A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
LiteraturaHistoriaFilologíaBiografía

Krutwig Sagredo, Federico (1921-1998).

Escritor y lingüista, nacido en Getxo (Vizcaya) en 1921 y fallecido el 13 de noviembre de 1998 en su localidad natal. Hijo de padre alemán, representante de la empresa alemana Krupp, y de madre italiana, aunque de origen vasco, Federico Krutwig fue el más destacado impulsor del estudio del euskera en un período difícil para la Academia Vasca, como fue el de los años inmediatamente posteriores a la finalización de la Guerra Civil Española. Más allá de su destacada aportación filológica, Krutwig fue un auténtico erudito, experto en más de veinte idiomas (especialmente el griego clásico, pero también el persa y el sánscrito), un intelectual atípico y un excelente novelista, además del principal ideólogo político del independentismo vasco a través de sus obras, cuya influencia ha sido extraordinaria en el desarrollo de tal movimiento durante el siglo XX.

Krutwig y el euskera

Federico Krutwig comenzó a estudiar euskera a los diez años y hubo de hacerlo prácticamente a escondidas debido a la oposición paterna. Como fiel representante de la posición social y europea de su familia, estudió Derecho en la parisina universidad de La Sorbona y Economía en la de Bonn; se licenció en ambas carreras. Pese a ello, su interés por el euskera no decayó y, tras su vuelta a Euskadi, trabó contacto con la presidenta de la Academia de la Lengua Vasca, Resurrección María de Azkue, la cual le brindó el apoyo necesario para que revitalizara la institución. Gran parte de sus académicos habían fallecido en la fratricida contienda, además de que, pese a su no prohibición, la estrecha vigilancia a la que era sometida la sede de la Academia impedía las reuniones de lingüistas residentes en el País Vasco-Francés. Gracias a la tenacidad de Krutwig, las reuniones comenzaron a celebrarse con relativa frecuencia y el número de académicos, del que él formó parte desde el principio, aumentó moderadamente. Precisamente gracias a esta ampliación de miembros conoció a René Lafon, una de las más prestigiosas autoridades lingüísticas del euskera.

En lo referente a los principios lingüísticos, Krutwig se enfrentó intelectualmente a la Academia, puesto que se mostró como un ferviente partidario de extender el euskera de manera universal a todo el territorio vasco; pero, en contra de la base lingüística defendida por el resto de los miembros, una mezcla geográfica del hablado en Navarra y en Guipúzcoa, Krutwig prefirió el labortano, hegemónico en el siglo XVI y que, en la centuria siguiente, fue sustituido por el denominado de Axular. La razón que esgrimía era, preferentemente, considerar al euskera labortano como la versión clásica de la lengua vasca, incidiendo en su facilidad para el aprendizaje ya que él mismo lo había aprendido de manera espontánea, a pesar de que al final se impuso la opción académica. Sin embargo, y gracias a la aportación de Krutwig, el euskera se alejaba del purismo intolerante defendido por Sabino Arana, lo que sería uno de los objetos de crítica más persistentes de Krutwig a lo largo de toda su vida. Toda esta labor de investigación lingüística se vino abajo en el año 1952, cuando, en la ceremonia de recepción al académico Luis Villasante, pronunció un discurso que fue condenado por las autoridades franquistas debido a su contenido separatista. Krutwig tuvo que huir, perseguido por la policía, y se exilió a Francia. Pasó largos períodos de tiempo en Biarritz. En el país vecino su reputación fue grande, puesto que ya era miembro de la Asociación de Investigaciones Científicas de Atenas, pero tuvo que trabajar como traductor de libros para ganarse la vida. La huida y exilio del intelectual vasco mereció inmortalizarse en las composiciones de otro bilbaíno, el poeta Blas de Otero, que le homenajeó con un soneto contenido en su obra Ángel fieramente humano, publicada pocos meses después.

La literatura de Krutwig

El itinerario del exilio no fue fácil para el erudito del euskera, ya que vivió en Francia, Bélgica, Italia y Alemania. No abandonó su interés por la filología, pues publicó un tratado de lingüística comparativa entre el euskera y otras lenguas llamado Garaldea, pero en los años 60 del siglo XX Federico Krutwig vivió con inquietud el proceso de independencia de los países africanos y asiáticos, lo que le llevó a un acercamiento, literario y personal, hacia planteamientos de extrema izquierda. Fue en esta época cuando realizó traducciones a diversas lenguas (entre ellas, naturalmente, el euskera labortano) de Contra el liberalismo de Mao Zedong y cuando se fascinó por Argelia. De hecho, la inquietud intelectual de Krutwig y la influencia de la ideología marxista se notó en una confrontación personal, reflejada en sus obras, dirimida entre su admiración por los clásicos y el pensamiento de Nietzsche, su primera y principal influencia, y la literatura marxista de la época, sobre todo los pliegos atribuidos a Ernesto Che Guevara, o, ya en los años setenta, la obra clásica de Jules Debray: Estrategia para la revolución. Una muestra de ello son sus obras escritas entre 1964 y 1975, como Computer shock Vasconia (la más nietszcheana de todas ellas), o las novelas en euskera Belatzen baratza y Ekhaitza, de complicadísima lectura debido a su contenido intelectual.

Con todo, su principal obra data de 1963, según parece redactada en una breve estancia en Biarritz: Vasconia, formada en realidad por la trilogía Vasconia, Nueva Vasconia y Vasconia con Peter Shock, año 2001. Fue publicada en España firmada bajo el pseudónimo de Fernando Sarrailh de Ihartza, y gracias a ello formó parte de la conciencia colectiva del independentismo vasco, personalizada en los fundadores de ETA (Euzkadi ta Askatasuna), Txabi Etxebarrieta y Julen Madariaga, quienes siempre consideraron a Krutwig como un caudal notable de ideas filosófico-políticas. No parece probable que su autor militara de forma clara en la organización, pero sí se tiene constancia de la redacción de varios escritos e informes con ocasión de la polémica V Asamblea de ETA, la cual marcó un importante punto de inflexión en el desarrollo del movimiento.

Véase ETA.

El pensamiento político de Krutwig

Como en casi toda su obra, en Vasconia se aprecian las frecuentes contradicciones entre la férrea voluntad independentista y la apertura a horizontes de sesgo más universal, lo que también se puede explicar en los términos más arriba indicados de pugna entre Nietzsche y el comunismo marxista. Pese a ello, las principales influencias del pensamiento político de Krutwig son la ruptura, tanto con el racismo proclamado por Sabino Arana, como con la veta católica y religiosa de éste, representada fielmente por el PNV (Partido Nacionalista Vasco). Para Krutwig, la base de la unidad de Euskadi ni estaba en componentes étnicos ni su materialización podía ser cuestión de una intervención divina, sino que era precisamente la lengua, plural pero no demasiado distinta, el sustento fundamental de la unidad de Euskadi. Para la realización de la independencia era preciso entender los términos de lucha y militancia basados en la dialéctica marxista de contenido revolucionario. Para deshacerse de la contradicción entre la unicidad vasca y la universalidad clasista y obrera del marxismo, Krutwig forzaba una comparación, un tanto idealista y endeble, con la primitiva sociedad de Euskal Herria, a la que consideraba organizada de manera, más que comunal, comunista. El argumento era débil, precisamente porque también se acercaba de forma peligrosa a la utópica visión de la felicidad primitiva de los vascos edulcorada por Sabino Arana, pero su validez proposicional es incuestionable. Para reforzar aún más su posición, Krutwig dedicaba gran parte de su obra Vasconia a la legitimación de la lucha armada, si bien, y la puntualización es importantísima, continuando con los términos de la revolución marxista. Como parece evidente por su formación plural y erudita, Krutwig nunca fue ajeno al resto de los problemas sociales tal y como él entendía la universalidad marxista y la propia revolución, a pesar de que a simple vista sus argumentos puedan parecer excesivamente violentos.

La principal influencia de su pensamiento estaba contenida precisamente en la violencia armada, sobre todo en el argumento de la espiral acción-represión, línea constantemente utilizada por ETA en sus atentados. La influencia del ideario guerrillero marxista llevado a la práctica por la revolución cubana (Che Guevara, Jules Debray e, incluso, el propio Castro), es palpable en este sentido, la cual sirvió como acicate y modelo del movimiento vasco en época de Franco. Tras la muerte del dictador (1975), Krutwig regresó a Bilbao, pero en los años siguientes se mostró muy crítico tanto con la organización armada como con su aparato político, Herri Batasuna (HB). En diferentes trabajos y publicaciones de los años 80 y 90, Krutwig se lamentaba del abandono de los postulados de revolución marxista por parte de los dirigentes armados del independentismo vasco, pero sus más feroces críticas de nuevo volvieron a ser para la ambigüedad mostrada por el PNV, que llegó a calificar como "delirante". A pesar de su rechazo al entorno de la violencia armada no revolucionaria, durante los últimos años de su vida Krutwig continuó fiel a sus ideas independentistas, criticando con dureza la despreocupación de las nuevas autoridades europeas por los pequeños colectivos como el de Euskadi, Córcega o el Ulster, y también las actitudes de los gobiernos español y francés con respecto a las corrientes nacionalistas de los territorios gobernados por sus instituciones. El día antes de su fallecimiento, el 12 de noviembre de 1998, el diario vasco Deia publicó su último artículo, en el que figuraban unas ácidas declaraciones contra el presidente del gobierno español, José María Aznar.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez