León, Carlos Augusto (1914-VVVV).
Poeta, ensayista, historiador, científico y político venezolano, nacido en Caracas el 20 de octubre de 1914. Desde su asombrosa curiosidad intelectual, desarrolló un complejo saber humanístico que, acompañado de sus profundas inquietudes sociales, le permitió culminar una brillante y extensa producción poética caracterizada por su encendida defensa del Pueblo y la Mujer, hasta convertirse en una de las voces más deslumbrantes de la poesía comprometida hispanoamericana del siglo XX.
Desde su temprana niñez, Carlos Augusto León dio muestras de poseer unas extraordinarias dotes intelectuales que animaron a su familia a facilitarle la mejor formación académica que pudiera recibir un niño venezolano de su época. Así, cursó sus estudios primarios y secundarios en -respectivamente- el Colegio La Salle y el Liceo Caracas, institución -esta última- que a la sazón dirigía el gran narrador Rómulo Gallegos (más tarde llamado a ocupar la presidencia de la República de Venezuela). Sin embargo, y a pesar del magisterio del novelista caraqueño, el joven Carlos Augusto León no se decantó en un principio por el cultivo de la creación literaria, ya que su poderosa curiosidad científica se sobrepuso a sus afanes creativos para conducirle directamente hasta la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad Central, de donde egresó en 1936 con el título de Doctor en dicha materia. Contaba, a la sazón, veintidós años de edad, y ya por aquel entonces empezó a la necesidad de fomentar también el desarrollo de su talante humanístico.
Así las cosas, Carlos Augusto León se matriculó en el Instituto Pedagógico Nacional para obtener también el título de profesor en Geografía e Historia, disciplina que luego impartió, durante más de quince años, en el Liceo Andrés Bello de su ciudad natal. Plenamente integrado en el espíritu docente, en los últimos veinte años de su vida laboral trabajó como profesor de literatura contemporánea en la Universidad Central de Venezuela, institución en la que también desempeñó el cargo de director del Departamento de Publicaciones.
Paralelas a estas actividades científicas, humanísticas y pedagógicas, Carlos Augusto León desarrolló también otras dos facetas de su personalidad que, a la postre, fueron las que le convirtieron en una de las figuras públicas más importantes de su país durante la segunda mitad del siglo XX: la creación literaria y la militancia política. Respecto a la segunda, cabe subrayar su permanente defensa del pueblo llano y de los grupos sociales menos favorecidos, actitud ideológica que le llevó a significarse activamente en la oposición durante los gobiernos más conservadores, y con especial virulencia durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, bajo cuyo mandato llegó a sufrir una condena de privación de libertad y un largo período de destierro. Viajero infatigable, Carlos Augusto León aprovechó este extrañamiento para llevar su mensaje político y su palabra poética a numerosos países hispanoamericanos y europeos, y fue tal su proyección internacional como representante de la literatura comprometida, que en Rusia fue galardonado con el Premio Mundial de la Paz. Por lo demás, su intensa presencia en la vida política venezolana quedó jalonada con algunos cargos públicos de especial relevancia, como el de miembro del Concejo Municipal de Caracas y, posteriormente, el de Senador en el Congreso Nacional.
En lo atingente a su fecunda producción literaria, cabe empezar por resaltar que toda su poesía viene sustentada por los mismos planteamientos ideológicos que alentaron su pensamiento político: honda preocupación social; defensa del Pueblo -en su obra, siempre con mayúsculas- como fuerza viva en constante movimiento, y única vía de transmisión de la Verdad y de la Vida; y entronización continua de la figura de la Mujer, como eslabón insustituible entre el Hombre y el Pueblo (vid. Juan Liscano, Panorama de la literatura venezolana actual).
Su primera entrega poética llevaba por título Los pasos vivientes (México: Ed. Morelos, 1940), obra a la que siguieron otros volúmenes de versos tan interesantes como Canto de mi país en esta guerra (Caracas: Ed. Suma, 1944), Homenaje a Jorge Manrique (Caracas: Ed. Bolívar, 1947), Los nombres de la vida (Caracas: Ed. Séneca, 1947), La niña de la calavera y otros poemas (Caracas: Litografía del Comercio, 1948), A solas con la vida (Caracas: Ed. Ávila Gráfica, 1948), Canto a Corea (Caracas: Tipografía Vargas, 1949), Canto de paz (Caracas: Ed. Ávila Gráfica, 1950), Tres poemas (Caracas: Tipografía Vargas, 1951), Poesías (México: Ed. Beatriz de Silva, 1954), Solamente el alba (Caracas: Universidad Central de Venezuela, Dirección de Cultura, 1973), Una gota de agua (Caracas: Imprenta Universitaria, 1974), Los dísticos profundos (Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1984) y Juegos del yo (1989).
En 1943, la todavía temprana producción poética de Carlos Augusto León fue galardonada con el Premio Municipal de Literatura, primero de una dilatada serie de reconocimientos públicos entre los que sobresalen el Premio Nacional de Poesía (concedido, en 1948, a su poemario A solas con la vida) y el Premio Municipal de Prosa (otorgado a su ensayo Las piedras mágicas, de 1946, obra dedicada a la figura y la creación del gran poeta y ensayista venezolano José Antonio ramos Sucre).
Bibliografía
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- ARAUJO, Orlando. "A solas con la vida", en RNC (Caracas), 74 (1949), págs. 179-181.
- CARRERA ANDRADE, Jorge. "Carlos Augusto León y sus poemas de la tierra", en El Nacional (Caracas), 20 de abril de 1947.
- LISCANO, Juan. Panorama de la literatura venezolana actual (Caracas: Publicaciones Españolas, 1973), págs. 199-201.
- TORREALBA LOSSI, Mario. "La poesía de Carlos Augusto León", en Diez estudios de literatura venezolana (Caracas: Ávila Gráfica, 1950), págs. 9-17.
J. R. Fernández de Cano.
