Leocadia, Santa (?-304).
Mártir del siglo IV, durante la persecución de Diocleciano. Leocadia era casi una niña, perteneciente a una noble familia de Toledo. Fue una de las primeras denunciadas y llamadas por el gobernador Daciano ante el tribunal. La muchacha se declaró cristiana y se negó una y otra vez a ofrecer sacrificios a los ídolos. Daciano la mandó encarcelar, sometiéndola a duros tormentos hasta que murió. Fue enterrada en el cementerio local, y muy pronto surgió en torno a su tumba un culto martirial, sobre todo después del edicto de Constantino del 325. Se erigió sobre el sepulcro una basílica, donde fueron enterrados posteriormente los grandes arzobispos de Toledo, y se celebraron los famosos Concilios de Toledo.
Hasta el siglo IX, sus restos descansaron en la basílica toledana. Durante la dominación árabe, su cuerpo fue trasladado, junto con el de San Ildefonso, a Oviedo. De Oviedo pasó a Flandes, donde desde el siglo XII se conservó en la abadía benedictina de Saint-Ghislain. En el siglo XVI, en medio de las guerras de religión de los Países Bajos, los restos de la santa fueron devueltos a Toledo. Su fiesta se celebra el 9 de diciembre.
