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DeportesBiografía

Knight, Robert, "Bobby" (1940-VVVV).

Entrenador de baloncesto estadounidense, nacido en Orrville (Ohio) el día 25 de octubre de 1940. Está considerado, quizá sólo superado por el legendario John Wooden, como el mejor técnico de baloncesto universitario de todos los tiempos, tanto por sus éxitos como por sus nociones de estrategia e innovaciones tácticas. Y todo ello, a pesar de su irascible carácter, culpable de que tenga tanto fervientes admiradores como recalcitrantes detractores. Sin embargo, y eso habla en su favor, todos los jugadores a los que ha dirigido y todos los entrenadores que han aprendido con él se deshacen en elogios hacia Bobby Knight, una de las personalidades más carismáticas y valoradas del mundo del baloncesto.

Su elevada estatura, 1,93 m, le hizo inclinarse por el deporte de la canasta y le sirvió para obtener una beca deportiva en un college de su tierra natal, la Ohio State University, donde compaginó sus estudios de Historia con el baloncesto. Como no podía ser de otra forma, conoció las mieles del triunfo en su primera temporada (1959-60), alzándose con el título de la NCAA (National College Athletic Asociation, primera competición universitaria de baloncesto de ámbito estatal); la aportación de Knight, un excelente sexto hombre, fue elogiada por toda la prensa deportiva, lo que podría abrirle las puertas del baloncesto profesional. En los dos años siguientes, y pese a que el equipo ganó su conferencia, la difícil Big Ten, no consiguieron repetir tan anhelada victoria. Después de acabar sus estudios, Knight pasó inmediatamente a los banquillos sin escuchar siquiera ofertas profesionales, dirigiendo en la temporada 1963-64 a la minúscula universidad de Cuyahoga Falls, encuadrada también en el estado de Ohio. Al año siguiente, Bobby debía cumplir con el servicio militar, lo que aprovechó el entrenador-jefe de la universidad militar norteamericana (Army University), Tates Locke, para ofrecerle el puesto de segundo entrenador del equipo de West Point. Quizá a su estancia en la famosa academia norteamericana deba Knight el apelativo por el que se le conoce en la liga (el General), ya que, además, tardó muy poco en hacerse con el puesto de Locke, toda vez que éste fue contratado por la Universidad de Miami al año siguiente. Así pues, el General dirigió a la Armada durante las temporadas 1965-66 y 1970-71, presentando un balance de victorias/derrotas de 102/50. Antes de finalizar su última temporada ya se había comprometido para dirigir a la prestigiosa Universidad de Indiana, donde implantaría su carácter a los Hoosiers.

El reto no se presentaba fácil, puesto que su antecesor, el ex-jugador Lou Watson, había sustituido mediocremente durante seis temporadas al legendario Branch McCracken, toda una institución en Indiana. Por si fuera poco, Bobby Knight apostó fuerte por el tipo de baloncesto que él creía más cercano a garantizar la victoria, basado en la defensa asfixiante y en el orden a la hora de atacar. El tradicional juego de los Hoosiers, el típico run & shot ('correr y tirar') universitario, fue sustituido por un esquema en el que sólo los contraataques cabían si eran claros; en el caso de duda, había que parar y buscar al jugador que había conseguido una opción de tiro más clara, (round & hit the open man), no a aquel más habilidoso o más corpulento. Los aficionados de Indiana no veían con buenos ojos aquel brusco cambio, poco dado a las alegrías de antaño, pero mantenían la curiosidad y el ánimo por, sin duda, la mayor innovación de Knight: la defensa de ayudas. A pesar de que hoy es una práctica habitual en el baloncesto de todo el planeta, fue el General el primero en poner en práctica los sobremarcajes individuales, la atención a las líneas de pase y la obsesión de todo el equipo por ahogar al posesor del balón. Efectivamente, la paciencia, en ataque y en defensa, era la cualidad preferida de Bobby Knight para sus jugadores... y también para sus aficionados. Entre 1971-72 y 1974-75, Indiana fue tres veces campeón de la Big Ten y llegó a las semifinales de la NCAA en la temporada 1972-73; pero en la temporada 1975-76 llegó el gran éxito: con un balance de 32 victorias y ninguna derrota, los Hoosiers se alzaron con su tercer título de la NCAA, el primero con Knight en la banda, derrotando en la final a Michigan State por 86-78. Cierto es que el equipo contaba con tres figuras de primer orden, como Scott May, Kent Benson y, especialmente, Quinn Buckner, pero no lo es menos que las tácticas de su técnico nunca fueron superadas por sus rivales. Comenzaba a fraguarse la leyenda de Bobby Knight.

En los años sucesivos, los triunfos en la Big Ten o, incluso, en el prestigioso NIT (National Invitation Tournament, torneo de consolación en el que participan los mejores equipos que no han conseguido llegar a la fase final de la NCAA), dejaron de contarse para el equipo de Indiana: la meta estaba únicamente en la victoria, algo muy del gusto del General. El siguiente título llegaría en la temporada 1980-81, cuando los Hoosiers contaban con buenos jugadores (Randy Wittman o Ray Tolbert, excelentes gregarios) y una futura estrella profesional: Isaiah Thomas, quien, con 19 de sus 23 puntos conseguidos en la segunda parte, fue el principal verdugo del potente equipo de North Carolina University, que contaba en sus filas con Al Wood, Sam Perkins o James Worthy. Pero, pese a que todas las victorias desatan la misma alegría, quizá sea la de 1986-87 de la que Knight guarde un sabor especial: los analistas norteamericanos ya se sorprendieron de que el equipo llegase a figurar entre los cuatro últimos (Final Four) de la NCAA, pues pese a contar con una estrella (Steve Alford, uno de los más grandes tiradores de la historia de la liga) y buenos gregarios (como Darryl Thomas o Dean Garrett, que harían una buena carrera en el baloncesto europeo), Indiana era, técnicamente, el peor conjunto de los cuatro. Superaron un difícil partido de semifinales contra los Running Rebels de UNLV (Universidad de Nevada-Las Vegas) por tan sólo cuatro puntos (97-93), pero en la gran final les esperaba la potente escuadra de Syracuse, sin duda el mejor equipo de ese año, con Rony Seikaly, Derrick Coleman y Sherman Douglas en el cinco inicial. A pesar del mal día de Alford, sin apenas oportunidades de tiro gracias a la buena defensa de los Orangemen, el partido transcurrió igualado hasta que, en el último segundo, un desconocido jugador de segundo año, Keith Smart, encestó una difícil suspensión a seis metros del aro, con su defensor prácticamente colgado del cuello, que dio el triunfo a los Hoosiers. El pequeño Smart se llevó toda la gloria de su vida, pero los analistas coincidieron en afirmar que la defensa de ayudas a los postes, diseñada por Knight y perfectamente ejecutada por sus soldados, anuló el juego interior de la pareja Seikaly-Coleman, devastadora en la NCAA hasta la gran final. En los años siguientes, y a pesar de continuar produciendo excelentes jugadores para el baloncesto profesional (Calbert Cheaney o Allan Henderson), el nivel de Indiana ha bajado un tanto en lo referente a éxitos de reclutamiento, pero continúa siendo dificilísimo ganarles un partido por el espíritu que, en todo momento, demuestran los equipos entrenados por Knight.

Tres años antes del espectacular triunfo, Bobby Knight tuvo el honor de ser designado por las autoridades deportivas estadounidenses como entrenador de la selección que, en 1984, representaría a su país en las Olimpiadas de Los Ángeles. Los hombres puestos a su disposición conformaron el mejor equipo de baloncesto norteamericano de todos los tiempos, excluyendo los profesionales: Michael Jordan, Jon Koncak, Sam Perkins, Wayman Tisdale, Pat Ewing, Steve Alford, Leon Wood, Chris Mullin... consiguieron el oro olímpico derrotando en la final a la selección de España y arrasando durante todo el torneo. A pesar de que ya había dirigido a selecciones estadounidenses en alguna otra ocasión (Juegos Panamericanos de 1979), la cita angelina sirvió para dar a conocer sus ideas baloncestísticas a todo el mundo, así como su peculiar carácter: a dos minutos para el final del último partido, y cuando su equipo marchaba treinta y cinco puntos arriba en el marcador, uno de los árbitros le señaló una falta técnica por protestar airadamente un balón que había sido concedido a la selección hispana y que el General consideraba que era para su equipo. Y es que, como él mismo ha comentado en alguna ocasión, en realidad es un coleccionista de técnicas, faltas que, sin embargo, jamás recibió como jugador y que no permite, bajo ningún concepto, que le sean señaladas a los hombres que entrena.

Antes de finalizar, resulta obligado realizar un somero repaso al rico anecdotario que rodea a Bobby Knight, el cual bastaría por sí solo para rellenar un libro. Durante su época en la Army solía arengar a los jugadores en el entrenamiento con frases del tipo "tu oponente eres tú mismo" o "si no juegas como debes, el juego te va a matar". Tal peculiar carácter fue, entre otras cosas, el culpable de que un fenómeno de la talla de Larry Bird saliera huyendo del campus de Bloomington y se enrolase en la vecina y minúscula Indiana State University, la hermana pobre del estado. Durante toda su vida ha recibido cientos de propuestas para pasarse al baloncesto profesional, proposiciones que siempre recibieron la misma respuesta: "no, gracias. La temporada en la NBA es muy larga y no podría ir a pescar". Además de todo ello, también ha tenido anécdotas más truculentas, como la noche que pasó en una comisaría puertorriqueña por agredir a un policía que, según él, claro, estaba impidiendo el paso hacia la cancha a la selección estadounidense que participó en los Juegos Panamericanos de 1979, o el jugador de Louisiana State que, previo empujón del General, acabó en un cubo de basura durante la Final Four de 1981... con la televisión en directo para todo el país. Naturalmente, también hay que destacar la jornada en la que un jugador de su equipo, tras fallar varios tiros y pases, fue sentado en el banquillo... de una patada en el trasero. Lo único que pasaba, como explicó el propio Knight al día siguiente en rueda de prensa, es que ese jugador era... su hijo, Robert Knight junior, y, lógicamente, nadie le iba a enseñar a él "cómo educar a mi hijo". ¿Qué otra cosa podía esperarse de un técnico que no permite, siendo la única excepción en la NCAA, que los jugadores luzcan su apellido en la camiseta porque "defender la camiseta de Indiana ya es suficiente privilegio"? ¿Qué se podría esperar de un entrenador que, el día de una final, deja escritos en la pizarra mensajes para motivar a sus jugadores como "la derrota es peor que la muerte, porque con la derrota hay que convivir"? Se podrá estar o no de acuerdo con sus métodos rígidos, con su disciplina castrense o con sus vetas espartanas, pero es cierto que representa la materialización, casi como ningún otro, del baloncesto como un modo de vida diferente.

Enlace en Internet

Página oficial del equipo de baloncesto masculino de Indiana.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez