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León XIII, Papa (1810-1903).

Papa de origen italiano. Nació en Carpineto (sur de Roma) el 2 de marzo de 1810 y murió en Roma el 20 de julio de 1903. Su nombre de nacimiento era Vincenzo Gioacchino Pecci. Desde su ordenación sacerdotal estuvo al servicio del Papa Gregorio XVI (delegado pontificio en Italia y nuncio en Bélgica). Luego fue obispo de Perugia, y cardenal desde 1853. En 1877 fue nombrado camarlengo por el Papa Pío IX, encargándose por tanto de la preparación del nuevo cónclave al morir aquel el año siguiente. Él mismo fue elegido nuevo Papa.

León XIII.

Como tal se ocupó de adecuar la acción de la Iglesia a la nueva situación social y política del mundo, siempre con el objeto de lograr su evangelización. Así, la mayor parte de su magisterio se centró en los problemas causados por las desigualdades económicas. Su pensamiento al respecto lo sintetizó en su encíclica Rerum Novarum (1891), principal fuente de toda la posterior doctrina social de la Iglesia. También se ocupó intensamente de mejorar la situación de la Iglesia en los estados laicos europeos, que tendían a marginarla e incluso perseguirla. Su actitud apaciguadora no siempre obtuvo frutos inmediatos, especialmente en Italia y en Francia, donde continuaron las tensiones. Las dificultades que el cristianismo encontró en Europa durante su pontificado fueron compensadas por la entusiasta labor misionera en África, Asia y Norteamérica.

Vincenzo Pecci, legado pontificio, obispo de Perugia y cardenal

Era hijo de Ludovico Pecci, militar, y de Anna Prosperi, el último de sus seis hijos. Su familia no tenía grandes medios, pues vivían en una comarca montañosa y pobre. Entró a la edad de ocho años (1818) en el colegio jesuita de Viterbo; en 1824 se trasladó al también jesuita Colegio Romano, donde estudió ocho años más. Se mostró extraordinariamente dotado para el estudio del latín, adquiriendo entonces el gusto por componer poesía en esta lengua. En 1832 se doctoró en Teología. Los cinco años siguientes los empleó en el aprendizaje del derecho civil y canónico, en la Academia de Nobles. Al finalizarlos fue ordenado sacerdote (1837).

Muy pronto pasó al servicio del papa Gregorio XVI, quien le encomendó tareas diplomáticas, primero como delegado pontificio en las ciudades italianas de Benevento, Perugia y Spoleto (1838-1843), y luego como nuncio en Bélgica (1843-1846). En este tiempo viajó por los vecinos países de Alemania, Francia e Inglaterra, visitando sus complejos industriales. En 1846 fue nombrado obispo de Perugia. En esta sede reorganizó toda la actividad pastoral (caridad, instituciones como orfanatos y la Academia de Santo Tomás de Aquino, misiones, etc.) e incluso restauró la catedral y el seminario. Como consecuencia de su buen quehacer fue elevedado al cardenalato en 1853.

Durante unos veinticinco años apenas estuvo en Roma, al mostrarse contrario al Secretario de Estado Antonelli. En ese tiempo se dedicó al gobierno de su diócesis y al pensamiento. Uno de sus temas de reflexión fue la universalidad de la Iglesia, llegando a la conclusión que los problemas exclusivamente italianos suponían un excesivo lastre para que fuese plenamente percibida esa universalidad. También se mostró firme frente a las autoridades civiles (en 1860 Perugia fue integrada en el reino de Italia), que ponían trabas a la Iglesia católica. No obstante, entre 1874 y 1877 publicó varios documentos pastorales de tono conciliador. Una vez muerto Antonelli, el Papa Pío IX le nombró cardenal-camerlengo (1877), de modo que se trasladó a Roma. Era una muestra de confianza, pues en caso de muerte del pontífice sería el quien se ocupase de gobernar interinamente la Iglesia. Así ocurrió el año siguiente, encargándose él de la convocatoria del nuevo cónclave que elegiría al sucesor.

Papa León XIII (1878-1903)

Este cónclave duró apenas dos días, del 18 al 20 de febrero, y en él se eligió al cardenal Pecci por amplia mayoría. Tenía entonces 69 años. Delgado, enérgico pero de buen caracter y con flexibilidad, adoptó el nombre de León XIII, en honor de León XII. Era el primer Papa elegido después de la pérdida de los Estados Pontificios, en una época de importantes cambios políticos y sociales. A ellos tuvo que atender en su pontificado.

La labor magisterial de León XIII

Su objetivo en este campo fue el de la recristianización de la sociedad, en un contexto fuertemente secularizado por influencia de las ideologías (las más importantes, el racioanlismo y el marxismo), que acusaban a la Iglesia de frenar el progreso. León XIII, por su parte, buscó los aspectos positivos de las nuevas ideas, para tratar de conciliarlas en lo posible con la fe. En gran parte de sus 51 encíclicas desarrolló toda una doctrina social, sin descuidar otros campos religiosos.

Ante la separación que en esa época se hacía de la razón y la fe, aconsejó recuperar para el pensamiento cristiano el tomismo. Así, publicó el 4 de agosto de 1879 la encíclica Atenerni Patris Filius. Aunque su eco fue en conjunto limitado, dio impulso a la creación de nuevas cátedras de ese tenor en seminarios y universidades y surgieron algunos núcleos intelectuales de importancia, como el dirigido por el cardenal belga Désiré Joseph Mercier en la Universidad de Lovaina. Por otra parte, un signo de su respeto hacia la ciencia fue la apertura a los investigadores del Archivo Vaticano, en 1883.

Desde 1881 publicó cinco encíclicas que por su contenido dieron lugar años más tarde a otra: la Rerum Novarum (15 de mayo de 1891), centrada en la cuestión social, y origen del sobrenombre que se le dio después: "Papa de los obreros". En ella rechazaba la lucha de clases como medio de solucionar la pobreza y la opresión. Resaltaba la dignidad y libertad de la persona, cuyo trabajo debía ser correspondido por un salario justo no sujeto exclusivamente a las leyes del mercado. El Estado, aunque no debía ser intervencionista, tenía que garantizar el uso adecuado de los bienes; dado que estos tenían en parte carácter social, debía haber procedimientos redistributivos adecuados que auxiliasen a los necesitados. El fruto de esto sería la paz social. El pensamiento de León XIII respecto a las asociaciones obreras era similar: protección estatal pero sin manipulación. Esta encíclica fue la base de la doctrina social cristiana, retomada por sus sucesores en sus documentos sobre este tema.

En los últimos años de pontificado tuvo que ocuparse de un error doctrinal surgido en Estados Unidos, llamado "herejía de la acción" o "americanismo". La cuestión comenzó con la publicación de un libro sobre la vida de Isaac Thomas Hecker, fundador de los paulistas; en él se rebajaba la importancia del magisterio eclesial y de la vida de oración, acentuando desequilibradamente la inspiración individual y la acción externa. León XIII advirtió sobre el asunto en su carta Testem benevolentiae (22 de enero de 1899), que fue bien acogida por los obispos norteamericanos y también por el propio autor del libro. Rápidamente desaparecida la cuestión en América, se reproduciría después en Francia bajo la denominación de "modernismo", que debió ser examinado por Pío X.

La labor pastoral de León XIII

Fruto de la extensión del cristianismo fue la erección por parte de León XIII de casi tres centenares de nuevas diócesis y medio centenar de vicariatos; en algunos casos se trató en realidad de restaurar antiguas estructuras eclesiásticos desaparecidas, como en India y Japón. Fueron frecuentes sus indicaciones a los obispos, que por entonces comenzaron a reunirse anualmente en conferencias episcopales como modo de mejorar su formación y atender más adecuadamente a los fieles.

Introdujo la costumbre de celebrar congresos eucarísticos que fomentasen el culto a Jesucristo-Eucaristía. El primero de ellos lo convocó en la ciudad francesa de Lille (1881), y luego tuvo continuidad con los celebrados en diversas ciudades europeas (también tuvo lugar uno Jerusalén). Otros cultos que impulsó fueron el del Sagrado Corazón de Jesús, la Sagrada Familia y el rezo del Rosario (especialmente en el mes de octubre y en familia).

En las dos últimas décadas del s. XIX se había intensificado el colonialismo europeo. En la Conferencia de Berlín de 1884-1885 las potencias colonizadoras se comprometieron a proteger, junto con los exploradores y científicos, a los misioneros. Tampoco existía ya el fuerte anticlericalismo de tiempo atrás, y todo ello facilitó la labor misionera de la Iglesia. Su cabeza, León XIII, también la promovió: el 3 de diciembre de 1884 publicó la encíclica Sancta Dei civitas, que señalaba a los católicos que el sostenimiento material y espiritual de las misiones era responsabilidad común. A numerosos lugares de África, Asia y Oceanía llegaron por primera vez misioneros cristianos. El éxito fue muy grande, pero en ocasiones, a ojos nativos, se identificó a los evangelizadores con los colonizadores, lo que tendría consecuencias posteriormente, al extenderse los movimientos de independencia.

También fueron importantes las iniciativas de León XIII respecto al ecumenismo, tema al que dedicó numerosos documentos, entre ellos seis encíclicas. Al inicio de su pontificado, en 1879, obtuvo la unificación con algunas pequeñas iglesias orientales antes separadas, como la caldea. Con los anglicanos tuvo más dificultades. Poco antes de su muerte creó la Comisión Pontificia para la Reconciliación (luego Secretaría para la Unidad de los Cristianos).

La Iglesia en los estados laicos europeos

La situación de los católicos en algunos países europeos, de tradición cristiana, pero cuyos estados eran laicos y solían enfrentarse a la Iglesia, era a menudo problemática. León XIII trató siempre de afrontar estas dificultades con talante conciliador, aunque en algunos casos no pudieron ser solucionados hasta pontificados posteriores.

Las relaciones con el estado italiano

En primer lugar trabajó por mejorar las relaciones con Italia, regida por Humberto I de Saboya, que se mostraba abiertamente adversario de la Iglesia e hizo aprobar legislación de talante anticlerical. Diversos incidentes, como el ataque a la procesión que trasladaba el cuerpo de Pío IX a la basílica de San Lorenzo, empujaron a León XIII a pensar en el exilio, llegando incluso a solicitar al emperador Francisco José de Austria que le acogiese llegado el caso. El emperador no dio una respuesta clara, y el Papa decidió no abandonar Roma. Renunció a reclamar los Estados Pontificios, pero reclamó al menos la ciudad de Roma para garantizar su independencia. Por el momento este problema no tuvo solución, de modo que mantuvo la prohibición (non expedit) dada por Pío IX a los católicos, que como protesta les impedía intervenir en la política estatal (exceptuándose los asuntos locales o provinciales).

Sin embargo, no el catolicismo no renunciaba a toda presencia pública, creándose entonces numerosas asociaciones de carácter social o cultural, como medios de comunicación. Todas ellas se insertaron en la Opera dei Congressi e dei Comitati Cattolici ("Obra de congresos y comités católicos", 1871), que en 1896 orientaron hacia la política los sacerdotes Romolo Murrri y Luigi Sturzo. León XIII clarificó la cuestión de la actuación de los católicos en la política mediante la encíclica Graves de communi (18 de enero de 1901), por la que daba prioridad a los fines espirituales y dejaba libertad de acción siempre y cuando se rechazara una política de enfrentamiento (como la lucha de clases).

La Kulturkampf de Bismarck y el Zentrum

En Alemania la situación de los católicos era aún más difícil, pero en este caso los problemás sí se resolvieron. Agrupados en el partido político Zentrum, los católicos eran objeto de una auténtica persecución a causa de las leyes promulgadas de 1871 a 1878 por el canciller Otto von Bismarck (Kulturkampf, "lucha por la cultura"). En Prusia la situación era especialmente difícil: los religiosos y varios obispos expulsados, todo nombramiento eclesiástico condicionado a las autoridades civiles, el seminario cerrado, y la vida parroquial perjudicada. León XIII se mostró firme a través de los católicos alemanes pero al mismo tiempo apaciguador. Sus secretarios de Estado hicieron una gran labor diplomática, y el canciller, necesitado del apoyo político que el Zentrum podría darle, terminó por derogar las leyes adversas a la Iglesia. Además, cuando en 1890 el emperador Guillermo II destituyó a Bismarck, se alcanzó total libertad.

Su capacidad diplomática quedó de manifiesto en una cuestión territorial que afectaba también a este país, Alemania: el litigio con España por la posesión de las Islas Carolinas, en el océano Pacífico. El archipiélago había sido descubierto por España, pero no tomó posesión plena hasta finales del s. XIX, y por entonces las reclamaron también los alemanes. La mediación de León XIII solucionó el conflicto, siendo finalmente otorgadas las islas a España a cambio de privilegios comerciales y prioridad para Alemania en caso de venta.

El laicismo francés en la enseñanza y respecto a los religiosos

En Francia las dificultades para los católicos provenían del laicismo extremo del estado, que tendía a excluir a la Iglesia. Las leyes de Jules Ferry, ministro de Instrucción Pública y presidente del Consejo, de 1880-1882, prohibieron la enseñanza religiosa. Los católicos, deslizándose a posiciones antirrepublicanas, reaccionaron tratando de formar un partido católico y monárquico. Sin embargo, hacia 1890 la situación se suavizó, y de nuevo los modos conciliadores de León XIII reintegraron a los católicos (ralliemenent, "adhesión") en la III República. Les dio además criterios de acción política, parecidos a los que sugeriría a los italianos, en la encíclica Au milieu (16 de febrero de 1892). Como resultado se dejó de identificar a los católicos como monárquicos y los sindicatos católicos se aproximaron más a los trabajadores.

Las tensiones se reanudaron en 1898 tras el triunfo de los partidos de izquierda, que pusieron trabas a las órdenes religiosas. Algunas, como la Compañía de Jesús o la Orden Benedictina, debieron abandonar el país. En 1902 fue elegido presidente Émile Combes, que cerró miles de escuelas religiosas y expulsó a casi todos los religiosos. En 1904, ya siendo Papa san Pío X, rompería relaciones diplomáticas con la Santa Sede, suspendería el Concordato de 1801, y prohibiría cualquier tipo de enseñanza a las órdenes religiosas.

Iniciado el mes de julio de 1903, León XIII enfermó gravemente a causa de una inflamación de los pulmones. Ya el día 5 recibió los últimos sacramentos, antes de que los reconocimientos médicos descubriesen nuevas complicaciones. Las curas que se le aplicaron no tuvieron efecto alguno y, tras haber perdido el conocimiento la noche anterior, murió consciente en la tarde del día 20. Tenía 93 años y había sido Papa durante casi veintiséis. Sus restos, enterrados en San Pedro de Roma, fueron trasladados en 1924 a San Juan de Letrán, a un sepulcro en el que una de las figuras de su monumento funerario es un trabajador.

Bibliografía

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Enlaces en Internet

http://ar.geocities.com/magisterio_iglesia/leon_13.html ; Página con textos de León XIII (en español).
http://www.esglesia.org/leonxiii.htm ; Página con varios enlaces sobre el magisterio de León XIII (en español).
http://www.multimedios.org/autores/a000011.htm ; Página con documentos de León XIII (en español).
http://newevang.org/pontifices/leoxiii.htm ; Página con una biografía de León XIII (en español).
http://www.rcp.net.pe/IAL/vm/bec/leo_xiii.htm ; Página con textos del magisterio de León XIII (en español).
http://www.vatican.va/holy_father/leo_xiii/index_sp.htm ; Página con información sobre el Papa León XIII (en español).

Autor

  • Bernardo Gómez Álvarez