A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
LiteraturaPeriodismoBiografía

Kertész, Imre (1929-2016)

Imre Kertesz.

Narrador, dramaturgo, traductor y periodista húngaro, nacido en Budapest el 9 de noviembre de 1929 y fallecido ibídem el 31 de marzo de 2016. Autor de una brillante producción novelesca caracterizada por su gravedad filosófica y su profunda revisión de los problemas sociales y morales que afectan al hombre de su tiempo, está considerado como una de las figuras más destacadas de la narrativa europea del siglo XX. En octubre de 2002, la Academia Sueca reconoció el valor literario y social de producción impresa con la entrega del Premio Nobel de Literatura, que vino a subrayar los méritos de "una obra que levanta la frágil experiencia del individuo contra la bárbara arbitrariedad de la historia". Se convirtió, así, Imre Kertész en el primer escritor húngaro distinguido con tan relevante galardón (aunque otros compatriotas suyos ya habían obtenido el Premio Nobel por sus trabajos e investigaciones en el campo de la ciencia).

Vida

Nacido en el seno de una familia judía perteneciente a la clase media, durante buena parte de su vida sufrió la persecución de los regímenes totalitarios, primero como víctima de la amenaza nazi y luego como objeto del desprecio de las autoridades comunistas que rigieron durante muchos años los destinos de su país natal. En 1944, cuando sólo contaba quince años de edad, fue deportado al tristemente célebre campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en la Polonia ocupada por los nazis; poco después, fue trasladado al campo de exterminio de Buchenwald, donde se libró de una muerte segura gracias a la irrupción libertadora de las tropas norteamericanas, que ocuparon el campo en 1945. A partir de esta amarga experiencia -que habría de dejar un hondo reflejo en su posterior producción literaria-, Imre Kertész tuvo la certeza de que el totalitarismo nazi le había robado su destino.

Al recrear luego en su obra las dramáticas experiencias vividas en Buchenwald, y reflexionar sobre los extremos de maldad que puede alcanzar el ser humano, el autor húngaro quedó ligado a una larga serie de escritores europeos que reflejaron en sus novelas los horrores vividos en dicho campo de concentración -entre ellos, v. gr., el narrador alemán Bruno Apitz (1900-1979), quien dejó un espeluznante testimonio de su paso por Buchenwald en su novela Nackt unter Wölfen (Desnudo entre lobos, 1958); o el español Jorge Semprún, que hizo lo propio en Le mort qu'il faut (2001)-. No corrieron idéntica suerte otros escritores e intelectuales como el sinólogo francés Henri Maspero (1883-1945) o el novelista austríaco Jura Soyfer (1912-1939), que perdieron la vida en Buchenwald, auténtico calvario para la cultura y el pensamiento europeos de mediados del siglo XX, por el que también pasaron otros intelectuales como el escritor rumano Elie Wiesel, el político y literato francés Leon Blum (1872-1950), el psicoanalista austríaco Bruno Bettelheim (1903-1990) e, incluso, el escritor alemán Ernst Wiechert (1887-1950), reducido a presidio en Buchenwald tras haberse manifestado abiertamente en contra del nacionalsocialismo.

Privado, pues, de su propio destino, el joven Imre Kertész regresó a su Hungría natal y, ya fuertemente impulsado por sus inquietudes literarias, a partir de 1948 comenzó a trabajar como periodista en un diario de amplia difusión nacional. Pero en 1951, a raíz de la adopción de la línea marxista por parte del medio en el que trabajaba -que llegó a ser declarado órgano oficial del Partido Comunista Húngaro-, Kertész fue despedido por mostrar públicamente sus desavenencias con cualquier forma de totalitarismo, incluido el de la izquierda marxista europea; a partir de entonces, se vio forzado a ganarse la vida por medio de la traducción, lo que le permitió conocer a fondo las obras de algunas figuras cimeras de la literatura y la filosofía escritas en lengua alemana, como los germanos Friedrich Nietzsche (1844-1900), Ludwig Wittgenstein (1889-1951) y Tankred Dorst, los austríacos Sigmund Freud (1856-1939), Arthur Schnitzler (1862-1931), Hugo von Hofmannsthal (1874-1929) y Joseph Roth (1894-1939), y el búlgaro Elías Canetti (1905-1994). Merced a su perfecto dominio de la lengua alemana, Kertész no sólo consiguió sobrevivir con estas traducciones, sino que adquirió también una sólida formación literaria y filosófica que pronto habría de tener reflejo en su propia producción literaria (traducida, asimismo, en su mayor parte, al alemán).

Al tiempo que realizaba estos notables trabajos de traducción, Imre Kertész comenzó a escribir una serie de textos teatrales (como libretos para piezas musicales, guiones radiofónicos y obras escénicas menores) que le permitieron adquirir un cierto prestigio literario en el enrarecido panorama cultural húngaro de los años cincuenta. Alentado por este moderado reconocimiento, en 1965 se enfrascó en la redacción de la que habría de ser una de las mejores narraciones europeas de la segunda mitad del siglo XX, Novela de un hombre sin destino (1975), obra que pasó inadvertida en los medios oficiales del panorama cultural húngaro, a pesar de ser uno de los testimonios más elocuentes, estremecedores y provocadores del holocausto nazi. En efecto, el ostracismo al que había sido relegado Kertész debido a su visión crítica del estalinismo impidió que esta novela alcanzase en su país natal el reconocimiento merecido; sin embargo, al cabo de veinte años vio la luz en Alemania una traducción de esta obra que, publicada bajo el título de Roman eines Schicksalslosen, mereció de inmediato los elogios unánimes de la crítica y los lectores y situó al escritor húngaro en los puestos de cabeza de la literatura europea de finales del siglo XX.

Tras la caída del muro de Berlín (1989) y el desmantelamiento de los regímenes comunistas del este de Europa, Kertész empezó a ser más conocido en Hungría y fue invitado a tomar parte en diferentes actos públicos en los que se valoró debidamente su aportación creativa e intelectual. A una segunda edición húngara, en 1985, de Novela de un hombre sin destino, siguió la publicación de otras brillantes narraciones extensas del escritor de Budapest, entre las que conviene subrayar las tituladas Fiasko (El fracaso, 1988), Galeerentagebuch (Diario de la galera, (1992), Otro (1997), Un instante de silencio en el paredón (1998) y Kaddish por el hijo no nacido (2001). La difusión de todas estas obras -como ya se ha indicado más arriba- en su versión alemana granjeó a Kertész un elevado prestigio dentro de las fronteras germánicas, bien patente en algunos de los premios que recayeron sobre sus obras, como el Premio de Literatura de Brandeburgo (1995) y el Premio del Libro de Leipzig (1997). El propio autor húngaro, en sus primeras declaraciones tras la obtención del Premio Nobel, agradeció a sus editores alemanes la publicación de sus novelas en la que para él es su segunda lengua, y reconoció que, de haber difundido sus escritos únicamente en húngaro, jamás habría obtenido los honores y distinciones alcanzados, ya que su lengua materna no pasa de ser -según sus propias palabras- una diminuta isla dentro del mapa lingüístico occidental.

En el momento de recibir el mayor galardón de las Letras universales, Imre Kertész se encontraba precisamente en la capital alemana, becado por el Wissenschaftskolleg (Instituto de Estudios Superiores de Berlín).

En su discurso de agradecimiento a la concesión del Premio Nobel, leído en húngaro en diciembre de 2002, Kertész definió el holocausto como el final de dos mil años de cultura occidental y el punto de partida de una nueva Europa. En un discurso brillante y exento de sentimentalismos, el escritor húngaro advirtió que "la única forma de sobrevivir a la solución final es reconocer Auschwitz como el punto cero y emprender una catarsis que se inspire en el más grande valor europeo: el anhelo de libertad".

Obra

"Cuando pienso en una novela nueva, siempre pienso en Auschwitz". Estas palabras de Imre Kertész describen a la perfección el contenido temático de su producción narrativa, marcada obsesivamente por su dramática experiencia en los campos de exterminio nazis. Su obra maestra, Novela de un hombre sin destino -publicada en España con el título Sin destino- relata la amarga peripecia de un hombre que, tras ser conducido a un campo de concentración, logra adaptarse a las dificultades del entorno y sufrir con entereza las mayores adversidades, hasta que consigue sobrevivir a la furia aniquiladora de sus captores. Pero, más allá de la anécdota personal del protagonista, esta novela de Kertész se convierte en un lúcido y denso ejercicio de reflexión que analiza la posibilidad de que la vida y del pensamiento individual continúen existiendo en una época en la que los hombres se hayan subordinado casi totalmente al poder político; y así, haciendo de su terrible experiencia juvenil un campo abonado para la meditación, el autor húngaro despliega en ésta obra y en el resto de su producción narrativa un incansable ejercicio filosófico que, apoyado por sus vastos conocimientos del pensamiento occidental, trasciende la mera anécdota para proyectarse sobre unas inquietudes universales que parecen inherentes a la condición humana, como los límites insospechados de la maldad, la capacidad de superar el horror, la angustia por la supervivencia en medio de un entorno extremadamente hostil, la existencia -o carencia- de un destino que gobierna la andadura de los hombres, y, en definitiva, la dimensión moral del individuo y su enfrentamiento constante con la maquinaria implacable del sistema.

En justa coherencia con la hondura filosófica de estos planteamientos, Imre Kertész desdeña la levedad de la invención poética y los alardes preciosista formales; sin embargo, sus obras no se leen nunca como meros ejercicios ensayísticos, sino como auténticos relatos de ficción -plagados de dudas existenciales y debates de hondo calado intelectual- que no quieren apartarse de las cuestiones más graves y enojosas de la vida. Todo ello queda bien patente en otra de sus grandes narraciones, Kaddisch por el hijo no nacido, en la que toma como punto de partida una de las formas de expresión tradicionales de su cultura ancestral -la oración judía por los muertos, o kaddisch- para presentar la figura de un protagonista que, como el propio Kertész, se niega a traer descendencia a un mundo en el que fueron posibles los horrores atroces cometidos en Auschwitz y Buchenwald.

Con Liquidación (2004), una obra amarga y oscura, pero vital al mismo tiempo, que combina distintos géneros como el teatro, el ensayo o las memorias, Kertész volvió a centrarse en sus viejas obsesiones sobre el Holocausto, pero en esta ocasión en el entorno húngaro. En 2005 presentó en el Festival de Berlín Fateless, adaptación al cine de Novela de un hombre sin destino, dirigida por su compatriota Lajos Koltai y escrita por él mismo.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.