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HistoriaPolíticaBiografía

Juan V, Rey de Portugal (1689-1750).

Rey de Portugal nacido en Lisboa el 22 de octubre de 1689 y muerto en su ciudad natal el 31 de julio de 1750. Conocido por el apelativo de el Magnánimo, creó un régimen absolutista superficialmente similar al del reino de Francia. Su reinado coincidió con una época de prosperidad económica debida a la explotación de las minas de oro de Brasil.

Hijo de Pedro II de Portugal y de María Sofía Isabel de Saboya Neuburgo, segunda esposa del monarca, fue nombrado heredero del trono en 1697 y aclamado rey tras la muerte de su padre, el 1 de enero de 1707. El conde de Vila Maior fue el encargado de pedir para el rey la mano de la hermana del emperador Leopoldo II, la archiduquesa doña María Ana de Austria, que llegó a Lisboa en octubre de 1708.

Juan V subió al trono en un momento difícil para Portugal. Desde el punto de vista interno el tesoro se encontraba exhausto después de sufragar las campañas de la Restauración; los retrasos en el pago a los funcionarios y al ejército provocaron movimientos contra el gobierno. En el exterior continuaba la Guerra de Sucesión española, en la que Pedro II había tomado parte de forma activa. El rey se rodeó de un equipo de colaboradores entre los que destacaron el jesuíta Luis Gonçalves, el conde de Viana y el marqués de Alegrete. Con ellos adquirió experiencia para desarrollar sus directrices de gobierno: política de neutralidad ante los asuntos de Europa; acción católica; fomento de la explotación ultramarina; búsqueda de prestigio de la nación y de la realeza.

La Guerra de Sucesión española terminó con el final de las pretensiones del archiduque Carlos de Austria y con la consolidación del reinado de Felipe V en España. Portugal no consiguió compensación alguna en las estipulaciones del Tratado de Utrecht (1712), lo cual supuso una desilusión para Juan V, que, en adelante quiso mantener una política de neutralidad ante las naciones europeas. Esto no quiere decir que Portugal no participase en guerras durante el reinado de Juan V, pero éstas sólo se produjeron cuando la dignidad portuguesa se vio atacada. Durante la Guerra de Sucesión, el ejército portugués, de alrededor de veinte mil efectivos, se transformó de la vieja organización proto-española de los tercios en el más moderno sistema francés de regimientos, aunque fue una guerra muy costosa de la que Portugal no obtuvo ningún beneficio. En 1716 el papa Clemente XI pidió ayuda a los países cristianos contra la amenaza que suponía la conquista de Chipre por los turcos. Sólo el dux de Venecia y Juan V acudieron al llamamiento pontificio; el monarca luso envió una escuadra bajo el mando del conde de San Vicente, que, junto con la escuadra veneciana, venció a los turcos en la batalla de Matapán, que dio lugar a la paz del 21 de junio de 1718. El otro compromiso militar del reinado de Juan V fue la lucha colonial con los españoles por la posesión de Uruguay (1735-1737).

Aunque las relaciones con la Santa Sede fueron en general buenas, surgieron problemas a raíz de la designación del nuncio apostólico en Lisboa, cardenal Bichi (1710-1715), que el rey no reconoció. Esta cuestión de etiqueta sólo se resolvió con el nombramiento de Bichi como cardenal en 1732, pero a partir de esta fecha Juan V recibió muestras de amistad de Clemente XII, que entregó privilegios a los concejos de la sede de Lisboa, dio potestad al obispo lisboeta para sacralizar a los reyes de Portugal y, por último, en diciembre de 1748, Juan V y sus sucesores recibieron de Roma el título de Fidelísimo, lo que le igualaba al rey de Francia, calificado como Cristianísimo y al de España, que recibía el título de Católico.

El eje central de la economía portuguesa fue el oro brasileño descubierto a finales de la década de 1790, que convirtió al imperio portugués en uno de los principales productores de oro del mundo. Esta riqueza hizo que el rey olvidase los problemas estructurales de la economía interna de Portugal: agricultura improductiva, transporte deficiente o escasa industria. Juan V resolvió estos problemas de forma temporal mediante la importación de tejidos y cereales, lo que unido a las onerosas cláusulas del tratado de Methuen (1703) hizo que la economía y la industria portuguesas tuviesen una dependencia cada vez mayor de Inglaterra. Un descenso en la producción aurífera de Brasil quedó compensado con las exportaciones de diamantes a partir de 1728. Entre 1720 y 1740 el rey apoyó las manufacturas domésticas, lo que se tradujo en un aumento en la producción de papel, armas y textiles. A pesar de todas estas riquezas, los gastos fueron muchos y el erario público estaba casi totalmente empeñado cuando el rey murió.

Del matrimonio de Juan V con María Ana de Austria nacieron tres hijos: doña María Bárbara, que casaría con Fernando VI y sería reina de España; don Pedro de Alcántara, que murió siendo un niño; y el príncipe don José, que heredó la corona portuguesa. En 1742 Juan V sufrió un ataque que dejó paralizado todo el lado izquierdo de su cuerpo; aunque le fue administrada la extremaunción, el rey sobrevivió aún durante siete años, durante los cuales se sometió a tratamientos de aguas termales. Fue enterrado en el panteón de San Vicente de Fora.

Juan V fue uno de los príncipes mejor educados de su época, inclinado al lujo y a la pompa, pero también caritativo y generoso. Su reinado fue famoso por la tendencia del monarca por copiar las costumbres de la corte francesa de Luis XIV. Gracias al oro de Brasil tanto la realeza como la nobleza de Portugal desarrollaron la más alta pompa. La pasión del rey por el lujo le llevó a dotar al culto católico de una gran imponencia. En Portugal el barroco francés se tradujo en un estilo propio, que se dio en llamar "estilo Juan V", caracterizado por una recargada ornamentación en el interior de los edificios. Juan V gastó enormes sumas en construcciones cuyo principal ejemplo fue el palacio, monasterio y biblioteca de Mafra, cerca de Lisboa. La Corona también tuvo la iniciativa de construir una nueva biblioteca en Coimbra, la Real Academia de la Historia y una Academia de Portugal para los artistas; fomentó la construcción de hospitales y estudios médicos y dotó a Lisboa de la mejor ópera de Europa, a excepción de las italianas. Pero la obra más útil del reinado del Magnánimo fue el acueducto de Aguas Libres, destinado a abastecer de agua la capital; éste proyecto, que ya había sido preconizado durante el reinado de Felipe III, fue financiado con unos nuevos impuestos sobre el vino, el aceite, la carne y la sal.

Bibliografía

  • BIRMINGHAM, D. Historia de Portugal. Cambrigde, 1995.

  • MEDINA, J (dir.) História de Portugal: dos tempos pré-históricos aos nossos dias. Madrid, 1996.

  • PAINE, S. Breve Historia de Portugal. Madrid, 1987.

  • VIANA, H. Capítulos de Historia luso-brasileña. Lisboa, 1968.

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero