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Juan XXIII. Papa (1881-1963)

Papa de origen italiano, nacido en Sotto il Monte (cerca de Bérgamo, Lombardía) el 25 de noviembre de 1881 y fallecido en Roma el 3 de junio de 1963. Papa de la Iglesia Católica entre 1958 y 1963. Su nombre de nacimiento era Angelo Giuseppe Roncalli.

Juan XXIII.

Desde muy niño estuvo decidido a ser sacerdote, formándose en el seminario de Bérgamo. Ordenado en Roma en 1904, durante una década fue secretario de Tedeschi, obispo de Bérgamo. Tras el paréntesis de la Primera Guerra Mundial, en la que participó como capellán militar, fue director espiritual en Bérgamo y luego responsable de diversas tareas misionales en Roma. En 1925 fue enviado por Pío XI a Bulgaria como representante suyo, iniciándose así la larga carrera diplomática de Roncalli, que desempeñó durante más de un cuarto de siglo. De Bulgaria pasó a Turquía y Grecia y, poco antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, a Francia, donde su labor fue muy apreciada.

En 1953, ya anciano, fue designado cardenal patriarca de Venecia, donde se volcó en tareas pastorales. Para su sorpresa, en 1958 fue elegido Papa. En los pocos años que desempeñó este cargo dio a la Iglesia un mayor sentido testimonial, señalando la necesidad de abrirse a las necesidades del mundo (como por ejemplo, la paz) y de buscar formas actualizadas de evangelización. También trabajó intensamente por la unidad de la Iglesia. Para dar un impulso adecuado a todo ello convocó el Concilio Vaticano II (iniciado en 1962 y finalizado después de su muerte en 1965) y publicó encíclicas como Mater et magistra y Pacem in terris, que tuvieron gran resonancia incluso fuera de la Iglesia. Por su carácter agradable y paternal y su actitud abierta fue llamado el "Papa bueno" y "Párroco del mundo".

Papa Juan XXIII

Formación humana y sacerdotal

Era hijo de Giovanni Battista Roncalli y Marianna Mazzola, campesinos de muy pocos medios pero muy creyentes. Angelo era el cuarto de trece hermanos, y con la familia vivían otros familiares. Ello le dio para siempre un gran sentido familiar. A los seis años comenzó a asistir a la escuela, y desde niño se vio en él inteligencia y gusto por la lectura. También trabajaba, cuando podía, en el campo, como solía ser común entre los niños de su pueblo. Monaguillo en su parroquia, dirigida por el padre Francesco Rebuzzini, pronto descubrió su vocación sacerdotal; sus compañeros solían llamarle "Angelito, el cura". Dado que su familia no tenía capacidad económica para enviarle al seminario, acudió durante un tiempo a la parroquia de Cervico (a 2 km de su pueblo) para que el párroco del lugar, Pedro Bolis, le enseñase latín. Por fin pudo residir en la casa de un pariente en Celana, y estudiar en el colegio episcopal.

En 1892 ingresó en el seminario de Bérgamo, y antes de lo que era habitual, a los catorce años, recibió la tonsura. Era ello muestra de seguridad respecto a su vocación, también percibida por sus superiores. A partir de entonces llevó sotana y formó parte de la Congregación de la Anunciación de la Inmaculada, creada como guía para la vida de piedad. Angelo se propuso realizar el examen de conciencia que se le exigía por escrito, lo que cumplió hasta su muerte (estas anotaciones han sido fuente del Diario del alma, autobiografía espiritual del futuro Papa, en el que se pone de manifiesto su especial empeño por llevar una vida santa). En 1900 terminó su segundo año de Teología y recibió las órdenes menores. En estos años, gracias a lo avanzado de los planes de estudio del seminario, comenzó a interesarse por el compromiso social del cristiano.

A principios del año siguiente se trasladó a Roma, como beneficiario de una beca concedida por su obispo, para estudiar en el Ateneo de San Apolinar. En 1902 tuvo que interrumpirlos para cumplir doce meses de servicio militar en el regimiento de infantería de Bérgamo (se licenció como sargento). Tras ello, en 1903, recibió el subdiaconado en San Juan de Letrán, y el diaconado a finales de año en el mismo lugar. Se doctoró el 13 de julio de 1904 (en el tribunal estaba Eugenio Pacelli, futuro papa Pío XII, su antecesor en el pontificado). Por fin, el 10 de agosto de 1904 fue ordenado sacerdote en la iglesia de Santa maría en el Monte Santo, por monseñor Ceppetelli. Celebró su primera misa el día siguiente, en la capilla de la Confesión de San Pedro del Vaticano.

Secretario del obispo de Bérgamo (1905-1925)

En 1905 marchó a Bérgamo como secretario del obispo Giacomo Maria Radini Tedeschi, cargo que tuvo hasta la muerte de este en 1914. También, durante este tiempo, enseñó Apologética e Historia de la Iglesia en el seminario diocesano; esta última materia le interesaba bastante, y solía investigar en la Biblioteca Ambrosiana de Milán. Al entrar Italia en la Primera Guerra Mundial tuvo que incorporarse al ejército (23 de mayo de 1915) como sargento del cuerpo sanitario; a partir del año siguiente ejerció como capellán militar, hasta el 10 de diciembre de 1918, cuando terminó la guerra. Ya por entonces había sido nombrado director espiritual del seminario bergamasco, y fundado la Casa del Estudiante, una residencia para jóvenes procedentes del campo que llegaban a la ciudad para estudiar.

Esa iniciativa fue clausurada cuando Angelo Roncalli debió trasladarse de nuevo a Roma al ser nombrado Secretario para Italia de la Obra de la Propagación de la Fe (18 de enero de 1821). No mucho después, el papa Benedicto XV añadió el nombramiento de prelado doméstico (7 de mayo). Así, debió realizar numerosos viajes como mensajero del papa, que le permitieron conocer de cerca la situación de la Iglesia italiana y de países europeos como Francia, Bélgica, Holanda y Alemania. En 1922 fue elegido nuevo papa Pío XI, a quien había conocido en la Biblioteca Ambrosiana; éste le encomenzó la organización de la Exposición misionera de 1925 y, este mismo año de 1925 (3 de marzo), visitador apostólico en Bulgaria como puente hacia las iglesias ortodoxas.

Diplomático pontificio en el este de Europa y Francia (1925-1953)

Días después, el 19 de marzo, fue consagrado obispo de Aeropoli; adoptó como lema obedientia et pax ("obediencia y paz"), inspirada en una misma empleada por el cardenal César Baronio en el s. XVI, uno de sus modelos espirituales. En abril llegó a Sofía, la capital búlgara, en un clima de inseguridad política a causa de un atentado terrorista contra militares y el rey Boris III. Roncalli visitó a los heridos inmediatamente, y luego fue recibido por el rey en audiencia (a quien le convenía establecer relaciones con Occidente para contrapesar la presión comunista) y también por el Santo Sínodo ortodoxo. También se encontró con la minoría católica del país. Sin embargo, tuvo ciertas dificultades materiales para desempeñar su labor.

Casi diez años después, el 24 de noviembre de 1934, pasó a Estambul (en 1937 a Atenas) como delegado apostólico para Turquía y Grecia; tanto en Turquía, república desde 1923 a raíz de la revolución laicista de Kemal Atatürk y los Jóvenes Turcos (véase: Revolución de los Jóvenes Turcos), como en Grecia, donde se miraba con mucho recelo a la Iglesia católica, se encontró en complicada situación. En ambos casos trató de suavizar las relaciones con la Santa Sede, destacándose de su labor el acercamiento, después de siglos, con la jerarquía ortodoxa. Durante la Segunda Guerra Mundial, desde el mismo cargo, ejerció como mediador secreto entre el gran rabino de Palestina y el Vaticano, lo que permitió la salvación de miles de judíos perseguidos por el nazismo.

El 6 de diciembre 1944 fue nombrado nuncio en París; tras una breve estancia en Roma, donde se entrevistó con el papa Pío XII, presentó credenciales al general y líder francés Charles de Gaulle. Pronto tuvo que afrontar un grave problema: las autoridades francesas le pidieron que destituyese a la elevada cifra de 33 obispos, acusados de colaboracionismo con el régimen títere de Vichy. Roncalli observó cierta exageración en el número, y después de algunas conversaciones con De Gaulle retiró de sus diócesis a sólo tres de ellos. Después, su forma de ser bondadosa, cálida y humana, inteligente, que hacía amigos fácilmente, se ganó la simpatía de los medios diplomáticos franceses, y logró incluso una mejora del trato de los prisioneros de guerra alemanes. Sin embargo, observó con preocupación la tendencia secularizante de parte del clero francés (los llamados "curas obreros"), asunto en el que no podía actuar por estar fuera de sus competencias. Desde 1951 fue también observador permantente de la Santa Sede en la UNESCO.

Patriarca de Venecia (1953-1958)

En 1953 fue nombrado cardenal patriarca de Venecia; el mismo presidente francés, Vincent Auriol, le impuso el birrete cardenalicio el 15 de enero de 1953 en París. Dos meses después entró en Venecia; tenía 72 años de edad y él mismo consideraba que sería su último cargo eclesiástico, en cualquier caso satisfecho por volver a la atención pastoral de fieles después de tantos años como diplomático. Aquí, de momento, ejerció una gran labor pastoral. Solía rezar en la catedral y hablar con la gente con que se encontraba, impartir él mismo los sacramentos, realizar visitas caritativas a presos, enfermos y ancianos, y entrevistarse con personalidades de la política, la cultura y la ciencia. Realizó además algunos viajes fuera de su diócesis, como peregrinaciones a los santuarios marianos de Fátima, Lourdes, Czestochowa y otros.

Giuseppe Roncalli, Papa Juan XXIII (1958-1963)

Muerto Pío XII, en octubre de 1958 acudió a Roma al cónclave que elegiría al nuevo Papa; el 25 de octubre de ese año fue sorpresivamente designado sucesor de San Pedro. Eligió como nombre Juan XXIII, de gran tradición en la Iglesia (era el del Bautista y el del "discípulo amado") y en el mismo pontificado. Si por su edad, casi 77 años, se preveía (como así fue) que sería un pontificado breve y de transición, su significación histórica en la historia de la Iglesia e incluso mundial fue enorme. En su discurso de coronación resaltó la función pastoral del Papa, que sería la línea fundamental de su gobierno.

El talante pastoral de Juan XXIII

Muestra de ese característico talante pastoral, ejercido también como Papa, fue que, el día de Navidad de ese mismo año de 1958 impartió la bendición urbi et orbe ("a la ciudad [de Roma] y al mundo") y luego visitó a niños y ancianos internados en hospitales romanos; al día siguiente hizo lo mismo con los presos de la cárcel de Regina Coeli, donde los que pudieron verle respondieron a sus palabras de ánimo con vítores. En realidad, todos sus actos públicos solían tener la misma bondad y sencillez, pero poseía además una profunda formación intelectual, especialmente extensa en asuntos históricos.

Realizó algunas reformas institucionales. Recuperó el puesto de cardenal-secretario de Estado, designando a Domenico Tardini (y cuando este murió en julio de 1961 lo sustituyó por Govanni Cigognani), y la celebración de audiencias públicas. Revitalizó e internacionalizó la curia romana; como canciller nombró al arzobispo bonaerense el cardenal Santiago Luis Copello. El 15 de diciembre de 1958 convocó un primer consistorio cardenalicio, donde nombró a 23 nuevos cardenales, sobrepasando de este modo el número límite de setenta desde que lo impusiera Sixto V en el s. XVI. Uno de ellos era Giovanni Battista Montini, que sería su sucesor como Pablo VI, varios no europeos, y superiores de órdenes misioneras. En los años siguientes celebró otros cuatro consisterios, quedando finalmente el número de cardenales en 87, de muy diversa procedencia.

La convocatoria del Concilio Ecuménico Vaticano II

Viajó a los santuarios de Loreto y Asís, para pedir por la intercesión de la Virgen y San Francisco el éxito del concilio; era el primer viaje largo que realizaba un Papa desde Pío IX, y durante el mismo recibió numerosas muestras de cariño de los italianos. El 25 de enero de 1959, fecha en que había acudido a tomar posesión de la basílica romana de San Pablo Extramuros, anunció la convocatoria de un nuevo concilio ecuménico y de un sínodo romano, y la reforma del Código de derecho canónico.

El objetivo era preparar a la Iglesia para dar respuesta evangélica a las exigencias del presente, y poder así presentar con nuevas fórmulas la misma fe de siempre, tanto a los cristianos como al mundo entero. Juan XXIII deseaba con esto mostrar claramente la apertura plena de la Iglesia a todos los hombres, y centrar su tarea en dar testimonio luminoso de Jesucristo. Después de largos preparativos, pudo inaugurar el concilio el 11 de octubre de 1962, que en realidad había sido ya pensado por Pío XI y también por Pío XII. Llegó a presidir la primera fase del mismo, pero moriría antes de verlo finalizar, y sería su sucesor Pablo VI quien lo cerrase.

Muy internacional, acudieron participantes de los cinco continentes, menos de la mitad europeos y sólo una quinta parte italianos. También había observadores de iglesias no católicas. Las sesiones a las que pudo asistir, dirigidas por un consejo de presidencia de diez cardenales y diez comisiones, trataron sobre cinco temas: reformas litúrgicas (por ejemplo, la introducción de las distintas lenguas en sustitución del latín), la revelación, los medios de comunicación, las iglesias ortodoxas y la estructura de la Iglesia. La primera sesión fue clausurada el 8 de diciembre de 1962. La segunda sesión ya sería abierta por Pablo VI.

Los esfuerzos por la unidad de la Iglesia y por la paz mundial

Como Papa, pudo ocuparse por fin de los "curas obreros" franceses; a través del cardenal Giusseppe Pizzardo, comunicó en julio de 1959 al arzobispo de París, Maurice Feltin, la prohibición para los sacerdotes de trabajar en fábricas, por ir en detrimento de la dedicación parroquial.

Durante su estancia en el este de Europa había conocido directamente el cristianismo oriental. Los esfuerzos de aproximación que entonces hizo los continuó ahora: con el patriarca de Constantinopla Atenágoras I; con el arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia anglicana, Geoffrey Fisher (era el primer contacto oficial desde la separación de cuatro siglos antes); con el moderador presbiteriano de Escocia, Archibald C. Craig; o con el presidente episcopaliano en Estados Unidos el obispo Lichtenberger. Encomendó la dirección del Secretariado para la Unidad de los Cristianos al jesuita alemán Agustín Bea, que fue uno de sus más íntimos colaboradores.

También dialogó con los principales líderes mundiales en la búsqueda de la paz internacional, en una etapa crítica de la Guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En la Crisis de los Misiles de Cuba de octubre de 1962 medió entre John F. Kennedy y Nikita Kruschev. En 1963 recibió el primer premio de la paz de la Fundación Balzan, institución que tenía el objetivo de facilitar la convivencia entre los dos bloques; el dinero del premio lo donó Juan XXIII a la propia fundación para que continuase su trabajo por la paz. Recibió en audiencia privada a Rada Kruschev, la hija del dirigente soviético, y a su marido Alexis Adjubei (director del periódico Izvestia), a quienes trató con suma cordialidad.

El magisterio de Juan XXIII

Pronunció numerosos discursos y publicó nueve encíclicas, en las que expuso con detalle sus objetivos pastorales. También, hombre de oración y ascesis, se ocupó en extensión de diversas devociones.

Pastoral y devociones en las primeras encíclicas de Juan XXIII

El primer año de pontificado, 1959, publicó cuatro de ellas. La primera fue Ad Petri cathedram (29 de junio), donde señalaba los objetivos de su pontificado: la búsqueda de la paz, la unidad y la verdad. No sólo en la Iglesia, y por eso lo propuso también al mundo señalando sus raíces evangélicas en la fraternidad (por ser hijos de un mismo Padre) y en la verdad de la esperanza en una vida inmortal. En esta encíclica recogió lo que sobre esos temas se había dicho antes, afirmándolo él con más fuerza y aplicándolo, mediante una adaptación (aggiornamiento), al momento histórico concreto. Subrayó entonces la importancia de los medios de comunicación.

El 1 de agosto publicó Sacerdotii nostri primordia, en celebración del centenario de la muerte de San Juan María Vianney, el "Cura de Ars", a quien propuso como modelo de pastor. Señalaba a la oración como fuente de la vida sacerdotal. Finalizando el año publicó Grata recordatio (26 de septiembre) y Princeps pastorum (28 de noviembre), que trataban del rezo del rosario y la práctica de devociones marianas (solicitaba además su ejercicio para solicitar la mediación de la Virgen por el concilio), en el primer caso, y de la promoción de las misiones, en el segundo. En esta última recordaba la necesidad del apoyo de los laicos, y de una adecuada formación de los nativos, que les permitiese ocupar los cargos jerárquicos de sus países.

Las grandes encíclicas y la apertura de la Iglesia al mundo

En 1960 escribió Inde a primis (2 de julio), sobre la devoción a la Preciosísima Sangre de Cristo, y el año siguiente, Mater et Magistra (15 de mayo de 1961). Fue este uno de sus más grandes documentos magisteriales. Era un homenaje a la Rerum novarum de León XIII en el setenta aniversario de su publicación, y en ella actualizaba el contenido social de esta y de otros documentos pontificios posteriores. Sin embargo, amplió la perspectiva más allá de los problemas laborales, señalando al hombre como ser, no individualista, sino criatura divina espiritual, inteligente y libre. Recomendaba a los cristianos superar el hedonismo y el materialismo vigentes. Pero reconocía la legitimidad de la propiedad privada, limitando la acción estatal a lo necesario por el bien común, y a garantizar los principios de subsidiariedad y redistribución por los cuales se eliminaban desigualdades. Su publicación tuvo una gran resonancia, y los grandes periódicos de entonces publicaron extractos (o el texto íntegro, como en el caso del New York Times) y en general la alabaron, al igual que diferentes líderes políticos, como el indio Jawaharlal Nehru.

El 11 de noviembre del mismo año de 1961 publicó Aeterna Dei sapientia, en el mil quinientos aniversario de la muerte del papa san León I el Grande, ejemplo de lucha por la unidad como pontífice. El 1 de julio de 1962 salió Poenitentiam agere, en la que pedía a los fieles que recurriesen al sacramento de la penitencia como modo de favorecer al concilio. Por último, unos meses antes de morir, publicó Pacem in terris (11 de abril de 1963). En ella se dirigía de nuevo a todos los hombres "de buena voluntad" en el esfuerzo por la paz. Volvió a repetir que esta se fundamentaba en la justicia, la libertad, la verdad y el amor. Que se trataba de un valor de la Iglesia desde su nacimiento, y que debía guardarse primero en el interior de cada hombre para asegurar la paz externa. En efecto, en su introducción y sus cinco partes, analizaba las relaciones entre personas, comunidades y estados, y daba orientaciones precisas a los cristianos para su vida temporal.

Otros escritos y muerte de Juan XXIII

Escribió también algunas obras biográfico-históricas, como Gli inizi del Seminario di Bergamo e San Carlo Borromeo. No storiche con una introduzione sul Concilio di Trento e la fondazione dei primi seminari (Bergamo, 1940); Mons. Giacomo Maria Radini Tedeschi (publicado en 1916; reeditado en Roma en 1963); Gli Atti della visita apostolica di S. Carlo Borromeo a Bergamo (Florencia, 1936-1957), e Il cardinale Cesare Baronio (Roma, 1961, última y completa edición de un primer trabajo de 1908).

A finales de 1962 había tenido una hemorragia, señal por la que los médicos le descubrieron un cáncer muy avanzado. Mientras avanzaba la enfermedad, aún vivió varios meses más. En mayo de 1963 su estado se agravó, y el 17 celebró su última misa. Mejoró a finales de mes, para enseguida empeorar hasta un punto crítico, con agudos dolores. La gente, atenta a lo que iba ocurriendo, comenzó a reunirse en la plaza de San Pedro. Juan XXIII, enterado de ello, dio una última bendición universal y murió el 3 de junio, algo más de cuatro años después de haber sido elegido. Apenas dos después, en 1965, el nuevo papa, Pablo VI, introdujo su causa de beatificación, al mismo tiempo que la de Pío XII. El 3 de septiembre de 2000, Juan Pablo II lo beatificó.

Bibliografía

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Enlaces en Internet


http://www.multimedios.org/temas/t000059.htm ; Página con documentos de Juan XXIII (en español).
http://www.vatican.va/holy_father/john_xxiii/index_sp.htm ; Página con la más completa información sobre Juan XXIII: biografía, documentos, viajes, etc (en español).

Autor

  • Bernardo Gómez Álvarez / Sagrario Arenas Dorado