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LiteraturaBiografía

Lara, Jesús (1898-1980).

Narrador y ensayista boliviano, nacido en Villa Rivero (en el valle de Cliza, próximo a la ciudad de Cochabamba) en 1898 y fallecido en Cochabamba en 1980. Hombre de firmes convicciones ideológicas orientadas hacia el ala izquierda del espectro político, exhibió tanto en sus escritos literarios como en sus actitudes personales un fuerte carácter combativo que le mantuvo en una polémica constante con las autoridades de su país. La dureza y severidad de sus críticas dirigidas contra los gobiernos de turno dejaban traslucir una honda preocupación por las penosas condiciones de vida de los grupos sociales menos favorecidos, y, con especial insistencia dentro de su obra ensayística, de los indígenas del valle de Cochabamba y del pueblo quechua. Junto a estas preocupaciones sociopolíticas, Jesús Lara hizo gala también de una apasionada defensa de las culturas aborígenes de su nación, hasta convertirse en el mejor exponente de la literatura indigenista y en el mayor difusor de los textos literarios escritos en quechua.

Sus grandes dotes intelectuales, manifiestas en él desde sus primeros años de vida, le impulsaron a abandonar el hogar familiar en plena niñez para instalarse en la vecina ciudad de Cochabamba, donde pudo iniciar su formación académica con unos estudios primarios que, desde aquella etapa inicial, pusieron de relieve su innata vocación literaria. Aquéllos fueron años de incesante aprendizaje, fomentado por una voracidad lectora insaciable que acabó por orientarle definitivamente hacia el campo de las Letras. En 1917, a los diecinueve años de edad, uno de sus apasionados poemas juveniles -a la postre, intrascendentes al lado del resto de su producción literaria y ensayística- fue galardonado en un certamen local, circunstancia que favoreció su inclusión en los foros y cenáculos literarios de su entorno, donde fue ganando prestigio como escritor y -por aquel tiempo en el que todavía duraba su aprendizaje académico- como estudioso del hecho literario, muy atento en aquellos años a las reglas de la métrica española tradicional y las técnicas de construcción de la novela.

Ya exhibía, alrededor de 1920, un apasionado talante inconformista que le impulsaba a hacer públicas en cualquier ocasión sus propuestas de mejoras sociales, al tiempo que le invitaba a leer -dentro de esa voracidad lectora que le llevaba, sin solución de continuidad, desde la novela de aventuras juvenil hasta los clásicos más complejos, pasando por poetas tan variados como Rubén Darío o Juan Ramón Jiménez- cuantas obras se habían convertido en blasones incuestionables de esa corriente estética e ideológica que es el indigenismo, como Raza de bronce (1919), de su compatriota Alcides Arguedas, obra que puede considerarse como la piedra fundacional de un género que pronto habría de adornarse con otros frutos tan granados como Huasipungo, del ecuatoriano Jorge Icaza, El mundo es ancho y ajeno, del peruano Ciro Alegría, y, por supuesto, las obras del propio Jesús Lara.

A comienzos de la década de los años treinta, un hito histórico en el presente de la nación boliviana (el estallido de la denominada Guerra del Chaco, que enfrentó al pueblo de Jesús Lara con la nación paraguaya) supuso un fuerte aldabonazo en la conciencia de toda una generación de escritores que se vio obligada a comprometerse con la política internacional de su gobierno. En 1935, después de tres años de sangrientos combates que causaron más de ciento veinticinco mil pérdidas humanas, la derrota de Bolivia era un hecho consumado, lo que generó entre todos los creadores e intelectuales del país un copioso aluvión de obras que intentaban indagar en los entresijos de esa catástrofe nacional que había dejado hundido el espíritu colectivo de todo un pueblo. La aportación de Jesús Lara fue Repete. Diario de un hombre que fue a la Guerra del Chaco (Cochabamba: [s.p.i.], 1937), obra que fue galardonada con el Premio Municipal, en su convocatoria de 1937, por tratarse no del "producto de la imaginación de un novelista, sino [de] la exposición verídica de los sucesos de la campaña". En efecto, otros muchas narraciones ahondaron, con mayores logros literarios y un mejor acabado formal, en ese penoso acontecimiento que, como un insalvable trauma generacional, acompañó a numerosos bolivianos durante el resto de sus vidas; pero el texto de Jesús Lara cobraba, entre todos estos escritos centrados en la Guerra del Chaco, un valor testimonial que, desde la firmeza de su compromiso ideológico, señalaba con audacia y claridad a los principales responsables del conflicto: los intereses económicos -defendidos con vidas paraguayas y bolivianas- de las grandes compañías británicas y estadounidenses. A partir de aquí, Jesús Lara clamaba en su obra por la necesidad de abordar con firmeza una severa política antiimperialista, compromiso ideológico que acabaría por aproximarle, andando el tiempo, al movimiento guerrillero de Ernesto Che Guevara; y, al mismo tiempo, ponía de manifiesto que, dentro de la calamitosa desgracia sufrida por el pueblo boliviano, la Guerra del Chaco había servido al menos para despertar una conciencia cívica que, en su opinión, debería ponerse de inmediato a trabajar en esa política antiimperialista.

Seis años después de la aparición de Repete, Jesús Lara dio a la imprenta la primera de sus seis novelas indigenistas propiamente dichas, titulada Surumi (Buenos Aires: Librería Perlado, 1943). Se trata de una narración que, con todos los defectos achacables a un novelista que busca antes el cumplimiento del compromiso sociopolítico que la perfección artística, se presentó como los sólidos cimientos donde después habría de sustentarse la poderosa edificación narrativa del escritor boliviano centrada en la vida del indio quechua del valle cochabambino. En efecto, a lo largo de todas las páginas que conforman estos seis relatos, Jesús Lara mostró su orgullo por pertenecer a la raza cuyas formas de vida novelaba, y supo ofrecer un valioso testimonio que, por provenir precisamente del interior de ese grupo étnico, permite asegurar que estas seis novelas constituyen el corpus narrativo más importante de cuantos se han escrito en defensa de la realidad social de los quechuas. Atrás quedan otros defectos señalados por algunos críticos que, en no pocas ocasiones, ocultan detrás de sus valoraciones supuestamente filológicas un encarnizado odio a la ideología sustentada por Jesús Lara, defectos como la desigual construcción de los personajes, la esquemática simplificación de posturas políticas e ideológicas, la -en ocasiones- desesperante demora en la descripción de las formas de vida de los indígenas, y, desde luego, las abundantes dosis de ingredientes desagradables procedentes del relato naturalista decimonónico; todas estas imperfecciones se olvidan ante el impresionante testimonio de denuncia de Jesús Lara, ante su angustiosa demanda de justicia social y solidaridad para el indio quechua.

A Surumi, dentro de este espléndido ciclo de novelas indigenistas, le siguieron las narraciones tituladas Yanakuna (Cochabamba: Los Amigos del Libro, 1952); Yawarninchij. Nuestra sangre (Buenos Aires: Platina, 1959); Sinchikay. El valor. Novela quechua (Id. Id., 1962); Llalliypacha. Tiempo de vencer (Id. Id., 1965); y Sujnapura (Cochabamba: Los Amigos del Libro, 1971). A través de la lectura de estas seis novelas su puede seguir a la perfección, como si de un manual etnográfico o antropológico se tratase, la situación del indio del valle de Cochabamba antes y después de la histórica Reforma Agraria del 2 de agosto de 1953.

Pero la firme defensa de los suyos desde posturas ideológicas de izquierda no se circunscribió a su producción estrictamente literaria. En su faceta de ensayista, Jesús Lara investigó a fondo la cultura de los pueblos indígenas de su entorno desde sus orígenes hasta nuestros días, lo que le permitió dar a la imprenta algunos títulos tan valiosos como El Tawantinsuyu. Origen, organización política, económica y social (1966); La cultura de los inkas. La religión, los conocimientos, las artes (1966); e Inkallajta. Inkarakay (1967). Alentado por un fuerte sentimiento de odio contra todos los responsables de la reducción y la práctica extinción de las cultural indígenas, Jesús Lara se presentó en estos estudios como un furibundo detractor de los supuestos méritos que otros intelectuales habían podido hallar en el mestizaje, y denunció -con un afán de pureza tan noble como ingenuo- las tropelías cometidas primero por los conquistadores españoles, luego por el dominio criollo y más tarde por el capitalismo liberal y el imperialismo norteamericano contra los aborígenes del valle de Cochabamba, a quienes todos estos colonizadores y explotadores habían privado de su lengua, su religión, sus costumbres, sus organizaciones político-sociales, etc.

En esta línea cabe situar también otras publicaciones suyas de notable interés, como Ñancahuazú. Sueños (Cochabamba: Serrano, 1969) y Guerrillero Inti Peredo (Cochabamba: Los Amigos del Libro, 1971). Por entre los renglones de estas obras asomó el Jesús Lara más comprometido con la política de izquierda, el que podía convertir en material literario algunas informaciones de primera mano sobre el movimiento guerrillero de Ernesto "Che" Guevara y sobre las consecuencias que afectaron a la vida política y cultural boliviana tras la muerte del revolucionario de origen argentino en 1967, en la localidad boliviana de Higueras. Fiel, en todo momento, a ese idealismo independiente que había exhibido por bandera a lo largo de toda su trayectoria intelectual, Jesús Lara se enfrentó con sus propios camaradas de filiación política cuando se hizo público que el Partido Comunista había abandonado a su suerte al Che y los guerrilleros del movimiento que éste encabezaba, lo que precipitó la captura y el posterior asesinato del líder.

Por lo demás, la defensa de su etnia y el intento de revalorizar a toda costa su cultura impulsó a Jesús Lara a ocuparse también de la lengua y la literatura quechuas en sus ensayos y estudios filológicos, entre los que resulta obligado destacar los titulados La poesía quechua (1944), La literatura de los quechuas. Ensayo y antología (1961), Leyendas quechuas (1963), Mitos, leyendas y cuentos de los quechuas. Antología (1973) y Queshwataki. Coplas quechuas (1975). En todas estas obras, así como en la titulada La literatura de los incas (1966-1967), el escritor de Cochabamba se reiteró en su tesis de la destrucción casi total, por parte de los conquistadores españoles, de las culturas indígenas, y del singular ensañamiento que mostraron los colonizadores civiles y religiosos contra los mitos, las leyendas y los poemas épicos quechuas. Decidido a salvar lo poco que había quedado, Jesús Lara apeló a la tradición oral y, enfrascado en una rigurosa labor de filólogo, consiguió rescatar, transcribir y catalogar un magnífico corpus que supo presentar, además, en edición bilingüe, para dejar con ello constancia de que la literatura específicamente boliviana no se reducía a la escrita en lengua española. Desde su posición de intelectual comprometido, ésta era, a su juicio, la única actitud que cabía esperar de los humanistas e investigadores hispanoamericanos que realmente quisieran recuperar el legado cultural de sus respectivas naciones.

Otras obras suyas que merecen ser recordadas en esta breve semblanza bio-bibliográfica son Flor de loto; mensaje de amor a la mujer china (Cochabamba: América, 1960), y los libros de memorias y vivencias personales Paqarin. La mañana (1974), Sasanán. Difícil camino (1975) y Wichay-Uray (1977).

Bibliografía

  • BARNADAS, Josep M.-COY, Juan José: Realidad socio-histórica y expresión literaria en Bolivia, Cochabamba: Los Amigos del Libro, 1977.

  • ECHEVARRÍA, Evelio: La novela social en Bolivia, La Paz: Difusión, 1973.

  • GUZMÁN, Augusto: Panorama de la novela en Bolivia, La Paz: Juventud, 1973.

  • MUÑOZ, Willy O.: "La realidad boliviana en la narrativa de Jesús Lara", en Revista Iberoamericana (Pittsburgh [U.S.A.]), LII, 134 (1986), pp. 225-241.

  • ORTEGA, José: Temas sobre la moderna narrativa boliviana, La Paz/Cochabamba: Los Amigos del Libro, 1973.

  • RIVERA-RODAS, Óscar: La nueva narrativa boliviana, La Paz: Ediciones Camarlinghi, 1972.

  • SÁNCHEZ PARGA, José: La tierra ocupada. Estudio sobre la novelística de Jesús Lara, Cochabamba/La Paz: Los Amigos del Libro, 1980.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.