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Juan Pablo I. Papa (1912-1978)

Papa de la Iglesia Católica nacido en Forno di Canale, localidad que luego se denominó Canale D’Agordo, el 17 de octubre de 1912 y muerto en la Ciudad del Vaticano el 28 de septiembre de 1978. Su nombre verdadero era Albino Luciani, y escogió el de Juan Pablo cuando fue nombrado Sumo Pontífice el 26 de agosto de 1978. Su pontificado fue uno de los más breves de la historia del papado, ya que duró tan sólo treinta y tres días. En algunos círculos fue apodado como el Papa de la sonrisa o el Papa de los niños, apelativos que resaltan el carácter bondadoso del que siempre hizo gala.

Vida

Su lugar de nacimiento se encontraba dentro de la diócesis eclesiástica de Belluno. Se crió en el seno de una muy humilde familia obrera. Era el mayor de cuatro hermanos y recibió el bautismo, por parte de la lavandera María Fiocco, en el mismo día y en la misma casa donde nació, debido al peligro inminente de muerte. Unos días más tarde, el 19 de octubre, se realizó una ceremonia bautismal completa por parte del vicario Achile Ronzon.

Su padre, Giovanni Luciani, era militante socialista y se había casado en segundas nupcias tras enviudar. Su madre, Bortola Tancon, que tenía unos firmes principios católicos, convenció a su marido para que sus hijos fueran educados en dichos principios. La familia tuvo que emigrar a Suiza para que el cabeza de la misma encontrase trabajo, aunque poco después regresarían a Italia, donde Giovanni logró entrar en una fábrica de vidrio artístico en la isla de Murano, frente a Venecia.

En octubre de 1918 Albino inició la enseñanza primaria y el 26 de septiembre de 1919 recibió el sacramento de la comunión por parte del obispo José Cattarosi. Ingresó en octubre de 1923 en el seminario menor de Feltre y, después, en octubre de 1928, en el seminario gregoriano de Belluno. Posteriormente, amplió sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma, donde obtuvo el grado de doctor en teología el 27 de febrero de 1947. Su tesis doctoral versó sobre El origen del alma según Antonio Rosmini.

Fue ordenado subdiácono en 1934, y el 2 de febrero de 1935 fue investido diácono. El 7 de julio de ese mismo año recibió las ordenes mayores sacerdotales y fue nombrado sacerdote de la iglesia de San Pedro, en Belluno, mientras que el 9 de julio fue nombrado vicario de Canale D’Agordo, su localidad natal, y el 18 de diciembre de ese mismo año profesor de religión en el Instituto Técnico Minero de la misma localidad.

Entre 1937 y 1947 fue profesor en su antiguo seminario, en el que ejerció también el cargo de vicerrector del mismo. En estos años ejerció la docencia de distintas materias, tales como teología dogmática o moral, derecho y arte sacro.

En noviembre de 1947 fue nombrado por monseñor Girolamo Bortignon provicario episcopal de la diócesis de Belluno, y el 16 de diciembre de ese mismo año camarero secreto supranumerario y secretario del sínodo de su diócesis, la de Belluno. En 1948, el 2 de febrero, recibió nuevamente un doble nombramiento: por un lado protovicario general de su diócesis y, por otro, se hizo cargo de la organización de la catequesis diocesana, cuando fue nombrado director del oficio catequista diocesano, campo en el que destacó por una fecunda actividad que luego aplicó en el resto de los cargos que ocupara dentro de la Iglesia. En 1949 se encargó de la organización del Congreso Eucarístico de Belluno, y en marzo de 1950 salió publicado su trabajo de doctorado. El 6 de febrero de 1954 fue nombrado vicario general de la diócesis de Belluno, mientras que el 30 de junio de 1956 era nombrado canónigo de la catedral.

Fue por esta época cuando escribiera una obra en la que plasmó sus ideas en el campo de la catequesis, Catechetia in briciole ('Catequesis en migajas'), que fue publicada en diciembre de 1949. En otra obra más tardía, Illustrissimi, que no sería editada hasta enero de 1976, explica sus profundas convicciones a través de una serie de cartas supuestas que dirige a personajes históricos o de ficción, a través de los cuales expone su puntos de vista sobre diversos aspectos de la doctrina de la Iglesia Católica.

El 15 de diciembre de 1958 el papa Juan XXIII le promovió al obispado de la sede de Vittorio Veneto, que se encontraba cerca de Venecia. La ceremonia de consagración de tal nombramiento se produjo el 27 de diciembre de ese mismo año por parte del pontífice en la basílica de San Pedro del Vaticano, y el 11 de enero de 1959 tomó posesión efectiva de su diócesis, iniciando el 17 del mismo mes una visita pastoral por ésta.

En 1962 un hecho que alteró a toda la Iglesia Católica hizo alejar a Albino Luiciani de sus obligaciones como obispo, el Concilio Vaticano II. Entre el 8 de octubre y el 8 de diciembre del último año mencionado permaneció en Roma, y allí asistió a la apertura de la primera sesión del Concilio, actividad por la que en este período su asistencia a la sede diocesana fue muy escasa y esporádica. La situación volvió a la normalidad a partir de enero de 1963, pero nuevamente, entre el 28 de septiembre y el 4 de diciembre de ese año asistió, también en Roma, a la segunda sesión del Concilio, por lo que volvió a alejarse de su diócesis, situación que se dio nuevamente entre el 13 de septiembre y el 21 de noviembre de 1964 (tercera sesión en Roma del Concilio), y entre el 13 de septiembre y el 9 de diciembre de 1965 (cuarta y última sesión, también en Roma). Al año siguiente, 1966, realizó su primera visita pastoral al extranjero, cuando entre los días 16 de agosto y 2 de septiembre acompañó a la misión diocesana de Vittorio Veneto a Burundi, en África.

Nuevamente un 15 de diciembre, esta vez de 1969, el papa Pablo VI le nombró patriarca (arzobispo) de Venecia. Al año siguiente, el 1 de febrero, las autoridades municipales de Vittorio Veneto le nombraron ciudadano de honor de la localidad, mientras que unos días más tarde, el 8 de febrero, tomó posesión oficial de su puesto en la ciudad de Venecia. También ese mismo año, el 25 de octubre, inició una visita pastoral a los territorios de su arzobispado. Entre los días 12 y 14 de junio de 1971 realizó su segundo viaje pastoral, esta vez a Suiza, del que regresó atravesando la región de la Saboya. También fue en ese año, entre los días 28 de septiembre y 5 de noviembre, cuando participó activamente en Roma en las sesiones de la segunda Asamblea General Ordinaria del sínodo de los obispos italianos, asamblea que versó sobre “El sacerdocio ministerial y la justicia del mundo”. Su carisma y su activo papel en la mencionada Asamblea hizo que entre los días 12 y 17 de junio de 1972 fuera elegido vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Italia, cargo que conservó hasta el día 2 de junio de 1975. Unos meses más tarde, el 16 de septiembre de 1972, recibió la visita de Pablo VI en Venecia, con motivo del viaje pastoral que el pontífice estaba realizando. Unos meses después, pero ya en 1973, el 5 de marzo, el mismo papa le nombró cardenal de la Iglesia Católica. En 1974, entre los días 27 de septiembre y 26 de octubre, participó en la tercera Asamblea General Ordinaria de los obispos italianos, que en aquella ocasión centró sus trabajos en torno a “La evangelización en el mundo moderno”.

El año de 1975 se destacó por sus viajes pastorales; así, el 18 de mayo llegó a Alemania, mientras que entre los días 6 y 21 de noviembre permaneció en Brasil en otro viaje de la misma naturaleza, donde recibió el doctorado honoris causa por parte de la universidad estatal de Santa María, en la ciudad de Rio Grande do Sul. Al año siguiente un nuevo viaje, esta vez de naturaleza conmemorativa, le llevó a la ciudad croata, entonces yugoslava, de Split, donde participó en una celebración sobre la fundación de la misma por parte de mercaderes venecianos en la Edad Media. Nuevamente participó en Roma en la cuarta Asamblea general Ordinaria del Sínodo de los Obispos, cuyas sesiones tuvieron lugar entre los días 30 de septiembre y 29 de octubre de 1977, que esta vez tenían como motivo principal “La catequesis en nuestro tiempo”, tema en el que Albino era muy versado, tanto por su antiguo puesto de director del oficio catequista diocesano en Belluno como por sus escritos sobre el tema.

El 6 de agosto de 1978 falleció en Roma el papa Pablo VI. Albino Luciani, como miembro del colegio cardenalicio de la Iglesia Católica, fue llamado al cónclave de cardenales que en Roma tenía la misión de elegir a un nuevo pontífice, cónclave que fue el que mayor número de participantes había reunido en toda la historia. El día 26 de ese mismo mes, en el segundo día del cónclave, fue elegido por el resto de cardenales como Sumo Pontífice Romano, y escogió para la ocasión el nombre de Juan Pablo, en honor de sus dos antecesores, Juan XXIII, y Pablo VI. Fue una de las elecciones más breves en la historia del papado moderno, siguiendo la tendencia que imperaba hasta entonces de nombrar para el cargo a cardenales de origen italiano, aunque en este caso fuese una persona muy poco conocida fuera de Italia. Además, su elección supuso la derrota del candidato del grupo más conservador, el arzobispo de Génova Giuseppe Siri, quien no pudo hacer nada con los noventa y nueve votos a favor, de un total de ciento once, que obtuvo Albino Luciani.

Tanto en su breve pontificado como en toda su amplia vida anterior en el seno de la Iglesia, se caracterizó por una imagen de humildad y sencillez, mientras que su labor pastoral se encontraba en la línea de los resultados del Concilio Vaticano II. En sus treinta y cuatro días de pontificado realizó diecinueve discursos en los que incluyó anécdotas personales con las que hacer llegar a los oyentes, de una manera fácil y asequible, las ideas que quería comunicar. Desde sus inicios en la vida religiosa manifestó gran interés por la búsqueda de la coherencia en la fe, a la que unió un profundo sentido de la caridad para quien caía en pecado. También se ha destacado su afabilidad, de la que sus constantes bromas con su círculo más cercano eran una buena prueba.

Su acción como pontífice, a la postre, se redujo a sólo lo siguiente: el 27 de agosto realizó un mensaje radiofónico en el que extendió una bendición urbi et orbi; y el 3 de septiembre realizó la ceremonia que dio inicio a la pastoral.

El 29 de septiembre fue hallado muerto en sus aposentos.

Polémica suscitada por su fallecimiento

Pocas horas después de su muerte ya se conjeturaba con que ésta no había tenido nada de natural. El cadáver, según la primera versión oficial, fue encontrado por el obispo irlandés John Magee, su secretario privado que trabajaba con él desde 1959, en el dormitorio del pontífice a las 5 de la mañana del 29 de septiembre. Se calificó el óbito como muerte natural a causa de un infarto de miocardio, lo que cerraba la inmediatamente abierta investigación por parte de la Iglesia, ya que si la muerte había tenido una causa natural (es decir, había sido una muerte "cristianamente correcta"), el derecho canónico hacía innecesaria una autopsia.

Esta versión no satisfizo a casi nadie, y las voces escépticas no dejaron de multiplicarse dentro y fuera del Vaticano. A los diez años de la muerte de Juan Pablo I fue el propio Magee quien se desdijera y asegurara que no había sido él quien había encontrado el cadáver en su dormitorio, sino que fue una monja, la hermana sor Vicenza, que cada madrugada servía café al pontífice y le administraba los medicamentos, quien encontrara el cadáver en su lecho en la madrugada del 29. Al parecer, las autoridades vaticanas desaconsejaron esta versión, ya que no querían que se conjeturase sobre qué hacía una monja en los aposentos privados del pontífice de madrugada, y se prefirió que fuera Magee quien se encontrara con el cadáver del malogrado.

No obstante, las voces que ven en su muerte una sórdida maniobra "política" no han dejado de apuntar, incluso hasta nuestros días, que Juan Pablo I realmente murió envenenado, al pagar con la vida su resistencia a la corrupción que, en el seno del Vaticano, hizo que una serie de banqueros mafiosos y altos cargos eclesiásticos de laxa moral conjuraran contra un papa que pronto fue tachado de progresista (aunque la realidad es que tenía poco de progresista; sin ir más lejos, era un gran defensor del Opus Dei). De hecho, se cree que el entonces secretario de estado del Vaticano, Jean Villot, se negó a que le fuera practicada al cuerpo una autopsia; incluso se llegó a decir, aunque sin prueba alguna, que los sectores más conservadores de la jerarquía eclesiástica (cuya cabeza visible era el cardenal Paul Marcinkus, el encargado de las cuentas de la Iglesia) habían promovido su muerte debido a su tendencia social y al hecho de que había ordenado una investigación sobre las cuentas vaticanas. El propio Villot se oponía a algunos cambios que el pontífice tenía previsto realizar en las altas jerarquías de la Iglesia. Tampoco faltan los que quieren ver en su muerte un complot más amplio, en el que participara la logia masónica P2, que había realizado una labor proselitista en el Vaticano; e incluso otros que piensan que, tras su ascenso al papado, su supuesta incapacidad para manejar el poder en la ciudad papal causó un gran malestar en la curia, y es por ello que lo eliminaron, según unos autores por envenenamiento, según otros porque, en efecto, fue víctima de un infarto, pero no se le atendió como debiera, o mejor decir, se le dejó morir.

Su condición religiosa y humana llevó a que se iniciara un movimiento en pro de su beatificación y santificación, causa que ha sido promulgada por el obispo irlandés Padraig Harrington desde el año 2000.

Bibliografía

  • BAEZA, A., ¿Por qué murió Albino Luciani? Madrid, ABL, 1994.

  • DE LA CIERVA, R., El diario secreto de Juan Pablo I. Barcelona, Planeta, 1992.

  • JAVIERRE, J. Ma., De Juan Pablo I a Juan Pablo II: la aventura de la Iglesia en nuestros días. Valencia, Edicep, 1978.

Autor

  • Manuel Flores Díaz