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Lerins, San Vicente de (ca. 380- ca. 450).

Prelado, teólogo y escritor franco nacido en la Galia hacia el año 380 y muerto probablemente en Lerins (Francia) hacia el año 450. Fue uno de los más reputados téologos y escritores latinos de la época. Sus escritos apologéticos constituyen un importante calibre para valorar la evolución de la ortodoxia católica desde los postulados de los Padres de la Iglesia hasta su completa recepción en la Alta Edad Media. La iglesia celebra su festividad el día 24 de mayo.

Vida

No se tienen demasiados datos objetivos que permitan trenzar una biografía concreta de San Vicente de Lerins. La mayoría de referencias a su vida y a sus escritos proceden de la obra de Genadio de Marsella, De scriptoribus eclesiasticis (ca. 475), así como algunas referencias escasas supuestamente autobiográficas que el propio santo deja entrever en sus líneas. Genadio de Marsella, además de loar encendidamente la sabiduría teológica del maestro, relata su nacimiento en la Galia, sin especificar lugar. Hacia el año 425 ya se encontraba en el monasterio de Lerins, cerca de la actual ciudad francesa de Cannes, donde fue discípulo de San Honorato. En uno de los pasajes del Commonitorio, su más conocida obra, San Vicente admite haber estado envuelto en otro tipo de vida mundana, mucho más movida, antes de abrazar el estado eclesiástico. Algunos estudiosos sospecharon que incluso San Vicente había sido soldado, pero este extremo no parece probable.

El citado monasterio de Lerins se convirtió en el principal foco espiritual y cultural de la Alta Edad Media franca. En el cenobio, fundado por San Honorato de Arlès en el año 410, se dieron cita los más prestigiosos rétores, teólogos y escritores de la época, como Hilario de Arlès, Cesáreo de Arlès, Euquerio de Lyón, Fausto de Riezy Salviano de Marsella. El esplendor de Lerins continuó siendo una referencia de primer orden en la Europa occidental hasta que, en el año 732, la isla fue invadida por los musulmanes, que martizaron al abad San Porcario y al resto de monjes. En este lugar privilegiado, San Vicente de Lerins y Salviano de Marsella debieron departir muchas horas juntos, ya que, según las disposiciones del propio San Honorato, ambos fueron los encargados de la educación de Salonio y Veriano, hijos de Euquerio de Lyón y continuadores de la tremenda vitalidad cultural del monasterio. El propio Euquerio, agradecido por la labor educativa de los prelados de Lerins, les definió como "eloquentia pariter sapientiaque eminentibus" ('dos eminentes varones en sabiduría y en elocuencia'). Es lógico suponer que San Honorato se decantó por San Vicente merced a su notable conocimiento de la Teología, aunque lamentablemente no sabemos ni dónde ni cómo adquirió el erudito el bagaje cultural que se desprende de su obra, en la que destaca el conocimiento no sólo de lecturas teológicas, sino también de clásicos latinos como Cicerón, Ovidio y, en especial, Salustio.

No existe tampoco una certidumbre concreta sobre su fecha de muerte. Genadio de Marsella, en su De scriptoribus, dice que falleció durante los reinados de Teodosio II y Valentiniano III. En cualquier caso, los expertos están de acuerdo en que debió de fallecer antes del año 450, por referencias internas contenidas en su obra.

Esta escasez de datos biográficos con respecto al santo francés se ha complicado todavía más debido a algunos errores propagados por intentar una identificación más concreta del personaje. Así, algunos investigadores quisieron ver en él al mismo Vicente, también monje del monasterio de Lerins, hermano del obispo de Troyes, San Lupo. De igual modo, S. Poirel, editor decimonónico de la obra de San Vicente de Lerins, conjeturó acerca de si el teólogo lirinense no era otro sino el mismo Mario Mercator, tenaz adversario de las herejías más extendidas en el siglo V, sobre todo el nestorianismo y el pelagianismo. A pesar de que en muchas de las acusaciones contra herejes la visión de San Vicente y de Mercator es la misma, tal identificación ha sido descartada.

Obra: el Commonitorio

A San Vicente se le ha atribuido la paternidad de diversas obras teológicas de la época, sobre todo cierta producción que, en cambio, sí es asimilable al entorno del monasterio de Lerins donde el autor vivió. Es el caso del llamado Quicumque o Fides Athanasii, un tratado del siglo V emanado de la actividad intelectual del cenobio pero cuya pluma no fue la de San Vicente. Otras obras, como el tratado Praedestinatus, sobre el pelagianismo, o los Excerpta ex universo Augustini episcopi, una recopilación de sentencias de San Agustín de Hipona, también están descartadas como suyas, por lo que, en última instancia, sólo el famoso Commonitorio puede ser atribuido sin ambages a la pluma del monje lirinense.

En la introducción de la obra, titulada en realidad Tratado en defensa de la antigüedad y universalidad de la fe católica, San Vicente de Lerins, bajo el pseudónimo de Peregrinus, reconoce que la inició tres años después de que tuviera lugar el concilio de Éfeso (431), es decir, en el año 434. Su voluntad fue la de resumir y condensar todas las lecciones de los Padres de la Iglesia al respecto de la religión católica, haciendo especial hincapié en ofrecer un buen puñado de aclaraciones para que, en cuestiones relativas a los dogmas, nadie se apartase del recto camino y se desviase en herejía. La preocupación esencial de San Vicente, como en casi toda su obra, fue la de combatir la herejía, si bien desde una perspectiva didáctica y propedéutica, por la vía de la enseñanza y no por la vía del castigo. San Vicente planeó escribir dos volúmenes del tratado, pero siguiendo el relato de Genadio de Marsella, algunos desaprensivos le robaron el segundo volumen, por lo que el monje decidió redactar un resumen de lo que se acorbada, unirlo al primer volumen, que también descargó de contenido, y publicarlo de manera conjunta.

Por esta razón, el Commonitorio, que recibía este nombre por tratarse de unos pequeños apuntes, fue más famoso y utilizado en la Edad Moderna que en la Edad Media, ya que la época medieval gustaba más de las magnas y barrocas disquisiciones teológicas; sin embargo, en la Edad Moderna, la lectura del Commonitorio fue muchas veces el primer paso de estudiantes, sacerdotes y eruditos al complejo tema de la patrología, pues el resumen de las sentencias de los Padres de la Iglesia realizado por San Vicente constituía un muestrario apreciable, por su valor didáctico y espiritual. El Commonitorio fue editado por vez primera en Basilea (1528), y conoció su auge en el siglo XVI, donde fue editado en más de treinta ocasiones y traducido a 22 idiomas desde su latín original. En España, la primera traducción la realizó el erudito fray Juan de la Cruz en Salamanca (ca. 1568), aunque la más fiable edición es la efectuada por Cándido del Moral ya en el siglo XVIII (1784) y, por supuesto, la edición bilingüe de L. F. Mateo Seco en el siglo XX (1977).

Los contenidos doctrinales del Commonitorio son fundamentales en la intención de autor, que se propuso ofrecer una pequeña pero cuidadosa y fidedigna referencia a todos aquellos cristianos que quisieran acercarse a los Santos Padres. Por esta razón, el estilo de San Vicente de Lerins es sencillo, sin tapujos, intentando siempre ponerse en el nivel del lector, explicando con gran candidez los secretos de la recta vía de la ortodoxia católica, acudiendo para mejor comprensión a ejemplos patrísticos. Didácticamente, el Commonitorio supone una de las cumbres de la literatura teológica de la temprana Edad Media, aunque su difusión fuera mayor en la Edad Moderna.

Bibliografía

  • KOCH, H. "Vicentius von Lerinum und M. Mercator" (Theologisches Quartalschrift, 81 [1899], pp. 401-408).

  • MATEO SECO, L. F. (ed.) San Vicente de Lerins. Tratado en defensa de la antigüedad y universalidad de la fe católica. Commonitorio. (Pamplona, EUNSA, 1977).

Enlaces en Internet

http://www.mercaba.org/Tesoro/san_vicente_de_lerins.htm; Página web con datos biográficos del santo y algunos párrafos seleccionados de su Commonitorio (en castellano).

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez