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LiteraturaBiografía

Llaguno y Amírola, Eugenio de (1724-1799).

Es una figura relevante de la España de la Ilustración. Nació en Menagaray, villa alavesa del valle de Ayala, en 1724. La familia, aunque noble, no debía de tener medios económicos suficientes para enviarle a algún colegio francés, como era costumbre en el País Vasco, por lo que estudió lengua española y latina con un profesor particular. Pronto fue reclamado desde Madrid por Montiano y Luyando, con quien guardaba alguna relación de parentesco, que le tomó bajo su protección y orientó su educación. En la corte, tomó contacto con la realidad social y cultural, participó en tertulias literarias y políticas, como las que se reunían en las casas de Blas Nasarre y Juan de Iriarte. Esta última se trasladó a su domicilio bajo la protección del mecenas Montiano. En 1754 inició su tarea política como alcalde ordinario del valle de Ayala, aunque siguió residiendo en Madrid, puesto que en la capital desempeñaba ya el cargo de Oficial de la Secretaría de la Cámara de Gracia y Justicia y de la Cámara de Estado de Castilla. En 1764 ejerció de nuevo la alcaldía y en 1777 fue Procurador Síndico General de dicho valle. Su vida, desde los inicios cortesanos, fue un avance progresivo en el enmarañado mundo de los escalafones oficiales.

Su labor cultural fue notable. Persona inquieta y de hondos conocimientos, en 1755 fue admitido como miembro honorario de la Academia de la Historia, y después académico supernumerario (1757), para cuyo acto leyó un discurso sobre las Glorias de hombre español. Debió de colaborar por estas fechas en la confección de la Historia de la Academia. Más adelante sería elegido secretario y en 1794 presidente de dicha institución.

Desarrolló también una gran actividad en relación con la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Consiguió su aprobación (1765) y la protección real seis años después. Llaguno fue su representante en la Corte, junto a su paisano y compañero en la Secretaría de Estado Miguel Otamendi. De 1770 a 1773 abunda su correspondencia con el conde de Peñaflorida, fundador y primer director de la Sociedad, sobre asuntos relativos a ésta.

Introducido en la Corte, hombre sin títulos nobiliarios, aunque instruido y eficaz, fue conquistando poco a poco honores, privilegios y títulos: Ministro Rey de Armas de la Insigne Orden del Toisón de Oro (1781), Secretario del Consejo de Estado y de la Suprema Junta de Estado (1787), Ministro de Gracia y Justicia (1794-1797), miembro de la Orden de Carlos III (1795), Consejero del Supremo Consejo de Estado (1797). Su entrega y bondad se ganaron el ánimo y la amistad de políticos y literatos (Forner, Jovellanos, Trigueros, Meléndez Valdés, Samaniego, Fernández de Moratín), entre los que ejerció un auténtico mecenazgo. Murió en Madrid el 10 de febrero de 1799.

La tarea cultural de Llaguno se inició en los círculos literarios que frecuentó en Madrid. Las discusiones, la lectura continua y su observación crítica hicieron de él figura pionera en la defensa de la cultura ilustrada que apoyó siempre desde sus importantes puestos oficiales. En el campo de las letras su obra no es fundamentalmente de creación sino de investigación, aunque parece que escribió algunos poemas que no conservamos y era conocido en el mundo literario con el sobrenombre poético de Elpino. Su primer trabajo fue la traducción de la Atalía de Racine en 1754, siguiendo las indicaciones de su protector Montiano, que había publicado dos tomos de su Discurso sobre las tragedias españolas (1750 y 1753). Colaboraba de este modo en los primeros intentos serios de la reforma neoclásica, que en el teatro intentaba purificar la tradición barroca española, mientras prefería la tragedia por su valor didáctico. La aceptación general de esta traducción y las críticas favorables de los entendidos colocó a Llaguno entre los hombres más sobresalientes de las letras del momento. Tradujo también La joven isleña, comedia representada en el coliseo de El Escorial en 1774 y que se conserva inédita en la Academia de la Historia.

En 1765, tres años después de que el ginebrino J. Ballexserd editara su Dissertation sur l'education physique des enfants trasladó Llaguno al castellano este libro que tuvo destacado éxito en el campo educativo. Firmada con el seudónimo Patricio de España, hizo una versión libre y selectiva recogiendo aquellos materiales que tuvieran mayor utilidad y aplicación a la España del momento. La afición a la historia alentó una de las empresas más importantes de Llaguno: la edición de varias crónicas medievales. No fue una simple transcripción de manuscritos sino que, con verdadera erudición, compiló datos para desvelar a sus autores y conocer el contexto y situaciones de la escritura de las mismas. Este trabajo se incluía dentro de un magno proyecto de la Academia de la Historia para editar las crónicas antiguas bajo el título general de Colección de Crónicas y Memorias de los Reyes de Castilla de la que se publicaron siete volúmenes y en la que también colaboraron los eruditos marqués de Mondéjar, Francisco Cerdá y Rico, y José Miguel Flores. Nuestro autor llevó en esta empresa el trabajo más importante, con un espíritu hipercrítico, la edición de: Crónica de los Reyes de Castilla Don Pedro, Don Enrique II, Don Juan I y Don Enrique III de Don Pedro López de Ayala (1779-1780), tomo I y II de la Colección; Sumario de los Reyes de España por el Despensero Mayor de la Reina Doña Leonor y adiciones anónimas (1781); y Crónica de Don Pedro Niño por Gutierre Díez de Games (1782).

De 1789 es la edición que hizo Llaguno de la Poética de Luzán. Se trata de un texto corregido y ampliado de la primera versión (1737), en el que enjuicia con más rigor a los poetas dramáticos barrocos, en particular a Lope y Calderón, pero que en realidad respeta el espíritu del autor aragonés de quien fue testaferro intelectual. Esto ha dado mala prensa a Llaguno por parte de críticos de criterio nacionalista. El saber enciclopédico del autor tuvo también un particular entusiasmo por el arte, como se refleja en sus Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su restauración. Hay que recordar también su colaboración en el acarreo de datos y corrección de la edición hecha por Azara, embajador en Roma, del titulado Libro de Mengs.

Bibliografía

  • ANGULO MORALES, Alberto: Eugenio de Llaguno y Amírola (1724- 1799), una figura emblemática en la difusión y patrocinio de lo vasco y la cultura ilustrada, Vitoria, Diputación Foral de Álava, 1994.

  • PALACIOS FERNÁNDEZ, E.: "Llaguno y Amírola, o la Ilustración como labor de estado", en Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, XL (1984), pp. 203-224.

E. Palacios Fernández

Autor

  • MFE.