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HistoriaBiografía

Juana I de Anjou, Reina de Nápoles (1326-1382).

Reina de Nápoles desde 1344 hasta la fecha de su muerte, nacida en 1326 y muerta en Muro della Lucania el 22 de mayo de 1382.

Síntesis biográfica

Juana I fue proclamada reina de Nápoles tras la muerte de su abuelo Roberto I de Anjou en 1344. Casada desde la infancia con Andrés de Hungría, tras el asesinato de éste debió enfrentarse en varias ocasiones a su cuñado, el monarca Luis I, el cual realizó una campaña en Nápoles con el propósito de vengarse de los asesinos de su hermano, que obligó a Juana a abandonar su reino. De regreso en 1352, tras la muerte de su segundo esposo, Luis de Tarento, la reina contrajo matrimonio con Jaime III de Mallorca, el cual la abandonó poco después. Proclamada reina de Sicilia en 1372, los últimos años de su reinado intentó reafirmar su autoridad sin éxito y tras ser excomulgada en 1380 por Urbano VI, fue ajusticiada por Carlos III de Durazzo aliado del mencionado Luis I de Hungría.

Vida de Juana I

Segunda hija de Carlos duque de Calabria y de María de Valois, Juana desde su nacimiento ocupó una importante posición en la corte de su padre, ya que su hermano mayor, único hijo varón nacido de la unión de sus progenitores, falleció el 25 de abril de 1325, mucho antes de su nacimiento, por lo que Juana de forma provisional fue nombrada heredera de todas las posesiones de su padre, aunque éste esperaba concebir un hijo varón que ocupara su puesto. Pero no pudo cumplir sus deseos el mencionado Carlos de Calabria, ya que murió el 9 de noviembre de 1328, cuando Juana contaba con dos años de edad, por lo que ésta apenas conoció a su padre.

El fallecimiento de su padre supuso un notable cambio en la vida de Juana, la cual se instaló en la corte de su abuelo, el rey Roberto I de Anjou, puesto que éste se convirtió en su tutor y por tanto en el encargado de vigilar los progresos de su nieta, la cual fue proclamada heredera al trono de Nápoles de forma oficial el 4 de noviembre de 1330. No hay duda que la educación de Juana debió ser esmerada, aunque en opinión de algunos investigadores dicha corte no fue la más indicada.

Muy pronto se concertó el matrimonio de Juana, ya que Roberto I temeroso de que se unieran las coronas de Hungría y Sicilia, decidió negociar con el rey húngaro el casamiento de su segundo hijo, Andrés, con su nieta. De este modo tras solicitar la dispensa del papa, debido a la corta edad de los contrayentes, quedó sellado el compromiso de forma oficial el 16 de junio de 1332, cuando Juana contaba con seis años de edad. La boda tuvo lugar en el palacio de Castelnovo en el mes de septiembre del año siguiente (1332), pero los jóvenes esposos no convivieron en la misma ciudad, ya que tras la ceremonia Juana fue conducida a la corte de su abuelo y Andrés de Hungría se instaló en el citado palacio de Castelnovo para completar su educación.

Entre 1333 y 1342 fueron contadas las ocasiones en las que la futura reina Juana vio a su esposo y parece que no sintió ninguna preocupación por este hecho, puesto que muy pronto fue evidente para todos, que los jóvenes eran incompatibles. Así las disputas comenzaron a ser continuas entre ellos desde el momento en el que Andrés de Hungría se instaló en la corte del rey de Nápoles, a pesar de lo cual el matrimonio fue consumado el 14 de agosto de 1342.

Roberto I sintiendo próximo el momento de su muerte decidió dejar en orden todos sus asuntos y expresó en su testamento su deseo de que Juana gobernara el reino con la ayuda de un Consejo de Regencia hasta que cumpliera 25 años, con el fin de alejarla lo máximo posible de los cambios de alianzas de la corte. Pero no pudo evitar el rey que Juana se viera envuelta en continuas intrigas, cuando le sucedió en el trono en el año 1344. Así Andrés de Hungría intentó ser proclamado rey de Nápoles y no sólo príncipe consorte, para participar de forma activa en los asuntos de gobierno, lo cual no mejoró las relaciones que mantenía con su esposa, que decidió hacer oídos sordos a los requerimientos de éste. Más preocupó a Juana I la actitud de Carlos de Durazzo que tras haber contraído matrimonio con María de Anjou, la hermana de Juana, el 21 de abril de 1343, realizó numerosas maniobras para conseguir la corona, por lo que la reina, prevenida por su dama de compañía Felipa de Catanesa, decidió tomar ciertas precauciones para evitar una sublevación nobiliaria en su contra.

Fueron momentos difíciles para Juana, la cual recibió el apoyo del papa Clemente VI, que envió a su antiguo preceptor Amerigo de Chalois, para que presidiera en su nombre su coronación oficial el 28 de agosto de 1344. A pesar de lo cual la reina fue reprendida por la actitud que mantenía hacía a su esposo, por lo que finalmente tuvo acceder a que Andrés fuera coronado el 30 de enero de 1345, tras las presiones que ejerció el hermano de éste, el rey de Hungría Luis I (1326-1382).

Son muchos autores los que opinan que Juana I estuvo implicada directamente en la muerte de su esposo y aunque esta afirmación no ha podido ser demostrada totalmente, todo parece indicar que así fue, puesto que los principales implicados estaban estrechamente relacionados con la reina y la muerte de Andrés suponía un gran alivio para ella, que se veía libre de la intervención de éste en los asuntos de Estado. De este modo Juana I quedó viuda el 18 de septiembre de 1345, tras el fallecimiento de Andrés, que apareció muerto junto a las murallas del palacio donde ambos residían, mientras la reina se encontraba en sus aposentos. Inmediatamente después Juana abandonó el lugar de los hechos y se trasladó a Nápoles, desde donde partió al palacio de Castelnovo. Fue allí donde algún tiempo después dio a luz a su primer hijo, el cual fue bautizado con el nombre de Carlos Martello. La reacción de Luis I de Hungría fue fulminante tras conocer la noticia de la muerte de su hermano, ya que inmediatamente después comenzó a realizar los preparativos para vengarse, Juana por su parte, decidió entregar a los responsables a la justicia con la intención de aplacar al monarca húngaro.

Totalmente restablecida después del parto, Juana I inició una escandalosa relación con su primo Roberto de Tarento, la cual no fue vista con buenos ojos por el papa, que envió a Bertrand de Deux para que reprendiera a la reina por su alocado comportamiento, pero la naturaleza ardiente de Juana muy pronto la hizo abandonar a su amante por su hermano Luis, al que amó profundamente y con el que contrajo matrimonio el 22 de agosto de 1347. Fue en este momento cuando Carlos de Durazzo deseosos de reconciliarse con Juana inició las negociaciones para que su hija contrajera matrimonio con el pequeño Carlos Martello, tras haber intentado negociar con Luis de Hungría sin éxito, a lo cual Juana se negó.

La tranquilidad duró muy poco en la corte de la reina Juana, ya que Luis de Hungría continuaba con sus preparativos para vengar la muerte de Andrés y a finales de 1347 abandonó su país y puso rumbo a Nápoles. Juana I alarmada por la llegada de Luis embarcó con destino a Provenza, el 15 de enero de 1348 y expuso ante el Consejo de Cardenales reunido en Aviñón su caso. Declarándose inocente de la muerte de su primer marido, fue absuelta por el papa, con el que llegó a un acuerdo para venderle la mencionada ciudad de Aviñón por 80.000 florines que fueron utilizados para financiar la sublevación de los nobles napolitanos, que desde junio de ese mismo año se enfrentaron abiertamente en contra de Luis I.

Finalmente en 1352 se firmó la paz con el rey de Hungría y Juana pudo volver a su reino con toda tranquilidad, aunque fue este un año triste para la reina de Nápoles, ya que murió Francisca, la única hija que había nacido de su unión con Luis de Tarento, el cual también falleció el 26 de mayo de 1362, dejando a su mujer destrozada. Los años siguientes fueron muy duros para la reina, ya que desprovista prácticamente de autoridad, se vio obligada a contemporizar con los nobles que fueron los verdaderos dueños de la situación. Por este motivo Juana I, decidida a recuperar su poder, contrajo matrimonio en 1366 con Jaime III de Mallorca, en el que vio a un guerrero formidable. Pero sus esperanzas nuevamente quedaron truncadas, ya que parece que ambos cónyuges muy pronto se enfrentaron y el rey mallorquín abandonó Nápoles, para no regresar nunca más, poco después de la boda. De este modo, sola una vez más, Juana tuvo que afrontar la muerte de algunos de sus seres más queridos, una terrible crisis demográfica, tras la aparición de un brote de peste, y la llegada a su reino de bandas de mercenarios que hicieron estragos entre la población civil. Pero no todo fue negativo en estos años ya que en 1372 quedó resuelta la cuestión siciliana, tras ser Juana I reconocida como reina el 31 de marzo de 1372 y haber obtenido el respaldo de Gregorio XI en este sentido.

Tras la incorporación de Sicilia deseosa de mejorar la situación del reino de Nápoles Juana I nuevamente viuda, decidió contraer matrimonio en 1375, con Otto de Brunswieck, el jefe de uno de los grupos de mercenarios que deambulaban por su reino, pero su intento fue vano, ya que a su amplia lista de enemigos, entre los que destacaban Carlos de Durazzo y Luis de Hungría, se unió el papa Urbano VI, el cual excomulgó a la reina de Nápoles en el año 1380 y animó al monarca húngaro para que pasara a la acción en su contra. Así sintiéndose acorralada y falta de herederos, tras la muerte de sus dos hijos, Juana I decidió nombrar a Luis de Anjou heredero al trono de Nápoles para contar con el apoyo del monarca francés, pero a pesar de que éste intentó ir a Italia para ayudarla, el 16 de julio de 1381 Carlos de Durazzo, aliado con Luis de Hungría, pese a que éste había acabado con la vida de su padre años antes; se hizo con el control del reino de Nápoles y encarceló a Juana I.

Juana I murió ajusticiada en Muro della Lucania, el 22 de mayo de 1382, junto con su esposo, a la edad de 56 años, tras permanecer prisionera aproximadamente un año. Desposeída de su reino, el nuevo monarca Carlos de Durazzo apenas permaneció dos años en el poder.

Bibliografía

  • LADERO QUESADA, M. A. Historia Universal. Edad Media. (Madrid, Vicens Vives, 1992).

  • VALDEÓN, J., ALVIRA, M., SÁNCHEZ, R., LADERO, M. A., ÁLVAREZ, A. CLARAMUNT, S. Manual de Historia Universal. Baja Edad Media. (Madrid, Historia 16, 1996).

CGS

Autor

  • Sagrario Arenas Dorado / 0212 CGS