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HistoriaReligiónBiografía

Le Paige De Walque, Gustavo (1903-1980)

Misionero y arqueólogo belga nacido el 24 de noviembre de 1903 en Tilleur (próxima a la ciudad universitaria de Lieja) y muerto en Santiago de Chile el 19 de mayo de 1980.

Fue criado en una familia íntimamente ligada al círculo intelectual de Lieja y a su Universidad en particular. Su abuelo materno fue especialista en Mineralogía, Paleontología y Ciencias Naturales, además de fundador del Instituto Real de Geología de Bélgica, mientras que su abuelo paterno fue profesor de Matemáticas y Astronomía; ambos fueron importantes científicos de su época. Su propio padre fue director del Observatorio Astronómico de Lieja, además de un gran historiador especialista en Heráldica y Genealogía.

Este entorno familiar lógicamente influyó en las inquietudes intelectuales del joven Gustavo, que comenzó sus estudios en el colegio que la Compañía de Jesús tiene en Charleroi y los continuó en el colegio que la misma orden tiene en Lieja, donde realizó estudios de humanidades, especializándose en cultura greco-latina.

A pesar de su prometedor futuro académico, fue en esta época cuando sintió la llamada del apostolado, e ingresó como novicio jesuita en Arlon, en 1922. Poco después ingresó en la Universidad Católica de Lovaina para estudiar Filosofía y Teología, pero interrumpió sus estudios para viajar como misionero al Congo Belga (actual Zaire) en 1933, donde permaneció tres años ejerciendo su vocación en la escuela de Kivango. Regresó a Bélgica en 1936 para ordenarse sacerdote, y volvió a su misión, aunque comenzó una labor itinerante por todo el territorio congoleño hasta 1952, fecha en la que fue designado como superior de la misión jesuita de Ngi.

El contacto con los indígenas de las comunidades bantúes despertó en él de nuevo su descuidada curiosidad científica y le hizo interesarse por la antropología de estos pueblos. Precisamente, su interés por combinar su labor misionera con la teología y ciertos enfoques antropológicos despertó los recelos de las autoridades coloniales, por lo que abandonó el territorio a instancias de sus superiores.

Sin embargo, su gran labor en las misiones africanas en las que desarrolló su vocación no pasó desapercibida a estas mismas instancias, y en agosto de 1953 el padre general de la orden le pidió que viajara a Chile, donde su copadrino de ordenación, el padre Alberto Hurtado, estaba realizando una labor encomiable. Lamentablemente, cuando Gustavo le Paige llegó a Chile éste ya había fallecido, y no pudo compartir el trabajo, sino continuar su labor. Primero se hizo cargo de la parroquia de Chuquicamata, para más tarde ocupar la vacante que había en San Pedro de Atacama, donde permanecería 25 años conviviendo con las comunidades rurales.

Su misión como párroco le hizo visitar remotos pueblecitos de la zona, acercándose a sus carencias y sus necesidades más imperiosas. A él se deben obras de infraestructura que han hecho más cómodas las comunicaciones y la vida en general de la comuna, entre ellas la construcción de caminos, hospitales, instalaciones deportivas, asesorías técnicas, canalización de aguas, etc.

Además de su interés por mejorar la vida de los indígenas de la zona, el padre Le Paige se preocupó por conocer las costumbres, la historia y el resto de aspectos antropológicos de sus habitantes, remontándose a la América prehispánica. Para desarrollar sus estudios creó un museo arqueológico, muy modesto en un principio, en el que pudiera almacenar y clasificar los frutos de las excavaciones que comenzaba a realizar en la zona. En esta tarea se volcó toda la población de la comuna, contribuyendo a aumentar la colección del religioso. Pronto la Universidad del Norte (en aquel entonces perteneciente también a la Compañía de Jesús) se interesó por el proyecto, y contribuyó, con apoyo académico y económico, a edificar un centro donde se pudieran albergar con comodidad los hallazgos encontrados en más de 300 sitios arqueológicos, sobre todo pucarás y cementerios.

Con el tiempo, el Museo Arqueológico R.P. Gustavo Le Paige se convirtió en el más importante de Chile en su especialidad, y uno de los más prestigiosos de todo el ámbito hispanoamericano por su interés científico, visitado por miles de turistas, tanto chilenos como venidos de todas partes del mundo (incluso organiza seminarios de arqueología a nivel internacional). Entre sus colecciones pueden encontrarse cerámicas, objetos de oro, cestería, metales, piezas textiles, piedras y maderas talladas, y un sin fin de objetos expuestos en diversas salas, entre las que destaca la Sala del Tesoro, una sala audiovisual y un depósito de piezas cuya fragilidad desaconsejan su exhibición pública. Uno de los atractivos más destacados de su fondo arqueológico es la momia llamada Miss Chile, encontrada en el desierto de Atacama.

La labor del padre Le Paige no se limitó a recolectar objetos, sino que escribió varios libros sobre sus descubrimientos, así como varios artículos publicados en revistas especializadas. Sus trabajos fueron decisivos para establecer una secuencia precerámica de la zona, abarcando desde el Paleolítico hasta la influencia de la cultura Tiahuanaco, trabajos que obtuvieron el reconocimiento internacional debido; así, fue nombrado doctor honris causa por la Universidad del Norte, la Universidad Católica y la Universidad de Chile; recibió la Orden del Mérito Bernardo O'Higgins en grado de caballero, la Orden de la Corona Real de Bélgica y la Orden de Isabel la Católica (de manos de don Juan Carlos I); y fue miembro de la Academia Chilena de Ciencias Naturales y de la Academia Chilena de la Historia. Como cabe esperarse, se le concedió la nacionalidad chilena por gracia.

Sus restos, siguiendo su última voluntad, descansan en San Pedro de Atacama.

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