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BiografíaFotografía

Lartigue, Jacques Henri (1896-1986).

Fotógrafo francés, nacido en Courbevoie el 13 de junio de 1894 y muerto en Niza en 1986.

Vida

Se inició en la fotografía a la edad de siete años, cuando su padre, gran aficionado a la misma, le regaló una cámara con trípode. De familia acomoda, su entorno se caracterizó por el elegante "glamour" de la “Belle Époque”. El joven Lartigue inmortalizó como nadie ese sofisticado ambiente bajo el prisma del adolescente privilegiado que le tocó ser.

Muy pronto se apasionó por el movimiento y la cámara fotográfica se reveló como el instrumento ideal para capturar y fijar el devenir temporal. Modificando su equipo en aras del desarrollo tecnológico, pudo iniciar la toma de imágenes instantáneas hacia 1904, con ello cautivó a los fotógrafos profesionales de su tiempo. Y es que las de Lartigue eran tomas exquisitamente ingenuas e infantiles: se dedicó a fotografiar a sus amigos, a sus familiares y empleados domésticos durante la caza de mariposas, jugando a la pelota, al tenis o simplemente saltando.

Cuando en 1910 cayó en sus manos su primer tomavistas, la imagen con posibilidad de movimiento le impresionaría hasta tal punto que realizó una serie de películas que vendió a la casa Pathé y que fueron proyectadas en los noticiarios de actualidad. Ello no supuso un abandono de la fotografía, su medio de expresión por excelencia del que extrajo todo su poder expresivo: en los decorados que proyecta, en la languidez de sus retratados, es donde se aprecia su amplia y refinada cultura literaria y artística, atenta a las alteraciones del gusto y de la moda. No en vano, Lartigue fue, ante todo, un pintor destacado en el arte del dibujo floral y del retrato para el que disponía, gracias a su elevada posición, de la colaboración de modelos como Marlene Dietrich o Greta Garbo. Su labor de pintor mediocre pasó desapercibida ante la refinada cualidad de su obra fotográfica, en principio tomada como distracción de aficionado.

Hacia 1930, Lartigue se aproximó al mundo del teatro y surgió en él una gran pasión hacia las formas artísticas ligadas al espectáculo, en especial al cine, al tiempo que su labor como ilustrador le abrió las puertas del mundo de la moda. Poco a poco, su trabajo como fotógrafo fue encontrando el lugar que merecía y fue incorporándose de manera regular a actividades relacionadas con el mundo de la fotografía desarrolladas en Francia. Vicepresidente de la asociación “Gens d’Image” (de la que había sido fundador en 1954), expuso sus obras y participó con asiduidad en la concesión del Premio Niépce como miembro del jurado. No obstante hubo que esperar a que el Museo de Arte Moderno de Nueva York dedicara en 1963 una gran exposición de su obra para que esas instantáneas se revelasen como un gran documento fotográfico.

Su personalidad creativa no se caracteriza por una estética concreta; sin embargo, una línea define el contorno de su trabajo: la expresión del placer del instante. Desde sus primeras fotografías se dejó llevar por la espontaneidad de la mirada y la naturalidad de lo asombroso.
Su pasión por los aviones, los automóviles y una idealizada belleza femenina, contribuyó durante mucho tiempo a proporcionar una imagen frívola de su trabajo y, aunque su cámara fue indudable testigo de una época y unos ambientes, jamás se preocupó por plasmar su historia cercana sino sus experiencias más próximas -desde la citada “Belle Époque" al Art Déco-, pasando del dinamismo y frescura de sus primeras tomas, en las que su innato y refinado sentido de la belleza le convirtió en fotógrafo oficial de una trasnochada clase privilegiada, de automóviles y damas elegantes entre el clasicismo y el distanciamiento, a la lánguida fuerza de las imágenes tomadas entre los años 30 y 50, mucho menos convencionales donde armónicamente se dan la mano fantasía creativa y rigor formal.

Sin embargo, y pese a la considerable evolución de su obra, en la fuerza de sus últimas imágenes quedan vestigios de esas instantáneas entusiastas, del dinamismo e ingenuidad que salpicara el primer Lartigue, ése que con sólo 7 años hizo del juego, la felicidad, el placer y la alegría el compromiso fotográfico con su época.

Obra destacada

Un participante en el Gran Premio del Automóvil Club de Francia.. París, 1912. Blanco y negro.
Su amor por la fugacidad del tiempo le llevó a tomar una serie de fotografías de carreras de automóviles de entre las cuales ésta sea quizá la más conocida. Lartigue no reflejaba el sufrimiento de los competidores, ni las alegrías del triunfo, se “limitaba” a atrapar el movimiento, la estela fugaz que se registra en las placas cuando la imagen no se congela: ruedas que parecen girar, suelos que se desvanecen en el desenfoque del movimiento cuando la cámara persigue un coche que rueda a 80km/h.

Retratos con cigarro. París, 1927. Serie de cinco. Blanco y negro.
Su trabajo como pintor retratista quizá le proporcionó la habilidad para hacer posar antes su cámara una galería de mujeres de la alta sociedad con la facilidad como la que aparentan sus rostros: todas aparecen tras el misterio del grueso grano fotográfico seguras de sí mismas, mirando de manera inquietante hacia el objetivo de aquel que conoce perfectamente los códigos que articula. Son mujeres liberadas que, con el cigarrillo entre los labios -maquillados como boquitas minúsculas al gusto de la época-, nos hablan de una clase social que se articula entre la apariencia y el "glamour" pero que, en cualquier caso, dan muestras de pasión al fotógrafo/pintor que desnuda sus rostros hasta extraerles la esencia de su expresión.

Fotografía de moda. Versalles, 1980.
Lartigue realizó por encargo fotografías para publicaciones de moda. Las damas elegantes posan delante de su objetivo. Él muestra no sólo la languidez de sus expresiones -tan característico del autor-, o el detalle de los pliegues, sino que añade la plasmación de la corporeidad femenina de las telas, enfundadas en los frágiles cuerpos de las modelos que las visten. Todo ello en ambientes palaciegos donde los claroscuros aportan profundidad a la imagen al tiempo que misterio y ensoñación. Muy en la línea de Beaton, las fotografías de moda de Lartigue son el documento visual de la sofisticación publicitaria.

Bibliografía

  • CAUJOLLE, Christian: Los grandes fotógrafos. Orbis Fabris. Barcelona, 1990.

  • SOUGEZ, Marie-Loup: Historia de la fotografía. Cátedra. 2ª edición. Madrid, 1985.

  • VV.AA.: La fotografía del siglo XX. Taschen. Colonia, 1997.

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Autor

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