad de Castilla, invocó como razón para la participación portuguesa el anunciado matrimonio entre la infanta Beatriz de Castilla y el príncipe de Portugal don Fernando.

Caída de don Martín López de Córdoba

El 16 de mayo de 1366 Enrique de Trastámara (Enrique II) fue proclamado rey por los suyos en Calahorra y en poco tiempo la situación se hizo insostenible para Pedro I, que buscó en Bayona la alianza con el hijo de Enrique III, el Príncipe Negro, de quien recibió un préstamo de cinco mil florines y ayuda militar. Don Martín acudió a Bayona con su señor y, de nuevo, junto a Mateo Fernández, canciller del sello de la poridad.

Enrique II, aún en vida de su hermano Pedro, concedió el maestrazgo de la orden de Alcántara a don Pedro Muñiz de Godoy, que ya se titulaba en Aragón maestre de Calatrava. La presencia de dos maestres en la orden de Alcántara provocó una escisión en la orden y dio lugar a una intervención pontificia; Urbano V dispuso que el maestrazgo de la orden recayese en fray Melen Suárez hasta que se averiguase a quién pertenecía canónicamente. El cisma se terminó con la victoria de Pedro I sobre su hermano en Nájera (1367) y la confirmación de don Martín como maestre de Alcántara.

Con la confirmación del maestrazgo vino también su confirmación como adelantado mayor del reino de Murcia. Don Martín nombró teniente del adelantamiento a Fernán Pérez Calvillo. Aquel año don Martín cayó en desgracia cuando, tras haber sido designado virrey y enviado a Córdoba para tratar ciertos asuntos de justicia, no cumplió su misión. El rey lo ordenó prender, pero la intervención de Muhammad V de Granada a favor de don Martín lo libró de las iras regias y al poco tiempo recuperó el favor real.

Martín López de Córdoba asistió a Pedro I en los últimos años de la guerra civil, e incluso después de la muerte de su señor continuó fiel a su causa y en contra de la de Enrique II. Don Martín acudió con sus tropas al castillo de Montiel, en el que Pedro I se encontraba acorralado por su hermano y por las compañías blancas, pero no pudo hacer nada por socorrerle, pues al poco el rey fue asesinado (23 de marzo de 1369) . Enterado de ello, don Martín marchó a Carmona y se apoderó de sus alcázares y su tesoro. Inició conversaciones con los habitantes de Carmona para que reconociesen rey a uno de los hijos de Pedro I, que se encontraban con él en Carmona, pues el rey le había ordenado que los protegiese, pero su causa ya estaba perdida y Enrique II ganaba adhesiones por doquier. Cuando don Martín comprendió la inutilidad de su resistencia pactó con Enrique II la entrega de Carmona y del tesoro real que en ella se encontraba a cambio de su vida. El rey aceptó el trato y otorgó a don Martín unas honrosas condiciones de rendición, pero cuando tuvo en su poder a don Martín lo trasladó a Sevilla, donde fue decapitado junto con el antiguo canciller de Pedro I, Mateo Fernández.

Del matrimonio de don Martín con doña Sancha Carrillo nació doña Leonor López de Córdoba, que como dama de Catalina de Lancaster, nieta de Pedro I, intervino de manera decisiva en la política castellana del siglo XV. Doña Leonor escribió unas Memorias, obra de contenido autobiográfico en la que se describen los turbulentos años de la familia López de Córdoba en los comienzos del reinado de los Trastámaras en Castilla. También nació de dicho matrimonio don Lope López de Haro, que en 1367 también recibió de Pedro I diversos privilegios y bienes, entre los que se encontraban las villas de Lumbreras, Ortigosa, Villoslada, Torre de Camero Viejo y otras, a título de mayorazgo.

JMMT

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero