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FilosofíaBiografía

Kilwardby, Robert (¿-1279).

Filósofo británico, nacido hacia principios del siglo XIII y fallecido en 1279. Considerado como un continuador en Gran Bretaña de las ideas de Tomás de Aquino, su aportación a la filosofía medieval ha de ser entendida en el contexto del vigoroso debate que se extendió en Europa acerca de las contribuciones de las ciencias humanas al conocimiento intelectual, especialmente las derivadas de la adopción de las doctrinas peripatéticas de Aristóteles.

Vida y Obra

Las primeras noticias acerca de su actividad académica se encuentran hacia 1230, con su entrada como estudiante en la Universidad de París. Los grandes conocimientos adquiridos, especialmente del griego clásico y del latín, le hicieron llevar a cabo un fecunda labor como comentador de tratados de Lógica, Gramática y Ética (los conocidos quodlibets medievales), dirigidos en primera instancia a los estudiantes universitarios. De los quodlibets de Kilwardby han llegado hasta nuestro días tres de ellos, dedicados a Porfirio, Boecio y Aristóteles. También es probable que en la ciudad francesa comenzase la redacción de su más famosa obra: De ortu scientiarum, estudio de considerable magnitud acerca de todo rango de conocimiento humano.

En 1248 regresó a las Islas Británicas con el objeto de continuar sus estudios en la Universidad de Oxford, donde obtuvo el grado de doctor en Teología en el año 1256. Desde ese momento, su obra se centró en el estudio de las famosas Sentencias de Pedro Lombardo. La contraposición entre el aristotelismo que impregnó su etapa parisina con la conocida experimentación oxoniense le llevó a discrepar con bastante frecuencia acerca de aquellos que consideraban como una correspondencia el finis hominis del estagirita y las concepciones cristianas de gracia, salvación celestial y causalidad divina. Con todo, el desacuerdo principal de Kilwardby con las doctrinas aristotélicas se centraba en la actitud con respecto a las ciencias. El filósofo británico fue el gran recuperador del pensamiento científico de Isidoro de Sevilla, Gundissalinus (o Gundisalvo, el famoso traductor de la Escuela de Toledo) y de Hugo de San Víctor. Así pues, en su obra De ortu scientiarum, la división de Aristóteles entre ciencias teoréticas y prácticas fue obviada para presentar una clasificación mucho más novedosa: las que atienden a la Revelación divina y las que lo hacen a la ciencia humana, siendo estas últimas divididas a su vez entre las que cubren las acciones humanas (Ética, Política y Artes Mecánicas) y las que sirven para educar la habilidad del hombre para expresarse con palabras (Lógica y Gramática). Así pues, las ciencias que para Aristóteles sólo eran teoréticas, para Kilwardby gozan de un alto componente práctico. El ejemplo que acuñó en su tratado, por obvio que parezca hoy día, fue absolutamente original para la época: un carpintero o un maestro constructor necesitaban de la Geometría (ciencia teorética) para llevar a cabo su trabajo. Todo ello se veía justificado teóricamente por la máxima definición de filosofía para el filósofo británico: "ciencia humana para el conocimiento del propio hombre" [recogido en Celano, A.J., op. cit., p. 33 (Trad. del autor) ]. La elaboración de su magna obra sobre las ciencias le ocupó hasta su muerte, acontecida en 1279 cuando ocupaba la cátedra de Teología en la Universidad de Oxford.

Ética y filosofía

Pese a la importancia de su pensamiento sobre las ciencias, la más original aportación de Kilwardby a la filosofía medieval se encuentra en su particular concepción de la Ética. La configuración de dicha ciencia estipulada por Aristóteles se basaba en la actitud humana para descubrir en la Naturaleza la buena vida y las operaciones que en ella se derivan. Sin embargo, para el filósofo británico, la Ética debía basarse en ofrecer una verdadera descripción de la felicidad, mostrando cuál era el camino para el "bene vivere et bene operari", esto es, "vivir bien y actuar correctamente", definición que, por otra parte, no difiere en mucho de la actual concepción de la Ética. En el pensamiento de Kilwardby se establecía una diferencia conceptual entre los términos virtud y felicidad: la primera era el camino, la segunda era el fin del conocimiento, sentencia enunciada de la siguiente manera: "puesto que la moral dirige al hombre hacia la felicidad, ésta debe ser considerada como la suprema ciencia humana". [Celano, ibid, p. 39, (Trad. del autor)].

La originalidad del pensamiento de Kilwardby le entronca mucho más allá de la simple continuación del tomismo debido a su reacción contra el peripatetismo, posición mucho más extraña si se tiene en cuenta que la reclamación del estudio del hombre como componente de las ciencias será la bandera que, casi doscientos años más tarde, enarbolarán los Humanistas europeos. Quizá por ello, la obra del filósofo británico no haya sido estudiado correctamente, puesto que se trata de una posición insólita, aunque no por ello menos medieval, dentro de la Escolástica.

Bibliografía

  • CELANO, A.J. "Robert Kilwardby and the limits of moral science". (Philosophy and the God of Abraham [Conf.Proc.], 1990, pp. 31-40.)

  • VIGNAUX, P. El pensamiento en la Edad Media. (México, FCE: 1954).

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez.