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Lipschutz, Alejandro (1883- 1980).

Ensayista, articulista, médico, antropólogo, americanista y profesor universitario chileno de origen letón, nacido en Riga (Letonia) en 1883, y fallecido en Santiago de Chile en 1980. Científico humanista, atento siempre a los problemas e inquietudes del hombre de su tiempo, a lo largo de su dilatada existencia -prolongada durante casi un centenar de años- desplegó una infatigable labor de estudio, investigación y promoción cultural que le convirtió en uno de los intelectuales más queridos y admirados por el pueblo chileno, hasta el punto de que el poeta y premio Nobel de Literatura Pablo Neruda escribió de él elogios tan encendidos como éstos: "El hombre más importante de Chile no mandó nunca regimientos, no ejerció nunca un Ministerio, no mandó, sino que fue mandado en una Universidad de provincia. Sin embargo, para nuestra conciencia él es un General del pensamiento, un Ministro de la creación nacional, el Rector de la Universidad de porvenir".

Vida y obra

Su sensibilidad humanística, compatible en todo momento con el profundo rigor que aplicó a sus trabajos de índole científica, le impulsó muy pronto a preocuparse por los problemas sociales y políticos de sus conciudadanos en su Riga natal, donde, con veintidós años de edad, tomó parte activa en la primera revolución proletaria que sacudió las estructuras anquilosadas del Antiguo Régimen en aquellas tierras (1905). Era, a la sazón, el joven Alejandro Lipschutz estudiante de Medicina, carrera que pronto completó con fructíferas visitas a diversas facultades de Europa occidental (como las de Berna y Zurich), donde obtuvo el grado de doctor en 1907. Reconocido, a muy temprana edad, como uno de los grandes valores de la medicina contemporánea dentro de su especialización en fisiología, pronto recibió ofertas para impartir clases en las principales universidades de Europa, lo que le llevó a un extenso recorrido cosmopolita por las aulas de Göttingen y Bonn (Alemania), Berna (Suiza) y Dorpat (Estonia), ensimismado por aquel entonces en una fecunda actividad docente que no le impidió publicar algunos de los artículos y estudios monográficos más importantes de la fisiología de su época, como el libro titulado Por qué morimos (1915), que en breve tiempo alcanzó más de dieciséis ediciones, algunas de ellas traducidas al español y al portugués, y otras vertidas a las lenguas que le habían sido familiares durante su infancia y adolescencia, como el letón, el ruso y el finés.

Cuatro años después de la aparición de esta obra, Alejandro Lipschutz, consagrado ya como una de las cabezas más sobresalientes de la fisiología contemporánea, dio a la imprenta su célebre monografía sobre Las secreciones internas de las glándulas sexuales (1919), obra que se convirtió de inmediato en materia de estudio obligatorio en todas las facultades de Medicina del mundo. Escrita originalmente en lengua alemana (pues, entre sus numerosos méritos intelectuales, Lipschutz contaba con la virtud de ser políglota y dominar a la perfección varios idiomas), esta obra fue pronto traducida al inglés y, por supuesto, al castellano, en una versión que salió en España prologada por el eminente endocrinólogo Gregorio Marañón.

El prestigio del sabio letón cruzó el océano Atlántico y llegó hasta las lejanas tierras de Chile, en cuya Universidad de Concepción se le ofreció un puesto docente que Lipschutz no dudó en aceptar, ya que enseguida advirtió que allí podría disponer de amplios medios a su alcance para desarrollar sus proyectos de trabajo. En efecto, trasladado al país andino en 1926, organizó en el citado centro de enseñanza superior la Cátedra y el Instituto de Fisiología, y tanto se interesó por la administración interna de la Facultad de Medicina que acabó ocupando en ella el puesto de primer decano.

Durante más de diez años, Alejandro Lipschutz permaneció ligado a la Universidad de Concepción; pero la progresiva ampliación de sus objetivos profesionales (centrados, ahora, en los estudios de Endocrinología y en la investigación sobre tumores cancerosos) acabó por forzarle a abandonar la bella ciudad marítima para establecerse en la capital del país. Ya en Santiago, sus trabajos sobre estos aspectos de la Medicina le convirtieron en uno de los investigadores más eminentes del mundo, por lo que su colaboración y docencia fue requerida no sólo en Chile, sino también en Argentina y México, en los Estados Unidos de América y en la mayor parte de Europa (Alemania, España, Francia, Inglaterra, Suiza y la Unión Soviética). Visitó, en diferentes ocasiones, las aulas universidades y los centros sanitarios de todos estos países, en los que existía cumplida información sobre los adelantos alcanzados por Alejandro Lipschutz en Santiago de Chile, donde había fundado el Instituto de Medicina Experimental, dependiente del Servicio Nacional de Salud. Esta infatigable labor de investigación, convenientemente ampliada por sus hábiles dotes para la difusión de sus conocimientos (no en vano fue invitado a dictar cursos y conferencias en Lima, Caracas, Bogotá, La Paz y Ciudad de México, así como en varias capitales de los Estados Unidos de América) pronto dio paso a los inevitables honores y distinciones internacionales, entre los que destacan su nombramiento como académico de la Royal Society of Medicine de Londres, de la Academia de Medicina de Madrid y de la Sociedad Biológica de París; asimismo, fue investido doctor honoris causa por las universidades de La Habana y Montevideo, y recompensado en su país adoptivo -había adquirido la nacionalidad chilena en 1941- con su nombramiento como Académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

En aquella década de los años cuarenta, coincidiendo con la formalización de su militancia en el Partido Comunista Chileno (al que perteneció desde entonces hasta el momento de su muerte), Alejandro Lipschutz fue alejándose poco a poco de esos estudios médicos que habían requerido su interés durante tres decenios para ir adentrándose progresivamente en el campo de la antropología, desde una perspectiva social que, heredera de sus preocupaciones cívicas juveniles, le exigía concentrar sus esfuerzos en el conocimiento de las condiciones de vida de los grupos étnicos menos favorecidos. Fue entonces cuando comenzó a profundizar en la situación política, social y cultural del pueblo mapuche -especialmente discriminado por las estructuras jurídicas de Chile, sobre todo en su amplia población campesina-, y cuando desplegó su intensa capacidad de trabajo para proclamar la necesidad de que los araucanos desarrollaran libremente desde la infancia su vasta riqueza folclórica, mitológica, artística, musical y literaria (en este sentido, fue notable su empeño en que los niños de aquel pueblo pudieran aprender a leer y escribir su propio idioma). Fruto de esta elogiable labor humanística fue su ensayo antropológico titulado La comunidad indígena en América y en Chile: su pasado histórico y sus perspectivas (Santiago de Chile, Ed. Universitaria, 1956), una obra de un valor social incalculable no sólo para los pueblos discriminados en Chile, sino para todos los grupos étnicos marginados en toda Hispanoamérica. En ella, Alejandro Lipschutz aunó sus dotes intelectuales y sus reivindicaciones sociales para acabar reclamando los derechos de propiedad sobre la tierra de los pueblos indígenas, así como la necesidad de que los gobiernos les permitieran seguir manteniendo sus centenarias organizaciones sociales y culturales.

El comienzo de esta actividad antropológica del humanista de origen letón se remonta a 1946, cuando se puso al frente de una expedición científica cuyo objetivo era estudiar las condiciones de vida de los indios fueguinos. Pronto reunió material abundante para dar a la imprenta varios artículos sobre la secular explotación a la que venía siendo sometido este grupo étnico, primero por parte de los conquistadores y colonizadores españoles, y después por obra de la clase criolla terrateniente. Sorprendido por la compleja cultura que, a lo largo de siglos de explotación, los indígenas habían ido elaborando para preservar su entorno natural y sus pautas de conducta moral, Lipschutz demostró por medio de estos ensayos que la pretendida inferioridad del indio era absolutamente falsa.

Alentado por la buena acogida deparada a estos trabajos, Alejandro Lipschutz fue ampliando el enfoque de sus preocupaciones sociales y antropológicas hasta abarcar todo el amplio ámbito geo-cultural de Hispanoamérica, siempre analizado en su obra a partir de dos premisas fundamentales: la imprescindible revalorización del indígena, y la no menos necesaria reivindicación de justicia social y equiparación racial. Convertido en uno de los americanistas de mayor prestigio, visitó todos los rincones del subcontinente americano siguiendo el rastro de las culturas primitivas que lo habitaban, y llegó a erigirse en uno de los mexicanistas más leídos y respetados de la época, merced a sus investigaciones sobre la cultura maya y los efectos que había producido en ella el violento choque con las ideas de los conquistadores. Ya cerca de alcanzar los noventa años de edad, dio a la imprenta otra obra excepcional, Los muros pintados de Bonampak: enseñanzas sociológicas (Santiago de Chile: Ed. Universitaria, 1971), una deslumbrante interpretación de los murales indígenas de dicha zona mexicana colindante con las fronteras guatemaltecas (véase Bonampak), así como de las figuras en relieve que representaban antiguas ceremonias mayas, y de las noticias que habían dado acerca de ellas los cronistas de la época colonial. Las sorprendentes revelaciones del anciano humanista (que, a sus ochenta y muchos años de edad, seguía recorriendo infatigablemente toda Hispanoamérica, con una salud física y una lucidez mental envidiables) permitieron conocer mejor las estructuras socio-políticas del pueblo maya (con una rígida organización jerárquica de marcado carácter señorial), así como establecer sugerentes paralelismos entre este complejo entramado social y el de los pueblos europeos de finales del neolítico, vinculados por asombrosas coincidencias. Además, Lipschutz ofrecía en las páginas de este extraordinario trabajo una deslumbrante interpretación de los murales, que en su opinión constituían el relato de una expedición de castigo enviada por los señores de Bonampak contra la masa campesina que amenazaba con rebelarse (véase Cultura maya).

Previamente, el sabio chileno había publicado otra obra de alcance universal, El problema racial en la conquista de América y el mestizaje (Santiago de Chile: Ed. Austral, 1963), concebida por el propio autor como su mejor "testamento americanista", ya que en ella tenían cabida todas sus preocupaciones intelectuales y humanitarias sobre las diversas culturas y sociedades indígenas del subcontinente americano. Todas estas labores de investigación y redacción no le impidieron fundar, entre unas y otras publicaciones, algunas de las más eficaces instituciones en defensa del indio y su cultura, como el Instituto Indigenista de Chile o la Sociedad Chilena de Antropología. Además, colaboró durante muchos años de forma ininterrumpida con el Instituto Indigenista Interamericano, sito en México, en cuyo prestigioso órgano de difusión (la revista América Indígena) estampó algunos de sus más notables artículos.

Entre los numerosos galardones y reconocimientos que recibió a lo largo de su dilatada existencia, Alejandro Lipschutz fue distinguido en 1944 con el Premio Charles L. Meyer, que le fue concedido por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, y con el Premio Nacional de Ciencias de Chile, que recayó en su persona en su primera convocatoria (1969).

Bibliografía

  • BERDICHEWSKY SCHER, Bernardo: "El profesor Alejandro Lipschutz y las ciencias sociales", en El Correo de Conicyt (Santiago de Chile), II, 6 (1973), pp. 4-6.

  • IGLESIAS B., Rigoberto: "El profesor Alejandro Lipschutz y la biología", en El Correo de Conicyt (Santiago de Chile), II, 6 (1973), pp. 2-3.

  • NEGHME R., Amador: La obra literaria de los médicos chilenos, Santiago de Chile: Ed. Andrés Bello, 1984, pp. 156-157.

Autor

  • José Ramón Fernández De Cano